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martes, 27 de enero de 2009

P.C. WREN UN AUTOR DESCONOCIDAMENTE FAMOSO


Si actualmente, en estos tiempos en los que la formación humanística en general y la literaria en particular se encuentran en franca decadencia, preguntásemos a cualquiera ¿Quién fue Percival Christopher Wren? es seguro que a nadie le sonaría tal nombre.

En cambio, fue P.C. Wren el típico autor literario cuyas obras se leen, son aplaudidas y los títulos de las mismas permanecen imborrables en la memoria llegando a eclipsar totalmente el nombre de su autor, pues es seguro que la mayoría ha leído o ha oído hablar de “Beau Geste” y precisamente el autor de “Beau Geste” fue P.C. Wren.

Percival Christopher Wren, nacido en Devonshire (Gran Bretaña) en 1885 y descendiente de un famoso arquitecto inglés del Siglo XVII fue el típico británico victoriano, de enorme formación cultural y académica obtenida en las aulas de Oxford, viajero incansable y, al igual que otros victorianos ilustres como Sir James Brooke y el general Gordon, amante de aventuras guerreras. Fue precisamente ese amor por la aventura el que le llevo a ingresar en el ejército británico primero y a alistarse en la Legión Extranjera Francesa después siendo esta última experiencia la que de forma determinante marcaría la temática de su obra literaria pues de ocho novelas escritas, seis están, directa o indirectamente, inspiradas en la Legión Extranjera.

Sin lugar a dudas, aunque es curioso, su novela más famosa fue “Beau Geste” publicada en 1924 y llevada al cine en tres ocasiones (la primera vez en 1926, tan solo dos años después de su publicación lo que ya es indicativo del enorme éxito de la novela, la segunda vez en 1939 y la última en 1966). “Beau Geste” es en realidad, y de ahí lo curioso que resulta que prácticamente se hable de ella en exclusiva, la primera novela de una trilogía integrada también por “Beau Sabreur” y “Beau Ideal”, siendo imprescindible la lectura de las tres novelas para lograr desenmarañar la trama enigmática que envuelve a la narración y a todos los personajes y que mantiene al lector en constante atención pues, poco a poco, se puede ir averiguando el desenlace.

Siendo la típica novela de aventuras del periodo de entreguerras al igual que lo fueron “La Bandera” de Pierre Mac Orlan o “Bajo dos Banderas”, “Beau Geste” las supera a todas por ser capaz de mantener el suspense hasta el final de la trilogía, por la descripción de unos escenarios muy vivos y de gran realismo y por el acento humano que pone P.C. Wren en todos los capítulos en los que refleja la vida de loa legionarios en el duro marco del desierto africano.

Si bien es cierto que “Beau Geste” es más conocida por la magnifica película dirigida por William A. Wellman en 1939 y protagonizada por Gary Cooper y Ray Milland, lo cierto es que todas las adaptaciones cinematográficas de esta novela se centran en las aventuras que se desarrollan dentro del ambiente de la Legión pasando muy por encima por el verdadero centro de la obra que es la trama de intriga y suspense que la rodea, por lo que solo la lectura de la novela y, más aún, de la trilogía completa permiten descubrir el final magnífico e inesperado de todos y cada uno de los protagonistas siendo muy tentador el desvelarlo aquí mismo, más… simplemente apuntare dos cuestiones ¿Quién mantuvo en pie los cuerpos de los legionarios muertos en Zinderneuf? ¿Cuál fue la causa del robo que anima a los tres hermanos a alistarse en la Legión Extranjera?. Solo la lectura contestara a estas preguntas y asombrara al lector con un final tan excelente como inesperado.

Percival Christopher Wren (P.C. Wren) falleció en Londres en 1941 tras casi treinta años dedicado a la producción literaria siendo muy influenciado por autores como H. Ridder Haggar, autor de “Las Minas del Rey Salomón” y creador del personaje Alan Quatermain.

martes, 20 de enero de 2009

¡¡¡GLORIA A VICTOR HUGO!!!

En el año 1802, tan solo hace ahora poco más de dos siglos, venía al mundo en su parcela francesa y fruto de un matrimonio formado por una aristócrata legitimista de mermada fortuna y un emergente general del Primer Imperio Napoleónico un escritor de grandeza sublime y trascendencia universal: Víctor Hugo.

Muchos son los autores que han pasado con dignidad a la historia de la literatura universal haciéndola grande, pero solo unos pocos lo han hecho con tal fuerza que, a partir de ellos, el mundo de las letras significó un antes y un después. Tal es el caso del mencionado literato.

Víctor Hugo cultivó con fortuna todos los géneros literarios: introdujo el romanticismo en el teatro con sus conocidas obras “Cromwell” y “Hernani”, revolucionó la poesía de su tiempo sentando las bases de la poesía moderna y sobre todo sintetizo toda la tradición literaria francesa en sus novelas consiguiendo que a partir de él se pueda hablar en la literatura gala, al igual que en el mundo de las ideas a partir de su coetáneo Hegel, de una “Derecha y de una Izquierda Huguista”.

Las novelas de Víctor Hugo sintetizan y perfeccionan el tratamiento psicológico de los personajes iniciado por Honoré de Balzac en las novelas que forman su ciclo de “La Comedia Humana” y mejoran, por medio de un novedoso tratamiento de la acción, que en muchas de sus obras no es una única sino diversas acciones que convergen y se entrelazan gracias a la excelentemente buscada y conseguida interrelación entre los personajes, sentando de este modo las bases de lo que será la novela francesa futura.

Ya en la obra de Hugo se encuentra el interés por el estudio psicológico de los personajes que culminara con el Naturalismo y Emilé Zola, si bien este último autor, que por su concepto del arte y de la sociedad bien pudiera considerarse el máximo exponente de la anteriormente mencionada “Izquierda Huguista”, parece adolecer de cierta misantropía y pesimismo que le lleva en todo momento a resaltar lo negativo del mundo que describe mientras que en Hugo siempre hay un criterio más esperanzador que puede llegar a presentar a personajes hundidos en el fango social del que se elevan ejerciendo el bien y la justicia como Jean Valjean. Igualmente, es Víctor Hugo el precursor de lo que más tarde Maurice Barrés denominara “Novelas de Energía Nacional” así como del pensamiento de Charles Maurras resultando ambos autores los máximos exponentes de lo que antes hemos aludido con la denominación de “Derecha Huguista”. En este sentido hay que señalar que quien haya leído la novela “Noventa y Tres” reconocerá la descripción de un carácter tan perfectamente ideal y sublime en sus personajes centrales que, a pesar de situarlos en bandos opuestos en la guerra que asoló Vendée durante el Terror, hace tan hermosa y comúnmente franceses al Marques de Lantegnac como al Convencional Gauvin bien pudiendo inspirar aquella máxima de Maurras de que “Todo lo nacional es nuestro”.

Por otra parte Víctor Hugo no es solo un autor literario, es también, y dejando a parte su faceta pictórica, un intelectual comprometido con la política y sociedad de su tiempo. Bien pudo el hijo del General Bonapartista subirse al carro del Segundo Imperio utilizando para ello tanto su fama literaria como su escaño de parlamentario conservador en la Segunda República más en vez de eso, utilizó ambas facetas para oponerse a la política megalómana y dictatorial emprendida por Napoleón III plasmando sus críticas en el opúsculo “Napoleón, el pequeño” lo que le supuso el destierro en Bélgica, Jersey y Guernesey desde 1851 a 1879 (curioso paralelismo con el otro gran genio literario francés precitado, Emile Zola, del que este año se cumple el primer centenario de su muerte). Destronado Napoleón III y elegido Senador en 1875, lejos de volver gloriosamente a Francia a recoger en la recién instaurada Tercera República los frutos de su oposición al régimen bonapartista continuo en el destierro enfrentándose a Thiers y exigiendo la amnistía para los miembros de “La Comuna de París” con lo que reiniciaba con mayor denuedo su particular cruzada por la abolición universal de la pena de muerte que resulta una constante en todas sus obras. Asimismo, Hugo es un reformador social y en sus obras existe una constante preocupación, primitiva y utópica si se quiere, por las condiciones del trabajo que él pretende mejorar aplicando a la actividad económica criterios ético-morales extraídos del Cristianismo en el que fue educado por su madre y del que hace profesión de Fe en muchas de sus obras con extensas y panegíricas disgresiones y alusiones para nada confusas.

No obstante, de todo lo anteriormente apuntado, en esta Europa que ha hecho de lo material su principio y finalidad, el año 2002 pasaría a la historia exclusivamente como el año de la puesta en circulación del Euro y de una de las cíclicas crisis económicas. Tal vez Francia lograse armonizar la materia con el espíritu y emitiera en ese año alguna moneda con el motivo del bicentenario de Víctor Hugo (esperemos que, teniendo presente a Bovy y a Rodin, lo haga con mejor fortuna que la acuñada en su momento por España con motivo de su presidencia europea), pero la mejor y tal vez única forma de rendir válido y fructífero homenaje a un genio como Hugo es la de retomar aquellos ideales a los que sirvió y que junto con los expresados por otros muchos autores europeos de no menor entidad que él aunque sí de distinto tiempo pongan a Europa en el liderazgo cultural y moral de un mundo que en el presente rinde culto a la barbarie con apariencia de humanismo con la torpe excusa de defender una supuesta civilización que no es más que el modus vivendi de una porción minúscula de la humanidad en detrimento de la inmensa mayoría de la misma que es condenada a integrar “los miserables” de la Tierra.

Por todo ello:
¡¡¡Gloria a Víctor Hugo, porque en este tiempo de deserción intelectual simboliza el compromiso de la inteligencia!!!, ¡¡¡Culto a Víctor Hugo, porque en un mundo mercantilizado no arrendó su pluma ni al poder ni al dinero!!!, ¡¡¡Prez a Víctor Hugo, porque es el único hombre que honro el Arco del Triunfo de Paris!!!, ¡¡¡ Honor a Víctor Hugo, porque en medio de la convulsión y la decadencia supo mantener la tranquilidad de espíritu imprescindible para inmortalizar su obra entre las ruinas legadas y las cenizas por legar!!!.

lunes, 12 de enero de 2009

¿QUÉ PASA EN GAZA?

Desde hace casi tres semanas y bajo la justificación de una acción antiterrorista, el ejército israelí ha movilizado todo su potencial bélico contra la pequeña franja de Gaza, al Sur de Israel, desde donde el grupo radical islámico Hamas, viene lanzando periódicamente cohetes caseros Kasam sobre territorio israelí y provocando algunas víctimas.

La acción israelí ha generado un importante y justo rechazo entre los ciudadanos de muchos países, entre ellos España, pero lo que no se quiere entender ni se ha analizado es que la acción militar del ejército de Israel, responde a un criterio comúnmente aceptado en el mundo occidental desde el 11 de Septiembre del 2001 y que, si bien estuvo legalmente autorizado hasta 1945, fue expresamente prohibido en el Protocolo I Adicional a la Convención de Ginebra, el 8 de Junio de 1977.

En realidad lo que está ocurriendo actualmente en Gaza, con el rechazo de los pueblos de Occidente, es lo mismo que ocurrió en el 2001 en Afganistán con el apoyo de los mismos: UN ACTO DE REPRESALIA.

Sin querer entrar a discutir sobre las consecuencias y eficacias de los actos de represalia, hay que decir que una represalia no tiene por finalidad terminar con un objetivo, sino castigar indiscriminadamente a una población por actos delictivos o terroristas cometidos por una minoría. La filosofía a la que responden los actos de REPRESALIA se ha demostrado históricamente errática y contraproducente y consiste en la falsa creencia de que al castigar a una colectividad por actos cometidos por una minoría, esa colectividad rechazará a esa minoría al mismo tiempo que esa minoría se lo pensará dos veces antes de actuar contra una potencia capaz de desarrollar represalias por temor a éstas.

Las REPRESALIAS realmente no pretenden obtener un éxito ante un enemigo terrorista sino que más bien son sangrientas acciones realizadas para consumo interno, es decir, para generar entre la población propia una sensación de seguridad cierta y hacer que entre dicha población aumente la confianza en el propio gobierno. En este sentido la represalia responde al principio, muy poco racional, de que “más vale hacer algo que sea espectacular que no hacer nada”.

En esta represalia cruel, vulneradora del derecho internacional y por tanto criminal, que viene sufriendo el pueblo palestino en Gaza, la población civil, que es la mayoría de los habitantes de la franja; sufre los ataques indiscriminados del ejército israelí porque a tenor de lo dispuesto en el artículo 51.5.b del I Protocolo Adicional a la Convención de Ginebra se considerarán ataques indiscriminados un ataque del cual pueda esperarse que cause pérdidas fortuitas de vidas civiles, heridas a civiles, daños a objetos civiles, o una combinación de ellas, que puedan ser excesivas en relación a la ventaja militar concreta y directa que se espera” a lo que hay que unir el entorpecimiento por parte de las fuerzas militares y demás instituciones israelíes a la llegada de ayuda humanitaria a toda la población de Gaza.

Así pues, la Comunidad Internacional no puede seguir siendo incongruente con su propia legalidad y sus propios principios actuando con la doble moral de siempre y, sin más demora, debe exigir a Israel; bajo las presiones diplomáticas oportunas y la imposición de las correspondientes sanciones si las mismas llegaran a ser necesarias, todo lo necesario e imprescindible para proteger a la población civil inocente y que se concreta en lo siguiente:

1º. Poner fin a los ataques contra civiles o edificios civiles en la Franja de Gaza o aquellos que son desproporcionados e ilegales.

2º. Permitir el acceso sin trabas de ayuda humanitaria en la zona.

3º. Garantizar que los miles de heridos puedan acceder a la asistencia sanitaria que necesitan,

4º. Dejar salir de la Franja a la población Palestina que quiera escapar del conflicto.

viernes, 9 de enero de 2009

“IMPERO” de GORE VIDAL

Que Estados Unidos de América es un imperio es un hecho que ya nadie discute, pero ¿En qué momento se convirtió en tal imperio? Esta es la pregunta a la que da exitosa respuesta la novela histórica escrita en 1984 por Gore Vidal (nacido en West Point, New York, el 3 de Octubre de 1925) titulada “Imperio” y publicada en España por la editorial Edhasa.

Si para unos el imperialismo norteamericano comenzó con la llamada “Conquista del Oeste” y para otros con la intervención en la II Guerra Mundial, la tesis mantenida por Gore Vidal en su novela “Imperio” es que comenzó en 1898 con la victoria sobre España en la Guerra Hispano-Norteamericana.

“Impero” es una novela histórica, magníficamente escrita y ambientada que refleja fielmente a los Estados Unidos y a la sociedad norteamericana de finales del Siglo XIX y principios del XX a través de diversos personajes históricos como William Randolph Hearst, J. P. Morgan o el presidente Theodore Roosvelt. La novela comienza con el gran impacto político y el patrioterismo que despertó entre los norteamericanos la rápida y aplastante victoria sobre España en la que se denomina “la guerrita maravillosa” de 1898 con la incorporación de territorios como Filipinas, Puerto Rico, Guam y la propia isla de Cuba así como el desarrollo, casi compulsivo, en la política norteamericana de un afán expansionista que, de forma inmediata, le lleva a anexionarse el archipiélago de Hawai, a bombardear, junto con la flota Alemana, la ciudad de Apia en la Isla de Samoa, a intervenir en Centro América apoyando la independencia de Panamá para favorecer la construcción del canal y a intervenir en el Lejano Oriente pensándose primero en declarar la guerra a Rusia con motivo del pogromo de Kishinev en 1903 y finalmente apoyando el expansionismo japonés que originó la guerra Ruso-Japonesa de 1904 a 1905 e intermediando tan activa y favorablemente a los intereses japoneses en la finalización de dicha guerra que le valieron al Presidente Norteamericano, Theodore Roosvelt, el Premio Nobel de la Paz de 1906.

“Imperio” pone de manifiesto la “Doble Moral” siempre presente en la política norteamericana a través del puritanismo de los personajes masculinos secundarios, la gazmoñería en los personajes femeninos y el maquiavelismo en los personajes políticos y mercantilistas históricos descritos en la obra.

Igualmente, en la novela de Vidal se mencionan episodios que, por poco conocidos, no dejan de ser ciertos como la intención de Hearts de provocar, como en su momento hizo con España, una guerra con Francia que la llevase a perder sus posesiones en el Caribe a favor de los Estados Unidos con motivo del caso Dreyfus y el pensamiento de Theodore Roosvelt de declarar la guerra a Rusia.

No se puede negar que “Imperio” de Gore Vidal es digno heredero de la obra crítica contra el imperialismo norteamericano de Mark Twain inspirándose en muchos episodios, sobre todo en lo referente a la biografía de William Randolph Hearts, en la obra de Jack London “El Talón de Hierro” e igualmente es innegable que “Imperio” inspiró en su momento la novela histórica “1898” del español Vidal Manzanares. En cualquier caso la lectura de “Imperio” es imprescindible para aquellos que quieran informarse de lo que realmente se cuece en la política exterior norteamericana así del modo como funcionan los grupos de intereses o “lobbies” que regulan la gran democracia anglo-sajona.

jueves, 1 de enero de 2009

¿CARLISTAS EN EL EJÉRCITO CONFEDERADO?

Hace unos años, una publicación vinculada a la más rancia derecha española publicaba un extenso artículo pseudo científico acerca de un acontecimiento, que de haber sido cierto, sería importantísimo y altamente desconocido como fue la participación de gran número de exiliados carlistas en la guerra de secesión norteamericana en apoyo al bando confederado.

El mencionado artículo que ha creado escuela y se ha reproducido en numerosas publicaciones y páginas de internet constituye una aberración carente de todo argumento científico y documentación al respecto, afirmando que el número de carlistas integrantes del Confederate Army llegó a ser de siete u ocho mil hombres, llegando a constituir unidades propias y que incluso, el origen del diseño de la bandera de guerra confederada es de inspiración carlista.

No se puede negar que el exilio carlista fue grande tras la derrota en la guerra de los siete años y en la de los Matiners, pero de ahí a afirmar que hubiera ocho mil exiliados carlistas incorporados al ejército confederado hay un abismo y resulta una exageración que contradice hechos históricos altamente comprobados y documentados.

En primer lugar, y como no podía ser de otra forma, parece ser que los siete u ocho mil carlistas que se integran en el ejército confederado son en su mayoría vasco-navarros contradiciendo la verdad estadística de que la casi totalidad de la emigración vasca hacia Norteamérica se concentró en el estado norteño de Ohio (Siendo por cierto la ciudad de “Toledo”, la que mayor número de vascos o de descendientes de vascos tiene en todo Estados Unidos). Asimismo se ignora o se pretende ignorar que el exilio carlista tras las tres guerras civiles del Siglo XIX se dirige principalmente a Sudamérica, seguramente por la cuestión del idioma, hecho éste que queda reflejado en las “Memorias de Garibaldi” que menciona la presencia de carlistas en el sitio de Montevideo y también a Francia, de donde muchos partirían hacia Argel, instalándose en las proximidades de Orán, donde la presencia de exiliados carlistas en particular y de españoles en general favoreció la aparición de un dialecto local, el Oraní, que aún hoy en día se puede oír hablar en Argelia.

Igualmente esta documentada la presencia de gran número de exiliados carlistas en Nápoles, donde incluso lucharían contra la invasión garibaldina del Reino de las Dos Sicilias estando acreditada la presencia del propio General Tristany en la Batalla del Volturno.

Si bien es posible que algún exiliado carlista, a título individual, hubiera luchado al lado de los Estados del Sur durante la guerra civil norteamericana, es improbable que dicha participación hubiera sido relevante. Prueba de ello es la total ausencia de documentación al respecto en los archivos norteamericanos que por otra parte sí que reflejan la ayuda de la Gran Bretaña y Francia a la Confederación e incluso el alistamiento tanto en el ejército del Sur como en el del Norte de unidades íntegramente formadas por irlandeses.

Asimismo, considerando las inmensas oportunidades que abre una contienda bélica para antiguos combatientes que han tenido que abandonar su país, así como la inmensa proliferación de conflictos armados que tenían lugar en el mundo coetaneamente al desarrollo de la Guerra de Secesión Norteamericana es muy dudoso que los exiliados carlistas que se batieron en España y que hacían gala de un gran catolicismo fueran a combatir en un ejército de inspiración protestante que en mayor o menor medida justificaba una institución tan infame como la esclavitud, intelectualmente fundamentada en el protestantismo anglosajón y que, hacía menos de quince años, había provocado con el maltrato generalizado a los soldados de religión católica la deserción en masa de éstos y su paso al enemigo durante la guerra Mejicano-Norteamericana (Caso del llamado “Batallón San Patricio).

Otra de las fábulas sostenidas por el aberrante artículo es la supuesta inspiración de la bandera de combate confederada en la bandera carlista de las Aspas de Borgoña. Si bien es cierto que la bandera confederada contiene además de las estrellas una Cruz de San Andrés, no es menos cierto que la bandera carlista de las Aspas de Borgoña (que no Cruz de San Andrés) es relativamente reciente ya que fue adoptada por el Requeté en los años treinta del siglo pasado tras un concurso de diseño fomentado entre la militancia carlista para dotar a la organización del Requeté de un emblema y de una bandera, por lo que resulta que la bandera de batalla de la confederación es setenta años anterior a la bandera carlista de las Aspas de Borgoña.

Para concluir, hay que decir que llama la atención que en el artículo se mencione a un supuesto carlista apellidado Echegaray que alcanza el grado de general confederado y que no figura en la lista de altos oficiales del ejército de la Confederación al igual que tampoco aparece documentada la existencia de la batalla de Malvern Hill donde según el articulillo de marras tuvieron una intervención heroica y decisiva los ocho mil carlistas alistados en el ejército confederado, todo ello sin olvidar el hecho numéricamente irrefutable de que, cuando Lee se rinde en Apomatox, el 9 de Abril de 1865, el ejército del Norte de Virginia solo tenía ocho mil hombres, con lo cual o todos ellos o una mayoría abrumadora deberían ser ex combatientes de las guerras carlistas o los ocho mil carlistas de la fama se debieron disolver como un terrón de azúcar en el agua.

Parece ser que el artículo “Carlistas en apoyo de la Confederación” que tanto se ha difundido, debe ser obra de algún indocumentado más interesado en vincular al Carlismo con la extrema derecha norteamericana o con los Ángeles del Infierno, los cuales por cierto utilizan una variante de la famosa bandera pirata de Cabrera, que en hacer un trabajo histórico serio y riguroso pues no me cabe la más mínima duda que habría más excombatientes carlistas en las Legiones Belga y Austriaca que en la primera mitad de la década de los años sesenta del Siglo XIX luchaban en Méjico a favor de Maximiliano I que en todo el Ejército de la Confederación y de la Unión juntos, todo ello sin entrar a considerar la actuación que, para con España, tuvieron muchos generales y altos oficiales de la Confederación durante la guerra Hispano-Norteamericana de 1898.