Según
diversas informaciones publicadas a finales del año pasado en distintos medios
periodísticos, la esposa del expresidentes Aznar y actual alcaldesa de Madrid,
Ana Botella, planea remodelar nuevamente la emblemática Puerta del Sol tan solo
cuatro años después de que el anterior alcalde y actual Ministro de Justicia,
Alberto Ruiz Gallardón, gastase cuatro millones seiscientos mil euros en
cambiar el adoquinado de la plaza y poner unas modernas “bocas de metro” que
llaman la atención por no ser acordes con el entorno arquitectónico del lugar.
La remodelación planeada por el
actual consistorio prevé la plantación de medio centenar de árboles y la
instalación de un quiosco de bebidas con una terraza de trescientos metros
cuadrados.
El hecho de que hace cuatro años el
Ayuntamiento de Madrid (el más endeudado de toda España y parte del extranjero)
se gastase más de cuatro millones y medio en remodelar la Puerta del Sol
aprovechando las obras que el Ministerio de Fomento estaba haciendo en la zona
con la faraónica intención de hacer varios túneles ferroviarios de la línea de
Alta Velocidad es parte de la explicación del por qué estamos en crisis
económica, pero que en este tiempo de tan traumáticos recortes sociales se
gaste tan solo un céntimo en remodelar lo que ya fue remodelado hace cuatro
años es un claro ejemplo de la frivolidad de la que hace gala la casta política
que padecemos.
No obstante, no es la frivolidad y
la prodigalidad con la que nuestra casta política dilapida el dinero público lo
que quiero denunciar, sino la destrucción o la falta de respeto que dicha casta
demuestra constantemente hacia la historia común y los tradicionales
establecimientos madrileños. Como todo el mundo sabe, la Puerta del Sol es un
lugar emblemático de Madrid porque en ella han ocurrido episodios importantes
de la historia de las Españas: el levantamiento comunero de la Villa, el
levantamiento del 2 de Mayo de 1808 retratado por Goya, la Proclamación de la
II República en 1931 etc… y en los edificios que la conforman existen testigos
mudos de esos acontecimientos que no han sido respetados o que han sido,
directamente, destruidos o retirados.
En la Puerta del Sol de Madrid, se
encuentra el edificio que acoge la tradicional pastelería “La Mallorquina” donde
siempre se puede tomar un café acompañado de la más dulce y variada repostería
y cuya fachada, de estilo neoclásico, permaneció oculta, durante las elecciones
de Febrero de 1936, por un premonitorio cartel propagandístico de Gil Robles
que, plagiando al Cardenal Cisneros, rezaba “estos son mis poderes”. Claro está
que el Cardenal Cisneros dijo “estos son mis poderes” señalando unos cañones
que estaban bajo su ventana cuando algunos señores le exigían que mostrase los
poderes que se arrogaba para regir el reino en ausencia de Carlos de Gante
mientras que en el gigantesco cartel de Gil Robles se veía a éste mofletudo
personaje y una flecha señalando hacia abajo con lo que el humor castizo
popularizó el dicho de que los poderes de Gil Robles eran los pasteles de La
Mallorquina. Evidentemente tras las elecciones de 1936, el cartel, de dudoso
gusto, fue desmontado y eliminado del paisaje urbano de la Puerta del Sol no
siendo deseable que, por motivos de memoria histórica, vuelva al lugar que
ocupó bastándonos a la mayoría de los españoles el saber que fue indicativo y
premonitorio de la verdadera política desarrollada por la derecha burguesa
española desde siempre: “el pasteleo”.
Durante el breve tiempo en que el megalómano
cartel de Gil Robles estuvo contaminando visualmente la Puerta del Sol de
Madrid justamente en el edificio de enfrente no hacía mucho que se había
instalado un anuncio publicitario que, con el transcurso del tiempo, se
convirtió en un icono de la Puerta del Sol y de la ciudad de Madrid apareciendo
en documentales de la época de la guerra y posguerra, en postales turísticas y
en numerosas películas del cine español. Me estoy refiriendo al mundialmente
conocido anuncio luminoso de “Tío Pepe”. El anuncio de “Tío Pepe”, instalado en
el edificio de la Puerta del Sol situado entre las de Calle Alcalá y de Carrera
de San Jerónimo fue retirado el año pasado con la excusa de remodelar el
edificio que será ocupado próximamente por la tienda principal de Apple en
Madrid y que prevé instalar su propio logo consistente en esa manzana verde
mordisqueada no se sabe si por ser humano, ratón o gusano. Cierto es que el
anuncio de “Tío Pepe” no se instaló con la intención de perpetuarse en el
tiempo, pero es que la Torre Eiffel también fue originalmente una estructura
temporal y si “Tío Pepe” es un anuncio comercial que tenía una indudable
intencionalidad económica no por ello ha dejado de ser, como la misma Torre
Eiffel para Paris, una estructura emblemática para la ciudad de Madrid y para
la Puerta del Sol por lo que, sin ningún género de dudas, debería volver a
instalarse en el mismo lugar que ocupaba. Se podrá alegar, no sin falta de
razón, que los propietarios del anuncio, la familia González Byass, deberían
pagar al Ayuntamiento de Madrid por tener instalado su anuncio en tan
privilegiado lugar, pero a sensu contrario también se podría alegar, y no con
menos razón, que el Ayuntamiento de Madrid debería pagar a los propietarios del
anuncio por beneficiarse de la indudable atracción turística que el mismo ha generado
durante estos últimos ochenta años y que se refleja en no pocas emisiones de
postales turísticas con su fotografía. Así pues, lo uno por lo otro, que nadie
pague a nadie, respetemos cariñosamente nuestra historia y retorne el anuncio a
su lugar en vez de esa carcomida manzana que nos quieren poner en su lugar.
Otro rincón histórico de la Puerta
del Sol, hoy trágicamente desaparecido, fue la “Librería San Martín” situada
casi en la esquina con la Calle Carretas y que, fundada en 1854, fue la decana
de las librerías madrileñas hasta su triste final a principios de la década de
los años noventa del pasado siglo. La librería, y luego también editorial, “San
Martín” fue pionera en la venta de libros a plazos y en la época en que la
conocí siendo estudiante de BUP por la compra de un libro de su fondo editorial
te regalaban otro. Desde su fundación, la librería “San Martín” fue testigo de
muchas cosas pero sobre todo del atentado que le costo la vida al Presidente
del Consejo de Ministros y líder del Partido Liberal, Don José Canalejas,
porque fue justamente delante de su escaparate donde fue abatido a tiros por el
anarquista Manuel Pardiñas el 12 de Noviembre de 1912. Este preciso instante
del atentado fue recogido por la impactante portada del ABC del día siguiente,
13 de Noviembre de 1912, aunque lo cierto es que para conseguir la fotografía
se acudió a una recreación hecha por actores profesionales siendo el actor que
encarna a Pardiñas el famoso y popular don José Isbert.
El final de la “Librería San Martín”
como tradicional establecimiento madrileño fue trágico porque víctima de la
política especulativa y de los inicios de la burbuja inmobiliaria, con la
excusa de reformar el edificio donde se asentaba, fue desalojada, expropiado la
mayor parte de su fondo editorial y muchos de sus libros arrojados, sin
contemplaciones, a los contenedores de obra instalados al efecto de depositar
en ellos los escombros. No obstante, en la actualidad, la “Librería San Martín”
continúa con su tradición editorial y librera en Internet, ignorando si se ha
instalado en otros locales.
El anuncio de “Tío Pepe” y la
librería “San Martín” son ejemplo de cómo los lugares e iconos emblemáticos de
nuestro país son despreciados por la casta política que nos mal gobierna y como
los testigos mudos de nuestra historia tienden a desaparecer en aras de mas y
mejores intereses crematísticos porque para nuestros politicastros todo aquello
que no se pueda contabilizar carece de valor. Por eso, tal vez por eso, España
no sea más que una “marca” comercial generadora de ingresos y la madrileña
Puerta del Sol, nuestra Puerta del Sol, la que los madrileños llamábamos “Sol”
para abreviar a día de hoy ya no sea ni nuestra, ni Puerta, ni Sol sino una
cosa llamada “Vodafone Sol”.
Y es que… la ideología común de
todos nuestros políticos se resume en: “todo por la pasta”.
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