La semana pasada, contra todo
pronóstico, los electores norteamericanos se decantaron democráticamente a
favor de que el controvertido multimillonario y empresario inmobiliario Donald
Trump sea el próximo Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica lo que ha
despertado ciertas suspicacias y temores en todos los sectores políticos del
mundo que, una vez más, demuestran la total ignorancia de la política e incluso
de la historia estadounidense.
Ni el triunfo de Barak Obama en las
elecciones presidenciales del 2008 suponía "un fenómeno cósmico de
conjunción de planetas" que iba a cambiar el mundo a favor de un excelso
progresismo, ni la victoria de Donald Trump va a suponer grandes cambios en la
política interior y exterior de los Estados Unidos.
Recordemos que, a pesar de las
promesas electorales realizadas en dos campañas presidenciales, la política
exterior de la administración Obama ha mantenido tropas en Irak y Afganistán,
no ha cerrado Guantánamo, ha intervenido en Oriente Medio y en el Magreb
posiblemente estando detrás de las famosas "Primaveras Árabes" y de
los desastres políticos y humanitarios de Libia y Siria y ha tensado las
relaciones de la OTAN con Rusia hasta el extremo de llevar al mundo al borde de
una segunda Guerra Fría. En definitiva, ha continuado con la política que todas
las administraciones norteamericanas han ejecutado desde Harry S. Truman.
Por su parte, las promesas
electorales de Donald Trump entroncan directamente con la tradición política
norteamericana del "Aislacionismo" y del "Destino
Manifiesto".
Las afirmaciones de Trump sobre que
va a reducir el gasto militar y las aportaciones económicas a la OTAN, que por
otra parte deberían llenar de entusiasmo al progresismo europeo, se basan en
las viejas teorías del aislacionismo norteamericano cuyo fundamento doctrinal
quedaron plasmadas en distintos documentos de los primeros presidentes
norteamericanos que se sintetizan en dos frases concretas: "Deseamos paz, comercio, y
amistad honesta con todas las naciones, sin forjar alianzas con ninguna"
(Thomas Jefferson) y "En las guerras
entre europeos, en asuntos que sólo les conciernen a ellos, nunca hemos
participado, porque no corresponde a nuestra política. Sólo cuando nuestros
derechos se vean dañados, o seriamente amenazados, será cuando nos resentiremos
de nuestras heridas y haremos los preparativos para nuestra defensa"
(James More).
No obstante, a pesar de todo su
aislacionismo, Estados Unidos no ha dejado de intervenir en el mundo, en primer
lugar porque el "Aislacionismo" no se entiende sin la doctrina del
"Destino Manifiesto" y en segundo lugar porque las grandes crisis
mundiales siempre terminaron afectando de una u otra forma a los intereses
económicos estadounidenses hasta el extremo de que los Presidentes más
aislacionistas del Siglo XX, Wilson y Roosevelt, no solo terminaron
interviniendo en las dos Guerras Mundiales a pesar de haber sido reelegidos
tras prometer que mantendrían a Estados Unidos al margen del conflicto bélico
sino que además llevaron una política interior tendente a cambiar radicalmente
la opinión pública para convertirla en favorable a la entrada en guerra.
Observese el mapa y se comprobará que el deseo de USA ha sido convertir México en un estado centro europeo |
Por
su parte, la doctrina del "Destino Manifiesto", que tiene su origen
en el puritanismo y que curiosamente nadie ha tachado de racista, se basa en la
idea defendida por el periodista Jonh L. Sullivan en el artículo
"Anexión" publicado por la revista "Democratic Review" de
Nueva York en 1845 según la cual "El
cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el
continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del
gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un
árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus
capacidades y el crecimiento que tiene como destino". Fue la doctrina
del "Destino Manifiesto" la que amparó la Guerra con México en 1846,
la anexión del cincuenta y cinco por ciento del territorio Mexicano entre 1847
y 1855, la Guerra contra España en 1898 y todas las intervenciones en la
América Hispana durante el siglo XX. La doctrina del "Destino
Manifiesto" completa y desarrolla la anterior "Doctrina Monroe"
en virtud de la cual no se debe permitir ninguna intervención no americana en
América y que se sintetizada en la frase "América
para los Americanos", la cual en realidad quiere decir "toda América
para nosotros, los estadounidenses".
Si analizamos estas doctrinas
políticas clásicas de Estados Unidos vemos claramente la existencia de
semejanzas con el discurso de Trump. El candidato Donald Trump afirma querer
replegarse de los puntos conflictivos del planeta, a pesar de que ha sido,
Estados Unidos, el causante de esos conflictos; considerando que la mayor
intervención en América de potencias extra-americanas consisten en intervenciones
económicas aspira a poner barreras arancelarias a los productos procedentes del
extranjero, sobre todo a los asiáticos, que obligarán a numerosas empresas
norteamericanas a regresar su producción a territorio estadounidense y reducirá
la enorme inversión china, japonesa y Coreana en Norteamérica; afirma desear
tener excelentes relaciones de colaboración con Rusia pretendiendo en el fondo
entorpecer las relaciones Ruso-Chinas y, finalmente, su posición respecto a
México no es más que una manifestación burda de las viejas aspiraciones
norteamericanas, ya expresadas por Sam Houston en 1848, de convertir a México
en un estado centroamericano, aspiración que no se cumplió gracias a la gran
crisis interior estadounidense que supuso la Guerra Civil Norteamericana
(1861-1865).
Donald Trump no es un fenómeno
extraño en la política estadounidense, por el contrario es un fenómeno común,
de genuino sabor americano, que tan solo se diferencia de su contrincante
electoral en su incontinencia verbal y en su falta de finos modales a la hora
de expresar lo que su oponente demócrata ha demostrado que también piensa como
quedó demostrado en su etapa de Secretaria de Estado de la administración Obama
(¿Acaso Obama ha derribado el muro existente entre México y USA?). El que la victoria de Donald Trump haya sido
acogida con tanto temor como con tanta ilusión fue acogida el triunfo de Obama
se debe a los claros errores europeos que identifican la política
norteamericana con la libertad política y a las infantiles y erráticas
percepciones europeas que tienden a identificar al Partido Demócrata con la
izquierda y el progresismo y al Partido Republicano con la derecha y la
reacción cuando no es realmente así porque ambos partidos son puramente
pragmáticos y cada uno de ellos será progresista o reaccionario según la
política que les interese seguir en cada momento concreto para mejor servicio
de sus intereses particulares.
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