Páginas

lunes, 31 de marzo de 2008

“LOS MISERABLES” de VÍCTOR HUGO O LA NOVELA COMPLETA


Cuando en 1862 Víctor Hugo escribió “Los Miserables”, no pudo ser consciente de que posiblemente estaba escribiendo, no una de sus obras más emblemáticas, pues “Nuestra Señora de París” también lo fue para su autor, sino la que posiblemente sea la mejor novela de la literatura contemporánea.

“Los Miserables” adquiere su condición de mejor novela de la literatura contemporánea tanto por su argumento como por su estructura narrativa.

En cuanto al argumento de la novela pretende ser una epopeya popular que extrae de las clases populares la mayor parte de sus protagonistas principales (los cuales resultan ser en numerosos casos de noble y heroica condición) siendo el mensaje subliminal y principal de la obra la idea de que hay individuos que se ensalzan desde su más baja condición mientras que otros, por la maldad intrínseca a su personalidad, serán siempre unos miserables morales. En este sentido, “Los Miserables” es una novela que, aunque escrita en un momento en el que el anticlericalismo y el laicismo militante hacían furor en el mundo literario y político, esta totalmente impregnada de un mensaje social y moral cristiano (no en balde el protagonista Jean Valjean, es redimido al principio de la historia por un obispo) que la hacen una obra literaria atemporal cuya lectura no desmerece por el tiempo transcurrido desde su publicación.

No obstante, es en su estructura narrativa donde “Los Miserables” alcanza una cota de perfección difícilmente lograda por otras obras posteriores. Así en primer lugar, nos encontramos en la extensa obra de Víctor Hugo con historias de multitud de personajes, en principio independientes las unas de las otras, que terminan confluyendo en la historia principal donde finalmente todos los personajes están históricamente relacionados y guardan conexión. Así, por ejemplo; Thenardier guarda relación con Mario Pontmercy por haber sido el primero un saqueador de heridos en Waterloo donde intentando robar un reloj al padre del primero, éste cree que le está salvando la vida y le queda eternamente agradecido haciendo también deudor de gratitud a su hijo. Igualmente ocurre con el personaje del pilluelo parisino de Gavroche quien, teniendo aparentemente una historia sin relación alguna con ningún otro personaje, resulta ser hijo de Thenardier. En gran medida esta estructura donde los personajes siempre guardan íntima relación aunque en un principio no sea aparentemente así hace que el lector de “Los Miserables” mantenga siempre el interés y no deje de asombrarse de lo que va descubriendo según va recorriendo las páginas.

Por otra parte, “Los Miserables” es una novela completa porque en ella se aparecen felizmente reunidos infinidad de estilos prosaicos, siendo a la vez un folletín amoroso y de aventuras, una novela social y una novela histórica, siendo la descripción de la batalla de Waterloo que contiene de una belleza y perfección tal que el mismísimo ex Ministro de Asuntos Exteriores francés Villepin no pudo prescindir de tal descripción para escribir su reciente historia de “Los Cien Días”. Además de contener todos los estilos novelísticos anteriormente mencionados, existen en “Los Miserables”, varias digresiones técnicas que, manteniendo el hilo de la narración, constituyen auténticos ensayos de diversas materias como es el dedicado al “Caló”, que se convierte en un discurso lingüístico sobre el argot de las gentes del hampa propio de un académico de la lengua.

Todo esto hace de “Los Miserables” no solo la mejor novela de la literatura contemporánea a cuya calidad muchas se le han acercado pero ninguna la ha igualado (y mucho menos superado), sino también una novela completa o novela de novelas que vale la pena leer y releer aunque solo sea por puro deleite.

lunes, 24 de marzo de 2008

ELOGIO Y REPROCHE DEL SIGLO XIX


Si en estricto cómputo cronológico un siglo tiene cien años justos no ocurre lo mismo desde el punto de vista de la historia humana por la cual un siglo puede prolongar su vida más allá de los cien años no empezando y terminando necesariamente los mismos años que empiezan y terminan los siglos cronológicos. Precisamente tal es el caso del Siglo XIX que si bien cronológicamente empezó en 1801 y termino en 1900, históricamente empezó tras las guerras napoleónicas en 1815, que en realidad supusieron una prolongación del siglo XVIII y terminó en 1920, cuando los últimos tratados de paz de la Gran Guerra liquidaron toda la estructura política internacional fijada por el Convenio de Viena de 1815.
Es el Siglo XIX, tan vilipendiado por muchos, uno de los siglos que no puede pasar desapercibido para la historia de la humanidad, porque, tal vez fue un momento donde todo pudo lograrse y nada se logró por los vicios humanos, donde el hombre rozó con la punta de sus dedos la unión con Dios y la posibilidad de instaurar en la tierra el Reino de los Cielos.
En el Siglo XIX, se produce una renovación en la ciencia historiográfica y una vuelta al estudio apasionado del mundo clásico, casi como modelo a seguir, que dará tres grandes historiadores universales, como son el británico Gibbon y los alemanes Momsen y Droysen. El primero de ellos, preocupado analista de las sociedades humanas, elaboro una filosofía de la historia del Imperio Romano en su obra “Decadencia y Caída del Imperio Romano”, mientras que Momsen más científico y menos filósofo escribió su monumental “Historia de Roma” que aún hoy es uno de los mayores compendios de Historia Antigua, junto con la “Historia del Helenismo” trilogía escrita por su compatriota Droysen e integrada por las obras tituladas “Historia de Alejandro Magno”, “Historia de los Diadócos” e “Historia de los Epígonos”.
También el Siglo XIX es el siglo del Hombre, que es tratado, estudiado y reivindicado por la filosofía y por la literatura surgiendo innumerables pensadores y autores literarios de conciencia social más o menos pura o disimulada con elementos novelísticos sin que por ello desmerezca para nada las reivindicaciones subyacentes. Entre los primeros, no se puede dejar de mencionar a Carlos Marx quién en su obra “Crítica de la Economía Política”, comúnmente conocida como “El Capital”, puso de manifiesto la maldad intrínseca del capitalismo generalmente admitida por todos aunque no logró acertar con el remedio a tal maldad con su Socialismo Científico y su Materialismo Histórico. Igualmente acertados en la crítica a la explotación humana y quizás más acertados en los remedios estuvieron los literatos franceses Eugenio Sue, Victor Hugo y Emilio Zola.
Aunque la obra de Sue “Los Misterios de París”, adopte la forma del folletín y tenga numerosas licencias literarias, no por ello deja de ser una novela de denuncia social repleta de valores morales que finaliza dejando siempre la puerta abierta a la esperanza que nace de la bondad humana, cosa que le diferencia de Emilio Zola y de los literatos militantes en el socialismo científico. Mas socialmente didáctica resulta posiblemente “Los Miserables” de Victor Hugo, más que novela, epopeya popular en la que esta presente de forma continúa la crítica política y social y en la que se apela a la generosidad y bondad del corazón humano para la superación de todo tipo de injusticias.
No por ser el siglo del Hombre, deja de ser, el Siglo XIX; el Siglo de Dios. Así la Iglesia Católica, que desde la Revolución Francesa, sufre persecución política y paulatino ostracismo social (como muestra la invasión militar de los Estados Pontificios en 1870), renueva todo su pensamiento político y social surgiendo numerosos pensadores católicos comprometidos con la cuestión social dando lugar a la creación de agrupaciones obreras católicas y a la corriente de pensamiento Social-Cristiano encabezada por los franceses La Tour Du Pin y Le Play que promueven un nuevo tipo económico donde el interés y el beneficio quede supeditado a la justicia social y al bien común. Igualmente el pensamiento Católico empieza a combatir las tendencias estatalistas que comienzan ya a surgir y que culminarán con los totalitarismos de todo signo.
Por último, es el Siglo XIX, el siglo de la acción y es en esta acción donde fracasa toda ilusión y esperanza. Es la “Comuna de París” de 1871 la acción por excelencia del Siglo XIX y la que materializa el fracaso provocado por el sectarismo de unos y por las cortedad de miras de otros que pervive en la actualidad. Tal es la impresión que deja la lectura de la “Historia de la Comuna de París” de Lissagaray, ya que en la misma se narra que el principal motivo del levantamiento comunero no es la supuesta traición del Ejercito Francés que abandona el campo al ejército prusiano y se encierra en Metz para luego capitular, ni la pretensión de hacer una revolución socialista en Francia, sino, la de defender la República Francesa de una supuesta restauración monárquica en la persona de Enrique V. Así, resultan constantes en la obra las alusiones a los movimientos monárquicos en las provincias francesas y al triunfo de las candidaturas monárquicas en las elecciones. Pero lo cierto es que la hipotética restauración de la monarquía en Francia en la persona de Enrique V estaba muy lejana y que la propia personalidad e ideario del que fuera Rey Legal de Francia hacía posible que las reivindicaciones sociales de los “comunards” hubieran sido justamente atendidas creando una nueva situación social que se habría convertido en ejemplo a seguir por las demás potencias europeas. No obstante, tal posibilidad se vio impedida, en primer lugar, por la estúpida cerrazón del movimiento comunero, que sitiado en Paris por los generales del recientemente derribado Segundo Imperio, solo veía al Rey de Francia y a la bandera blanca florlisada tras los cañones que bombardeaban incesantemente la ciudad diezmándolos y, en segundo lugar, por la ceguera de la mayoría de los consejeros de Enrique V, quienes no teniendo más interés que la restauración de la pompa de una corte donde lucirse, impidieron al Conde de Chambord lanzar un manifiesto en el que se recogiera gran parte de las reivindicaciones sociales de la Comuna. El final de todo esto ya es conocido: Los “comunards” se vieron obligados a rendirse, sufriendo persecución y deportación, Enrique V jamás reinó en Francia a pesar de que la Asamblea Francesa era mayoritariamente partidaria de la restauración monárquica en su persona y los generales franceses instauraron una escandalosa “Tercera República” bajo su constante tutela y protección.
Tal vez de haberse llegado a un acuerdo entre el Conde de Chambord y la Comuna de París, la historia universal hubiera sido diferente y las sociedades humanas hubieran profundizado en los logros sociales y morales reivindicados en el Siglo XIX habiéndose evitado muchos de los males que hoy en día se padecen y se agudizan.

miércoles, 19 de marzo de 2008

DOS POEMAS DE KIPLING: “SI” y “LA CARGA DEL HOMBRE BLANCO”


Prácticamente todas las obras escritas por el Premio Nobel de literatura de 1907, Rudyard Kipling (1865 – 1936), a excepción de sus cuentos infantiles, tienen una constante consistente en un claro elogio al imperialismo británico y en un más nebuloso, pero igualmente existente, elogio del militarismo imperial británico, tal vez dimanante de su trabajo como redactor en la “Civil and Military Gazette” de Lahore (India). No obstante, entre su producción literaria se encuentran dos poemas que ponen de manifiesto cierta militancia en la corriente filosófica vitalista cuales son “Si” (“If”) y “La Carga del Hombre Blanco” que constituyen la expresión de su concepto del hombre y su devenir existencial.
En el primero de ellos, “Si” (If) escrito en 1895, enumera poéticamente y de forma condicional los requisitos axiológicos necesarios que ha de reunir el ser humano para ser un hombre perfecto, recordando la teoría del superhombre elaborada en su obra por Frederich Nietzche, siendo equiparable el hombre de Kipling al superhombre de Nietzche y poniéndose de manifiesto en todo el poema, al utilizar la fórmula condicional, la teoría de la autosupresión; práctica imprescindible para alcanzar la condición de superhombre.
En cuanto al poema “La Carga del Hombre Blanco”, escrito en 1899, constituye una loa al trabajo y a los esfuerzos empleados por el mundo occidental en general y por la Gran Bretaña en especial en la colonización de África, Asía y Oceanía, pudiendo considerarse que el mencionado poema de Kipling es precursor del vitalismo cultural que años después perfeccionaría Oswald Spengler y que se nutre de numerosas teorías de principio del Siglo XX como es cierto darwinismo cultural en el que se sustentarían las teorías racistas del Conde de Gobineau.
Estos dos poemas, del que aquí reproduzco el primero, “Si”; y que deben considerarse esenciales en la cultura occidental no deben analizarse desde un punto de vista racista que siempre sería biológico, sino más bien deben verse como una manifestación de un conflicto entre culturas superiores y culturas inferiores.


IF


Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila,cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan,y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.
Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera;si engañado, no engañas, si no buscas más odio, que el odio que te tengan...
Si eres bueno, y no finges ser mejor de lo que eres; si al hablar no exageras lo que sabes y quieres.
Si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo; si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
Si tropiezas al Triunfo, si llega tu Derrota, y a los dos impostores les tratas de igual forma.
Si logras que se sepa la Verdad que has hablado,a pesar del sofisma del Orbe encanallado.
Si vuelves al comienzo de la obra perdida, aunque esta obra sea la de toda tu vida.
Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría tus ganancias de siempre a la suerte de un día;y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea, sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.
Si logras que tus nervios y el corazón te asistan, aun después de su fuga de tu cuerpo en fatiga, y se agarren contigo cuando no quede nada porque tú lo deseas y lo quieres y mandas.
Si hablas con el pueblo, y guardas tu virtud.
Si marchas junto a Reyes con tu paso y tu luz.
Si nadie que te hiera, llega a hacerte la herida.
Si todos te reclaman y ni uno te precisa
Si llenas el minuto inolvidable y cierto, de sesenta segundos que te lleven al cielo...
Todo lo de esta tierra será de tu dominio, y mucho más aún: serás Hombre, hijo

domingo, 16 de marzo de 2008

LA CARGA DEL HOMBRE BLANCO de RUDYARD KIPLING



Llevad la carga del Hombre Blanco.
Enviad adelante a los mejores de entre vosotros;
Vamos, atad a vuestros hijos al exilio
Para servir a las necesidades de vuestros cautivos;
Para servir, con equipo de combate,
A naciones tumultuosas y salvajes;
Vuestros recién conquistados y descontentos pueblos,
Mitad demonios y mitad niños.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Con paciencia para sufrir,
Para ocultar la amenaza del terror
Y poner a prueba el orgullo que se ostenta;
Por medio de un discurso abierto y simple,
Cien veces purificado,
Buscar la ganancia de otros
Y trabajar en provecho de otros.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Las salvajes guerras por la paz,
Llenad la boca del Hambre,
Y ordenad el cese de la enfermedad;
Y cuando vuestro objetivo este más cerca
En pro de los demás,
Contemplad a la pereza e ignorancia salvaje
Llevar toda vuestra esperanza hacia la nada.

Llevad la carga del Hombre Blanco.
No el gobierno de hierro de los reyes,
Sino el trabajo del siervo y el barrendero,
El relato de cosas comunes.
Las puertas por las que vosotros no entrareis,
Los caminos por los que vosotros no transitareis,
Vamos, hacedlos con vuestra vida
Y marcadlos con vuestra muerte.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Y cosechad su vieja recompensa
La reprobación de vuestros superiores
El odio de aquellos que protegéis,
El llanto de las huestes que conducís
(¡Tan laboriosamente!) hacia la luz:
“Oh amada noche egipcia,
¿Por qué nos librasteis de la esclavitud?,

Llevad la carga del Hombre Blanco,
No oséis rebajaros,
Ni clamar ruidosamente por la Libertad,
Para encubrir vuestro cansancio.
Por todo lo que gritáis o susurráis,
Por todo lo que hagáis o dejéis de hacer,
Los silenciosos y descontentos pueblos
Os juzgarán a vuestro Dios y a vosotros.

Llevad la carga del Hombre Blanco,
Olvidad esos tiempos de la infancia,
Los laureles ligeramente concedidos,
La fama fácil y sin fundamento;
Venid ahora, a buscar vuestra hombría,
A través de todos los años ingratos,
Frutos, aguzados con la costosa sabiduría,
El juicio de vuestros pares.

miércoles, 12 de marzo de 2008

MEMORIAS del GENERAL BARON DE MARBOT


Aprovechando el bicentenario del inicio de la guerra de la independencia y entre las numerosas obras que se han publicado, muchas de ellas puro ejemplo de oportunismo editorial y, francamente, prescindibles; la editorial Castalia ha tenido el buen juicio de publicar la parte de las “Memorias” del General Barón de Marbot correspondiente a las campañas napoleónicas en la Península Ibérica.
Sin entrar a valorar si lo correcto hubiera sido publicar las “Memorias” completas y no únicamente la parte de las mismas correspondiente a la guerra de la independencia, lo cierto es que la publicación de las “Memorias” del General Barón de Marbot resulta fundamental para incrementar el conocimiento histórico de la gesta emprendida por aquellos españoles de 1808, de cuyo carácter y esencia se encuentran tan alejados los españoles de hoy, porque aporta la visión de un oficial francés agregado al Estado Mayor de los principales generales que hicieron la campaña de España (Lannes y Massena) y por tanto reflejan la perspectiva de los hechos vistos desde el otro lado, es decir, del francés.
Desde el punto de vista literario, las “Memorias” del General Barón de Marbot, están escritas con un estilo dinámico y, aunque contienen importantes elementos técnico-militares, resultan fáciles de leer y de comprender enganchando al lector desde la primera página hasta la última adquiriendo no pocas características de la novela de aventuras.
Por su parte desde la perspectiva histórica, las “Memorias” narran numerosas anécdotas vividas por el protagonista que vienen a desmentir la versión oficial que de aquellos acontecimientos se ofrece en la actualidad, mencionando el hecho conocido, pero que hoy parece que se pretende ocultar, de que hubo españoles colaboracionistas con el ocupante (como por ejemplo Alburquerque) así como la decisiva influencia que tuvo la religión católica en el alzamiento contra el francés que queda claramente reflejada en el hecho de que numerosas guerrillas fueran capitaneadas por sacerdotes y que el mismo autor resultase herido en el sitio de Zaragoza por una bala en la que tirador había cuidadosamente grabado una cruz.
Asimismo, y desde la misma perspectiva histórica, las “Memorias” del General Barón de Marbot, aportan una serie de informaciones desconocidas o poco conocidas por los lectores españoles, como por ejemplo que el guerrillero Mina, el joven, al principio de la contienda fuera miembro del partido afrancesado para posteriormente cambiar de bando o que la defensa de Zaragoza no fuera dirigida por el general Palafox, al caer éste enfermo al poco de iniciarse el sitio, sino por el general belga al servicio de España, Saint-Marc.
En contraste los numerosos libros que la conmemoración del bicentenario de 1808 ha originado y cuya publicación en elevado número nos debería hacer pensar en la deforestación de los bosques, las “Memorias” del General Barón de Marbot merecen realmente la pena y deben ser consideradas una obra del máximo interés para conocer la historia de las primeras décadas del Siglo XIX español equiparable a la muy erudita “Historia de la Guerra de la Independencia” de Gómez de Arteche o al “Dos de Mayo de 1808” del Conde de Toreno.

sábado, 8 de marzo de 2008

PESADILLAS LITERARIAS DESCONOCIDAS


Si la época del Renacimiento fue pródiga en ilusiones o fantasmagorías políticas que dieron lugar a las tres obras literarias por excelencia que inauguraron el género utópico que fueron “Utopía” de Tomás Moro, “La Ciudad del Sol” de Campanella y “La Nueva Atlántida” de Francis Bacon; más fructífero aún ha sido el Siglo XX en la producción de novelas que con un carácter altamente pesimista de la humanidad mostraban un futuro aterrador creando el subgénero literario de lo que se ha venido en denominar “Distopías” o “Novelas Pesadilla”.
No me cabe duda de que la inmensa mayoría de los integrantes del universo de lectores conocen, han leído o, simplemente, han oído hablar de “Un Mundo Felilz” de Aldous Huxley y de “1984” de George Orwell, más desconocen otras obras que, no por desconocidas, son de menor calidad en el mencionado subgénero de las novelas pesadillas.
Tres “novelas pesadilla”, escritas todas ellas en el Siglo XX, merecen ser mencionadas y leídas. Estas novelas son “666” de Hugo Wast, “El Señor del Mundo” de R. H. Benson y “El Talón de Hierro” de Jack London.
Mientras Huxley y Orwell muestran en sus conocidas y precitadas obras un futuro donde la humanidad vivirá sometida a dictadores políticos que todo lo ven, todo lo controlan y todo lo imponen por el terror y por la fuerza; en “666” (e igualmente en su continuación “Juana Tabor”) y en “El Señor del Mundo” Wast y Benson respectivamente muestran un mundo donde la pérdida de Fe, la ausencia de la disciplina intelectual que implica el tenerla y la erradicación del cristianismo y de su moral todo ello favorecido y fomentado, pero jamás impuesto, por los poderes públicos; lleva a la humanidad a la libre aceptación e incluso a la defensa de las más arbitrarias y totalitarias medidas, perdiendo el ser humano todo deseo de libertad en aras de la comodidad, la prosperidad material y el egoísmo individualista. En estas “novelas pesadilla” de Wast y Benson no queda la más mínima posibilidad de resistencia al ser la situación libremente aceptada por la generalidad y quedando toda posibilidad de liberación en manos del cumplimiento de los designios divinos expresados en las Sagradas Escrituras.
Por su parte, novedosa resulta la novela pesadilla de Jack London “El talón de Hierro”, pues en ella no se muestra un mundo dirigido por ideologías políticas totalitarias ni en el que la ausencia de Fe religiosa lleve a la humanidad a someterse voluntariamente a la esclavitud, sino que por el contrario el objeto de la novela es un futuro donde todo queda sacrificado a la economía y al beneficio de la clase empresarial. Constituye “El talón de Hierro” una crítica feroz al economicismo en general y al capitalismo en particular donde todo queda sacrificado en beneficio de unos pocos particulares propietarios de los medios de producción en detrimento de la inmensa mayoría de la población trabajadora, quedando la sociedad dividida en tres categorías que son “los capitalistas”, poseedores de todos los medios económicos que viven en recintos fortificados rodeados de lujos, “los esbirros”, numerosos policías, confidentes y militares que, a cambio de determinadas ventajas, defienden los intereses de los capitalistas y sus fortalezas y “el pueblo del abismo” integrado por todos los seres humanos que trabajan sin posibilidad alguna de salir de la miseria ni de obtener el más mínimo beneficio. A diferencia de las anteriormente mencionadas obras de Wast y Benson, en “El talón de Hierro” se menciona la existencia de una cierta resistencia social frente a lo existente, pero al finalizar la novela se patentiza el mayor de los pesimismos sobre la posibilidad de triunfo de la misma y de que la situación narrada pudiera cambiar.
Estas poco conocidas novelas futuristas, cuya lectura es muy recomendable, se encuentran editadas en las siguientes editoriales:
- “666” (con su continuación “Juana Tabor”) de Hugo Wast publicada en España, en el 2005 por la Biblioteca Homo Legens.
- “El Señor del Mundo” de R. H. Benson, publicada en España en el 2006 por la Biblioteca Homo Legen
- “El Talón de Hierro”, de Jack London, publicada en España en el 2005 por editorial Hiru.

martes, 4 de marzo de 2008

¿A QUIEN VOTAR EN ESTAS ELECCIONES GENERALES?


Ante las Elecciones Generales convocadas en España, una vez más se requiere a los ciudadanos para que vayan a votar y a elegir entre unas opciones políticas que llevan alternándose en el poder desde hace más de treinta años y siempre con el mismo el resultado que se viene progresivamente traduciendo en los siguientes resultados negativos:

- Progresiva y encubierta disminución de los derechos sociales
- Progresiva y encubierta pérdida de libertades
- Enquistamiento de los problemas que afectan a la cohesión del Estado
- Fomento de una economía casi tercermundista basada exclusivamente en el turismo, en la construcción, en el sector servicios y en el consumo interno que hace que nuestra economía dependa de los periodos de bonanza económica internacional.
- Creación de una clase política egoísta que cada vez más gobierna de espaldas, e incluso en contra, de la voluntad de los gobernados

En estas elecciones, al igual que en todas las anteriores, los ciudadanos españoles pueden elegir entre cien opciones políticas que se presentan a las elecciones porque, a pesar de lo que insinúan los medios de comunicación, hay más opciones políticas que las que salen constantemente en los medios.

Entre estas opciones, que carentes de medios económicos que permitan grandes campañas publicitarias se presenta el PARTIDO CARLISTA para cuyas candidaturas solicito modestamente desde aquí, el voto de todos.

Algunos pensaran que el Carlismo es cosa ya antigua o incluso se sorprenderán de que aun exista, pues bien… el carlismo existe y acude a estas elecciones en las listas electorales del PARTIDO CARLISTA y lejos de hacer propuestas antiguas o decimonónicas propone soluciones para cohesionar y unir al estado y a los españoles, favorecer las libertades de todos los ciudadanos y profundizar en la justicia social. Pero sobre todo el carlismo, el PARTIDO CARLISTA, ofrece una cosa, quizás la fundamental si no la más importante, que si muchos la han ofrecido o de ella han hecho gala inmediatamente la han olvidado no solo al llegar al poder sino apenas rozaban ese poder cual es LA HONRADEZ (así con mayúsculas).

Se podrá pensar que el ofrecer HONRADEZ, es fácil y que lo difícil es demostrar que se posee tal HONRADEZ. Pues bien, para eso el Carlismo puede apelar a su historia, a la historia de las persecuciones sufridas en todos los periodos de la historia contemporánea de España y bajo todos los gobiernos y regímenes políticos que se han sucedido y que hicieron que militar en la causa carlista no solo no fuera fácil sino que a muchos hiciera saber de antemano que por ese simple hecho serían marginados de la vida social o cultural.

Por eso solicito a todos no solo que vayan a votar, sino que depositen un voto de protesta contra todo lo existente y VOTEN AL PARTIDO CARLISTA, porque el aire de la HONRADEZ irrumpa en las instituciones y porque Carlismo y Anarquismo tal y como decía Américo Castro constituyen el alma y el ser de los españoles y son, sin género de dudas alguna, las dos únicas causas políticas honradas que ha tenido el pueblo español en toda su historia contemporánea.
www.partidocarlista.com