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lunes, 14 de noviembre de 2016

TRUMP TRIUMPH




            La semana pasada, contra todo pronóstico, los electores norteamericanos se decantaron democráticamente a favor de que el controvertido multimillonario y empresario inmobiliario Donald Trump sea el próximo Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica lo que ha despertado ciertas suspicacias y temores en todos los sectores políticos del mundo que, una vez más, demuestran la total ignorancia de la política e incluso de la historia estadounidense.

            Ni el triunfo de Barak Obama en las elecciones presidenciales del 2008 suponía "un fenómeno cósmico de conjunción de planetas" que iba a cambiar el mundo a favor de un excelso progresismo, ni la victoria de Donald Trump va a suponer grandes cambios en la política interior y exterior de los Estados Unidos.

            Recordemos que, a pesar de las promesas electorales realizadas en dos campañas presidenciales, la política exterior de la administración Obama ha mantenido tropas en Irak y Afganistán, no ha cerrado Guantánamo, ha intervenido en Oriente Medio y en el Magreb posiblemente estando detrás de las famosas "Primaveras Árabes" y de los desastres políticos y humanitarios de Libia y Siria y ha tensado las relaciones de la OTAN con Rusia hasta el extremo de llevar al mundo al borde de una segunda Guerra Fría. En definitiva, ha continuado con la política que todas las administraciones norteamericanas han ejecutado desde Harry S. Truman.

            Por su parte, las promesas electorales de Donald Trump entroncan directamente con la tradición política norteamericana del "Aislacionismo" y del "Destino Manifiesto".

            Las afirmaciones de Trump sobre que va a reducir el gasto militar y las aportaciones económicas a la OTAN, que por otra parte deberían llenar de entusiasmo al progresismo europeo, se basan en las viejas teorías del aislacionismo norteamericano cuyo fundamento doctrinal quedaron plasmadas en distintos documentos de los primeros presidentes norteamericanos que se sintetizan en dos frases concretas: "Deseamos  paz, comercio, y amistad honesta con todas las naciones, sin forjar alianzas con ninguna" (Thomas Jefferson) y "En las guerras entre europeos, en asuntos que sólo les conciernen a ellos, nunca hemos participado, porque no corresponde a nuestra política. Sólo cuando nuestros derechos se vean dañados, o seriamente amenazados, será cuando nos resentiremos de nuestras heridas y haremos los preparativos para nuestra defensa" (James More).

            No obstante, a pesar de todo su aislacionismo, Estados Unidos no ha dejado de intervenir en el mundo, en primer lugar porque el "Aislacionismo" no se entiende sin la doctrina del "Destino Manifiesto" y en segundo lugar porque las grandes crisis mundiales siempre terminaron afectando de una u otra forma a los intereses económicos estadounidenses hasta el extremo de que los Presidentes más aislacionistas del Siglo XX, Wilson y Roosevelt, no solo terminaron interviniendo en las dos Guerras Mundiales a pesar de haber sido reelegidos tras prometer que mantendrían a Estados Unidos al margen del conflicto bélico sino que además llevaron una política interior tendente a cambiar radicalmente la opinión pública para convertirla en favorable a la entrada en guerra.

Observese el mapa y se comprobará que el deseo de USA ha sido convertir México en un estado centro europeo
Por su parte, la doctrina del "Destino Manifiesto", que tiene su origen en el puritanismo y que curiosamente nadie ha tachado de racista, se basa en la idea defendida por el periodista Jonh L. Sullivan en el artículo "Anexión" publicado por la revista "Democratic Review" de Nueva York en 1845 según la cual "El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino". Fue la doctrina del "Destino Manifiesto" la que amparó la Guerra con México en 1846, la anexión del cincuenta y cinco por ciento del territorio Mexicano entre 1847 y 1855, la Guerra contra España en 1898 y todas las intervenciones en la América Hispana durante el siglo XX. La doctrina del "Destino Manifiesto" completa y desarrolla la anterior "Doctrina Monroe" en virtud de la cual no se debe permitir ninguna intervención no americana en América y que se sintetizada en la frase "América para los Americanos", la cual en realidad quiere decir "toda América para nosotros, los estadounidenses".

            Si analizamos estas doctrinas políticas clásicas de Estados Unidos vemos claramente la existencia de semejanzas con el discurso de Trump. El candidato Donald Trump afirma querer replegarse de los puntos conflictivos del planeta, a pesar de que ha sido, Estados Unidos, el causante de esos conflictos; considerando que la mayor intervención en América de potencias extra-americanas consisten en intervenciones económicas aspira a poner barreras arancelarias a los productos procedentes del extranjero, sobre todo a los asiáticos, que obligarán a numerosas empresas norteamericanas a regresar su producción a territorio estadounidense y reducirá la enorme inversión china, japonesa y Coreana en Norteamérica; afirma desear tener excelentes relaciones de colaboración con Rusia pretendiendo en el fondo entorpecer las relaciones Ruso-Chinas y, finalmente, su posición respecto a México no es más que una manifestación burda de las viejas aspiraciones norteamericanas, ya expresadas por Sam Houston en 1848, de convertir a México en un estado centroamericano, aspiración que no se cumplió gracias a la gran crisis interior estadounidense que supuso la Guerra Civil Norteamericana (1861-1865).

            Donald Trump no es un fenómeno extraño en la política estadounidense, por el contrario es un fenómeno común, de genuino sabor americano, que tan solo se diferencia de su contrincante electoral en su incontinencia verbal y en su falta de finos modales a la hora de expresar lo que su oponente demócrata ha demostrado que también piensa como quedó demostrado en su etapa de Secretaria de Estado de la administración Obama (¿Acaso Obama ha derribado el muro existente entre México y USA?).  El que la victoria de Donald Trump haya sido acogida con tanto temor como con tanta ilusión fue acogida el triunfo de Obama se debe a los claros errores europeos que identifican la política norteamericana con la libertad política y a las infantiles y erráticas percepciones europeas que tienden a identificar al Partido Demócrata con la izquierda y el progresismo y al Partido Republicano con la derecha y la reacción cuando no es realmente así porque ambos partidos son puramente pragmáticos y cada uno de ellos será progresista o reaccionario según la política que les interese seguir en cada momento concreto para mejor servicio de sus intereses particulares.

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