Fue Plutarco quien descubrió que en las vidas y hechos de celebres personajes de la antigüedad existían significativas similitudes, de ahí que se decidiera a escribir la serie de biografías comparativas conocidas por el título genérico de "Vidas Paralelas". Pues bien, este paralelismo descubierto por el insigne autor griego en las vidas de personajes célebres, sin duda se da también entre las grandes causas políticas que existen o han existido a lo largo de la historia. Así es de reseñar la gran semejanza que existe entre la causa de las Comunidades de Castilla de 1520 y la causa Carlista de siempre.
Si bien la historiografía insiste en reducir al carlismo a una simple cuestión dinástica y al comunerismo a una mera reacción local frente al nuevo estado que surge de la aceptaci6n del rango imperial por parte de Carlos I, entre ambos movimientos políticos surgen, ya a simple vista importantísimas semejanzas dignas de mención.
La primera semejanza que se encuentra es sociológica. Tanto el comunerismo como el carlismo son movimientos interclasistas que se nutren de una misma base social: baja nobleza, pequeños artesanos urbanos y sobre todo una gran masa de campesinado medio y bajo unidos todos en defensa de unos intereses comunes beneficiosos para todos ellos.
Otra semejanza la encontramos en el programa político de ambos movimientos. Si en el Carlismo se alude a los fueros como medio de defender las características culturales y políticas propias de cada uno de los reinos hist6ricos que forman Las Españas, las Comunidades Castellanas se alzan en defensa de los derechos de Castilla frente a la mas que previsible tentación imperial de gobernar los reinos peninsulares desde la lejana capital del imperio con una idea altamente centralizadora y homogeneizadora.
La siguiente semejanza la encontramos en la gran religiosidad católica de ambos partidos políticos. Si bien en el Carlismo existe en su origen un cuatrilema que se ha venido actualizando periódicamente hasta nuestros días iniciado y encabezado por Dios (el cuatrilema original era Dios, Patria, Fueros, Rey), los comuneros, tras su organización en la Junta celebrada en Ávila en Agosto de 1520 pasan a denominarse a sí mismos "Santas Comunidades" y dicha Junta recibe el nombre de "Santa Junta" con lo que queda manifiestamente patente la gran religiosidad de los comuneros.
Pese a la opinión que puedan mantener algunos historiadores sobre que una importante diferencia entre comuneros y carlistas radica en la opción monárquica y legitimista de estos últimos hemos de señalar que en este punto, lejos de encontrar diferencia alguna, encontramos otra similitud. Para el Carlismo, la defensa de la persona de don Carlos como legítimo rey de Las Españas siempre ha sido un elemento catalizador de todos los principios políticos mantenidos por los carlistas. Don Carlos, para el Carlismo, es la personificación de todo su ideario político. Igualmente ocurre con el Comunerismo, aunque en este caso se fracasa a la hora de personalizar el ideario político; solo así se comprende la reunión que tiene lugar en Tordesillas entre los líderes de las comunidades (Bravo, Maldonado y Padilla) con doña Juana la loca, de la que pretenden un apoyo personal a sus pretensiones, llegando a considerar la posibilidad de elevarla al Trono de las Españas en oposición a su hijo don Carlos, posibilidad esta solo desechada ante el lamentable estado mental que presentó doña doña Juana durante la entrevista.
Por ultimo y para terminar es de señalar que tras la derrota en Villalar en 1521, el gobierno de Carlos I asumió gran parte de las pretensiones comuneras, aunque las Iibertades e idiosincrasia castellanas se fueron diluyendo con el tiempo en la medida que Castilla se identificaba con el gobierno imperial y la política europea de los diversos monarcas de la casa de Habsburgo. Solo de este modo se puede llegar a explicar el por qué durante la defensa de los derechos históricos de los pueblos de las Españas que hizo el Carlismo durante el siglo XIX y XX, solo hubo en Castilla, pequeños levantamientos de partidas irregulares y no grandes levantamientos de masas como ocurrió en Euskalherria, Aragón, Cataluña y Valencia.
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