El Colonialismo no siempre resulta ser esta imagen estereotipada |
El colonialismo es un término muy
mal visto por la mayoría de los ciudadanos del primer mundo al tener una idea
muy simple del mismo según la cual unas poderosas potencias se enfrentaban, con
todos sus adelantos técnicos, a unos pueblos que no disfrutaban de tales ventajas
a fin de apoderarse de sus territorios y explotar las materias primas y
recursos naturales que en los mismos se encontraban. No obstante, esta visión
del colonialismo como expansión militar no obedece a la verdad como demostraría
la simple observación de que las fuerzas militares británicas y francesas que
forjaron y mantuvieron sus respectivos imperios en el siglo XIX y XX eran
notablemente pequeñas en número si se las compara con las poblaciones autóctonas
que integraban los territorios de dichos imperios.
La idea de una potencia colonial no
solo era dominar un territorio para explotar sus recursos naturales, sino
también la de disponer de un espacio donde poder remitir su excedente de
población en tiempos de crisis que, en la metrópoli, estaría condenada al
desempleo y a constituirse en foco de inestabilidades políticas y sociales y,
sobre todo, adquirir ventajas geoestratégicas sobre otras potencias
colonialistas similares.
Lejos de lo que comúnmente se cree,
las víctimas del colonialismo no solo fueron pueblos primitivos sino también
estados avanzados que por entrar en crisis institucionales a causa de la
corrupción y la ausencia de progresos político-sociales decaían en todos los
aspectos siendo fáciles presas de potencias más poderosas y ordenadas de su
mismo entorno (este fue el caso de España en 1898 y del Imperio Otomano a
principios del Siglo XX).
Los personajes y el objeto han cambiado pero la finalidad es la misma |
En la actualidad, las antiguas
potencias coloniales carecen de colonias y las que tienen no son más que un
residuo casi folklórico de sus viejos sueños de gloria imperial. No obstante,
en todo tiempo el colonialismo siempre ha estado presente en los usos políticos
de las relaciones internacionales reapareciendo claramente y con fuerzas
renovadas en la actualidad porque detrás de la financiación externa para la
construcción de infraestructuras a la que recurren determinados estados que se
endeudan en exceso (como es el caso del estado español), así como de la compra
de deuda pública de los mismos no hay más que el viejo colonialismo en el que
la potencia colonial solo tiene que exigir al estado colonizado lo que ha de
hacer bajo amenaza de exigirle de golpe el pago de la deuda y llevarle a la
quiebra. En realidad este colonialismo es más ventajoso para la potencia
colonial ya que esta no asume ninguna responsabilidad en el control y
administración del territorio colonizado la cual corresponde exclusivamente a
los gobiernos constituidos y, en muchos casos, elegidos entusiásticamente por sus
propios ciudadanos salvaguardándose, en apariencia, las libertades
democráticas, la integridad territorial de los estados, la soberanía de los
mismos y todos los demás principios proclamados por el Derecho Internacional.
Tanto en el pasado como en el
presente es el mercantilismo y no el militarismo el origen y la causa del
colonialismo, no siendo los ejércitos nada más que unas piezas del tablero que
se usan, en último extremo, para abrir mercados y defender los grandes
intereses económicos. El colonialismo no es una práctica política del pasado
como cree la inmensa mayoría sino que es un uso fundamental y característico de
la política internacional siendo sus víctimas no solo los pueblos del
denominado “Tercer Mundo” sino todo aquel estado, que por las causas que sean,
decae y se convierte en deudor de otro estado más poderoso.
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