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viernes, 27 de diciembre de 2013

MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL



En la pasada noche del 24 de Diciembre, como todos los años desde Diciembre de 1975, Su Excelencia el Jefe del Estado y Gran Maestre de la Orden de Cisneros ha dirigido unas palabras a los españoles durante casi doce minutos a través de la radio y de la televisión demostrando que no se puede hablar más en tan poco tiempo para no decir nada.

            A un Jefe de Estado o Primer Ministro no se le puede pedir que se dirija a su auditorio con el mismo lenguaje que emplea un parroquiano en una conversación de taberna, pero cuando un país atraviesa una crisis social y política sin precedentes en su historia, como la que en estos momentos están atravesando Las Españas, lo menos que se puede pedir es que se hable claramente, sin vaguedades, sin dar lugar a interpretaciones variadas y, por supuesto, de forma creíble.

            Cuando el pueblo español esta sufriendo un progresivo empobrecimiento económico, cuando los ciudadanos españoles están viendo recortados sus derechos sociales, cuando el propio estado esta amenazado de extinción y cuando todo indica un retroceso a tiempos de inmediata postguerra y uno se encuentra con el discurso de Su Excelencia del pasado día 24 de Diciembre no se puede por menos que recordar y echar de menos aquel bello, claro y creíble mensaje de Winston Churchill pronunciado en la Cámara de los Comunes el 4 de Junio de 1940 en el que dijo: continuaremos hasta el final... lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y los océanos, lucharemos con cada vez mayor confianza y mayor fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla cueste lo que cueste, lucharemos en las playas... lucharemos en las pistas de aterrizaje... lucharemos en los campos y en las calles... lucharemos en las colinas... no nos rendiremos jamás” porque, ante la grave situación en la que se encontraba en aquel momento la Gran Bretaña, su Primes Ministro dejó claro al mundo, y sobre todo a sus enemigos, que no se rendirían jamás y además sus palabras eran creíbles porque al mismo tiempo que se pronunciaban el ejército británico se aprestaba a defender las playas de su isla y la fuerza aérea limpiaba de molestos mosquitos alemanes los cielos de Inglaterra.

            En cambio, el discurso de Su Excelencia no fue un discurso apropiado para aclarar las cosas y engendrar confianza en el pueblo español. Fue un discurso difuso y totalmente desconectado de la realidad política y social del país en el que el ponente se acogió al recurrente “Espíritu de la Transición”, de una Transición que hoy está completamente enterrada, y al respeto a unas “Reglas de Juego” que en el presente se encuentran en franca liquidación. Por otro lado ¿Qué quería decir con todo ello? ¿A que se refería Su Excelencia con su apelación al “espíritu de la Transición”? ¿A olvidar el Franquismo? ¿A renunciar a los ideales en aras de encontrarnos todos en un punto medio y mediocre? y ¿Qué quería decir con la reforma de las Reglas del Juego? ¿Se refería a las reglas de las mesas de Black Jack que ya no estarán en Eurovegas o pedía la reforma de una Constitución que esta cada día más cuestionada por todos?.

            Por otra parte, el discurso de Su Excelencia careció en todo momento de credibilidad porque lamentablemente resulta cuanto menos paradójico que se apele a la ejemplaridad cuando personas muy allegadas al Jefe del Estado se encuentran imputadas por sonados casos de corrupción o bordeando dicha imputación.

            En definitiva, en su discurso navideño, que ha sido el de menor audiencia de todos los pronunciados hasta el momento,  Su Excelencia el Jefe del Estado a Título de Rey y Gran Maestre de la Orden deCisneros transmitió la impresión de encontrarse más allá del bien y del mal cual Soberano Celeste del Imperio Solar siendo más necesario que nunca el habitual “cordón protector” que en los días siguientes le tienden todos los partidos políticos con representación parlamentaria y las interpretaciones de plumíferos palmeros que, cual Sibilas ante el Oráculo de Delfos, por interpretar son capaces de interpretar hasta el atrezzo de la puesta en escena del discurso.

           

lunes, 23 de diciembre de 2013

TIEMPO DE BALANCES



             
            Como siempre, por estas entrañables fechas, en las que se celebra el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en un modesto pesebre de Belén, y que el tiempo, las formas y los modos han reconvertido, alejándolas de su significado primitivo, en una orgía de consumo y una bacanal de alegría irracional; se impone un poco de reflexión.

         Este año 2013 que termina ha sido una continuación y profundización en las graves consecuencias sociales que la crisis económica ha provocado y que la casta política imperante ha sido incapaz de solucionar y es que aquellos mercaderes que fueron expulsados del templo no es que hayan retornado al mismo sino que se han construido uno propio y se han inventado una falsa religión cuyo único Dios es el beneficio económico ante el que todas las naciones y gobernantes han caído de rodillas en servil veneración.

         Con estas premisas solo se puede deducir lógicamente que el próximo año 2014 será más o menos igual que el que termina porque nunca se pueden conseguir resultados diferentes perseverando en actitudes idénticas. Los pueblos confían desde décadas en una misma casta política la cual, a su vez, rinde fanático culto a la economía con el más absoluto desprecio al hecho irrefutable de que la economía es un instrumento al servicio del hombre y no al revés. Por eso, las cosas difícilmente van a ser diferentes en el año 2014 que va a comenzar.

         Los políticos se justifican afirmando que los marcadores macroeconómicos muestran que se está saliendo de la crisis, pero es que acaso ¿Alguien albergada duda alguna de qué de la crisis se saldría?. Con la actual crisis ha pasado lo mismo que con las guerras: no cabe duda de que terminarán e incluso se puede predecir con acierto quiénes las ganarán, pero lo que no sé sabe es como quedará la humanidad tras sus efectos devastadores. La crisis económica que padecemos no solo ha dejado ya a miles de familias al borde de la exclusión social sino que cuando definitivamente pase nos habrá  hecho retroceder a tiempos casi dickensianos.

         Sobre todos estos aspectos se impone hacer balance y reflexionar y, evidentemente, no hay mejor momento que este en que las familias y amigos se reúnen y el año finaliza.

         No obstante, y a pesar de todo, “El Chouan Ibérico”, en perenne recuerdo del significado original de estas fechas, no quiere dejar de desear a todos sus lectores y amigos:

¡¡¡UNA MUY FELIZ NAVIDAD!!!

viernes, 20 de diciembre de 2013

RECOMENDACIONES BIBLIOGRÁFICAS PARA ESTAS NAVIDADES 2013

            Nuevamente, y cumpliendo con la tradicional sugerencia que siempre se ha venido realizando desde este blog consistente en hacer regalos bibliográficos durante las fiestas Navideñas, “El Chouan Ibérico” ofrece a sus lectores la siguiente pequeña relación de libros editados recientemente y que se consideran de interés para próximos obsequios siendo de excelentes temáticas y calidades editoriales:

            - “Combatientes Requetés en la Guerra Civil Española” de Julio Aróstegui, editorial La Esfera de los Libros. Definitivo estudio sobre la actuación de todas y cada una de las unidades carlistas en la Guerra de 1936 a 1939, siendo una obra de lectura obligada para todo aquél que quiera interesarse por este periodo de nuestra Historia que, aún trágico, no dejó de ser heroico.

            - “1913 Un Año Hace Cien Años” de Florian Illies, editorial Salamandra. Magnífico y representativo almanaque de la vida política, social y cultural de Occidente el año previo al estallido de la Gran Guerra que constituye un fiel reflejo y valoración de lo que fueron las vanguardias artísticas en el Novencento.

            - “En Cualquier Caso Ningún Remordimiento” de Pino Cacucci, editorial Hoja de Lata. Historia novelada de la famosa banda de atracadores de bancos dirigida por el anarquista Jules Bonnot que fue declarado el enemigo público número uno en la Francia de 1912 y que sucumbió en un enfrentamiento con la policía francesa en 1913.

            - “1914 de la Paz a la Guerra” de Margaret McMillan, editorial Turner. Relato fundamental en el que se desvelan la compleja red de alianzas, cambios de políticas y decisiones diplomáticas que desembocaron imprevisiblemente en el estallido de la Primera Guerra Mundial.

sábado, 14 de diciembre de 2013

SI Y NO EL REFERENDUM YA ESTA AQUI


“Los grandes acontecimientos de la Historia se producen siempre dos
veces, la primera como tragedia y
la segunda como farsa".
(Carlos Marx)

            El presidente de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas, ha fijado la fecha para la celebración del referéndum que, muy probablemente, liquidará al llamado “Estado Español”. La fecha no la ha podido escoger con más tino y  acierto: será en el año 2014, año en el que mundo entero recordará el comienzo de la Gran Guerra (1914-1918) y el día 9 de Noviembre, el mismo día en que tuvo lugar el fallido “Putsch” de Munich de 1923 y “la Noche de los Cristales” en 1938 y que por esos motivos debería ser reconocido como el “día del nacionalismo”.

            Con la fijación de esta fecha culmina todo un proceso que se ha visto acelerado en los últimos tres años ante la inútil perplejidad de los políticos no nacionalistas y de todas las instituciones del estado español.

            A esta situación no se ha llegado de la noche a la mañana, han sido muchas décadas durante las cuales extrañas ambiciones políticas han ido creando paulatinamente en Cataluña una fractura social entre los catalanes y el resto de los españoles ante la pasividad de todas las Instituciones del Estado Español y ahora esa fractura se ha materializado en una crisis política de enorme magnitud y de inciertas consecuencias.           

            Curiosamente, pudiéndose formular una exclusiva pregunta, que bien pudiera ser “¿Desea usted que Cataluña sea independiente?”, para saber si los catalanes desean o no la independencia, el gobierno de la Generalitat ha decidido formular dos preguntas que son: “¿Quiere que Cataluña sea un Estado?” y “¿Quiere que sea un Estado independiente?”. Estas preguntas no son una trampa como pretenden algunos sino el planteamiento de un engaño pues cualquiera que quiera la independencia de un territorio evidentemente también quiere que ese territorio se convierta en un estado y por otro lado, el que un territorio se constituya en un estado sin vinculación alguna con otro estado (y las preguntas no hacen alusión a ninguna forma de vinculación a otro u otros estados) solo puede conllevar y significar la independencia.           

            El partido mayoritario catalán, Convergencia i Unió (CiU), ha estado durante años jugando con fuego, fomentando acontecimientos hasta que, finalmente y como ocurre siempre en estos casos, los acontecimientos se han desbocado y han dejado de estar controlados para pasar ellos a controlar a sus creadores. Así pues a CiU no le quedaba otro remedio que intentar rentabilizar los acontecimientos ya desbocados poniéndose al frente de las demandas secesionistas y todo ello para no verse superado electoralmente por Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). No obstante, haga lo que haga y sea el resultado el que sea, el referéndum del próximo 9 de Noviembre del 2014 supondrá “el canto del cisne” de CiU y el final político de Artur Mas porque la oculta y verdadera intención no manifestada de los dirigentes convergentes es realizar el referéndum y luego negociar con el estado español desde una posición de fuerza utilizando a los catalanes, traicionando a sus socios secesionistas y engañando, en unión con la demás casta política española, al resto de los españoles, pero esto no le puede salir bien por la simple razón de que ERC es la fuerza política emergente en Cataluña y tiene la suficiente fuerza política y sobre todo social para impedírselo e imponerle sus planteamientos haciendo de CiU un interlocutor poco fiable por sus antecedentes actitudes en toda negociación y por carecer de una representatividad real.

            Si bien todo indica que CiU y sus dirigentes han convocado y apoyado este referéndum con la boca pequeña, no es menos cierto que la sociedad catalana lo tiene todo muy claro y esta decidida a decir SI a la celebración del referéndum y a decir SI a la independencia. Por su parte, el actual Jefe del Gobierno esta instalado en un permanente NO manifestando simplemente que “con toda claridad esta consulta NO se va a celebrar, es inconstitucional y NO se va a celebrar”, no obstante no ha indicado con qué medios pretende impedir la celebración del referéndum porque lo único que puede hacer realmente es dificultarlo levemente negándose a facilitar el censo electoral y recurrir al Tribunal Constitucional, lo cual no deja de ser un “brindis al sol” y un engaño a los españoles puesto que el Gobierno Catalán ya piensa elaborar su propio censo convocando a las urnas a toda clase de personas, incluso aquellas que conforme a la vigente legislación electoral carecen de derecho a voto, y resulta evidente que una sentencia del Tribunal Constitucional no vinculará a unas instituciones autonómicas que están en fase de ruptura con las demás instituciones del estado.

            En definitiva, el gobierno de España tiene la facultad de agravar aun más el problema haciéndolo irresoluble al convertir la fractura social en irreversible, pero no tiene posibilidad alguna de impedir la celebración de la consulta porque se encuentra precisamente ante la situación cuya posibilidad de producirse ha sido siempre negada por los sucesivos gobiernos habidos en el país desde el final de la dictadura franquista, pero que, en cambio, se está produciendo ante la incredulidad de toda la casta política e institucional.

            Pase lo que pase, el pueblo español (o lo que quede de él) no puede ni debe aceptar esa idea de la que se viene hablando desde hace tiempo de una “Segunda Transición” sea esta con o sin Cataluña, con o sin Juan Carlos porque estaría encabezada y dirigida por los mismos que nos han conducido a este callejón sin salida con la única intención de seguir perpetuados en el poder y en el privilegio. Cada día que pasa se hace más patente y manifiesto que es imprescindible un cambio político, una “Segunda Transición” si se quiere llamar así, pero es requisito sine qua non del mismo la depuración de responsabilidades por la catástrofe política, social y económica en la que nos encontramos, y de la cual la cuestión del referéndum en Cataluña es solo su última manifestación, siendo imprescindible la defenestración política y la marginación social de la actual casta dirigente y de sus amigos encaramados en las instituciones del estado

viernes, 6 de diciembre de 2013

SIMBOLISMO

Siento defraudar a aquellos que, a tenor del título del presente artículo, se crean que van a leer algún comentario sobre el movimiento artístico que, como contraposición al realismo y al naturalismo, nació a finales del Siglo XIX con la publicación de “Las Flores del Mal” de Charles Baudelaire porque el presente texto va a versar sobre un tema más prosaico y menos artístico cual es la vigente Constitución Española de 1978 de la que hoy, precisamente, se cumplen treinta y cinco años de su aprobación en referendum por el pueblo español.    
       
El 6 de Diciembre de 1978, el pueblo español era convocado, conforme a la Ley de Referéndum Nacional de 1945, a un plebiscito para dar o no su beneplácito en bloque a un texto legal integrado por 169 artículos y que sería la médula espinal de la estructuración del nuevo estado postfranquista y la garantía de todos los Derechos y Libertades ciudadanas.

            A pesar de ser aprobada por una incontestable mayoría de los ciudadanos que participaron en el referéndum, la Constitución de 1978 nacía enclenque y capitisdisminuída porque toda su aplicación efectiva quedaba a merced de la posterior y arbitraria voluntad política de aplicarla así como de la redacción ulterior de Leyes Orgánicas y de sus consiguientes reglamentos y finalmente de interpretaciones jurisprudenciales de los tribunales de justicia viéndose manipulada y restringida en todos sus aspectos en cada una de las fases de su supuesto desarrollo. Así, junto a Derechos Fundamentales que jamás se han aplicado como el Derecho a una Vivienda Digna o el Derecho al Trabajo existen derechos que se han visto o se están viendo reducidos como el Derecho de Manifestación y de Expresión o títulos enteros, como el Título VIII referente a las autonomías, que si en un principio no existía interés político en desarrollarlo y aplicarlo se ha terminado convirtiendo en un problema estructural del estado.

            No obstante, la Constitución de 1978 ha sido desde su promulgación, el 29 de Diciembre de 1978, hasta hace poco más de cinco años el mayor éxito de la propaganda política institucional desde la no menos exitosa campaña propagandística  ideada por Manuel Fraga con motivo de los “XXV Años de Paz”. Desde el principio de su vigencia, la Constitución de 1978 ha sido presentada a la generalidad de los ciudadanos como un texto jurídico perfecto que toda demanda justa amparaba, todas las libertades protegía y la paz entre los españoles mantenía pretendiendo difundir la idea de que no había otra Carta Magna mejor y equiparándola a cualquier texto sagrado de revelación divina como el Corán, la Torah o la Biblia. Durante más de dos décadas, todos aquellos que cuestionaban las bonanzas del texto constitucional incidiendo en las manifiestas contradicciones existentes entre lo expresado en él y su aplicación y efectos prácticos o que reclamaban la apertura de un proceso constituyente o de reforma constitucional eran tildados sin misericordia alguna por los medios de comunicación de “ultras”, “radicales”, “violentos” y “alteradores de la paz civil”.

            Hoy, como suele ocurrir siempre porque “se puede engañar todo el tiempo a poca gente o poco tiempo a toda la gente, pero jamás se puede engañar a todos todo el tiempo”, la realidad se ha terminado imponiendo a la propaganda la cual no ha podido evitar que todas las contradicciones constitucionales hayan salido a la luz pública poniendo de relieve que las consideradas por algunos juristas como “las reglas del juego” no estructuraban un estado sino que simplemente reglamentaban una tahurería y que, treinta y cinco años después, los españoles tiene menos derechos sociales y tal vez políticos que antes de entrar en vigor la actual Constitución.

            Hubo un tiempo que se evitó por todo los medios el favorecer que se hicieran bromas sobre la Constitución de 1978 llegándose al extremo de que Su Excelencia el Jefe del Estado la sancionó el día 29 de Diciembre de 1978 en vez del día 28 del mismo mes y año para que no coincidiera con la festividad de los Santos Inocentes y así evitar que se inmortalizara en la historia con el sobrenombre de “La Inocentada” o “La Inocenta” al igual que la Constitución de 1812 paso a denominarse popularmente como “La Pepa” por promulgarse el día de San José, 19 de Marzo, de 1812. Actualmente ninguna instancia política o institucional se preocupa de las bromas a costa de la Constitución de 1978 pudiéndola denominar popularmente “La Cuestioná” porque esta Constitución esta en entredicho y ampliamente cuestionada por el pueblo español. Está cuestionada por los republicanos que desean una forma de estado republicana, la cuestionan los nacionalistas que quieren la secesión de una parte del territorio nacional, la cuestionan quienes proponen como solución la recentralización filofranquista del estado y, finalmente, la cuestionamos quienes rechazamos la actual Jefatura del Estado y exigimos un estado federal.  
         
Igualmente, hubo un tiempo en que por toda la geografía española proliferaban las calles y plazas dedicadas a la Constitución de 1978 así como homenajes, conmemoraciones y monumentos siendo el más conocido la escultura situada en los Jardines del Museo de Ciencias Naturales de Madrid y que con forma, según se mire, de cubo o dado puede considerarse premonitorio de la falta de previsión y del azar que ha caracterizado la vida política española en el actual periodo constitucional. En este sentido más simbólico resulta el monumento erigido en el madrileño barrio de Aluche porque resulta un simbolismo de todos los avatares políticos sucedidos en nuestro país tras la muerte de Franco.

En 1982, la Junta Municipal de Latina acordó plantar en el entonces llamado “Parque Arias Navarro” y hoy denominado “Parque Aluche” un abeto que sirviera de homenaje a la Constitución de 1978 a la par de que ocultara la personalidad del que fuera conocido como “Carnicerito de Málaga, dicho abeto estaría rodeado por un alcorque de ladrillo blanco que contendría una placa alusiva a la Constitución y a las libertades. Durante los años siguientes y hasta principios de los años noventa del siglo pasado, como si fuera una tradición que coincidía con la fecha de la conmemoración constitucional del seis de Diciembre, el árbol era cortado por toda clase de personas desafectas al actual régimen con gran indignación de numerosos vecinos que de forma prácticamente inmediata procedían a plantar uno nuevo instaurándose entre ambos colectivos una cómica relación de acción-reacción en la que unos plantaban y otros cortaban y viceversa. Con el transcurso de los años y ya entrados en el Siglo XXI, el afán talador de unos desapareció y con él, evidentemente, el afán plantador de los otros empezando aparentemente a crecer en paz el último de los abetos plantados hasta que hace unos meses y, sin que mediara ninguna causa externa, culminó un proceso degenerativo de putrefacción por corrupción desde las raíces que no admitía tratamiento botánico alguno y el árbol murió irremediablemente siendo retirado por operarios municipales.

Lo ocurrido con este árbol representa fiel y exactamente la situación en la que se encuentra la actual Constitución Española a pesar de toda la propaganda que aún se difunde: esta grave e irreversiblemente enferma desde sus orígenes y su enfermedad no tiene tratamiento por lo que lo único que se puede y debe hacer es certificar su defunción así como la del régimen político que ha pretendido constituir.

viernes, 29 de noviembre de 2013

“MANUAL DE SOCIALISMO Y CAPITALISMO PARA MUJERES INTELIGENTES” de George Bernard Shaw

La producción literaria y dramática de George Bernard Shaw (1856-1950) es de sobra conocida por todos los lectores especialmente por aquellos que, repartiendo su amor entre la literatura y el cine, disfrutaron con la magnífica interpretación de Leslie Howard como el profesor Higgins en la película “Pigmalión” (1938) o de la música y canciones de su versión musical “My Fair Lady” (1964). No obstante, la faceta de crítico social y político de Bernard Shaw es mucho menos conocida por el gran público a pesar de haber pertenecido a la “Sociedad Fabiana” y de haber colaborado en la redacción de diversos folletos de índole socialista publicados por esta entidad británica.

            Fruto precisamente de esta pertenencia a la “Sociedad Fabiana” es la redacción de su voluminoso “Manual de Socialismo y Capitalismo para Mujeres Inteligentes” (1928) publicado recientemente en nuestro país por la editorial RBA y en el que Bernard Shaw desmenuza y explica a la perfección el funcionamiento del capitalismo contemporáneo descubriendo sus trucos, métodos, medios y falsedades. De hecho “Manual de Socialismo y Capitalismo para Mujeres Inteligentes” es un tratado de economía política altamente esclarecedor para todos aquellos que carecen de los más mínimos conocimientos para comprender el funcionamiento de la pluralidad de actividades que integran la macroeconomía capitalista (economía financiera, sociedades anónimas, accionariado, importación y exportación…).

            Por otra parte, “Manual de Socialismo y Capitalismo para Mujeres Inteligentes” no solo se limita a explicar el funcionamiento pormenorizado del capitalismo al que llega a calificar de “caballo desbocado” sino que también intenta difundir las posibles bonanzas del socialismo, aunque por socialismo no debemos entender ni el socialismo utópico de un Fourier ni el socialismo científico de los marxistas, sino el peculiar socialismo Fabiano que al mismo tiempo pretende ser práctico y mantenerse alejado de toda intención revolucionaria. Si bien Bernard Shaw justifica el socialismo como un medio para lograr un objetivo último que es la igualdad en la renta, no se aparta ni un ápice de los propósitos de la “Sociedad Fabiana” que son avanzar en la aplicación de los principios socialistas mediante reformas graduales, es decir, el autor sostiene en su obra “Manual de Socialismo y Capitalismo para Mujeres Inteligentes” que la forma correcta de acabar con la propiedad privada y nacionalizar las empresas y servicios no es ni mediante la revolución violenta ni la expropiación sin compensación, sino mediante una política de aumento gradual de los impuestos que hará que la propiedad privada vaya pasando de las manos de los particulares a las del estado.

            En este sentido Bernard Shaw, se adelanta en el análisis de numerosas cuestiones que hoy en día se están produciendo en nuestro país tales como el llamado caso de las “preferentes” o el llamado “rescate bancario” sobre el cual viene a sostener, no sin falta de razón, que cualquier subvención o ayuda que se de por parte del estado a una empresa privada para sortear una situación crítica debe recibir como contrapartida un número apropiado de acciones de dicha empresa, lo que en la práctica supone una nacionalización total o parcial de la misma dependiendo del porcentaje de acciones que pasen a propiedad del estado.  

            Si “Crítica de la Economía Política” (obra fundamentalmente conocida por “El Capital”) de Marx es una obra científica de alto nivel que ha necesitado a lo largo del tiempo numerosos trabajos de exégesis para hacerlo llegar a la mayoría de la población, “Manual de Socialismo y Capitalismo para Mujeres Inteligentes” es una obra clara en la que George Bernard Shaw consigue, con numerosos ejemplos y aclaraciones, hacer comprensibles todos los arcanos de la economía moderna a la inmensa mayoría. 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

COINCIDENCIAS Y DIFERENCIAS ENTRE NEOLIBERALISMO Y ANARQUISMO

Tras leer el ensayo de Proudhon titulado “El Principio Federativo” en el que este autor anarquista critica al estado por su intromisión en la sociedad y su intervencionismo económico a través de los impuestos abogando, no por su clara y rotunda desaparición, sino por contrarrestar su poder e influencia mediante la federación de entidades obreras y territoriales que asuman buena parte de la protección social no se puede menos que encontrar notorias coincidencias entre las propuestas anarquistas y el moderno Neoliberalismo.

Si el Anarquismo supone la exaltación de la libertad individual, la eliminación total de todo estado y autoridad externa al individuo y la sustitución de las leyes por unos supuestos códigos éticos de conducta, el Neoliberalismo es una moderna corriente de pensamiento económico y político que defiende el libre mercado, las privatizaciones y la desregularización progresiva de todos los ámbitos de la economía reduciendo al estado al mínimo suficiente para mantener la paz interna mediante la beneficencia pública y los medios de coacción policial.

Para el Neoliberalismo todo aquello que es susceptible de explotación económica y de actividad mercantil lucrativa debería ser permitido por el estado y no estar sometido a fiscalidad ni regulación alguna. Partiendo de esta filosofía, llama poderosamente la atención que para los Neoliberales no sea objetivo, a corto o medio plazo, la legalización de actividades económicas tan lucrativas como ética y moralmente rechazables como el tráfico de drogas, la prostitución o el tráfico de armas aunque sobre la legalización de alguna de estas actividades ya se esta abriendo un importante debate en numerosas sociedades occidentales. Los Neoliberales profesan una, no declarada, ética individualista de exaltación del ego, es decir una ética egoísta, de ahí que necesiten la existencia de un estado residual capaz de defenderles de las reacciones adversas de las personas a las que perjudican con sus decisiones económicas e impedir que otros individuos se eleven de la nada alcanzando relevancia económica y política porque el aumento de la cúspide de la pirámide social implicaría mas competencia en la explotación de los recursos y menos ganancia, de ahí tal vez derive el hecho de que los neoliberales, tan amigos de la total liberación de los mercados, se resistan a liberalizar, legalizándolos, comercios hoy prohibidos y perseguidos.

Otra coincidencia entre el ideario anarquista y el Neoliberalismo se encuentra en materia de protección social. Mientras que los anarquistas pretenden que coberturas sociales como el paro obrero, las pensiones de jubilación, la sanidad etc… sean prestadas por instituciones gratuitas de ayuda mutua cuya financiación se gestionaría a través de una especie ideal de economía de trueque, los neoliberales opinan que, al ser todas estas coberturas sociales susceptibles de explotación económica y de generar beneficios, deben ser privatizadas, gestionadas por empresas mercantiles y financiadas mediante aportaciones económicas periódicas voluntarias o no. De esta forma el Neoliberalismo elimina del estado una de sus funciones fundamentales cual es la protección social dejando de tener sentido el pago de impuestos por este concepto aunque, para evitar descontentos crecientes entre la población, se prevé que el estado siga prestando una pequeña protección social a través de instituciones de beneficencia pública (subsidios de caridad, hospitales de beneficencia, etc…).

Los neoliberales desean la progresiva reducción del estado al mínimo (Minarquismo) privatizando y dejando al albur de las leyes naturales del mercado todos los servicios públicos con la doble finalidad de entrar a explotar económicamente esos servicios obteniendo beneficios con ello y que la presión fiscal disminuya al máximo pagándose al estado residual una pequeña cantidad al año en concepto de impuestos suficiente para mantener las fuerzas del orden y las instituciones de beneficencia. Curiosamente, al sostenimiento de esas fuerzas del orden contribuirían todos los ciudadanos pero solo unos pocos, la cúspide de la pirámide de la sociedad neoliberal, se beneficiarían de sus servicios al tener como fin fundamental reprimir las reacciones contrarias a la economía y a la política neoliberal.

Estas similitudes entre el ideario anarquista de supresión total del estado y la idea neoliberal de reducirlo al mínimo han dado lugar a la aparición de otra nueva corriente dentro del Neoliberalismo denominada Anarcocapitalismo que, igual que los anarquistas, pretende la total desaparición del estado pero dejando toda regularización de la vida a la ley de la oferta y de la demanda y garantizando la libertad individual mediante la propiedad privada de los bienes de producción. Curiosamente los anarcocapitalistas, más coherentes que los neoliberales, desean que las fuerzas de orden público sean gestionadas por empresas privadas lo cual evidentemente es una contradicción con el Anarquismo clásico el cual rechaza toda existencia de fuerzas y medios de represión.

El Anarquismo clásico, ideario que puede ser discutible pero digno del más alto de los respetos, tal vez pretende la realización de un sueño imposible en el que el hombre sea totalmente libre y en la sociedad no exista la más mínima de las injusticias, pero el Neoliberalismo es un ideario que, a pesar de sus pretensiones manifiestas, conduce a una sociedad a ser gobernada por la “Ley de la Selva” con el elemento corrector de la existencia de un estado residual que impida la renovación de las oligarquías económicas mediante el triunfo del más fuerte. Por su parte el Anarcocapitalismo, que guarda muchas semejanzas también con las ideas del movimiento miliciano norteamericano, conduce directamente y sin paliativos a la pura “Ley de la Selva” con el elemento distorsionador, que no corrector, de la existencia de unas fuerzas represivas privadas que aseguren que el más fuerte lo siga siendo eternamente. En la “Ley de la Selva” neoliberal el elemento corrector impide que el debilitamiento de la oligarquía económica deje paso a su sustitución por la aparición de otros individuos más fuertes mientras que en la “Ley de la Selva” de los anarcocapitalistas se asegura que la oligarquía económica no deje jamás de ser la más fuerte.

Con el argumento de la libertad individual, Neoliberalismo y Anarcocapitalismo, conducen al desamparo de las más amplias mayorías y a regímenes donde los derechos y las libertades son directamente proporcionales al poder económico que se posee, por lo que hay que estar muy alerta no dejándose engañar con sus promesas de felicidad y su apariencia progresista. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

LA REGENERACIÓN DE UN PARTIDO POLÍTICO


A finales de la semana pasada saltó a los medios de comunicación la noticia de que diversas personalidades del mundo cultural y social de nuestro país entre los que destacaban el ex juez don Baltasar Garzón, el Rector de la Universidad Complutense de Madrid, don José Carrillo, y doña Pilar del Río, viuda del Premio Nobel de literatura don José Saramago, habían firmado una carta colectiva ante la próxima conferencia política del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ofreciéndose a dicho partido para regenerarlo y presentar una opción política capaz de derrotar al Partido Popular en las próximas elecciones generales.

            El hecho mismo de que el PSOE, que ha sido el partido político que más tiempo ha gobernado España desde las elecciones de 1977, necesite realizar una conferencia política o un congreso ordinario o extraordinario con la exclusiva finalidad de ver qué puede ofrecer al pueblo español para poder elaborar un programa creíble a fin de que sea mayoritariamente votado en las próximas elecciones pone de manifiesto que es un partido político en tal fase de degeneración que debería concluir no con su regeneración, que como expondremos más adelante, es imposible, sino con su desaparición.

            Normalmente una pluralidad de individuos que tienen vocación política y de servicio público y que profesan ideas iguales o semejantes suelen agruparse y constituir un partido político para difundir sus ideas y lograr el máximo apoyo posible del cuerpo electoral con el que alcanzar el poder y realizar sus ideas y proyectos. Ahora bien, cualquier partido político que concurre a numerosas elecciones y no consigue representación parlamentaria alguna puede subsistir eternamente como un partido minoritario y extraparlamentario perseverando dignamente en sus ideas, haciendo campañas de proselitismo dentro de sus limitadas posibilidades y manteniendo la unidad de sus miembros. Aunque la lógica nos indique que un partido de estas características debe desaparecer, máxime si consideramos que sufre una constante sangría de cuadros y de militantes que, por pragmatismo o por oportunismo, se recolocan en los partidos parlamentarios mayoritarios, lo cierto es que su constante crisis se debe exclusivamente a su extraparlamentarismo y este a su vez puede ser debido a numerosísimas causas la mayoría de ellas exógenas: medios propagandísticos exiguos, imposibilidad de hacerse oír ante los mensajes de los grandes partidos mediáticos, falta de asesores que proyecten una imagen atrayente para los electores, errores puntuales que se pueden cometer en las campañas electorales, desconexión con los problemas reales del país, etc. Así pues, un partido extraparlamentario que siempre está en crisis puede salir de ésta convirtiéndose en parlamentario y, por tanto, es susceptible de ser regenerado en cuanto disponga de unos líderes que lleven una adecuada gestión interna, reorganicen las estructuras del partido, reconduzcan al mismo a conectar con la realidad social y ofrezcan unas ideas y propuestas factibles de realización. A fin de cuentas, a un partido extraparlamentario que lleva en esa situación décadas se le podrá acusar de muchas cosas pero jamás de haber perdido la confianza de sus electores a causa de haber metido la mano en el erario público, haber arruinado al país o de haber elevado el interés particular de sus miembros a condición de causa política nacional. 
           
A sensu contrario, cuando un partido, que goza de tal apoyo electoral que le permite acceder al gobierno del país, pierde el poder a favor de otro partido parlamentario que le ha superado en número de votos ello puede deberse, en primer lugar, al normal desgaste que se produce en todo gobierno y cuyo fruto es la característica alternancia política de las democracias occidentales o, en segundo lugar, a que su gestión al frente del gobierno ha sido tan gravemente corrupta, nefasta y desastrosa que, ocasionando la ruina moral y/o material de millones de ciudadanos, debe congratularse de haber perdido unas elecciones en vez de haber sido arrojado del poder por un tsunami de indignación ciudadana. A este respecto es imprescindible precisar que para incurrir en una gestión pésima o corrupta no es imprescindible formar gobierno o ser el partido mayoritario en el parlamento sino que basta con, siendo un partido parlamentario minoritario, apoyar de cualquier manera, ya sea por acción u omisión, a los respectivos partidos políticos que lo forman en cualquier ámbito de las administraciones públicas sean estas locales, autonómicas o estatales. Igualmente, cuando un partido político que ha estado un tiempo prolongado en el gobierno pierde constante y sucesivamente apoyo electoral ello se debe siempre y fundamentalmente a causas endógenas que no tienen ni solución ni posibilidad de revertirse porque esa situación no es atribuible a una sola persona o circunstancia sino que es la manifestación de un fallo multiorgánico de todas las estructuras del partido. A una situación así se llega porque el liderazgo incurre en el error de no haber sabido elegir adecuadamente al equipo que desempeñó las tareas de gobierno, porque los cuadros intermedios están más preocupados en “adular al jefe” para seguir saliendo en la foto o en “moverle la silla” para sentarse ellos que en auxiliarle, porque las ideas fundamentales del partido se confunden y se diluyen inspirando unos programas que muestran la total ausencia de un saber querer y porque, finalmente, la militancia de base, al igual que los espectadores del circo romano, está más dispuesta a levantar el pulgar si las cosas van bien y a ponerlo bocabajo si las cosas van mal que a hacer una crítica constructiva de lo que ocurre en el seno del partido cuando aún todo parece marchar sobre ruedas.

            Esta última es, precisamente, la situación en la que se encuentra actualmente el Partido Socialista Obrero Español por lo que la carta colectiva a la que hacíamos referencia al principio del presente escrito no es realista ya que la regeneración de este partido es imposible. El Partido Socialista Obrero Español en los veintiuno años que ha estado en el gobierno de España (catorce de Felipe González y siete de Rodríguez Zapatero) ha cosechado más fracasos que éxitos y siempre ha dejado al país en una posición ideal para que, seguidamente, la derecha económica representada por el Partido Popular justificara el empobrecimiento de los ciudadanos creando imaginarias burbujas mortales que solo beneficiaban a los que más poder adquisitivo tenían o eliminando y recortando derechos y prestaciones sociales imprescindibles para los menos favorecidos. No cabe duda que la situación que hoy  padece el PSOE también se reproducirá en un futuro en el PP porque estos dos partidos han cometido, en el tiempo que han ejercido el gobierno, los mismos errores: han desarrollado siempre una política a corto plazo, favorable a sus respectivas internacionales (socialdemócrata o democratacristiana), y a sus respectivos jerarcas (llamados “barones”); pero jamás han llevado a cabo una política de estado abocando a España a un claro y manifiesto retroceso político y social que si hoy tan solo se puede adivinar es seguro que en los próximos veinticinco años se podrá visualizar.

            El PSOE podrá volver a ganar unas elecciones, de eso no cabe duda, pero no será porque se haya regenerado cambiando a mejor ni por méritos propios sino que de ganarlas, las ganará igual que las ganó el Partido Popular en 1996 y 2011; por deméritos ajenos y cada vez con menos apoyo social y electoral.

            Pretender regenerar cualquier partido político que ha estado en el poder o sus aledaños durante un prolongado periodo de tiempo y que desde el mismo ha provocado o favorecido problemas políticos y sociales a los ciudadanos es pretender cambiarlo todo para que todo permanezca igual, es querer lavar la cara para tener una nueva oportunidad de retornar al poder y volverlo a hacer mal o incluso peor. Un partido político que hace eso no puede ser regenerado ni desde dentro ni desde fuera porque lo único que puede hacer es depurar responsabilidades ante los ciudadanos que han sufrido su mal gobierno y luego, si aun conserva un escrúpulo de decencia, disolverse.

lunes, 4 de noviembre de 2013

UNA NUEVA VARIABLE EN EL SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES

La última reforma del sistema público de pensiones que ha diseñado el actual gobierno del Partido Popular presenta dos novedades fundamentales consistentes en el hecho de que las pensiones ya no se revalorizarán anualmente conforme al Incremento de Precios al Consumo (I.P.C.) sino que se incrementarán todos los años tan solo un 0´25 por ciento y en el hecho de la introducción en dichas pensiones del llamado “coeficiente de sostenibilidad” en virtud del cual se calculará la cuantía de la pensión a percibir en relación con la esperanza de vida del perceptor en el momento de cumplir los sesenta y siete años, nueva edad de jubilación establecida por el anterior gobierno del Partido Socialista.

            Estas dos novedades que, en síntesis, se traducen en una reducción en la cuantía de las pensiones a percibir introducen una nueva variable en el sistema público de pensiones cual es el establecimiento de la “pensión estructuralmente deficitaria”.

            Desde su creación tal y como lo conocemos, a finales de los años cincuenta del siglo pasado, y hasta hace muy poco, el sistema público de pensiones respondía a la idea de proporcionar a nuestros mayores, tras la finalización de su vida laboral, una existencia digna y sin penurias abonándoles mensualmente una pensión que se acercara lo máximo posible a la satisfacción del cien por cien de sus necesidades imprescindibles uniéndose a la cuantía de la pensión otros beneficios sociales, que nunca llegaron a ser considerados a efectos fiscales como retribuciones en especie, como era la exención del pago de medicamentos, notables descuentos en transportes públicos, etc… A partir de ahora y debido exclusivamente a décadas de irresponsables políticas económicas y sociales, el sistema público de pensiones se ha convertido en una especie de chivo expiatorio con el que se pretende acabar dando la apariencia de que se protege y sostiene a fin de sanear, en el presente y en el futuro, las cuentas públicas.

            Para ello nada mejor que reorganizar la totalidad del sistema de protección social de la vejez y las pensiones públicas a fin de que las mismas sean estructuralmente deficitarias, es decir que, de forma sistemática y prolongada, cubran cada vez menor porcentaje de las necesidades de las personas que las perciben haciéndolas recurrir a sus ahorros para complementarlas o a la suscripción de planes privados de pensiones siendo precisamente a esto a lo que tienden las futuras medidas que pretende ejecutar el gobierno.
           
Ahora bien, ¿Qué justificación tiene el mantenimiento de un sistema público de pensiones en el que, llegado el momento, sus beneficiarios van a pasar, no ya solo necesidades, sino graves penurias económicas?. La respuesta a esta pregunta es muy simple y es que no se pretende mantener el sistema público de pensiones sino simplemente justificar a corto y medio plazo (1) la existencia misma del propio estado que cada vez más ha dejado de ser un instrumento medial para terminar convirtiéndose en un fin en sí mismo.

            La existencia de cualquier estado solo se justifica si sirve al bien común manteniendo interiormente la paz, defendiendo a la colectividad frente a posibles agresiones externas y redistribuyendo, de una u otra forma, la riqueza entre sus ciudadanos a fin de que no existan grandes desigualdades sociales ni enormes bolsas de pobreza, pero cuando un estado no solo no intenta cumplir con esas obligaciones mínimas sino que además desarrolla una política claramente contraria a las mismas se convierte metafísica y filosóficamente en un absurdo mientras que materialmente pasa a ser un mero engranaje de explotación del ser humano siendo precisamente esto lo que todo estado que se aleja de su finalidad original intenta ocultar y disimular utilizando fundamentalmente la propaganda institucional y la demagogia. Es por ello que el actual gobierno quiere mantener a toda costa un sistema público que pensiones aunque en el futuro serán a todas luces insuficientes para mantener a nuestros mayores, porque mientras al final de la vida laboral exista una pensión, por exigua, ridícula e insuficiente que esta sea para mantener al jubilado con un mínimo de dignidad, el estado podrá seguir justificando no solo su propia existencia sino también el hecho de que los ciudadanos estén cotizando a la Seguridad Social y pagando impuestos con los que los miembros de la casta política viven opíparamente.

            Por otra parte, la alternativa que la casta política pretende ofrecer a los ciudadanos españoles ante la futura reducción cuantitativa de las pensiones públicas es la suscripción de planes privados. Ahora bien, sin entrar en otras consideraciones de carácter sociológico y considerando exclusivamente la cuantía media de los salarios de los trabajadores en nuestro país así como los gastos imprescindibles que las familias tienen que afrontar mensualmente resulta que, tras atender a las necesidades de vestido y alimentación así como a las de alojamiento (ya sea éste en compra o alquiler) y suministros (luz, gas, teléfono…), a la mayoría de ellas no les queda cantidad alguna que puedan destinar al ahorro y mucho menos a invertir en un plan privado de pensiones por lo que está claro que el final de la planeada reforma del sistema de pensiones no solo supondrá el empobrecimiento de las futuras generaciones que se incorporen a “la tercera edad” sino su completo desamparo en una fase de la vida humana donde son más numerosos, obligados y perentorios los gastos.

            Una vez más, y ahora concretamente en el tema de las pensiones, los miembros de la casta política vuelven a engañar y a mentir a los ciudadanos porque lo que deberían reconocer de una vez por todas es la verdad que no es otra que el sistema público de pensiones peligra porque durante décadas la inversión pública que debería haber ido a él se ha destinado a otros fines, principalmente a juegos de artificios políticos como subvenciones a partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales etc… así como a operaciones puramente estéticas como la inversión en megalómanas infraestructuras. Igualmente deberían decir a los ciudadanos que hoy rondan los cuarenta o cincuenta años de edad que cuando lleguen a la jubilación la pensión pública que van a percibir tras toda una vida de cotizaciones no les va a alcanzar ni para comprar una ración de supervivencia en un puesto ambulante sin licencia. No obstante, nuestros políticos jamás reconocerán lo primero porque equivale a reconocer su falta de honradez y su completa inutilidad mientras que lo segundo no lo dirán jamás porque entonces no podrían justificar el pago de las actuales cotizaciones a la Seguridad Social por lo que los ciudadanos podrían empezar a plantearse el por qué contribuir a un sistema del que van a recibir menos de lo que les obligan a aportar y ello, evidentemente, llevaría al colapso total e inmediato del sistema de pensiones que alcanzaría a los actuales beneficiarios que serán de los últimos en disfrutar de unas pensiones menos deficitarias.  










(1)   Es preciso aclarar que, a todos los efectos, se entiende por corto plazo aquello a lo que se puede llegar en menos de seis meses, medio plazo es aquello que se puede alcanzar en un periodo de tiempo que va de seis meses a seis años y largo plazo aquello cuyos resultados se prevé que se pueden materializar en un tiempo superior a los seis años.
 



viernes, 25 de octubre de 2013

LA DIGNIDAD HUMANA: SUS TRES ESCALONES


Reconozco sin problemas que mis artículos son poco originales. Contienen reflexiones surgidas de múltiples lecturas y de su rumia posterior, en solitario conmigo mismo y en diálogo con amigos. Pero éste tiene un sólo referente. Va a ser la glosa, por ende imperfecta y a la vez infiel, de ideas contenidas en el sugerente libro PERSONAS POR AMOR, obra de una excelente cura andaluz Luis Mari Salazar, a quien tuve el gozo y el honor de escuchar y conocer en la XX Aula del Instituto Mounier, recientemente celebrada en Burgos.

Los humanos somos criaturas. Seres contingentes, como todos los que componen el conjunto de los entes existentes. Tenemos una estrecha relación con todos ellos. Estamos formados del mismo polvo de estrellas. Fuimos llamados a la existencia por un proceso creador del único Ser necesario. Proceso que hoy la ciencia describe como evolución. Pero si existe el ser y no la nada es porque ese Absoluto misterio al que llamamos Dios, quiso, en volición pura y gratuita, poner en marcha la creación a la que sigue sosteniendo desde dentro. Los humanos somos creaturas, ese es el primer escalón de nuestra dignidad que compartimos con todos los demás seres. En comunión fraternal con  todos ellos disfrutamos de la existencia, como tan bella y exactamente expresara Francisco de Asís, calificando de hermanos a todos los seres inertes y vivos.   

Pero formando parte de la naturaleza que constituye una pluralidad jerarquizada, nos hemos distanciado constitutivamente de ella. El ser humano es una unidad psico-física, un compuesto de mente y materia, dotado de una inteligencia, con sus tres niveles racional, emocional y espiritual que nos permite distanciarnos del resto de la creación y ser capaces de analizarla y tratar de desentrañarla. Hemos emergido de la naturaleza y constituimos su vértice evolutivo. Disponemos de un sistema de comunicación propio, el lenguaje que sirve para comunicarnos y pensar hasta la abstracción y el simbolismo. Somos seres que nos  interrogamos sobre las cuestiones básicas de la existencia y su sentido y tratamos de encontrar respuestas satisfactorias. Alcanzamos este escalón, el segundo de nuestra dignidad, porque, según sabemos los creyentes, en nuestra emergencia hemos llegado a ser imagen y semejanza del Creador por encima de los demás entes creados. Mas esta preeminencia no significa que podamos explotarlos y destruirlos sino que tenemos unas obligaciones respecto a ellos en orden a conservarlos y preservarlos.

Pero existe un tercer escalón en la dignidad humana que la convierte en incondicional. Se aplica tanto a toda nuestra especie en virtud de su común naturaleza, como a todos y cada uno de sus miembros, cualesquiera que fueren sus circunstancias particulares. Somos personas. ¿Qué es ser persona? ¿Cuál es la nota característica de la personalidad?. Es la relación. Somos personas, nos constituimos como tales, empezamos a ser un yo, en virtud de nuestra relación con otros tus. Y, desde nuestra perspectiva creyente, el primer Tú que nos conforma en nuestra identidad, es la relación con Dios. Relación que parte de su gratuidad amorosa. Existimos y llegamos a ser personas porque somos amados por Él desde nuestro mismo origen. Y desarrollamos nuestra personalidad ya que mantenemos constantemente encuentros con otros tus. Si son  de amor, nuestro desarrollo será positivo. En cambio, en la medida en que sean de dominación o de explotación, recibida o practicada, estropearemos ese crecimiento personal.

Por ser personas, por haber alcanzado este tercer nivel de nuestra dignidad, todos y cada uno de los seres humanos gozamos de unos Derechos Fundamentales, con sus correlativos Deberes, que deben ser positividados en todos los ordenamientos jurídicos. La dignidad de las personas es incondicional y ha de predicarse de todos los seres humanos. Nunca puede perderse, por graves que sean los actos injustos que lleguemos a cometer. El criminal más encanallado por sus actos inhumanos tiene derecho al respeto de su dignidad, aunque deba sufrir las condenas impuestas por la justicia. De ahí el error del razonamiento escolástico pretendiendo justificar la pena de muerte –asesinato legal- aduciendo que la gravedad del delito le hace perder su dignidad.

De la dignidad de la persona derivan directamente los dos Derechos básicos: a la vida y la libertad. Podemos sacrificar nuestra vida  entregarla voluntariamente, día a día o de golpe, al servicio de otras personas. Pero no podemos disponer de ella ni de la ajena, arbitrariamente, por egoísmo o por frivolidad. La calidad de una civilización se ha de medir precisamente por el respeto cuidadoso que ponga en la conservación y protección de la vida de todos los seres humanos, extensiva a los demás entes con los que compartimos la existencia. Vivir no es, naturalmente, sólo sobrevivir, entraña la posibilidad de desarrollar la existencia en unas condiciones mínimas de bien-ser. Y la cultura dominante actual no responde precisamente a este criterio, más bien podemos calificarla de cultura de muerte por la facilidad con que menosprecia, ningunea o aplasta la existencia de tantos seres humanos y de toda la naturaleza.

Junto ella, la libertad. Es un don que hemos recibido, pero, como toda cualidad humana, limitado. Aunque la concepción dominante, individualista, se confunda sobre cuáles sean esos límites. No es la libertad de los otros la que me contiene. Los otros, la relación con ellos, sostienen y afirman, mi libertad, si se desarrolla en un marco de respeto mutuo, en encuentros positivos donde nuestra cualidad relacional de personas se afiance y profundice.  A través de su ejercicio, si nos atrevemos a liberarme de las jaulas visibles e invisibles que nos aprisionan es como voy avanzando en la conquista de  nuestra libertad. Para que sea completamente humana y de acuerdo con lo más hondo de nuestra vocación existencial, ha de volcarse en la entrega comprometida hacia esos tus con los que transcurre nuestra  vida. Ser guardianes de nuestros prójimos, especialmente de los más necesitados, es la manera más auténtica de vivir la libertad. Y teniendo claro ese hondón fundamental conquistar y realizar unas libertades concretas, de índole jurídico-político-económico-cultural será hacedero.

Claro que hay una cuestión grave: ¿cómo convivir en nuestras sociedades heterogéneas con concepciones ideológicas que no ven el carácter incondicional de la dignidad de la persona humana o que no la reconocen en todos los humanos, mientras que a la par, en algunas corrientes, la extienden a nuestras especies animales más próximas?. Debemos dialogar civilizada y razonablemente dentro de la sociedad, pero, desde una diferencia tan abismal, ¿es posible construir una ética mínima para todos?.

Pedro Zabala

miércoles, 16 de octubre de 2013

EL CONTRATO POLÍTICO Y SUS GARANTÍAS


La inmensa mayoría de las personas no son conscientes de que cada día, a pesar de no firmar documento alguno, suscriben innumerables contratos muchos de ellos de una enorme complejidad que nos obligan a cumplir ciertas condiciones y nos permiten recibir ciertas contrapartidas. Así, cuando compramos el pan estamos suscribiendo un contrato de compraventa con el panadero por el cual debemos pagar un precio a cambio de recibir una barra de pan o cuando cogemos el autobús suscribimos un contrato de transporte que lleva aparejado un contrato de seguro en virtud del cual recibimos la contraprestación de ser llevados con seguridad a un punto geográfico determinado a cambio de pagar el precio del billete. Estos contratos son consustanciales a la vida en sociedad y son, en gran parte, reguladores de las relaciones entre los individuos entre sí y entre los individuos y los grupos de individuos.

            Además de estos contratos fácilmente reconocibles, existe otro contrato mas difícil de reconocer y del que igualmente no somos conscientes de su existencia cual es el “Contrato Político” en virtud del cual un individuo o grupo de individuos se vinculan al estado, y bien digo al estado y no al gobierno, del que forman parte.

            El contrato político ha existido a lo largo de la historia y, aunque ha mudado de nombre y de contenido, nunca ha dejado de tener efectos conservando siempre la característica de ser bilateral o sinalagmático, es decir de obligar recíprocamente al individuo o grupo de individuos con el estado y a éste con aquéllos. De este modo, el hoy tan denostado “Pacto de Vasallaje” constituía un contrato político o la misma  “Ciudadanía Romana” no era más que otro contrato político que hacía a los romanos beneficiarios de determinados derechos y les obligaba a determinadas contraprestaciones con Roma.

            Si actualmente viene ganando terreno la teoría de que, desde el punto de vista del mundo ideal, los programas electorales que los distintos partidos presentan a los ciudadanos en tiempo de elecciones constituyen un verdadero contrato, no se debe identificar este supuesto contrato con el “Contrato político” porque el programa electoral del partido triunfador de unas elecciones solo le vinculará y le obligará frente a sus electores, jamás frente a aquellos que no le han votado ya que estos demostraron con la actitud de negarle el voto que no creían en el programa presentado o que no deseaban su realización por lo que el incumplimiento del programa electoral vendría a dar la razón, y en cierto modo beneficiaría, a sus no votantes. Por su parte, el “Contrato Político” vincula a todos los ciudadanos con el estado, no con el gobierno ni con el partido que lo asuma, y por ello contiene o debe contener unos derechos y obligaciones recíprocas fundamentales que ningún gobierno puede o debe alterar en virtud de la realización de tal o cual programa electoral.

            En la actualidad, todo estado existente tiene un “Contrato Político” con sus ciudadanos que básicamente consiste en que los ciudadanos pagan unos impuestos para sostener los servicios públicos comunes a todos ellos, se obligan a ser respetuosos con las leyes manteniendo la convivencia y a realizar algunas prestaciones personales como puede ser el servicio militar o dedicar algunas horas en beneficio de la comunidad. Por su parte el estado se compromete con los ciudadanos a gestionar honrada y diligentemente los recursos y servicios públicos, a protegerlos de cualquier perturbación de la paz interna o externa y a favorecer su progreso combatiendo las desigualdades mediante una justa redistribución de la riqueza.            

Todo contrato que se realiza conforme al derecho civil se hace para ser cumplido por las partes pero siempre existe la posibilidad de que el mismo se incumpla por cualquiera de ellas. El incumplimiento del contrato empieza, no con un hecho, sino con la existencia de la idea y de la voluntad de incumplirlo que termina materializándose en el acto del incumplimiento; por eso los contratos suscritos entre dos personas físicas o jurídicas suelen contener cláusulas penales o cualquier otro tipo de garantías como avales, prendas, etc… En el caso del “Contrato Político” el incumplimiento de una de las partes conlleva consecuencias jurídico-políticas de enorme magnitud como son la decadencia y extinción del propio estado y frente a esto las garantías que se establecen son escasas limitándose las mismas a la plasmación por escrito de unas “declaraciones de principios” que se llaman “Constituciones”. No obstante en el incumplimiento de cualquier contrato siempre suele ocurrir lo mismo: la parte que se considera mas fuerte o poderosa va haciendo una interpretación unilateral y arbitraria de los derechos que ha de otorgar a la parte contraria con la intención de irlos restringiendo progresivamente al mismo tiempo y de la misma forma que va aumentando las contraprestaciones que ha de recibir y esto vale tanto para el incumplimiento de contratos de derecho común como para el incumplimiento del “Contrato Político”.    
       
Bien está que una garantía del “Contrato Político” sea que el mismo quede reflejado por escrito en forma de “Constitución” pero ello no basta para garantizar su cumplimiento por la parte más poderosa ya que esta puede, a través de los poderes del estado (ejecutivo, legislativo y judicial) que son los que garantizan el cumplimiento contractual por los ciudadanos tergiversar el espíritu del texto contractual y convertirlo en letra muerta. Las únicas garantías eficaces que pueden existir para asegurar el cumplimiento del “Contrato Político” por la parte más fuerte, esto es por la autoridad del estado, son las que existen por debajo tales como el principio de subsidiariedad, el mandato imperativo y el juicio de residencia.

            En virtud del principio de subsidiariedad, ninguna entidad pública superior ha de asumir competencias y ejercer funciones que puedan ser asumidas y ejercidas por una entidad pública inferior, mientras que por medio del mandato imperativo se impide que los cargos electos tomen decisiones políticas para las que no se les ha dado poder especial por parte de los electores y, finalmente, mediante el juicio de residencia se revisa la gestión realizada por los cargos electos una vez finalizado su mandato quedando sometidos a las pertinentes sanciones que les puedan imponer por haberse extralimitado en sus funciones, por haber malversado fondos públicos o por haber actuado con negligencia inexcusable.

            Si la Historia demuestra la existencia de un “Contrato Político” entre los estados y los ciudadanos no es menos cierto que la misma Historia demuestra igualmente que la decadencia de los estados comienza con la ruptura del “Contrato Político” que termina siendo sistemáticamente vulnerado por la parte contratante más fuerte, lo que genera en un plazo más o menos largo que la contraparte los vulnere igualmente. Así por ejemplo, cuando no pocos historiadores clásicos (Gibbon, Droysen, Mommsen) indican la negativa a servir en las legiones por parte de los ciudadanos romanos (lo que significa una clara infracción del “Contrato Político”) como un primer síntoma de la decadencia de Roma no perciben que anteriormente y durante mucho tiempo las más altas instituciones romanas, el César o el Senado, ya habían infringido el “Contrato Político” con sus ciudadanos no siendo moralmente exigible a éstos últimos el cumplimiento de las contraprestaciones impuestas en beneficio exclusivo de las locuras y extravagancias de un Heliogábalo.