Los Partidos Socialistas se suicidaron al votar a favor de los empréstitos de guerra en 1914 |
La explicación a este retroceso es
muy simple y se encuentra delante de los ojos de los académicos de la política
y de los analistas si éstos no los tuvieran sistemáticamente cerrados a los
indicios, pruebas, señales y evidencias de toda clase que les rodean. Dicha
explicación, que por dura no deja de ser cierta, no es otra que la siguiente:
Los Partidos Socialistas europeos se suicidaron, justamente en Agosto próximo,
hará cien años.
Ciertamente los partidos socialistas
europeos, que habían ido fundándose en los distintos estados durante la segunda
mitad del siglo XIX, se suicidan una mañana de finales de Julio de 1914 cuando,
en vez de hacer valer aquella frase que ellos mismos habían difundido de “la
bayoneta es un arma con un obrero en el otro extremo”, se suman en una especie
de “Gran Coalición” a los gobiernos conservadores votando favorablemente a los empréstitos
de guerra y, finalmente, a las declaraciones de guerra que realizan sus
respectivos estados. En Francia esta especie de “Gran Coalición” se hizo llamar
“La Unión Sagrada ”
y en el Reichstag tal es el entusiasmo de los socialdemócratas con la guerra
que el Kaiser llega a afirmar “yo no veo partidos, solo alemanes”.
En los estados que entran en guerra
en el verano de 1914, los partidos socialistas están totalmente a favor de las
“grandes coaliciones” y de la guerra existiendo en su seno muy pocas voces
discordantes con el belicismo que entusiasma a los pueblos y a los líderes
políticos en aquel momento. Estas voces minoritarias y testimoniales se
convertirán en la salvaguardia de la conciencia de la izquierda pagando, alguno
de ellos, muy caro su posicionamiento contrario a la guerra. Por su parte, en
los estados que no entran en guerra inmediatamente, como Italia, la guerra
sirve de elemento diluyente de los partidos socialistas que progresivamente se
dividen entre los que quieren salvar la paz a toda costa y los que desean
empujar a sus gobiernos a la guerra, lo que finalmente les llevará a la división.
El apoyo de los partidos socialistas
europeos a sus respectivos gobiernos nacionales en la crisis y posterior guerra
de 1914 supondrá una fractura ideológica irreversible en la izquierda europea
en general y especialmente en el socialismo que se irá agravando a medida en que
se vaya prolongando la duración de la guerra y aumentando el número de víctimas
hasta que en el año 1917 se produzca la inflexión provocada por la Revolución Rusa
que conseguirá sacar a Rusia del conflicto y, en menor medida, por los motines
en el ejército francés y británico.
El socialista aleman, Noske, pasa revista a los Freikorps |
En la década de los años veinte del Siglo XX, los partidos socialistas europeos afrontan una crisis irreversible que les condena a su progresiva desaparición debido al marasmo ideológico y político en el que se habían movido desde 1914 hasta tal extremo que, o bien se han convertido en marionetas de los conservadores que los utilizan para contrarrestar a los comunistas y mantener pacíficamente sometida a la clase trabajadora (este es el caso de Partido Socialdemócrata Alemán donde su líder Ebert, primer presidente de
Desde 1919 los Partidos Socialistas
europeos carecen de espacio político propio no teniendo nada que ofrecer a los
trabajadores europeos después de haber permitido y fomentado que estos se
degollasen los unos a otros por todos los campos de Europa. La situación de los
Partidos Socialistas en la década de los años veinte y treinta del Siglo XX queda
reflejada en la frase con la que Lenin se refirió al Partido Socialista
Revolucionario Ruso (Eseritas): “los Eseritas no son un partido, son dos. Uno
se entiende con nosotros, los bolcheviques, mientras que el otro se entiende
con los contrarrevolucionarios blancos”. Esta desintegración de los partidos
socialistas a favor de los partidos comunistas y fascistas llevará a la
radicalización de la sociedad europea en una bipolarización Fascismo-Comunismo
que será la principal causa de la llegada al poder de los partidos fascistas
que contarán con la financiación y apoyo de conservadores, liberales y, en
definitiva, de todos aquellos que teman el triunfo de los Partidos Comunistas.
Mussolini, es el más conocido, pero en ningún caso el único |
La resurrección de los Partidos
Socialistas en la Europa Occidental
cumplió la misión para la cual se había operado el milagro: evitar la extensión
del comunismo mediante la creación del llamado "Estado del Bienestar", estabilizar la vida política europea y salvaguardar la paz social y las bases
fundamentales del capitalismo.
A partir de 1989 con la
desintegración de la URSS
y la caída del comunismo, los partidos socialistas europeos no solo perdieron
apoyos significativos entre los conservadores que veían en ellos un importante
bastión anticomunista ya innecesario, sino que volvieron al punto del marasmo ideológico
en que se encontraban al comienzo de la Gran
Guerra y, como consecuencia de ello, solo era cuestión de
tiempo, de relativamente poco tiempo, que retornasen a la situación de
descomposición orgánica en la que se encontraban en los años veinte y treinta del
Siglo XX por la sencilla razón de que al ser los primeros en aplicar o
justificar recortes en el llamado “Estado del Bienestar” han renegado, como en
1914, de sus principios y vuelven a no tener nada que ofrecer a los
trabajadores y a los menos favorecidos.
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