Portada del libro |
El
pasado Domingo 7 de Mayo de 2017, se celebró el tradicional acto carlista en
Montejurra que este año, al igual que ocurrió con el del año pasado, tenía una
especial significación al concurrir tres importantes conmemoraciones: la
primera la Jura de los Fueros Vascos en Gernika por Don Javier de Borbón Parma
en 1937, la segunda el sesenta aniversario de la presentación de su hijo, Don
Carlos Hugo, en la cima de Montejurra en 1957 y la tercera y última el
fallecimiento en el exilio del propio Don Javier el 7 de Mayo de 1977.
Con
motivo de esto último, el fallecimiento de Don Javier de Borbón Parma, se ha
reeditado el libro de don Joaquín Cubero titulado "Don Javier de Borbón
Parma en el Exilio. El Carlismo contra el Fascismo", edición que se ve
enriquecida por el prologo del historiador e hijo del autor don Javier Cubero.
Por
la gran capacidad de síntesis que sobre la vida y obra de Don Javier tiene el
mencionado prólogo lo reproducimos íntegramente a continuación:
"No
es un secreto que la “Marcha de Oriamendi” sea el himno más emblemático del
carlismo en su historia. Ni tampoco que fue incluida en el cancionero
institucional del franquismo. Lo que no es tan conocido es el hecho de que la
dictadura falseó la letra de Ignacio Baleztena, manipulando los dos últimos
versos de la tercera estrofa, al sustituir «Venga el rey de España/A la corte
de Madrid» por «Que los boinas rojas/Entren en Madrid». Esta pequeña distorsión
no fue más que una muestra más del discurso falsificador del régimen respecto
al carlismo. Una vez que los requetés desfilaron por Madrid tras la contienda
bélica, en el guión oficial no les correspondería ningún otro papel político
que la disolución, pues supuestamente ya habrían cumplido con su misión tras un
siglo de lucha.
Pero
la realidad histórica es muy diferente a la postal francojuanista de boina
roja, camisa azul, y final feliz con el Conde de Rodezno visitando Estoril. La
realidad es que en 1939 los carlistas vivieron la victoria militar como una
derrota política, pero no por ello se desmovilizaron. La realidad es que se
reorganizaron al margen de la legalidad establecida y alrededor de su Dinastía,
como siempre lo hicieron después de cada guerra, pues no eran legitimistas en
vano. La realidad es que para ellos, entre otras muchas cosas, todavía era una
tarea pendiente lograr que «Venga el rey de España // A la corte de Madrid».
La
realidad es que quien representaba la «Legitimidad Proscripta», Don Javier de
Borbón Parma, en su “Manifiesto a los españoles” de julio de 1945, su primer
pronunciamiento político tras ser liberado por los Aliados del cautiverio nazi,
planteó que «Los pueblos necesitan implantar sistemas que conjuguen la
autoridad en el Poder con los fueros sagrados de la personalidad humana. España
no puede sustraerse a esta necesidad de revisión. Necesita cancelar este
régimen que compromete su porvenir (…) Que una cosa fue la guerra y otra muy
distinta el régimen impuesto», considerando que «el debido orden político» es
aquel «que establece que los primeros derechos (…) son los de la Sociedad, y
que estos derechos no deben ser otorgados, sino reconocidos», y declarando
claramente que el carlismo, «apartado desde su iniciación del régimen que
impera en España, señaló a tiempo sus errores. Sus hombres han padecido
persecuciones por mantener en alto su bandera, pero han logrado conservar viva
y eficiente la organización».
Por
eso los carlistas empezaron a subir a Montejurra no solamente para honrar la
memoria de los «Mártires de la Tradición» sino también para reclamar primero la
reconstrucción orgánica de los cuerpos intermedios de la sociedad civil,
después «Libertad política, sindical y regional», y por último la «ruptura
democrática». Un proceso de evolución ideológica en paralelo a la propia
sociedad, y en conflicto con el sistema fascista, en el cual Don Javier
ejercería un rol de liderazgo como garantía de identidad y continuidad más allá
de los necesarios cambios epocales.
También por eso Don Javier fallecería en el exilio, como tantos y tantos luchadores, hace cuarenta años, un 7 de mayo de 1977, concretamente en Suiza, ya que el Gobierno de Adolfo Suárez tenía prohibida a toda la Familia Borbón Parma la entrada en territorio español. La única excepción sería la del «tonto útil» de Sixto Enrique, que en ese mismo año de 1977, presidiría un funeral en Madrid conjuntamente con el Duque de Calabria, como representante oficial de La Zarzuela.
Durante los últimos meses se ha desatado una polémica mediática sobre el Museo del Carlismo de Estella/Lizarra. En relación a las múltiples e importantes carencias de su exposición permanente se escribieron diversos artículos, y por reciente decisión del Parlamento de Navarra se va ampliar su recorrido temporal desde la finalización de la Guerra Civil de 1936-1939 hasta las elecciones a Cortes Constituyentes de 1977.
También por eso Don Javier fallecería en el exilio, como tantos y tantos luchadores, hace cuarenta años, un 7 de mayo de 1977, concretamente en Suiza, ya que el Gobierno de Adolfo Suárez tenía prohibida a toda la Familia Borbón Parma la entrada en territorio español. La única excepción sería la del «tonto útil» de Sixto Enrique, que en ese mismo año de 1977, presidiría un funeral en Madrid conjuntamente con el Duque de Calabria, como representante oficial de La Zarzuela.
Durante los últimos meses se ha desatado una polémica mediática sobre el Museo del Carlismo de Estella/Lizarra. En relación a las múltiples e importantes carencias de su exposición permanente se escribieron diversos artículos, y por reciente decisión del Parlamento de Navarra se va ampliar su recorrido temporal desde la finalización de la Guerra Civil de 1936-1939 hasta las elecciones a Cortes Constituyentes de 1977.
Pegatina actual conmemorativa de Don Javier I |
Pero
en relación a un vector tan importante de la Historia del Carlismo como es el
legitimismo dinástico, hilo central de su continuidad política a lo largo del
tiempo, no deja de ser llamativo el silencio existente en esta exposición de
revisión pendiente, incluso dentro de sus estrechos y arbitrarios límites
temporales, sobre la actividad política de Don Javier en su condición de
Príncipe Regente del bicentenario Partido Carlista, por
entonces denominado Comunión Tradicionalista.
Resulta difícil
de comprender como fue ignorado el papel de Don Javier en
el trágico año de 1936. Con anterioridad al inicio de la triste
Guerra Civil, Don Alfonso Carlos instituyó la Regencia en Don Javier,
sin privación «de su derecho eventual a la Corona», por Real Decreto un 23 de
enero. Por ese motivo Don Javier presidiría la Junta Militar Carlista de San
Juan de Luz, con la finalidad de preparar un levantamiento armado exclusivamente
legitimista en base al llamado «Plan de los tres frentes», al cual se intentó
incorporar a sectores del Partido Nacionalista Vasco. Por esa razón, tras el
fallecimiento de Don Alonso Carlos, el 1 de octubre Don Javier sería
investido Príncipe Regente de la España tradicional. El mismo día en el que
Francisco Franco, en un golpe de Estado, era proclamado Jefe del Gobierno por
una Junta de Generales. A ese hecho le seguiría el arrinconamiento del carlismo
con la prohibición de la Academia de Oficiales de Requetés, el Decreto de
Militarización de las milicias y el destierro de Manuel Fal Conde;
dinámica que culmina con el Decreto de Unificación de 19 de abril,
mediante el cual se producía la ilegalización del Partido Carlista, así como la
expropiación de sus bienes, locales y periódicos.
También
parece complicado de entender cómo se omitió la actuación de Don Javier en el
no menos trágico año de 1937. No mucho después del bombardeo de
Gernika, y no mucho antes del decreto por el que se suprimían los conciertos
económicos de Bizkaia y Gipuzkoa, en confrontación con la nueva
legalidad Don Javier visitaría la Casa de Juntas para jurar los Fueros
vascos. No debe olvidarse tampoco que, ante las intenciones falangistas de
talar el Santo Árbol, éste tuvo que ser protegido por un cinturón de
requetés. En noviembre Don Javier entra nuevamente en territorio
español para declarar expulsados de la Comunión Tradicionalista a aquellos
carlistas que colaborasen con el partido único, entrevistándose con
Serrano Suñer, al que manifestó que era contrario a que en España se aplicasen
los métodos de la Gestapo alemana, y con Francisco Franco, al cual le expresó
su oposición a la implantación del fascismo, pues tal régimen era incompatible
con los ideales por los que luchaban los voluntarios del Requeté. Esta
estancia en territorio español terminaría rápidamente con su expulsión por
orden gubernamental e inspiración alemana.
Tal
cual parece como si la figura de Don Javier continuase siendo incomoda para
algunos todavía en este año de 2017 en el que se cumplen no
solamente cuarenta años de su muerte en el destierro, sino también del
veto gubernamental a la legalización de Partido Carlista con el objetivo de
impedir su participación en las mal llamadas «primeras elecciones democráticas»,
que estuvo acompañado de la ocupación policial de los accesos a Montejurra
imposibilitando la realización del acto anual".
Sin empañar su trayectoria,me parece que la actuación de don Javier durante la guerra civil debe ser más estudiada.
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