El brujo.... |
El
debate de la anunciada Moción de Censura presentada por PODEMOS tuvo lugar la
semana pasada con el resultado que era de esperar pues fracaso y por mucho al
cosechar tan solo 82 apoyos frente a los 170 del gobierno. Y al no prosperar la
Moción, los medios de comunicación afines al Partido Socialista y al Partido
Popular acusan al líder de PODEMOS de irresponsable o, ingenuamente, proclaman la
victoria del Presidente del Gobierno. Mariano Rajoy, lo cual no sé si acerca
estos medios a las subvenciones pero lo que es seguro es que los aleja de la
realidad política del país.
Ningún jefe político que se precie
formula una Moción de Censura si esta no responde a una estrategia definida o a
una finalidad poderosa la cual no tiene por qué ser necesariamente la de
desalojar del poder al gobierno de turno. La Moción de Censura presentada por
PODEMOS sigue el modelo de aquella Moción de Censura que en los albores de la
democracia, allá por 1980, presentó el entonces líder socialista, Felipe
González, contra el entonces Presidente del Gobierno y líder de la Unión de
Centro Democrático (UCD), Adolfo Suárez.
Ni la Moción de Censura de Felipe
González en 1980 ni de de Pablo Iglesias en el 2017 tenían visos de prosperar
dada la realidad aritmética de un parlamento que hacía imposible que los
respectivos candidatos a la Presidencia del Gobierno obtuvieran la mayoría
absoluta requerida para gobernar. Así pues, si en ambos casos se sabía de
antemano que no se iba a producir un cambio de gobierno, ¿Por qué se insistía
en una Moción de Censura condenada al fracaso?. La respuesta a esta cuestión no
puede ser más sencilla: las Mociones de Censura también sirven de medio
propagandístico además de aclarar el panorama político cara a unas futuras
elecciones.
Con la Moción de Censura de 1980 el
Partido Socialista Obrero Español golpeaba un gobierno débil apoyado en un
partido, la Unión de Centro Democrático, que estaba en franca descomposición
por lo que con poco o ningún desgaste consiguió encumbrar la figura de Felipe
González a la categoría de hombre de estado a la vez que conseguía agrupar el
apoyo de todo el espectro parlamentario de la izquierda que, tan solo dos años
más tarde, se desangraría electoralmente a favor del PSOE.
Posiblemente, la semana pasada PODEMOS buscaba un efecto similar al buscar claramente
dos cosas: la primera relanzar a su líder, Pablo Iglesias, luciéndolo en una
batalla parlamentaria contra el señor Rajoy en la que contaba con explotar
ampliamente la corrupción generalizada del Partido Popular y la segunda poner
al Partido Socialista en la disyuntiva de favorecer un gobierno de cambio o permitir la continuación
del gobierno del Partido Popular.
...Y los aprendices |
No obstante, aquello que consiguió
el PSOE en 1980 no lo ha conseguido PODEMOS en 2017 al no haber sido consciente
de las condiciones objetivas. El Partido Popular de hoy no es la UCD de 1980 porque
mientras esta estaba en tal estado de descomposición que su situación interna
obligaría a dimitir al Presidente del Gobierno pocos meses después de superar
la Moción de Censura, el Partido Popular es un partido que se presenta
públicamente como monolítico y que no tiene otro objetivo que conservar el
poder cerrando filas bajo la consigna de "con razón o sin ella, siempre
con el jefe que nunca se equivoca". Por otra parte, todo político sabe que
los casos de corrupción terminan siempre por amortizarse políticamente con el
simple transcurso del tiempo por lo que la corrupción solo tiene la posibilidad
de afectar grave y definitivamente a un partido político si, con gran escándalo,
estalla algún caso en plena campaña electoral.
Por otra parte, aunque el Partido
Socialista Obrero Español se ha instalado en la misma abstención que permitió
acceder al poder al Partido Popular, circunstancia esta que podría ser
aprovechada (y seguro que lo será) por PODEMOS para acusarle de una supuesta
defección a la izquierda, éste siempre podrá argumentar que aún no había tomado
las riendas del partido la nueva directiva con su nuevo Secretario General,
Pedro Sánchez, al frente por lo que la Moción de Censura no desgastara
demasiado al PSOE en favor de la formación morada.
Finalmente la propia actuación del
candidato propuesto por PODEMOS, Pablo Iglesias, se aleja mucho de la imagen
que el líder del PSOE dio en 1980. Pablo Iglesias no ha salido reforzado de la
Moción de Censura, incluso al recabar el apoyo exclusivamente de ERC, Bildu y
Compromís (formación que, por cierto, forma parte de PODEMOS) va a permitir al
Partido Popular explotar en los próximos comicios el miedo que la formación
morada inspira en no pocos electores presentándose como la única alternativa de
gobierno frente a una presunta situación de caos.
Para cualquier analista político por
poco sagaz que sea, lo único que ha dejado claro la Moción de Censura de la
semana pasada ha sido la caótica situación en la que se encuentra el estado el
español y la total ausencia de ideas y programas de los distintos miembros de
una casta política parcialmente renovada que no tiene la más mínima seriedad y
altura de miras, que carece de cualquier concepto de estado y de la que se
encuentra ausente toda vocación de servicio público al anteponer los intereses
particulares y de partido al interés general del país.
No voy a mover un ápice lo que Ud. dice. Ahora bien, ya no me asusta la “clase política”, lo que me da pavor es otro aspecto que se deduce de su texto, leyendo entrelíneas, si se quiere, y es la aparente complacencia del pueblo soberano hacia esta situación. Si algo de esa moción sirve para dar todavía más peso en el sentido de única alternativa al PP frente al “caos” de Podemos o del PSOE, me pregunto si merecemos como pueblo la democracia.
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