El Dictador refrendo el futuro asistiendo al bautizo del Actual Jefe del Estado |
Con
motivo del cuarenta aniversario de las primeras elecciones tras el
fallecimiento del General Franco, el 15 de Junio de 1977, la semana pasada tuvo
lugar un solemne acto en el Congreso de los Diputados que no estuvo exento de
"olvidos" que han levantado cierta polémica que, como una barrera de
humo, sirve para que lo más significativo de lo manifestado, tácita o
expresamente, en dicho acto pase a un segundo plano.
A pesar de los intentos de PODEMOS
por conseguir su parcela de protagonismo al solicitar, no sin razón, que del
acto quedasen excluidos algunos personajes como el ex-Ministro Rodolfo Martín
Villa, el verdadero protagonismo quedo monopolizado por Su Excelencia el Jefe
del Estado a Título de Rey y por su ausente progenitor quien, a pesar de haber
inaugurado esa primera legislatura parlamentaria hace cuarenta años, no fue
invitado al acto, al parecer por un olvido. Y es que si el solemne acto merece
un titular o un título llamativo este bien podría ser "El acto de los
olvidos" porque, como veremos, el olvido a la hora de invitar al ex-jefe
del Estado y padre del actual no ha sido el único gran olvido del acto.
Como ya hemos dicho, el primer
olvido del pretendido solemne acto fue el no invitar al Jefe del Estado
emérito, olvido que se ha atribuido a un error de protocolo del Palacio de la
Zarzuela como si los encargados de semejante arte y ciencia que es el protocolo
y que rodean al Jefe del Estado fueran como los Relaciones Públicas de la Sala
Pachá. No nos engañemos, ni nos dejemos engañar, los encargados de protocolo de
cualquier Jefe de Estado no cometen esos errores salvo que, considerándolos
protocolarios y diplomáticos desaires, deseen cometerlos.
Parece ser que desde la renuncia a
la Jefatura del Estado por parte de don Juan Carlos de Borbón se han puesto de manifiesto los graves
problemas existentes en sus relaciones familiares y especialmente entre el
padre y el hijo a lo que hay que añadir la muy posible existencia en el entorno
del actual Jefe del Estado de una operación de blanqueamiento o enaltecimiento
de su figura a costa de obviar, empequeñecer y empañar la imagen de su
antecesor y padre y ello porque si uno carece de méritos suficientes basta con
resaltar los deméritos del predecesor para que se le perciba como novedad
maravillosa y genial. Esta técnica aunque es tan vieja como el mundo es buena y
no deja de dar resultados positivos pues se basa en la fragilidad de memoria de
las masas y en su total falta de capacidad de análisis que jamás las conducirá
a razonar lógicamente que si un hijo reniega, de una u otra forma, de su padre
(o de su madre) jamás podrá ser buena persona y sin ser buena persona jamás
podrá ser bueno para algo y mucho menos para desempeñar una alta magistratura
política como es la Jefatura del Estado.
En la época de la fotografía, el Dictador no debía ser parte de ninguna tragedia |
Por otra parte, y como no podía ser
de otra forma, el solemne acto culminó con un discurso de Su Excelencia el Jefe
del Estado, cuyo contenido se han encargado de elogiar los distintos medios de
comunicación llegando hasta el paroxismo al dedicarle frases como "las
palabras del Rey han estado perfectamente medidas por su equipo" o "el Rey ha utilizado palabras no usadas
hasta la fecha". No obstante, el discurso puramente institucional en el
que se apela a la unidad, a la concordia y al respeto escrupuloso a la ley
frente a la cuestión catalana, la cual no se menciona expresamente pero no deja
de estar presente a lo largo de buena parte del discurso, es un discurso lleno
de referencias a autoridades (Castelar, Cánovas) y literarias (Cervantes,
Machado) y no menos repleto de "olvidos" que resultan tragicómicos
para aquellos que todavía tenemos algo de memoria. Así por ejemplo, dentro de
esas palabras utilizadas por primera vez, no sabemos si en la Historia Universal
o solo en la local o nacional, Su Excelencia el Jefe del Estado se refiere a la
Guerra Civil y al Franquismo al decir "Los
diputados y senadores elegidos en las elecciones del 15 de Junio tenían ante sí
una responsabilidad histórica: dar la respuesta política a nuestros errores del
pasado y superar las diferencias entre los españoles, convencidos de que la
Guerra Civil y la dictadura eran, como se afirmó entonces en estas Cámaras, una
inmensa tragedia sobre la que no cabía fundar el porvenir de España".
Y aquí nos encontramos ante otro olvido de bulto que es el siguiente: fue el
dictador surgido de la Guerra Civil quien designó autocráticamente a su sucesor en la Jefatura del Estado en la
persona de don Juan Carlos de Borbón, quien le sucedería y le sucedió
efectivamente a Título de Rey; instaurando de esta forma una dinastía de la que
actual Jefe del Estado es continuador y heredero por lo que, junto con las
leyes fundamentales del Régimen Franquista que hicieron posible la Reforma
Política, la actual Jefatura del Estado así como el actual régimen político
nacido de aquellas elecciones de las que la semana pasada se conmemoró el
cuarenta aniversario con tan solemne acto se funda sobre esa "inmensa
tragedia" sin la cual, y recordando a Hegel y a Marx (1), no existiría la
presente farsa.
Pero en fin... ¡¡¡Pelillos a la
mar!!!.
(1)
Hegel decía que "los grandes acontecimientos históricos siempre se repiten
dos veces" a lo que Marx concreto más afirmando que "La Historia
siempre se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como
farsa".
Primero: los borbones no tienen ninguna legitimidad. No vamos a entrar en detalles, que tampoco viene a cuento.
ResponderEliminarSegundo: el borbón reinante estudió en Canada y consiguió un "curioso" premios "de estudios" (que no he podido contrastar) como reflejo de su habilidad mental...
Tercero: España no cambia... Esto no tiene remedio...
La dinastía ilegítima parece una casa de lenocinio.
ResponderEliminar