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lunes, 1 de mayo de 2017

LA ENSEÑANZA DE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES FRANCESAS



            El pasado 23 de Abril se celebraron elecciones presidenciales en Francia y, tal y como indicaban todas las encuestas, la líder del ultraderechista Frente Nacional ha pasado a la segunda vuelta de las mismas junto con el liberal-centrista Emmanuel Macron que es el candidato favorito de la Unión Europea. Este resultado deja poco lugar para sorpresas sobre el futuro resultado de la mencionada segunda vuelta que tendrá lugar el próximo 7 de Mayo porque todo el mundo da por ganador al ex banquero de la banca Rothschild y actual líder del Movimiento "En Marcha" aunque dicho resultado no deja de poner de manifiesto ciertas cuestiones de extrema importancia tanto para Francia como para Europa.

            Esta es la segunda ocasión en la que el candidato del Frente Nacional logra disputar la Presidencia de la República Francesa en una segunda vuelta de unas elecciones -la primera vez fue en el año 2002-, pero a diferencia de lo que paso en las elecciones presidenciales del año 2002 en estas elecciones no ha existido sorpresa alguna pues, desde hace meses,  las encuestas pronosticaban que Marine Le Pen disputaría la segunda vuelta y porque el Frente Nacional ha cosechado, después de varias escisiones ocurridas en los últimos meses, más de siete millones de votos frente a los poco más de cuatro millones que cosecho en la primera vuelta de 2002.

            En la segunda vuelta de  estas elecciones, al igual que ocurriera en el año 2002, el debate político y los problemas de Francia pasarán a un segundo plano siendo el objetivo principal de la campaña electoral el "parar al Frente Nacional" y para ello tanto el candidato socialista, Benoit Hanon, como el conservador republicano François Fillon ya han pedido a sus electores que apoyen a Macron en la segunda vuelta. No obstante este "todos contra uno" puede terminar volviéndose contra sus promotores y beneficiarios porque lo que no deja de ser nada más que un parche o solución de circunstancias para un momento concreto no puede prolongarse indefinidamente en el tiempo convirtiéndose en la única propuesta política para un país; es decir, no se puede estar constantemente ejercitando una política a la contra y una política de negación y menos aún en un país con tantos problemas como Francia.

            Este "todos contra uno" funciono en el 2002 y seguramente vuelva a funcionar en el 2017, pero ¿Funcionará siempre o por el contrario llevara con el tiempo a una victimización del Frente Nacional que genere una empatía masiva entre los electores franceses?. Por otra parte, en los últimos años hemos visto en los políticos franceses de la derecha y también de la izquierda intentar parar el innegable avance social del Frente Nacional asumiendo y poniendo en práctica no pocos de sus propuestas en materia de emigración, extranjería y seguridad en lo que debe calificarse de una nueva política de apaciguamiento y que supone el doble riesgo de echar en brazos de la ultraderecha francesa a los electores moderados e indecisos que, puestos a elegir, prefieran quedarse con el original en vez de apoyar a un sucedáneo y el de terminar permitiendo que las ideas y principios que sustentan al Frente Nacional gobiernen Francia sin que el propio Frente Nacional tenga ni un solo ministro en el gobierno.

Otra de las cuestiones que ha revelado estas elecciones presidenciales francesas es el dudoso origen y la ambigua posición frente al peligro totalitario de los emergentes partidos "alternativos".  El  acceso de Marine Le Pen a la segunda vuelta electoral provocó tanto en Francia como en España una rápida movilización en su contra. En Francia el líder socialista y  el conservador solicitaron rápidamente a sus electores que apoyasen a Macron en la segunda vuelta y en España los principales partidos se han manifestado en el mismo sentido menos PODEMOS (el equivalente español a la "Francia Insumisa" de Mélenchon), cuyo líder, Pablo Iglesias, procedente de la antigua coalición Izquierda Unida, acaba de anunciar una moción de censura contra el Presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, en lo que puede ser una cortina de humo con la que ocultar su negativa a oponerse abiertamente a Le Pen además de una maniobra para obligar tanto a "Ciudadanos" como al Partido Socialista Obrero Español a posicionarse a favor o en contra del gobierno de un partido, el Popular, salpicado por más casos de corrupción que agujeros tiene un queso de Gruyere.

            Por su parte el líder de "Francia Insumisa", el ex miembro del Partido Socialista Francés, Jean Luc Mélenchon, guardaba un atronador silencio. Mélenchon no deja de ser un oportunista político que ha sabido salir del barco socialista a tiempo y que se ha inventado una formación política que pretende ser "novedosa y alternativa" aunque siempre debería pesar sobre él la duda del por qué descubrió la necesidad de la novedad y de lo alternativo dos minutos antes de que el Partido Socialista Francés se precipitara al abismo por la pésima política desarrollada por Hollande. En realidad, las elecciones del 7 de Mayo ponen al líder de "Francia Insumisa" entre la espada y la pared pues no le queda más remedio que alinearse con la opción neoliberal capitalista pro Unión Europea que representa Macron o, por el contrario, la de hacer causa común con la ultraderecha. Mientras lo primero le dejaría como un falsario más de la política francesa, lo segundo pondría en primera página la olvidada y oculta historia del izquierdismo europeo en general y galo en particular: desde el sabotaje al ejército francés en favor de los nazis en el periodo que va del 3 de Septiembre de 1939 a Julio de 1940 y la procedencia política de líderes del fascismo francés como Jacques Doriot  o Marcel Déat pasando por la época "colaboracionista" de Julio de 1940 a Junio de 1941.

            Las últimas elecciones presidenciales francesas son reflejo de un descontento generalizado y de la existencia de una fractura en la sociedad europea al mismo tiempo que han descubierto las concomitancias existentes entre los extremos políticos, hoy denominados populismos por pura corrección política. El egoísmo, la corrupción y la falta de inteligencia de la casta política han llevado a los distintos pueblos de Europa a la desesperación y a que depositen, cada vez más, su confianza en líderes providenciales. La única forma inteligente de frenar al Frente Nacional y a formaciones similares, no es perseverar en las viejas políticas de uno u otro signo sino la de desarrollar una honesta política de sentido común ausente en la política europea desde hace más de cuarenta años.

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