A
continuación reproducimos íntegra la entrevista realizada el 23 de Marzo pasado
por el periodista del diario asturiano "La Nueva España", J.M.
Ceinos, a doña María Teresa de Borbón Parma con motivo de su visita a Asturias
invitada por la Sociedad Cultural Gijonesa en cuya sede pronunció una
conferencia bajo el título de "La Lucha Democrática en el
Tardofranquismo".
MARÍA
TERESA DE BORBÓN-PARMA Y BOURBON-BUSSET | Doctora en Sociología, ayer pronunció
una conferencia en Gijón
J.
M. Ceinos
“La
historia del franquismo es una historia mítica, y el mito es peligroso
porque impide el principio de realidad; y la gente no ve la realidad”
“La
lucha democrática en el Tardofranquismo” fue el título de la conferencia que
ayer, en la sede de la Sociedad Cultural Gijonesa, pronunció María Teresa de
Borbón-Parma y Bourbon- Busset, doctora en Sociología, disciplina de la que fue
profesora en la Universidad Complutense de Madrid. Su hermano Carlos Hugo de Borbón-Parma
fue desde 1975 hasta su fallecimiento, en agosto de 2010, el pretendiente
carlista al trono de España con el nombre de Carlos Hugo I.
–¿El
“asunto” de Cataluña se puede considerar la quinta “guerra” carlista?
–No,
pero tiene que ver, eso sí. El carlismo siempre ha defendido la autonomía
popular en cuanto representa la nación en su profundidad, con sus mitos, sus
esperanzas y su historia. El Estado es una superestructura necesaria, pero no
tiene que negar la nación, y es lo que ha ocurrido en Cataluña. Pero guerra
carlista, no. La gente no ve la historia de nuestro partido, que es muy
interesante. El inicio es la negación de los fueros, y qué son los fueros: pues
son los derechos de los pueblos de España y el fuero es la identidad de un
pueblo. Por tanto, es su primera libertad. El carlismo ha considerado que tenía
que cuajar en política en un federalismo, en un pacto de los pueblos con el rey
o con quien estuviese al frente del Estado. Y lo creyó tanto que libró tres
guerras en el siglo XIX. A nosotros se nos ha tildado de inmovilistas, en
cuanto que un pueblo que lucha tiene un instinto ideológico muy fuerte y
solamente se rinde a novedades cuando quienes le representan son dignos de
confianza, hombres y hechos, pero no fue así. Hay unos políticos muy poco
dignos de confianza, hay unos hechos absolutamente escandalosos, como la
confiscación de las tierras comunales, que permitían vivir a las comunidades
campesinas, como el robo de los votos populares, la negación de los fueros…
Algo que la base carlista no podía aceptar.
–¿Fueros
son privilegios territoriales?
–No,
en absoluto, aunque la derecha así lo quiera tildar. Fueros son el derecho de
un pueblo a su propia identidad.
–Da
la sensación de que en España llevamos doscientos años, desde la Constitución
de 1812, sin solucionar un problema que otros países solventaron hace mucho
tiempo: el paso del Antiguo Régimen al Estado liberal y parlamentario, de ahí
las tres guerras carlistas de las que habla, a la que añado la cuarta: la
Guerra Civil…
–Tiene
usted razón, los países de Europa han logrado ese paso, Francia con una
revolución muy violenta. En España, efectivamente, después de un régimen
autocrático como fue el de Franco es lo que querían muchos partidos, pero, ¿por
qué no se logró? Lo que dijimos nosotros fue que antes del consenso democrático
se hubiera debido pedir a todos los partidos que habían luchado contra el
franquismo qué régimen político querían: monarquía o república, qué régimen
territorial: Estado unitario, federal o confederal, y qué régimen económico.
Esto le hubiera dado mucha más solidez al consenso, pero no se hizo, quizá no
era posible, pero así es que esta España democrática tiene lastres antiguos que
se están viendo ahora con la cuestión catalana. Los problemas de España son territoriales,
religiosos y políticos que se han podido resolver medianamente; en el político
hemos pasado a un Estado tipo europeo, pero no hemos resuelto el problema
territorial y a penas el religioso.
–Y
en el laberinto español surge ahora con fuerza la extrema derecha. Es decir,
¿el problema catalán lo está contaminando todo?
–Estoy
de acuerdo y eso es lo que acabo de decir, la problemática no está resuelta y
mientras no lo esté habrá surgimiento muy fuerte de un partido o de otro en los
extremos. La historia del franquismo es una historia mítica y el mito es
peligroso, impide el principio de realidad, la gente no ve la realidad, por eso
da saltos muy peligrosos de un lado a otro.
–¿La
decisión del Gobierno del PSOE de sacar los restos de Franco del Valle de los
Caídos ha despertado un fortísimo franquismo sociológico?
–En
efecto, pero lo de sacar los restos me parece una tontería. Los restos del
franquismo hay que sacarlos políticamente, hay que sacarlo de la sociedad
española a base de cultura y educación, pero sacar los restos de Franco es para
deslumbrar a la opinión pública y para no hacer lo necesario.
–Vuelvo
a la Sociología. ¿El auge de los populismos tanto de izquierda como de derecha
tiene que ver con el fin del Estado de Bienestar que en Europa se estableció
después de la Segunda Guerra Mundial como contención a la Unión Soviética?
–Creo
que tiene razón, pero hay otras. Los pueblos de Europa están buscando otra
salida, la democracia supone un avance continuo y no es así, ha retrocedido
social y políticamente. Entonces, la reacción es achacar a alguien la culpa, y
la culpa es Europa. Yo soy proeuropea, pero es cierto que Europa no obedece a
los principios democráticos, hay una confusión, poca claridad y conexión con la
base europea, lo que es un caldo de cultivo para la ultraderecha. Pero a la
ultraderecha no hay que combatirla con adjetivos horrorosos, hay que combatirla
con la cultura popular, que es lo que no se está haciendo, desde luego, en
España.
–¿Qué
relación hubo en la lucha contra el franquismo entre el Partido Carlista y el
Partido Comunista?
–Hubo
mucha relación por una razón: ambos eran partidos auténticamente populares.
Había un enemigo común y también una meta común.
–En
la Guerra Civil lucharon en bandos contrarios…
–Ambos
lucharon por sus ideas. Lo que les diferenciaba era la religión. A lo largo de
la historia el pueblo carlista ha considerado a la religión católica como un
bien del pueblo y como tal lo han defendido, lo que explica su beligerancia,
pero nunca hemos caído en el integrismo, ni la dinastía ni el pueblo carlista.
–¿Por
qué el carlismo no obtuvo buenos resultados electorales en la Transición?
–No
teníamos amarres en el extranjero ni financiación y tampoco fuimos legalizados
a tiempo como lo fueron otros partidos.
–El
carlismo también estaba dividido…
–El
Partido Carlista estaba muy unido y los que nos atacaron no fueron carlistas…
–¿Habla
de Montejurra?
–Claro,
fueron guerrilleros de la ultraderecha, bandidos muchos de ellos extranjeros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario