Queridos Carlistas,
Un año más, me dirijo a
vosotros en esta celebración tan emblemática para el Pueblo Carlista, que,
además, en los últimos años nos sirve de “Día de la Memoria Carlista”, porque
nosotros también tenemos memoria. Memoria escrita a base de entrega, heroísmo y
vocación de servicio a los pueblos.
Mis antecesores lo dejaron
muy claro, todo aquel que, bajo nuestros principios, lucha por una sociedad más
justa y humana no puede ni debe pasar al olvido. Cada uno de nosotros es único,
no descartamos a nadie. Frente a una sociedad del ego y del consumo
instantáneo, el Carlismo fija su centralidad en la dignidad intrínseca de la
persona. Así es como hemos luchado desde hace más de 185 años, y os puedo asegurar
que así seguiremos.
A punto de cumplirse, por
tanto, el CXXV aniversario de la institución de esta fiesta, los carlistas
deberíamos reflexionar acerca de los ideales que empujaron a tantas
generaciones de españoles a sufrir persecución, a dejar su hogar, a arruinar
sus haciendas, e incluso a entregar sus propias vidas, por la Causa del
Carlismo, ¿quién de ellos habría estado dispuesto a darlo todo si no hubiera
tenido una fe sincera e inquebrantable en esos ideales?
Adentrándonos en el siglo
XXI, el Carlismo, siguiendo el ejemplo de todos los que nos precedieron, debe
volver a mirar al futuro con generosidad y esperanza. Nuestro fundamento
cristiano que hoy, entre otras cosas, se traduce en una “ética ecológica”, el
respeto a la herencia recibida, que debe actualizarse constantemente para no
caer en conservadurismo inútil y nuestra firme propuesta de unas Españas
federales habrán de ser las bases que guíen el horizonte de la acción política
del Carlismo en el siglo XXI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario