Este fin de semana del 4 al 5 de
mayo, bajo el lema "Por el Respeto a la Convivencia" ha tenido lugar
el tradicional acto carlista de Montejurra (Navarra) dentro del cual destacamos
las palabras pronunciadas en la campa de Ayegui por Don Jesús María Aragón ,
Secretario General Federal del Partido Carlista, las cuales reproducimos
íntegramente a continuación:
"Buenos
días, compañeros/as, egun on, bon día, bos días, bonos díes.
Bienvenidos todos a este acto de afirmación ideológica y ética en un lugar significativo para el Partido Carlista y su intrahistoria, y también para la Historia general de las Españas.
Bienvenidos todos a este acto de afirmación ideológica y ética en un lugar significativo para el Partido Carlista y su intrahistoria, y también para la Historia general de las Españas.
Henos aquí un año más para vernos y compartir unas horas, unos recuerdos, una comida…., en tono festivo, y reafirmarnos en nuestras propuestas políticas dirigidas a la consecución de lo que llamamos “Bien Común” para la sociedad, la Justicia Social y, por lo tanto, la Paz Social, posibilitadas por una ideología que sitúa a la persona humana en el centro de toda actividad social, económica, o medioambiental, y cuyo nacimiento situamos hace casi dos siglos atrás, y que sigue siendo válida hoy porque ha ido evolucionando al ritmo de sus partidarios y ha sido actualizada en su lenguaje por las personas miembros del Partido Carlista.
A pesar de que nuestra influencia histórica ha sido desigual, y hoy damos por hecho que estamos en un período de “baja”, podemos citar ejemplos de participación de compañeros en la búsqueda de soluciones humanas y viables, a los problemas que surgen en la convivencia social. Además, el Carlismo es muy citado en los Medios de Comunicación y algunos lo ensucian achacándole los peores vicios y defectos que son liberales, en realidad, pues es la ideología dominante, y lo hacen para “llevar el agua a su molino”, no lo hacen inocentemente. Así, cuando dicen que el Carlismo es la fuente de todo nacionalismo disgregador, se refieren a los nacionalismos “periféricos”, vasco y catalán, claro está, mienten, porque el Carlismo no es nacionalista.
El nacionalismo, desde la óptica carlista, es un reduccionismo; lo importante es la sociedad, la gente que vive en un entorno dado y que organiza su convivencia en unos núcleos más o menos urbanizados, gestionados por Asambleas vecinales, Concejos, Ayuntamientos…, y que a medida que va aumentando su mutuo reconocimiento y aceptación porque aceptan que comparten unas determinadas características ( una historia más o menos común de formas de comunicarse, de modos de vida y trabajo, de producción e intercambio comercial y cultural…) van creando sucesivos niveles de organización. Ocurre que a la manera del clima, que es variado en los distintos lugares de esta Tierra, nuestro común y único hogar, hay distintos grupos humanos, con sus peculiares formas de organización social; de ahí lo de “naciones”.
Una nación no es un chiringuito, ni la huerta del abuelo, ni sólo un territorio con un montón de gente dentro.
Algunos basan sus elucubraciones en que, desde siempre, en nuestras reivindicaciones ha estado la palabra “Patria” .Pues bien, nosotros decimos que vender pisos municipales en lotes lo suficientemente grandes como para que sólo unos pocos puedan comprarlos no es de patriotas sino de vendidos y de traidores a la Patria, representada y viviente en los inquilinos de esos pisos municipales y los primeros con derecho a compra del piso que habitan; la consecuencia es sabida: el nuevo dueño sube los alquileres y no todos los inquilinos pueden asumir esa subida. En Huelva, un compañero carlista, Javier Arellano, es un miembro activo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
En los orígenes históricos del Carlismo pasó algo parecido: los liberales desamortizaron los comunales, y los que de ellos vivían se levantaron en armas para defenderlos y, con ellos, su vida y su modo de vida tradicional; entonces se estilaba así; ya lo habían hecho unos años antes contra el invasor extranjero y ateo. Defender a la Patria es defender todo lo que engloba las posibilidades de vivir y de dar vida y que, por extensión, históricamente se ha identificado como “nación”, pero que no es lo mismo que “nacionalismo”. Para los carlistas de hoy defender la Patria sigue siendo una reivindicación ¡ya lo creo!, y añado que desde aquí nos unimos a los que hoy en Durango y en otras ciudades europeas, con motivo del “Día de Europa” se han manifestado a favor de la Dignidad y Respeto a la persona humana, de la Solidaridad y de la Democracia, reivindicando “todos los derechos para todas las personas”, frente a un modelo jerárquico,, divisor y marginador, de convivencia social.
Contra esta visión de la vida y del ser humano se alzó el liberalismo, exaltando al individuo y buscando el máximo beneficio con el menor trabajo, o inversión, posible, explotando el medio ambiente físico y animal, e incluso a las personas.
El liberalismo tergiversa el lenguaje, el sentido de las palabras: habla de libertad, pero comerció con personas a las que esclavizó y vendió como mercancía; luego lo seguiría haciendo generando dependencia en la tierra, los animales, y las personas, en el sector industrial y en el sector servicios. La libertad, para el liberalismo, no es algo inherente a la persona, una cualidad, una facultad, sino una mercancía más; disfrutarás de tanta libertad cuanta puedas pagarte; sí, eso de “tanto tienes, tanto vales”. La única medida es el dinero, una invención humana y que, por lo mismo, debería estar al servicio del ser humano, esto es, no ser señor sino siervo.
Habla de “progreso”, pero los dependientes no pueden aspirar, ni disfrutar, del mismo nivel de progreso que el que los hace dependientes.
Habla de “revolución”, pero los sedicentes liberales nunca han estado en la base de la pirámide social, económica, ni política.
Habla de “derechos individuales”, pero luego hace leyes para defenderse de los que ha empujado a la dependencia, y se reserva la posibilidad de acceder a los niveles más altos de los tribunales de justicia, nombrados bajo su influencia; por eso las cárceles están llenas de “robagallinas”, y cuesta “Dios y ayuda” que alguno de esos sedicentes liberales padezca la prisión y la falta de libertad.
Hablan de “responsabilidad”, sobre todo para justificar la diferencia de su sueldo con el de los que desarrollamos trabajos de 2ª categoría, pero luego no asumen las consecuencias de su mal hacer; por ejemplo, lo que estamos viendo en el juicio al “procés”: ni la ministra especial para Catalunya, Soraya Sáez de Santamaría, ni el ministro del Interior, Zoilo, asumieron ninguna responsabilidad por lo sucedido el 1 de octubre de 2017 cuando los ciudadanos catalanes iban a participar en una votación organizada por el Govern de la Generalitat; todo lo achacan al “operativo”, o sea a los mandos inferiores y a los “mandados”.
Otro ejemplo: En los Sanfermines de 1978 una intervención policial reventó la fiesta y un compañero que hoy no está aquí vivió en directo aquellos hechos y participa en la reivindicación de responsabilidades, de justicia, y de reconocimiento, en la plataforma “Sanfermines´78”; nos ha hecho un informe que va a leer otro compañero que también los vivió en directo, “Chupito”.
El liberalismo es la ley de la selva, la ley del más fuerte.
El Carlismo es la ley de la cooperación del progreso y de la libertad conjunta.
El lema de este Montejurra´19 es un remedo del del calendario de este año, y
quiere indicar que reivindicamos el respeto a la convivencia, y que a través
del respeto es como llegamos a esa convivencia que queremos. Otro ejemplo de
participación vecinal reivindicando respeto por el medio ambiente y por la
gente que habita estos valles es lo que nos va a contar el compañero Ramón
Abrego, con motivo del proyecto de instalar en esta zona un “centro de tratamiento
de residuos de construcción y vertidos industriales y tóxicos”.
Sobre las elecciones del pasado 28 de abril y a las que el Partido Carlista no se presentó porque “estamos tomando impulso”, además de lo que aparece en el último número de El Federal, diré que el PSOE se aprovechó de los 9 meses de gobierno postmoción de censura para hacer propaganda; esto, unido a la visualización de un enemigo real, la ultraderecha más franquista y el marketing consiguiente en torno a ello, ha producido este resultado que no va a ser suficiente para liberarnos de la dependencia económica de los grandes fondos de inversión transnacionales, ni de la dependencia energética del petróleo, ni de la dependencia en política internacional de la OTAN y de EE.UU. Aunque en la campaña electoral se reclamaban como progresistas, ahora añaden que son de izquierdas y que quieren formar un gobierno de izquierda, preferentemente solos; no es fácil, y la única manera es excluyendo de posibles pactos de gobierno a los partidos de derechas de la madrileña Plaza de Colón. Un gobierno de izquierdas tiene que salvaguardar, y mejorar, los servicios públicos mediante una ley de Justicia fiscal, garantizar la igualdad de oportunidades, proponer un marco legislativo que acabe con la precariedad laboral, y leer la Constitución con los anteojos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Civiles y Políticos, de 1948, fundamento de un corpus jurídico digno de tal nombre porque antepone la persona a los textos legales.
En el primer debate a cuatro en “La 1” de TVE se pudo ver cómo los sedicentes “nacionalistas constitucionalistas” suspendían en Constitución pues no la han interiorizado porque la leen embrollando. Añadiré que la campaña electoral ha sido de dar vergüenza ajena y que ha proporcionado un punto de apoyo a los que dicen que los Partidos políticos son negativos para la convivencia social, así como para la organización de la sociedad. Digamos más bien que lo que hemos visto y oído no es digno de nosotros y que, aunque no sea más que como contraste, referencia, y aspiración, la existencia del Partido Carlista es necesaria para que la sociedad no sea más esclavizada.
El día 26 de este mes tenemos elecciones municipales y autonómicas en las que la guía de nuestro voto ha de ser también la antedicha Declaración Universal de 1948; y lo mismo para las europeas del mismo día. No es de nuestro gusto la Europa actual pero algo de su funcionamiento podríamos interiorizar, a saber, la manera de gestionar una situación de abandono del club, de un proceso de separación, a través de un referéndum y de la consiguiente negociación respetuosa.
La Europa que queremos es la de las buenas prácticas de Gobierno y gestión de los recursos y de los servicios públicos, que elabore políticas comunes, que mutualice la deuda como un ejercicio de solidaridad para ir hacia un sistema fiscal y social compartido.
Muchas gracias, compañeras/os".
¡¡VIVA EL PARTIDO CARLISTA!!
Montejurra 5 de mayo de 2019
Jesús Mª Aragón Samanes. SGF del Partido
Carlista.
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