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martes, 31 de marzo de 2020

EL CORONAVIRUS SE LLEVA A "LA PRINCESA ROJA"



 
Doña Maria Teresa durante su intervención en Montejurra 1969


Conocí personalmente a María Teresa de Borbón-Parma realizando mi tesis doctoral sobre “la continuidad ideológica del carlismo tras la Guerra Civil”, corriente política sin la cual resulta difícil comprender la historia contemporánea de la región vasco-navarra, la Cataluña interior y muchas zonas del Levante y Aragón.

            Ella me ayudó a comprender por qué su familia y sobre todo su padre, Javier de Borbón-Parma, expulsado de España por Franco en plena Guerra Civil por oponerse al Decreto de Unificación, habían impulsado el llamado “periodo colaboracionista”, una década, entre mediados de los 50 y mediados de los 60 del pasado siglo, en la que la entonces Comunión Tradicionalista se acercó al régimen franquista y gozó de cierta tolerancia para organizar actividades políticas.

            En resumidas cuentas y según sus explicaciones, la dictadura estaba contando, debido a la Guerra Fría, con una creciente aceptación internacional por parte no solo de EEUU sino también de las principales potencias europeas, por lo que el régimen franquista no hacía más que consolidarse.

            Por lo tanto, el carlismo no podía seguir con la estrategia de oposición frontal que Manuel Fal Conde mantenía desde la Guerra Civil y era necesario adaptarse a la nueva realidad, aprovechando las posibilidades legales que permitía la apertura a Europa de los gobiernos tecnócratas. Esta era la razón, afirmaba, por la que Fal Conde había sido sustituido al frente del carlismo por José María Valiente.

            En su opinión y a diferencia de Valiente, convencido partidario del ese acercamiento a Franco, para ella se trataba de una “colaboración táctica” porque su familia, heredera de los derechos al trono de acuerdo con este movimiento legitimista, no podía olvidar el trato recibido por Franco, comenzando por la expulsión de su padre en plena Guerra Civil por oponerse al Decreto de Unificación.

            Tampoco podían olvidar su consentimiento a los nazis cuando "Don Javier" fue detenido por la Gestapo y enviado al campo de exterminio de Dachau acusado de colaborar con los maquis que actuaban en la región de Allier. Estuvo a punto de morir por una grave infección y fue liberado por tropas norteamericanas en 1945 cuando las SS se disponían ya a ejecutarle junto a otras destacadas personalidades religiosas y políticas europeas.

            María Teresa, también conocida como la “Princesa Roja”, había nacido en París el año 1933 y, cuando el coronavirus se la llevó el pasado 26 de marzo a los 86 años de edad, conservaba un buen aspecto físico y una mente lúcida que todavía le permitían participar en actos públicos.

            Entre los últimos, destacan el celebrado en Irache (Navarra) el año 2016 con motivo del 40 aniversario de los “sucesos de Montejurra”, en los que fueron asesinados por comandos de extrema derecha  Aniano Jiménez Santos y Ricardo García Pellejero, o el homenaje que se hizo un año más tarde en Puente la Reina a Feliciano Vélez, alcalde de esta localidad navarra durante tres legislaturas.

Doña María Teresa realizando la ofrenda floral a Ricardo y a Aniano en Montejurra 2017
 María Teresa era una persona de trato encantador y con un elevado nivel intelectual. Se había doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad de la Sorbona y estaba vinculada a la Complutense de Madrid por sus estudios sobre la organización política de los países musulmanes, especialmente en la región del Magreb, tema sobre el que había publicado El Magreb, nuestro Poniente Próximo (1994) y Desde Tánger, la transición que viene (1999).

            Mucho antes, había escrito El momento político español, cargado de utopías, editado por Cuadernos para el Diálogo y prologado por José Luís López Aranguren el año 1977 y La clarificación ideológica del Partido Carlista, el año 1979.

            Pero, sobre todo, la “Princesa Roja” era conocida por haber prestado un decidido apoyo a su hermano Carlos Hugo en el giro político que la línea mayoritaria del carlismo dio durante los años sesenta, pasando de posiciones conservadoras e integristas a otras progresistas y claramente de izquierdas, que, según reconocía, tenían mucho que ver con la apertura de la Iglesia liderada por Pablo VI con el Concilio Vaticano II.

            Fueron años de gran actividad pública en las regiones donde el movimiento legitimista todavía conservaba una significativa presencia y apoyo popular, de forma muy especial en Navarra, hasta que, junto con el resto de su familia, fue de nuevo expulsada de España por orden de Franco en diciembre de 1968.

            Al año siguiente, burlaba a la Policía y cruzaba clandestinamente la frontera para participar en la concentración de Montejurra, que todos los años se celebra en las proximidades de Estella conmemorando la batalla homónima de 1873, en la que varios miles de voluntarios derrotaron a un Ejército muy superior dirigido y armado por militares profesionales.

            En ese acto se dirigió a una multitud integrada por miles de seguidores que habían subido a la cumbre de la montaña  (1.042 metros), proclamando que era la hora del compromiso y la responsabilidad política, de una “fuerza constructiva al servicio de un gran ideal”, que allí estaba “la España que no quiere resignarse al futuro sino hacerlo” y, dirigiéndose al régimen, le recordaba que “contra esta hora no pueden hacer nada” porque “mañana engendrará un futuro libre, de justicia, fraternidad y paz”.

            También en el exilio participó en congresos internacionales de la oposición democrática, como el de Bruselas en abril de 1973, al que también acudía el profesor y después alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván, con quien abandonó la sala en protesta por unas palabras de Willy Brandt condescendientes con el régimen, o el Congreso Mundial de la Paz celebrado en Moscú durante el mes de octubre. Un año más tarde representaría en la Junta Democrática al Partido Carlista, uno de los grupos fundadores el año 1986, igualmente de la mano del Partido Comunista, de la coalición Izquierda Unida.

Manuel Martorell








viernes, 27 de marzo de 2020

COMUNICADO DE DON JAIME DE BORBÓN PARMA CON MOTIVO DEL FALLECIMIENTO DE S.A.R. DOÑA MARIA TERESA DE BORBÓN PARMA

     

        Queridos Carlistas,

            Tras el comunicado de mi hermano Carlos Javier como Titular de la Dinastía Carlista, tanto mis hermanos como yo, hacemos nuestro lo expresado por nuestro hermano y junto con él y el resto de la Familia Borbón Parma queremos recordar a nuestra querida tía María Teresa.

            Estudiosa, inquieta, valiente, sensible y luchadora. El compromiso político y cívico de doña María Teresa emanaba de sus creencias cristianas y humanistas, de su propia familia, muy ligada a la historia de Europa admiraba especialmente a su padre, el viejo Rey Javier y a su hermano don Carlos Hugo y de la praxis de su militancia carlista.

            Desde el fallecimiento de nuestro padre, Carlos Hugo, ha trabajado codo con codo con Carlos Javier y con todos nosotros.

            Fue una mujer de profundas convicciones democráticas a las que unía inseparablemente la defensa de la justicia y la igualdad social. Pero trabajó siempre en la búsqueda de amplios consensos políticos, incluso entre sus adversarios. Cuando en 1975, en París, habló en nombre de toda la oposición política al régimen franquista, sus palabras fueron de unidad: “se decía que no éramos capaces, las fuerzas de la oposición española, de unirnos. Pues estamos unidos”.

            En 1973 asistió en Moscú al Consejo Mundial de la Paz, junto a la histórica dirigente comunista Dolores Ibárruri, siendo su presencia calificada de provocación y escándalo en la prensa española de la época, pero ella no dudó en afirmar: “Hemos perdido la guerra (todos). Ganaremos la paz (todos)”.

            Paralelamente a su compromiso militante carlista, desarrolló estudios de sociología.

            Su tesis doctoral trató sobre la violencia política en Irlanda. Continuó sus estudios de sociología en América Latina, pero, con visión anticipada del devenir histórico, se propuso estudiar el Islam, porque consideró el papel determinante que representaba el Magreb para Europa y para España en particular. Doña María Teresa supo unir su lucha concreta como militante carlista con un compromiso social y político globalizado.

            Hace escasos días, el pasado 8 de marzo, día de la mujer, se publicó el último texto escrito por doña María Teresa, consecuente hasta el final con sus planteamientos de consenso y concordia social, escribió: “No se trata de enfrentarse al «otro», sino junto al «otro» enfrentarse a las injusticias políticas, sociales y , sobre todo, enfrentarse a lo que las hace aparecer como una fatalidad”.

En Ginebra, a 27 de marzo de 2020





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