El pasado Sábado, día 9 de Junio del
2012, el Ministro de Economía, Luis de Guindos, comunicó a los ciudadanos que
España había solicitado la ayuda europea para recapitalizar su sector bancario,
lo que se traduce en la supuesta inyección de cien mil millones de euros al
sistema financiero procedentes del fondo de rescate europeo.
Tras la apresurada rueda de prensa que
hizo saltar la noticia, todas las tertulias televisivas trataron el tema
llegando a la conclusión de que esta “línea de crédito” o “rescate” lograría estabilizar
los mercados de valores, haría bajar la prima de riesgo y conseguiría que los
indicativos de la bolsa española subieran. No obstante, todas estas
afirmaciones han quedado contradichas por la apertura, el Lunes 11 de Junio del
2012, de las distintas bolsas en las que el IBEX-35 continuó cayendo y la prima
de riesgo española subiendo.
Lo cierto es que este “rescate”
financiero no ha servido para estabilizar los mercados de valores porque ha
supuesto una mala noticia cierta y concreta cual es que el sistema financiero
español esta en quiebra técnica y que el estado español no puede, por sí solo,
reflotarlo. Asimismo también ha supuesto otras malas noticias ciertas pero
inconcretas como son que este dinero habrá que devolverlo por no se sabe bien quién
ni de que manera, en un plazo que se desconoce y con un tipo de interés que no
se sabe. Evidentemente, la noticia de este “rescate” ofrece más interrogantes que
respuestas por lo que es lógico que exista mayor inestabilidad en los mercados
ahora que cuando los problemas del sistema financiero español eran tan solo
rumores.
Lo que no parece tan cierto es que
este “rescate” sirva para restaurar el flujo de los créditos hacia las familias
y empresas españolas y ello porque seguramente la banca dedique principalmente
esta ayuda europea a “cubrir agujeros” y a pagar sus deudas retrasando la
reactivación del crédito hasta el momento en que haya logrado deshacerse del
enorme stock de inmuebles que se ha ido adjudicando en los últimos años a causa
del impago de los prestamos hipotecarios concedidos.
Lo que tampoco está tan claro es lo
que va a suponer este “rescate” para la sociedad española pues, aunque el señor
(por llamarlo de alguna forma) Rajoy ha manifestado que no tendrá coste alguno
para los ciudadanos españoles, lo cierto es que ha sido el estado español y no una empresa o entidad privada quien ha
solicitado a la Unión Europea esta “Línea de Crédito” (como la llama don
Mariano) y que, además, las entidades financieras que más se van a beneficiar
de ella son casualmente las recientemente “nacionalizadas”. Por otra parte, el
“rescate” financiero suplicado por el gobierno español a Europa es la única
forma posible de “rescate” para España y supone, aunque se pretenda negar
hábilmente, una intervención aunque “suave” en nuestra economía que sustituye o
reemplaza la intervención total al estilo griego, irlandés o portugués que no
puede darse en el caso español a causa de la notable diferencia demográfica con
estos países porque, con cuarenta y ocho millones de habitantes y una tasa de
paro que roza actualmente el veinticinco por ciento, una intervención a la
griega haría que la tasa de paro se disparase más allá del treinta y cinco por
ciento y que más de la mitad de la población se viera afectada por la total
desprotección social y la indigencia.
Por otra parte, y aunque en un
principio parezca una menudencia léxica, no estaría mal que el gobierno
aclarase definitivamente a los ciudadanos si lo que nos ha concedido la Unión
Europea es un “Préstamo” de cien mil millones de euros o un “Crédito” por esa
cantidad porque mientras lo primero significa que se va a ingresar directamente
en las arcas del Estado Español cien mil millones de euros por los que vamos a
pagar un determinado interés, lo segundo implica que la Unión Europea no hace
ingreso alguno sino que simplemente pone a disposición del Estado Español una
cantidad máxima de cien mil millones de euros para que se vaya utilizando según
se necesite y por cuya mera disponibilidad se tendrá que pagar un determinado
interés por la cantidad total aunque tan solo utilice la mitad de la misma.
Así pues, aunque haya quien lo
niegue y quien lo dude, el “rescate”
financiero solicitado por el Gobierno Español supone la intervención de España
y de su economía porque, considerando que TODA la economía ha funcionado a base
de financiación ajena y endeudamiento es
lógico pensar que quien controla y fiscaliza el sistema financiero, fiscaliza y
controla la economía española. Así pues, no nos pretenda engañar el señor
Presidente del Gobierno con erráticos eufemismos porque la realidad es está:
España está intervenida y esta “línea de crédito” como gusta llamarla el señor
Presidente del Consejo de Ministros supondrá a medio y largo plazo mayores
recortes sociales y más subidas de impuestos por la sencilla razón de que la
deuda pública española a pagar se ha incrementado, desde el 9 de Junio pasado,
en cien mil millones de euros (si es un préstamo) o en la cantidad que resulte
de las auditorías que se van a realizar al sistema bancario español (si es un
crédito) más sus correspondientes intereses con lo que todos los recortes
practicados por el gobierno hasta ahora con el objetivo de ahorrar no alcanzan
a cubrir este nuevo incremento de deuda.
Por otra parte, es de preveer que
las entidades financieras que recaben la ayuda de este “rescate” tendrán que
reducir costes por lo que es previsible que se practiquen nuevos Expedientes de
Regulación de Empleo (EREs) en el sector bancario que supondrá un incremento
del paro y del gasto público en concepto de prestaciones por desempleo.
En definitiva, este “rescate”
financiero presenta muchas incertidumbres que estoy seguro que se concretarán
en las próximas semanas pero, sobre todo, presenta una duda fundamental que
consiste en la cuestión de si verdaderamente servirá para algo porque lo que parece
bastante claro es que las entidades financieras que reciban este dinero europeo
lo van a emplear para “tapar sus propios agujeros” y para pagar a sus
acreedores siendo su intención esperar a vender, aunque sea a la baja, el
enorme stock inmobiliario que han ido adquiriendo en los últimos años a causa
de sus malas prácticas hipotecarias para retomar las concesiones de préstamos y
créditos, lo que provocará que la situación de estancamiento económico
continúe.
Por último también es de indicar que
la venta a la baja de las viviendas que ahora mismo poseen los bancos no va a
significar un beneficio para los ciudadanos que desean adquirir su primera
vivienda porque, si no hay prestamos y facilidades económicas para que la gente
compre esas viviendas, aunque su precio se vea reducido a la mitad; los únicos
que podrán adquirirlas serán aquellos que dispongan de liquidez (que
evidentemente no son ni jóvenes, ni parados, ni personas de recursos limitados),
que las adquirirán para negociar con ellas haciendo resucitar la galdosiana figura
del “rentista urbano” produciéndose el cambio definitivo en la sociológica
tendencia española de poseer la vivienda en propiedad por la de tenerla en
alquiler, limitándose el derecho a la propiedad de la vivienda a las personas
de elevado poder adquisitivo. Tal vez esta sea la explicación de la reciente
modificación de la Ley de Arrendamientos Urbanos y de los constantes
incrementos del Impuesto de Bienes Inmuebles (I.B.I.).
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