Tal vez sería más apropiado titular
el presente artículo como "La administración de Justicia española ante
Puigdemont" por no confundir lo administrativo con lo axiológico, el
cuerpo con el alma, lo perecedero y corruptible con lo eterno e incorruptible;
pues la Justicia significa un ideal perfecto al que todos, individual y
colectivamente, deberíamos aspirar mientras que la administración de Justicia
es el simple instrumento orgánico, siempre imperfecto, de aplicar unas leyes
que, dependiendo del momento y de las circunstancias, pueden aproximarse
bastante al ideal de justicia o ser absurdas, injustas e, incluso, criminales.
Por otra parte, atendiendo a razones
técnicas y sintácticas tal vez hubiera sido más adecuado titularlo,
"Puigdemont ante la Justicia Española", pero mucho me temo que no
hubiera reflejado, ni siquiera mínimamente, cual es la realidad ante la que nos
encontramos en la que, cada minuto que pasa, la justicia española es menos
justicia y Puigdemont más President aunque sea de un circo.
Como es sobradamente sabido, tras
los acontecimientos ocurridos en Cataluña durante el mes de Octubre del año
pasado, la Audiencia Nacional abrió unas diligencias penales, que luego fueron
asumidas por el Tribunal Supremo, contra el President, el Vicepresident y
diversos Consellers de la Generalitat de Catalunya y mientras el Vicepresident,
Oriol Junqueras y otros Consellers venían a declarar a Madrid y a ejercitar su
derecho a la defensa terminando en prisión, don Carles Puigdemont cogía la
carretera dirección al paso fronterizo de la Junquera, salía de España y se
instalaba en Bélgica realizando con ello una acción que suele llamarse
"sustraerse a la acción de la Justicia".
Tras esta sagaz fuga, que supuso un
fracaso más de las fuerzas policiales y de la que ignoramos si hubo algún tipo
de conducción acrobática y que lamentablemente no se efectúo en motocicleta
para así igualar en emoción, aunque no en resultados, a la protagonizada por
Steve McQueen en "La Gran Evasión", la Justicia española puso en
marcha su maquinaria decretado una Orden Europea de Detención y Entrega (O.E.D.E.)
por los delitos de rebelión, sedición, malversación de caudales públicos,
prevaricación y desobediencia. A partir de ese momento los papeles de los
protagonistas de esta historia están claros: por un lado esta Carles Puigdemont
como el presunto delincuente fugitivo al que hay que poner ante la Justicia y
por otro lado los Tribunales y las fuerzas policiales que tienen la obligación
de decretar su búsqueda y proceder a su detención, pues a todos los efectos nos
encontramos ante un procedimiento criminal que, con independencia de los
delitos por los que se esté instruyendo, se debe instruir con los mismos
principios que se instruyen las causas contra cualquier ciudadano anónimo. No
obstante, es precisamente en ese momento donde la historia se convierte en
historieta y la tragedia se rebaja a drama de porteras cuando no, simplemente,
torna en comedia.
Si el 3 de Noviembre de 2017, la
Audiencia Nacional decreta la O.E.D.E. contra Puigdemont y la misma es recibida
en Bélgica, estado que comienza a tramitarla conforme a la legislación vigente
haciendo comparecer a Puigdemont ante sus tribunales; poco más de un mes más
tarde, el 5 de Diciembre de 2017, el Tribunal Supremo acuerda retirar esa misma
O.E.D.E. por lo que Puigdemont deja de
ser un presunto delincuente fugado de la justicia española. Según el argumento,
nada creíble, el Tribunal Supremo decide retirar la euroorden porque en Bélgica
no existe el delito de rebelión ni de sedición
por lo que de haber accedido a su entrega a España no lo habría sido para que
se le juzgase por dichos delitos, todo ello en virtud de los principios de
doble incriminación y de especialidad que rigen en cualquier procedimiento de
extradición. No obstante, durante este mes de Enero, Puigdemont tuvo la osada
temeridad de salir de Bélgica y entrar en Dinamarca durante un par de días para
impartir unas conferencias y, obviando el hecho de que los servicios de
seguridad del estado deberían haber conocido con la suficiente antelación las
intenciones de expresident informando de ellas a sus superiores para que estos
obrasen en consecuencia, el Tribunal Supremo decidió no reactivar la O.E.D.E.
contra Puigdemont en Dinamarca, país donde sí existe el delito de rebelión.
Aquí es donde deberíamos empezar a preguntarnos si la
Justicia Española hubiera actuado de la misma forma si se hubiera tratado de
cualquier otra persona que se sustrae a la acción de la justicia al mismo
tiempo que debería plantearse la ilegitimidad moral para hablar de la igualdad
ante la ley de todo aquel colectivo con el que la justicia se muestra tan positivamente
desigual. Pero hay más, mucho más... La retirada de la O.E.D.E. en Bélgica ¿Responde realmente a los motivos que se nos
han hecho creer?, Si es así ¿Por qué no se reactivó cuando Puigdemont entró en territorio
danés?. Mucho me temo que la respuesta a estas preguntas son tan duras como
simples, la O.E.D.E. se ha retirado y no se ha reactivado porque la justicia
española, que pierde sus "culottes" por complacer a "nuestros amigos"
europeos cada vez que recibe una orden
de detención y entrega, se temía fundadamente que iban a ignorar su petición
haciendo recordar muy diplomáticamente al gobierno español y a los españoles la
consideración que tenemos en Europa y en la Unión Europea: la de "Un
pueblo miserable, muerto de hambre y pervertido por cien mil..."
personajes del colorín.
En este caso, la justicia española, y con ella el
gobierno y todas las demás instituciones del estado, está haciendo el más
espantoso de los ridículos en una comedia bufa en la que Puigdemont ha pasado
de President de la Generalitat, a presunto delincuente fugitivo y de presunto
delincuente fugitivo a Jefe de Pista circense.
Por eso es la Justicia Española quien comparece ante
Puigdemont y no al revés.
Leo su artículo y siento que tiene razón, además de reírme imaginando al fugado saltando alambradas con al moto. Este tema ya está empezando a ser insoportable. Vuelvo a releer su escrito. Un saludo.
ResponderEliminarJuli Gan:
ResponderEliminarRajoy y Puigdemont, Constitucionalistas y Secesionistas, no son más que distinta cara de una misma moneda: la del aburrimiento y la del quiero pero no puedo. La de la estafa a los ciudadanos de este país los cuales, desde mi punto de vista, se lo tenían que hacer mirar muy seriamente.
No fue así. Se retiraron los cargos de sedición y rebelión por no existir "violencia" según el ordenamiento jurídico en España que define esos delitos, no de otro Estado de Europa. Y se mantuvieron los cargos de "malversación de fondos públicos".
ResponderEliminarNo fue así. Se retiraron los cargos de sedición y rebelión por no existir "violencia" según el ordenamiento jurídico en España que define esos delitos, no de otro Estado de Europa. Y se mantuvieron los cargos de "malversación de fondos públicos".
ResponderEliminarMueran las Cadenas: Retiraron la orden por no existir delito de rebelion en Bélgica. En cualquier caso, la justicia española esta haciendo el ridiculo y esta demostrando que no todos somos iguales ante la ley.
ResponderEliminarSi en vez de Puigdemont fuesemos usted o yo.... seguro que ya estabamos en cualquier prisión española.