Mariano Rajoy en la manifestación de repulsa por los atentados en Paris |
La presencia de estos Jefe de Estado
y de Gobierno en una manifestación contra el terrorismo, que no tuvo precedente
ni en las manifestaciones contra el atentado de Madrid de 2004 ni contra el
atentado de Londres de 2005, así como el
tratamiento oficial dado a los atentados dando a entender y repitiendo
machaconamente que se trataba de un atentado contra la libertad de expresión
pone de manifiesto algunas cuestiones que ya se están tratando de explicar por
muchos desde el punto de vista de la teoría conspirativa de la historia como si
se tratase de una "operación de falsa bandera" realizada por no sé
quién con no sé qué extraño fin.
Detrás de toda teoría conspirativa
de la historia subyace la desconfianza de los gobernados en sus gobernantes,
pero desde luego no es necesario acudir a teorías extrañas, y en muchos casos
irracionales, para explicar la reacción que ha provocado en los líderes
políticos europeos estos últimos atentados al igual que no toda mentira ni
manipulación constituye por sí misma una perversa manipulación.
Europa lleva equivocándose con el
mundo musulmán desde hace cien años, primero queriéndoles inculcar unos valores
culturales y políticos occidentales que el musulmán no acepta por el simple
hecho de que le son extraños, luego alineándose con los Estados Unidos en su
apoyo incondicional a la política que desarrolla Israel en Oriente Medio,
posteriormente castigando injustificadamente a determinada población musulmana
con embargos y bloqueos y, finalmente, desestabilizando unos estados de régimen
de "Socialismo Islámico" que tenían controlado el fenómeno religioso
y en los que convivían sin problema alguno distintas religiones. Todo esto ha engendrado
en numerosos musulmanes un lógico y entendible sentimiento de injusto
agravio en un momento donde el mundo
islámico se encuentra en un fuerte periodo de revitalización cultural fundado
en la idea religiosa como articuladora de la solidaridad y la unión de todos
los musulmanes. En este sentido no se puede decir más que la política europea
no ha podido elegir peor momento para el desacierto.
Por otra parte, en materia interior,
Europa ha intentado crear una nueva sociedad basada en la divinización de unas
ideas falsas con notable apariencia de veracidad (sofismas) que fueran
cómodamente asumibles y aceptables para la inmensa mayoría de los ciudadanos.
De hecho, la paz en Europa desde el final de la II Guerra Mundial se ha basado
en la aceptación indiscutible y mayoritaria de esos sofismas por parte de la
población europea quien, inmersa en un proceso de gran despegue económico y
gozando de un enorme bienestar material, solo aspiraba a vivir bien alejada de
cualquier preocupación metafísica, política o social.
La Catedral de Córdoba una vieja y constante reivindicación del integrismo islámico |
Es precisamente en esta última
cuestión donde encontramos la explicación más racional y plausible a la enorme
contestación política y mediática (los medios no se pueden entender sin los
políticos a quienes sirven) que han tenido los atentados en Francia porque no
han podido llegar en peor momento y amenazan con poner de manifiesto la
falsedad de las ideas sobre las que se ha construido la sociedad europea desde
1945 y a la misma Europa, máxime cuando la crisis económica, los recortes
sociales y el desmantelamiento del estado del bienestar esta haciendo que
muchos ciudadanos se cuestionen muchas cosas que hasta ahora eran buenas y
razonables.
Así, por ejemplo, la idea de Unión
Europea que hasta hace cuestión de seis años muy pocos cuestionaban y quienes
lo hacían eran tachados de retrógrados se ha revelado como una falsedad al ser
Europa una especie de tablero de ajedrez donde las dos potencias hegemónicas,
Alemania y Francia, desarrollan una larga partida para repartirse zonas de
influencia en el continente. Así Alemania mantiene ilusionada a Francia con la
posibilidad de liderar en el futuro una "Europa Latina" mientras ésta
permite a Alemania expandirse económicamente hacia el Este europeo aunque sea a
costa de granjear a todos los europeos la peligrosa enemistad con Rusia.
Para los políticos europeos lo
fundamental es mantener el status quo, hay que cerrar filas para que no queden
al descubierto un sin fin de mentiras que terminen segando la yerba bajo sus
pies y por ello la política oficial frente a los atentados terroristas en
Francia consiste en afirmar que han existido fallos importantes en la seguridad
y que solo han significado un ataque contra la libertad de expresión sin que se
permita plantear, siquiera filosóficamente, la existencia de un conflicto
cultural de cuyos orígenes la propia política europea no es ajena a pesar de
que los propios dirigentes y varios Estados Mayores europeos temen en secreto
que Europa se pueda convertir, con el paso del tiempo, en un nuevo Líbano donde
disputen sangrientamente numerosas facciones.
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