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martes, 3 de agosto de 2021

"ESPLENDOR Y VILEZA" de ERIK LARSON

La editorial Ariel acaba de publicar el último libro del periodista e historiador norteamericano Erik Larson titulado "Esplendor y Vileza" dedicado a la historia familiar de Winston Churchill durante los primeros doce meses en los que ejerció como Primer Ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña, meses éstos que posiblemente coinciden con los más críticos de toda la II Guerra Mundial.

            "Esplendor y Vileza", va más allá, mucho más allá de ser una mera historia anecdótica de la vida de la familia Churchill, tal y como anuncia el editor. Entre sus líneas se deja entrever una interesante conjetura histórica que no es otra que la que Winston Churchill condicionó toda la estrategia militar y política de la Gran Bretaña exclusivamente a la entrada de los Estados Unidos en la guerra, lo que constituía una apuesta muy arriesgada considerando la nula beligerancia que mostraba la población norteamericana en ese momento y la oposición del Congreso estadounidense a involucrarse en el conflicto. A este respecto, el autor retoma la teoría que ya sostuvo en una anterior obra titulada "Lusitania", recientemente reeditada también por la editorial Ariel, según la cual el Secretario de Marina de Estados Unidos (Franklin Delano Roosevelt) y el Primer Lord del Almirantazgo británico (Winston Churchill) pudieron evitar el hundimiento del Lusitania en 1915 y, simplemente, no lo hicieron.

            Que un gobernante de un país que lucha desesperadamente por su propia existencia e independencia apueste todo a una única posibilidad que, además, no depende de sí mismo sino de terceros es una apuesta demasiado arriesgada como para creerse que no existía algún tipo de seguridad al respecto de que tal posibilidad se verificaría. Así surgen grandes preguntas: ¿Tenía Churchill alguna garantía de que Estados Unidos entraría en guerra cuando pronunció su famoso discurso de "Lucharemos en las playas" el 4 de junio de 1940?; es curioso pero en el mencionado discurso, pronunciado más de año y medio antes de que Estados Unidos entrase en guerra, no solo declaraba la voluntad de la Gran Bretaña de resistir indefinidamente sino que aseguraba, con una certeza casi profética, que "el Nuevo Mundo (América), con todo su poder y su fuerza avanzaría al rescate y a la liberación del Viejo". Por su parte, ya es un hecho histórico irrefutable que Roosevelt fue involucrando progresivamente a Estados Unidos en la guerra y dosificando la ayuda que prestaba a la Gran Bretaña permitiéndola resistir los ataques alemanes durante casi dos años; ahora bien esa dosificación de la ayuda ¿Se debía  a la posición contraria a la guerra que mantenía la opinión pública norteamericana y a las trabas que ponía el Congreso de Estados Unidos o a un deseo deliberado de desgastar a la Gran Bretaña para que pasara a ser una potencia de segundo orden en el mundo de postguerra?.  Hoy también se sabe que cuando Japón atacó Pearl Harbour, el 7 de diciembre de 1941, Roosevelt solicitó informes sobre si habían participado aviones alemanes en el ataque con la finalidad de declarar la guerra a Alemania y al no verificarse tal extremo, se sintió bastante preocupado y angustiado por no tener justificación para declarar la guerra a Alemania hasta que finalmente, el 11 de diciembre de 1941, ésta declaró la guerra a Estados Unidos (1).

            El  libro de Erik Larson no da respuesta a estas preguntas pero ya el solo hecho de plantearlas entre líneas supone una novedad en la historiografía de la II Guerra Mundial sobre la cual ya se ha escrito prácticamente todo por lo que  "Esplendor y Vileza" resulta un libro muy interesante además de ameno y entretenido para estas  fechas de asueto estival.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(1) Alemania declaró la guerra a Estados Unidos, el 11 de diciembre de 1941, basándose no tanto en su alianza con Japón como en el hecho de que consideraba que ya estaba de facto en guerra con ellos, basándose en el hecho de que buques norteamericanos escoltaban a los convoyes británicos, informaban de la posición en que se encontraban los submarinos alemanes e incluso participaban activa y directamente en su hundimiento. No podemos saber qué habría pasado si Alemania no hubiera declarado la guerra a Estados Unidos pero muy posiblemente, éstos habrían retirado numerosos destructores y varios buques mas del Atlántico para destinarlos al pacífico  debilitando a la Royal Navy y tal vez habría salido a la luz que la flota del pacífico sufrió el ataque japonés porque había quedado, en gran medida, desguarnecida por el envío de unidades de vigilancia naval al Atlántico lo que habría supuesto un escándalo que sin duda influiría en las elecciones presidenciales de 1944.

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