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viernes, 25 de julio de 2008

¿QUÉ ES UNA CRISIS ECONÓMICA?


En estos días cuando mucho se habla de crisis, pero sobre todo mucho se sienten sus efectos por las dificultades económicas con las que la inmensa mayoría de los ciudadanos afrontan sus compromisos pecuniarios y sus necesidades vitales, es imprescindible explicar que toda crisis económica responde a las exigencias de los mercados no siendo nada más que un fuerte reajuste de las economías que atiende, como el propio sistema capitalista, a criterios darwinistas de selección y oportunidad.

Creo que fue el economista británico John Maynard Keynes quien en contestación a la pregunta ¿Qué es economía? Dio la respuesta de “¿Sabe usted eso de los seis años de vacas gordas y los seis años de vacas flacas?... pues bien, eso es la economía” dando explicación con esa sola y escueta frase a su teoría de los ciclos económicos en la economía de libre mercado. Pues bien, Keynes tenía toda la razón.

Lo que el común de la gente llama crisis económica y como tal la percibe por sus particulares dificultades para llegar a fin de mes, no es más que un reajuste de la economía que tiende a expulsar del mercado a los que en el ciclo de bonanza no han sido lo suficientemente previsores y no han sabido replegarse a tiempo queriendo abarcar demasiado y que, llegado el momento de reajuste, se ven sin posibilidad de seguir avanzando ni poder retroceder quedando completamente endeudados y obligados a cerrar sus empresas o cesar en sus actividades, provocando el incremento del paro, el aumento del déficit público al aumentar el gasto del estado en prestaciones por desempleo, etc… y arrastrando a otros individuos y empresas en su caída al igual que caen las fichas de un dominó chino.

Durante estos reajustes del sistema, denominados “crisis económicas”, muchas empresas cerrarán para no volver a realizar actividad alguna, lo cual no quiere decir que sus respectivos propietarios o accionistas queden desamparados pues sin duda, habrán tenido la previsión de incrementar sus patrimonios particulares durante el tiempo de alza de la economía y aunque sus empresas terminen quebradas o en suspensión de pagos no ocurrirá lo mismo con sus economías particulares.

Asimismo, son en los momentos más duros de la “crisis”, cuando se empieza a preparar el siguiente ciclo alcista de la economía y si bien hay empresas que quiebran, otras se crean con la finalidad de especular a la baja con los escombros de los negocios que cierran, surgiendo la nueva generación de empresarios de moda que rentabilizarán el futuro ciclo expansivo, siendo la cuestión fundamental en el momento presente entre esos empresarios “si estarán comprando demasiado caro”.

Realmente estos reajustes de la economía suelen ser fatales y más bien significan ruina económica que “crisis” para los que dependen de otros para trabajar o tener ingresos y además se encuentran endeudados a medio o largo plazo. Así, por ejemplo para las pequeñas y medianas empresas que vean retrasados o suspendidos el cobro de las prestaciones o servicios realizados a empresas mayores quebradas o en suspensión de pagos, este reajuste económico significará su cierre y para los trabajadores por cuenta ajena de estas empresas o de otras que también cierren y que encima se encuentren endeudados a medio o largo plazo por hipotecas o por otro tipo de préstamos con bancos significará prácticamente su ruina total.

Si al menos, los “seis años de vacas gordas” del que hablaba Keynes se utilizara por parte de los empresarios y de los gobiernos para preparar los “seis años de vacas flacas” los reajustes económicos serían mucho menos traumáticos, pero el “factor humano”, individual o colectivamente considerado, no está exento de responsabilidad en los duros momentos de las cíclicas “crisis económicas” del capitalismo porque la tendencia humana generalizada en los buenos tiempos económicos es consumir más y más a prisa, invertir lo que se tiene y lo que se pide para obtener descomunales ganancias invadiendo todos los aspectos de la vida al culto al becerro de oro, olvidando por completo que la economía y el beneficio económico esta al servicio de la humanidad y no a la inversa, la humanidad al servicio de la economía y del beneficio como parece reflejar la actual política imperante en el mundo capitalista globalizado.

Por último me gustaría hacer reflexionar sobre este punto: todas las “crisis económicas” responden en cierto modo a criterios democráticos y naturales pues afectan a todos lo mismo que una gran tormenta en el océano afecta a todos los buques que en él navegan, pero no afecta por igual a un acorazado que a un pequeño balandro.

sábado, 19 de julio de 2008

HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA por Jules Michelet

Sorprendentemente y contradiciendo mis reiteradas y ya publicas opiniones sobre la extraña y rara política editorial, tendente siempre a editar como completas obras en extracto o empezar a publicarlas por el último volumen haciendo esperar al lector un año o quizás más a que aparezca la ansiada continuación, la editorial Ikusager de Vitoria ha editado en colaboración con la Fundación Pablo Iglesias y en tres volúmenes perfectamente editados y presentados la célebre obra del historiador, panfletista y sociólogo francés Jules Michelet “Historia de la Revolución Francesa”.

La edición que ofrece en el presente la editorial Ikusager, reproduce la primera edición en español preparada y traducida por Vicente Blasco Ibáñez, entre los años 1898 y 1900, para la editorial valenciana “Biblioteca Popular” y al igual que ésta se encuentra amenizada con ilustraciones de gran calidad a cargo de Daniel Urrabieta Vierge, fiel discípulo de Gustavo Doré cuyo estilo informa todos los bellos grabados que aparecen en la obra.

“Historia de la Revolución Francesa”, fue escrita por Jules Michelet entre los años 1848 y 1852 y siendo una obra perfectamente documentada, ya que su autor gozó del privilegio de escribirla mientras estuvo a cargo de los Archivos Nacionales en París; resulta necesaria y justificadamente extensa (posee casi tres mil páginas) pero su estilo, sin duda copiado o inspirado del que su antagonista, el también historiador francés Jacques Crétineau-Joly, desarrollase en su “Historia de la Vendee Militar”, la aleja del aburrimiento científico para acercarla a la agilidad de exposición novelada sin apartarse en ningún caso del rigor que ha de mostrar toda obra histórica, haciendo que esta obra de Michelet sea la fuente documental principal de la novela histórica que, ambientada en el periodo de la Revolución Francesa, se escribe actualmente.

La edición presentada por la editorial Ikusager se enriquece con la inclusión de un estudio preliminar a cargo del propio Vicente Blasco Ibáñez sobre la vida y obra de Jules Michelet en el que se echa en falta una disertación sobre el paralelismo y la rivalidad que, sin duda debió existir en vida, entre Michelet, historiador liberal, republicano y anticlerical y Crétineau-Joly, historiador, sacerdote, monárquico y antiliberal. Este paralelismo y rivalidad se demuestran, no solo en la temática tratada por ambos autores sino, sobre todo, en la práctica coincidencia cronológica en la publicación de sus respectivas obras. Así por ejemplo parece que la “Historia Religiosa, Política y Literaria de la Compañía de Jesús” publicada por Cretineau-Joly entre los años 1844 y 1846 es la refutación a las teorías vertidas sobre los jesuitas por Michelet en diferentes conferencias pronunciadas a lo largo de 1841 y que la propia “Historia de la Revolución Francesa” es una contestación a la “Historia de la Vendee Militar” publicada por Crétineau en 1842.

Siendo “Historia de la Revolución Francesa” de Jules Michelet una obra interesante, amena y de lectura altamente recomendable es de lamentar que, hasta el momento, ninguna otra editorial española haya publicado alguna de las numerosas obras escritas por Jacques Crétineau-Joly (preferentemente alguna de las dos mencionadas anteriormente o las dos) que permitiera observar a los lectores la rivalidad entre estos dos magnos historiadores franceses del Siglo XIX y disfrutar de dos puntos de vista radicalmente opuestos sobre unos mismos acontecimientos para un mejor enjuiciamiento de la historia contemporánea en sus mismos orígenes.

sábado, 12 de julio de 2008

LAS MUJERES Y LA MILICIA

A pesar de lo que pudiera suponerse o imaginarse, la existencia de mujeres en los ejércitos, no solo no es cosa nueva, sino que fue mucho más relevante en tiempos pasados que en el presente. Es lógico y normal que los actuales propagandistas del liberalismo y de los movimientos feministas y de defensa de la universalidad de derechos quieran hacernos creer que el acceso de la mujer a la milicia responde a un reconocimiento de sus derechos en vez de a una necesidad imperiosa en el reclutamiento de personal para las fuerzas armadas profesionales, ya que si hoy tal reclutamiento resulta deficitario, más deficitario sería todavía de actuarse exclusivamente sobre un universo masculino importando muy poco o nada el hecho que al dirigirse la recluta tanto a hombres como mujeres, se está reconociendo y poniendo en práctica uno de los criterios de la peligrosa e inhumana Guerra Total.

Si ya en la época antigua, se hablaba entre los antiguos griegos de la existencia, más mítica que real, de una tribu de mujeres guerreras conocidas como “las amazonas”, siendo los romanos los primeros en documentar la existencia de mujeres entre las filas de los guerreros britanos y germanos, habrá que esperar a la Edad Media, para documentar fehacientemente el primer caso de mujer, no solo combatiente en un ejército regular, sino comandante en jefe del mismo: Juana de Arco, allá por el año 1429 y durante la Guerra de los Cien años (1).

La acción militar del ejército comandado por Juana de Arco, que bajo su mando tuvo a los capitanes más bravos y duros de toda Francia como La Hire o, el posteriormente considerado el primer asesino en serie, Gilles de Rais, obtuvo victorias decisivas sobre los ingleses que cambiaron el curso de la guerra siendo debate intrascendente el hecho de que ella jamás desenvainara la espada en combate ni la esgrimiera contra enemigo alguno.

Más documentados casos aparecen en el renacimiento ligados sobre todos a importantes sitios de ciudades. Así, en el sitio puesto por los turcos a la ciudad, entonces saboyana, de Niza destacó la lavandera Carmela Segurana que desde lo alto de las murallas golpeaba a los asaltantes turcos con su tabla de lavar haciéndoles caer al vacío. Caso similar es el de la española María Pita durante la defensa de La Coruña en 1589 contra las fuerzas del pirata británico Drake que en la situación desesperada del asalto final iniciado por un alférez inglés que había abierto una brecha en las murallas, al grito de “quien tenga honra que me siga” se abalanzó sobre el oficial enemigo matándolo, aunque no está claro si con la espada de su marido, Gregorio de Recamonte, o con los cuchillos de su profesión (María Pita era pescadera), igualmente está documentado el hecho de que en la defensa de La Coruña participaron otras mujeres como Inés de Ben que llegó a ser herida por dos balas británicas.

Otro caso documentado en el Renacimiento y que se diferencia de los anteriores equiparándose al de Juana de Arco porque no se dio en una situación de lucha desesperada sino que se produjo en el seno de un ejército regular es el de Catalina de Erauso, la “Monja Alférez”, que escapada del noviciado de San Sebastián, marchó al Perú donde vestida de hombre y ocultando su condición femenina se alistó como soldado participando en la Guerra de Arauco (famosa por la obra de Alonso de Ercilla “La Araucana”) donde destacó por su arrojo y valentía alcanzando el grado de Alférez y participando en la vida común de la soldadesca con los innumerables duelos y reyertas que eran propios de la vida militar de aquella época. Catalina de Erauso solo descubrió su condición femenina para evitar su ajusticiamiento tras una pelea siendo recibida por el Rey Felipe IV quien la confirmó el empleo de Alférez y por el Papa Urbano VIII quien la autorizó a continuar usando ropajes masculinos (2).

En plena edad contemporánea, los ejemplos vuelven a reproducirse y, aunque se mencionan casos no documentados de mujeres que combaten contra la Convención y el Terror en los ejércitos de la Vendee y Bretaña (3), solo mencionaré a la catalana Agustina Raimunda Maria Zaragoza Doménech, más conocida como “Agustina de Aragón”, cuya gesta disparando el cañón sobre las fuerzas napoleónicas que asaltaban Zaragoza y penetraban exitosamente por la Puerta del Portillo poniéndoles en fuga es sobradamente conocida para volver a reiterarla aquí. Mucho menos conocido, pero no por ello menos ejemplarizante, es el caso de Francisca Guarch, “la heroína de Castellfort”, acaecido durante la III Guerra Carlista y quién ocultando su condición femenina, se alistó en el Ejército Real que defendía los principios representados por el Rey Carlos VII, alcanzando la graduación de Cabo y siendo condecorada por el propio rey con la Cruz al Mérito Militar y con la Cruz de Carlos VII.

Ya en el Siglo XX, se produce un mayor número de casos de mujeres alistadas en los ejércitos, no solo a titulo individual, sino incluso colectivamente formando batallones enteros. Tal es el caso de la rusa Maria Leontievna Bochkareva quien es la primera mujer que consigue permiso oficial de un Jefe de Estado, en este caso del Zar Nicolás II, para alistarse en un ejército regular europeo durante la I Guerra Mundial tras haber sido rechazada, por su condición femenina, en el 25 Batallón de Reservistas de Tomsk. La bravura demostrada en diversos asaltos a las trincheras alemanas y en la lucha cuerpo a cuerpo la hicieron merecedora de numerosas condecoraciones (entre ellas la Cruz de San Jorge) y centro de la prensa aliada quien se refería a ella como “la Juana de Arco Rusa”. Tras dos años de guerra y ante el desmoronamiento del ejército ruso provocado por las continuas derrotas y la riada de deserciones, Maria Bochkareva ofrece al mando del ejército ruso la posibilidad de crear unidades militares exclusivamente integradas por mujeres dando así lugar a los “Batallones Femeninos de la Muerte”, llamados de esta forma por el fanatismo y el desprecio hacia la muerte con el que combatían. El “Primer Batallón Femenino” de la muerte estuvo al mando de la propia Maria y uno de estos batallones defendió el palacio de la Tauride durante el asalto de los bolcheviques en 1917 quedando posteriormente integrados en el ejército del General Kornilov durante la Guerra Civil Rusa en la que fueron exterminados con ensañamiento por el Ejército Rojo y la Checa. La característica de estos “Batallones Femeninos de la Muerte” es que las mujeres que los integraban asumían totalmente la disciplina militar, renunciaban a todo privilegio por su condición femenina y en cierto sentido renunciaban también a su feminidad al adoptar el uniforme y las formas masculinas (no usaban de ninguna prenda femenina y llevaban el pelo al uso de soldado ruso, es decir, al cero).

Más tarde, durante la II Guerra Mundial, la movilización femenina para la guerra fue muchísimo mayor, pero reducida sobre todo a tareas administrativas, logísticas y de producción militar en retaguardia, no existiendo casos documentados de mujeres combatientes en los ejércitos regulares en conflicto aunque sí en la resistencia francesa, en unidades partisanas en los países ocupados y, al final de la guerra, como auxiliares en la defensa antiaérea alemana, pero ni siquiera fue movilizada para formar parte del Volksturm (reserva alemana).

De todos los casos documentados en la historia y mencionados anteriormente, se pueden deducir varias características comunes que presenta la movilización femenina:

1º. La actuación femenina en la guerra se producía espontáneamente en circunstancias excepcionales y desesperadas, como la defensa de La Coruña o los sitios de Niza y Zaragoza cuando la situación podría calificarse de vida o muerte.

2º. La mujer se integraba como tal y con publicidad de su condición femenina en unidades combatientes guerrilleras o irregulares donde la disciplina era más laxa y que tendían a actuar autónomamente y según el criterio del mando directo de la unidad.

3º. En los casos en los la mujer se incorporaba a unidades militares regulares, lo hacia ocultando su condición femenina y/o renunciando a su feminidad, procurando confundirse, hasta en su aspecto físico con los hombres (caso por ejemplo de Juana de Arco, Catalina de Erauso, Francisca Guarch o de los “Batallones Femeninos de la Muerte”).

Así pues, la incorporación de la mujer a los actuales ejércitos profesionales y que tiene su origen en la conversión del ejército norteamericano de un ejército de quintas a un ejército profesional en 1975 y en la escasez del personal para el mismo, no es un avance en los derechos de la mujer sino más bien un retroceso de toda la humanidad al responder a criterios de guerra sin restricciones y a un erróneo concepto de lo que es o debe ser un ejército regular.

(1) En la misma Edad Media corrieron muchos rumores de la participación de algunas mujeres vestidas de hombres que participaron en las cruzadas llegando alguna de ellas incluso a adquirir el Orden de Caballería, aunque ninguno de estos rumores aparece objetivamente documentado.
(2)
Cosa nada baladí esta de la vestimenta masculina por parte de las mujeres de aquel tiempo si consideramos que una de las acusaciones que llevaron a la hoguera a Juana de Arco fue la de vestir ropajes masculinos.
(3)
Aunque el caso de la Duquesa de Berry es conocido y está documentado que en 1832 intentó sublevar la Vendee a favor de los derechos de su hijo Enrique V, no se la puede considerar una mujer-soldado pues más bien su labor fue más conspirativa que combativa, por mucho que estuviera ocultándose por los bosques y fuera arrestada con dos pistolas en la mano.

domingo, 6 de julio de 2008

¿EL CASTELLANO EN PELIGRO?


Recientemente una plataforma de intelectuales ha publicado un manifiesto para que se proteja constitucionalmente la lengua castellana en todas las comunidades autónomas y ha solicitado el mayor número de adhesiones posibles de los ciudadanos con el apoyo de dos importantes periódicos de ámbito nacional como son “El Mundo” y el “ABC”.

Tal manifiesto resulta manifiestamente innecesario, contribuye a la discordia entre los pueblos hispánicos y responde exclusivamente a cierto oportunismo político, pero sobre todo resulta gravemente absurdo si atendemos a la pretendida vocación intelectual de sus redactores porque ¿Realmente corre peligro la lengua castellana de desaparecer en ciertas comunidades autónomas?.

El castellano es una lengua viva que está presente en la literatura española actual (la mayoría de ella, por cierto, publicada por editoriales catalanas y vascas), en los medios de comunicación de masas y en Internet, por tanto es imposible pensar que, por mucho que se reduzca su utilización en las aulas escolares e instituciones públicas, la lengua castellana este en peligro de extinción en determinadas zonas de la geografía española.

La pervivencia o extinción de una lengua, no responde a criterios históricos, legales o políticos, sino que por el contrario es fruto de la voluntad de sus hablantes de continuar hablándola y usándola. La historia nos demuestra que por mucho que se desee reprimir el uso de una lengua, jamás se podrá impedir que se siga utilizando en el seno particular de las familias y jamás se podrá limitar la presencia social de la misma mientras que esté presente en los grandes y modernos medios de comunicación de masas, sobre todo en la televisión, radio e Internet capaces de emitir en esa lengua y de ser recibidas sus emisiones a miles de quilómetros de distancia.

Aun hoy en día, en las zonas italianas del Trentino, Alto Adigio, Venecia y Trieste, incorporadas a Italia hace menos de cien años, está presente en sus respectivas sociedades la lengua alemana que es hablada por la mayoría de sus habitantes. Igualmente ocurre en Croacia y Eslovenia, donde a pesar de ser el serbo-croata la lengua oficial, sigue permaneciendo la utilización del alemán por parte de sus ciudadanos.

Los intelectuales firmantes del manifiesto en defensa del castellano, más bien debieran haber redactado uno en defensa y promoción del bilingüismo. Si bien comúnmente por bilingüismo se entiende que una persona sea capaz de manejar dos idiomas y entenderse en los dos, lingüísticamente hablando, el bilingüismo es la facultad que tiene una persona de hablar, escribir, leer y PENSAR en dos idiomas, por tanto la condición de bilingües la tienen menos personas en el mundo de las que se cree y generalmente son personas que han disfrutado desde la niñez de la posibilidad de utilizar dos lenguas, así por ejemplo en determinadas zonas de Bélgica y en la extinta Yugoslavia sus respectivas poblaciones son totalmente bilingües porque desde la niñez han utilizado indistintamente, al menos dos lenguas (el francés y el flamenco en el caso belga y el serbocroata y el alemán o el magiar en el caso yugoslavo). En sentido estricto y lingüístico, el bilingüismo es una característica muy difícil de alcanzar pero una vez que se alcanza, esta científicamente probado que facilita inmensamente el conocimiento de nuevas lenguas, considerándose en este sentido que las personas que más fácilmente adquieren el conocimiento de lenguas de todo el mundo son los ciudadanos de la extinta Yugoslavia.

Si en algunas comunidades autónomas se pretende marginar al castellano, penalizando su utilización e impidiendo que sus habitantes lo conozcan y lo usen no solo estarán condenados al fracaso de antemano sino que además de estar reproduciendo la tiranía caciquil de los curas en las Islas Filipinas, que se negaron a enseñar el castellano a los filipinos para mantenerlos en la ignorancia; estarán robando a sus habitantes una posibilidad cultural infinitamente beneficiosa, empobreciéndolos y poniéndolos en la senda de la marginalidad y del tercermundismo.

Por su parte, el castellano es una lengua universal, la tercera lengua más hablada en el mundo y, dígase lo que se quiera, goza de muy buena salud y de suficiente protección constitucional al garantizarse el derecho a usarla y la obligación de conocerla (otra cosa es que las leyes no se apliquen por el continuo abandono y deserción de la autoridad que padecemos los españoles) siendo más peligroso para nuestro común idioma, los despropósitos verbales de la ministra de igualdad, doña Bibiana Aído, y los abusos ortográficamente erráticos de la Z del actual señor presidente del gobierno, don José Luís Rodríguez Zapatero, que todas las leyes y reglamentos que tiendan a arrinconarla.

Las lenguas, todas las lenguas, están pensadas para que las personas se comuniquen y se entiendan no para que se utilicen como armas en luchas políticas de oscuros intereses particulares y quién esto no lo quiera o no lo entienda es que tal vez desee dar la razón a aquel liderzuelo fascista cuando afirmaba que “a tiros también se entienden las gentes”.

martes, 1 de julio de 2008

“LOS BUDDENBROOK” de Thomas Mann


Cuando en el año 1929 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura al escritor alemán Thomas Mann (1875 – 1955) en reconocimiento a la inmensa popularidad que alcanzó toda su obra escrita hasta entonces, solo de forma expresa se menciono su novela “Los Buddenbrook”, escrita en 1901, cuando el autor contaba con veintiséis años de edad y aún militaba en el nacionalismo alemán nacido de la victoria sobre Francia de 1870 y que para el autor tendría su máxima expresión en su novela “Príncipe Imperial”.

“Los Buddenbrook” es una novela costumbrista que narra el transcurso de una familia de comerciantes hacia su decadencia y prácticamente desaparición en una pequeña ciudad alemana a lo largo de una serie de años que van desde 1830 a 1880 aproximadamente. En la mencionada novela, Thomas Mann, desarrolla todas las influencias recibidas de diversos autores pero principalmente de Nietzche, Schopenhauer y sobre todo Edgar Allan Poe, una de cuyas principales obras, “La Caída de la Casa Usher” influye notablemente en la historia de “Los Buddenbrook” reproduciendo prácticamente el argumento.

Por su parte la influencia de Schopenhauer queda patente en el pesimismo que manifiestan diversos protagonistas de la novela, especialmente el senador Buddenbrook, quien duda, en la última etapa de su vida, no solo de su propia obra sino sobre todo del futuro que espera a la firma comercial con su hijo Hanno Buddenbrook.

“Los Buddenbrook” constituyen realmente un análisis subliminal sobre la decadencia histórica en general sosteniéndose una explicación biológica a la misma que queda reflejada en como, desde el abuelo Johann Buddenbrook, cada sucesor primogénito es portador de algún defecto moral (debilidad, ambición desmesurada…) que hace ir perdiendo progresivamente fondos a la firma comercial que terminará en tres generaciones con toda la fortuna.

Los personajes femeninos de “Los Buddenbrook” presentan a la vez una gran superficialidad intelectual a la vez que una notoria influencia sobre los personajes masculinos que empiezan a manifestarse tras la muerte del abuelo Buddenbrook cuando la consulesa insiste a su marido para empezar una vida más cómoda contratando a un mayordomo para la casa y culmina con la influencia que Antoine Buddenbrook, solamente preocupada por las apariencias de grandeza, mantiene durante toda la obra sobre su hermano el senador Buddenbrook. Todo ello es sin duda resultado de la influencia de cierta misoginia que Thomas Mann recibió de Frederich Nietzche y de Schopenhauer.

Por ultimo es de destacar que a pesar de que la novela “Los Bruddenbrook” se desarrolla en Alemania en un lapso de tiempo aproximado de cincuenta años, entre 1830 y 1880, cargado de notorios acontecimientos para la Unificación Alemana apenas son éstos mencionados limitándose exclusivamente el autor a pasar de puntillas por hechos de extrema importancia como el Zollwerein o Unión Aduanera alemana, la Guerra de los Ducados contra Dinamarca, la victoria de Sadowa en la guerra contra Austria y sobre todo la Guerra Franco-Prusiana, por lo que esta obra de Thomas Mann no tiene más pretensión que ser una novela psicológica y costumbrista donde lo importante son los personajes y la intrahistoria de los mismos, no el entorno social ni la época en la que se encuentran inmersos.