Convocada
"la fiesta de la democracia", es decir, las elecciones para el
próximo 28 de abril, lanzados los partidos políticos a la realización de
fichajes "estrella" como si de sociedades anónimas deportivas en temporada
de invierno se tratara y envueltos todos los dirigentes de la casta política en
las más gloriosas banderas que para ellos no son ni han sido jamás otra cosa
que trapos pintados muy útiles para tapar sus miserables vergüenzas; ha salido
a la luz, por una rendija, una noticia que ha quedado oculta detrás de tanta
proclamas electoralistas. Tal noticia no es otra que la intención por parte del
gobierno de modificar las pensiones de viudedad para rebajarlas de cuantía y
para que menos personas tengan acceso a ellas.
Como en política y en economía
cualquier crimen tiene su explicación y justificación, tal medida no iba a ser
menos y se pretende justificar en la maltrecha situación financiera en la que
se encuentra el actual sistema de pensiones que obliga, llámese como se quiera,
a hacer recortes. Ahora bien, no por ello deja de llamar la atención tal
intención de modificar el régimen que afecta a las pensiones de viudedad porque
puede ser un experimento de por dónde puede ir el estado en el futuro al
respecto de todas las pensiones públicas.
En primer lugar es fundamental
explicar que si la mayoría de pensiones que se cobran en nuestro país son de
una cuantía que lo que realmente garantizan es la progresiva pérdida de poder
adquisitivo, la cuantía de las pensiones de viudedad es ya ridícula porque la
misma está constituida exclusivamente por el cincuenta por ciento de la cuantía
por la que se ha cotizado, con lo que la transformación, por ejemplo, de una pensión de jubilación en una pensión de
viudedad ya supone a las arcas del estado el ahorro de un cincuenta por ciento,
realidad ésta que parece ocultar el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Por otro lado,, es de indicar que
cada trabajador y empresario de este país se vé obligado por ley a cotizar a la
seguridad social por una serie de prestaciones que percibirá en el futuro y que
cubren determinadas contingencias como son la vejez (jubilación), la enfermedad
e incluso la muerte (orfandad y viudedad). El hecho de que ahora se pretenda
modificar las pensiones de viudedad, tanto en su cuantía como en los requisitos
para tener derecho a percibirlas, constituye una modificación substancial y a
la baja de las prestaciones de la Seguridad Social que, no es necesario
decirlo, no irá acompañada de una rebaja en las cotizaciones. Dicho de otro
modo, los ciudadanos españoles pagarán lo mismo (o tal vez más) a la Seguridad
Social por recibir menos prestaciones.
Esta idea de modificar las pensiones
de viudedad, al venir de un supuesto gobierno socialista que lo es porque está
apoyado por otros partidos supuestamente de izquierda, se pretende matizar argumentando
que dicha modificación solo afectará a aquellas personas que perciban determinadas
rentas, pero esto no deja de ser un sofisma o, lo que es lo mismo, una mentira
con apariencia de verdad. Primero, porque a la hora de fijar la obligación de
cotizar y pagar a la seguridad social en poco o en nada se tienen en cuenta las
rentas que se perciben por lo que tampoco habría que tenerlas en cuenta a la
hora de recibir aquellas prestaciones por las que se lleva pagando toda la vida
y, en segundo lugar, porque lo que se pretende en último extremo y a la larga,
aunque no se reconozca, es vincular el
derecho a percibir pensiones públicas así como la cuantía de éstas a la percepción
de otras rentas, lo cual vendría a sustituir el actual sistema público de
previsión social universal por un sistema asistencial fundado sobre criterios caritativos
y pietista de carácter cuasi benéfico o puramente benéfico.
Esta amenaza de sustitución del
estado previsor por el estado asistencial, es decir la sustitución de un
sistema público de previsión social por la antigua beneficencia que se apunta
podrá ser una visión apocalíptica de un agorero, pero corresponde al lector
analizar si la cosa puede ir por ahí o creerse ciegamente las manifestaciones
de unos politicastros que llevan más de cuarenta años mintiendo y engañando descaradamente
a la ciudadanía.
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