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jueves, 21 de marzo de 2019

AHORA, LAS PENSIONES DE VIUDEDAD

 Convocada "la fiesta de la democracia", es decir, las elecciones para el próximo 28 de abril, lanzados los partidos políticos a la realización de fichajes "estrella" como si de sociedades anónimas deportivas en temporada de invierno se tratara y envueltos todos los dirigentes de la casta política en las más gloriosas banderas que para ellos no son ni han sido jamás otra cosa que trapos pintados muy útiles para tapar sus miserables vergüenzas; ha salido a la luz, por una rendija, una noticia que ha quedado oculta detrás de tanta proclamas electoralistas. Tal noticia no es otra que la intención por parte del gobierno de modificar las pensiones de viudedad para rebajarlas de cuantía y para que menos personas tengan acceso a ellas.

            Como en política y en economía cualquier crimen tiene su explicación y justificación, tal medida no iba a ser menos y se pretende justificar en la maltrecha situación financiera en la que se encuentra el actual sistema de pensiones que obliga, llámese como se quiera, a hacer recortes. Ahora bien, no por ello deja de llamar la atención tal intención de modificar el régimen que afecta a las pensiones de viudedad porque puede ser un experimento de por dónde puede ir el estado en el futuro al respecto de todas las pensiones públicas.

            En primer lugar es fundamental explicar que si la mayoría de pensiones que se cobran en nuestro país son de una cuantía que lo que realmente garantizan es la progresiva pérdida de poder adquisitivo, la cuantía de las pensiones de viudedad es ya ridícula porque la misma está constituida exclusivamente por el cincuenta por ciento de la cuantía por la que se ha cotizado, con lo que la transformación, por ejemplo,  de una pensión de jubilación en una pensión de viudedad ya supone a las arcas del estado el ahorro de un cincuenta por ciento, realidad ésta que parece ocultar el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

            Por otro lado,, es de indicar que cada trabajador y empresario de este país se vé obligado por ley a cotizar a la seguridad social por una serie de prestaciones que percibirá en el futuro y que cubren determinadas contingencias como son la vejez (jubilación), la enfermedad e incluso la muerte (orfandad y viudedad). El hecho de que ahora se pretenda modificar las pensiones de viudedad, tanto en su cuantía como en los requisitos para tener derecho a percibirlas, constituye una modificación substancial y a la baja de las prestaciones de la Seguridad Social que, no es necesario decirlo, no irá acompañada de una rebaja en las cotizaciones. Dicho de otro modo, los ciudadanos españoles pagarán lo mismo (o tal vez más) a la Seguridad Social por recibir menos prestaciones.

            Esta idea de modificar las pensiones de viudedad, al venir de un supuesto gobierno socialista que lo es porque está apoyado por otros partidos supuestamente de izquierda, se pretende matizar argumentando que dicha modificación solo afectará a aquellas personas que perciban determinadas rentas, pero esto no deja de ser un sofisma o, lo que es lo mismo, una mentira con apariencia de verdad. Primero, porque a la hora de fijar la obligación de cotizar y pagar a la seguridad social en poco o en nada se tienen en cuenta las rentas que se perciben por lo que tampoco habría que tenerlas en cuenta a la hora de recibir aquellas prestaciones por las que se lleva pagando toda la vida y, en segundo lugar, porque lo que se pretende en último extremo y a la larga, aunque no se reconozca,  es vincular el derecho a percibir pensiones públicas así como la cuantía de éstas a la percepción de otras rentas, lo cual vendría a sustituir el actual sistema público de previsión social universal por un sistema asistencial fundado sobre criterios caritativos y pietista de carácter cuasi benéfico o puramente benéfico.

            Esta amenaza de sustitución del estado previsor por el estado asistencial, es decir la sustitución de un sistema público de previsión social por la antigua beneficencia que se apunta podrá ser una visión apocalíptica de un agorero, pero corresponde al lector analizar si la cosa puede ir por ahí o creerse ciegamente las manifestaciones de unos politicastros que llevan más de cuarenta años mintiendo y engañando descaradamente a la ciudadanía. 

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