Nuevamente
los españoles hemos sido convocados, el próximo domingo 28 de abril, a unos
comicios electorales para elegir representantes al Congreso de los Diputados y
al Senado que a su vez elegirán al gobierno que dirigirá el país los próximos
cuatro años.
Seguramente estemos ante la campaña
electoral más sucia de los últimos cuarenta años y que es resultado de la
radicalización que los políticos están transmitiendo irresponsablemente a la
sociedad.
Han pasado casi tres años desde las
últimas elecciones generales celebradas en junio de 2016 y los problemas que
afronta el país, lejos de verse reducidos o solucionados, han aumentado. En
materia socio-laboral no hay más trabajo ni más riqueza pues el empleo creado
es de tan pésima calidad que el trabajar ya empieza a no garantizar el no
terminar en la exclusión social, en matera puramente económica se notan
indicios de desaceleración que hacen que numeroso analistas económicos hablen
de una próxima crisis para el año 2020 y en materia política el país está poco
menos que descuajaringado debiéndonos formular la pregunta de ¿Qué es lo que
realmente nos une a los españoles y nos convierte en una comunidad política?.
Estos últimos tres años se han
pasado en blanco y ninguno de los partidos políticos que han desempeñado
funciones de gobierno, Partido Popular y Partido Socialista, así como todos
aquellos partidos con representación parlamentaria que los han apoyado no
pueden presentar ningún balance de resultados positivo.
Algunos objetarán que el Partido
Popular ha sido el partido de los recortes, cosa que es cierta y que el Partido
Socialista, olvidándose de que fue el partido que congeló las pensiones en
2011, es el partido que en los últimos nueve meses ha subido las pensiones y el
salario de los funcionarios, pero ¿Por qué motivo y a qué precio?. Pues el
motivo es evidente: puro electoralismo y el precio es el incremento del gasto
público que hará que tales subidas muy posiblemente no se puedan mantener en el
tiempo. De hecho es de saberse que instaurar un derecho es muy fácil, lo
difícil es mantenerlo indefinidamente en el tiempo (qué es, por cierto, lo que
le confiere el carácter de derecho y no el de simple concesión) y que estas
medidas cosméticas y electoralistas del gobierno de Pedro Sánchez bien podían
haberse completado con el establecimiento de una paga extra adicional para
todos los trabajadores a falta de la prometida derogación de las reformas
laborales y bien digo reformas, en plural, porque la puerta a la degradación
del mercado laboral la abrió el propio Partido Socialista cuando aquella
primera reforma laboral de 1988 a la que luego se sumo una nueva, también
socialista, en 2010 y concluyó, hasta el momento, con la reforma laboral del
Partido Popular de 2012.
Los políticos que dicen hoy lo que
ayer negaban, los políticos que afirman tener soluciones para los problemas que
ellos mismos han creado, los políticos que con una mano nos quitan lo que nos
dan con la otra y que al llegar a tocar poder incumplen sus promesas haciendo
todo aquello que decían que no iban a hacer, no son dignos de confianza. Y en
esa falta de confianza incurren TODOS, absolutamente todos, los partidos y
políticos que concurren a estas elecciones con posibilidades de hacerse con la
victoria en los comicios.
Desde el punto de vista de quien
esto escribe, la situación se reduce a lo siguiente: Unos señores que nos van a engañar porque así ha quedado
probado repetidas y numerosas veces, que van a vivir opíparamente a nuestra
costa y que nos van a llevar a donde seguramente no queramos ir, nos piden el
voto, esto es nuestro consentimiento, para todo ello. Pues bien, evidentemente
ante tal cosa, solo cabe una salida digna la cual es no prestar dicho
consentimiento, es decir abstenerse y no votar, porque si no votas todo lo que
hagan será contra tu voluntad y, al menos, salvarás tu dignidad demostrando que
no te has dejado tomar el pelo.
Así pues, el próximo 28 de abril, para
salvar tu dignidad:
NO VOTES, ¡ABSTENTE!
Y... SI LO HACES
HAZLO AL MAS DECENTE
... Si es que lo encuentras.
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