Poco
más de una semana más tarde de la celebración de las elecciones municipales,
autonómicas y Europeas el 26 de Mayo pasado y un mes más tarde de la
celebración de las elecciones generales en España, los españoles asistimos a un
espectáculo carnavalesco de lo que solo se puede considerar como un baile de Buitres
entre las distintas facciones que
conforman el estamento político de nuestro país.
Considerando que el Buitre (Gyps
Fulvos) es un ave omnívora extremadamente oportunista que come todo tipo de alimentos,
sean vegetales o animales, y especialmente carroña y residuos alimentarios,
creo que es con el miembro de cualquier bestiario con el que mejor se pueden
identificar a nuestros políticos. Desde luego mejor que con los dragones o con
los leones que mal guarnecen la entrada principal del Congreso de los
Diputados.
Una vez más, el sufrido pueblo
español, inasequible al desaliento parlamentario tal y como demuestra su
persistente apoyo a partidos que constantemente le defraudan, está comprobando
como lo que dicen sus candidatos en campaña electoral no sirve tras la
celebración de las elecciones. Desgraciadamente no sacará conclusiones
evidentes al respecto.
Tras las elecciones generales del 28
de abril pasado, todo parecía estar mínimamente claro: el PSOE y
"Ciudadanos" no pactarían; los socialistas se habían referido
insistentemente a la formación de Albert Rivera como un miembro del
"trifachito" mientras que "Ciudadanos" había insistido en
que en ningún caso pactaría con Pedro Sánchez, esto es, con el PSOE; en cambio
ahora.... , ahora la cosa no está clara.
No nos debemos dejar engañar ni un
minuto más. Basta ya de "Hooliganismo" en la política española, lo
mal hecho está mal hecho lo haga quien lo haga, no solo si lo hacen los otros,
quién miente es un embustero con independencia del color político que tenga y
quien mete la mano en la caja es un
chorizo sin importar el partido en que milite. El pueblo español no debe seguir
pensando que una misma cosa esta mal si lo hacen los contrarios y bien si lo hacen
los propios, no puede seguir justificando y defendiendo a los que considera
propios porque tales propios no son de nadie más que de sí mismos.
Una
vez más los distintos miembros de la casta política han halagado al pueblo para
gozar de su confianza y una vez más, conseguida ésta, le dan la espalda
ignorando sus deseos y lo que es peor, sus necesidades. Y no podemos seguir
justificando esto en "los poderes
que mandan" por dos razones elementales: Primera, porque si se llega a
la conclusión de que hay poderes extra-políticos y no representativos de la
voluntad del pueblo que son los que de una forma real y efectiva marcan las
políticas de los gobiernos surgidos de las elecciones, entonces la
participación de los ciudadanos en los comicios electorales es una mera
justificación de esos poderes y no sirve para nada, y segunda, porque de
existir realmente esos poderes no podrían nada si el político electo en
cuestión no estuviera dispuesto a dejarse manejar por ellos.
Así pues, que nadie pretenda
justificar los pactos que pudieran darse en la política española y que nadie se
sienta engañado. Desde hace ya muchos años, incluso décadas, estamos asistiendo
a un baile de buitres en la política carpetovetónica representada magistral y
exactamente en la última escena de la película "La Vaquilla" del
genial Luis García Berlanga. Los distintos miembros de la casta política que
padecemos revolotean en lucrativo y circular baile alrededor del pueblo y de
las Instituciones para ver que pueden rapiñar de un estado en franca decadencia
y de un pueblo dividido en facciones seguidor de una nefasta filosofía según la
cual "si todos son ladrones y
engañan, pues al menos que me engañen y me roben los míos" cuando la
más elemental sabiduría debería llevarle a exigir es, simplemente, que ni le
roben ni le engañen.
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