Pasados
casi tres meses desde que se instaurase el "Estado de Alarma" el 25
de octubre de 2020, el Gobierno no solo no ha acudido en ningún momento al
Parlamento a rendir cuentas de la gestión del mismo privando al Congreso de los
Diputados, al parecer con cierta complacencia de éste por su pasividad, de su
función legal de control y evolución del
Estado de Alarma, sino que además ha delegado su aplicación en las Comunidades
Autónomas lo cual es manifiestamente ilegal ya que conforme el artículo 7 de la
Ley Orgánica 4/1981 de 1 de Junio "A los efectos del estado de alarma la
Autoridad competente será el Gobierno o, por delegación de éste, el Presidente
de la Comunidad Autónoma cuando la declaración afecte exclusivamente a todo o
parte del territorio de una Comunidad"; como el Estado de
Alarma decretado el 25 de Octubre de 2020 alcanza a todo el territorio nacional
la única autoridad para aplicar el mismo es el gobierno, no cabiendo su delegación en los Presidentes
Autonómicos.
Dejando a un lado la legalidad o
ilegalidad del vigente Estado de Alarma y la cuestión de si las medidas
restrictivas del derecho de reunión que se están adoptando puedan tener cabida
en él o solamente en los Estados de Excepción o Sitio, lo que a estas alturas
deberíamos plantearnos es si, este Estado de Alarma, está dando resultados
positivos o no.
Si el objetivo del Estado de Alarma
cuando se prorrogó su vigencia, el 29 de octubre pasado, era evitar la
expansión de la pandemia y doblar la curva de contagios cuya tasa de incidencia
acumulada a catorce días se encontraba ese mismo día en 468 casos por cada cien
mil habitantes (fuente: https://www.redaccionmedica.com/secciones/sanidad-hoy/coronavirus-espana-maximo-contagios-pandemia-muertes-casos-octubre-4110),
resulta evidente que no se ha logrado pues, a fecha 14 de enero de 2021, nos
encontramos con una tasa de incidencia acumulada a catorce días de 482 casos
por cada cien mil habitantes (fuente: https://cnecovid.isciii.es/covid19/), es
decir, mayor a la existente en el momento de decretarse el Estado de Alarma.
Así pues, las medidas adoptadas en este Estado de Alarma que han consistido en
limitar la circulación de los ciudadanos a determinadas horas del día y en un
supuesto cierre perimetral de determinados municipios y Comunidades Autónomas,
no ha dado el resultado deseado por lo que el Estado de Alarma se está revelando
como una incomodidad inútil, máxime cuando en cada Comunidad Autónoma las
medidas que se adoptan son diferentes y constantemente cambiantes lo que
produce desconcierto e inseguridad jurídica entre la población.
Por otra parte, resulta
extremadamente extraño, y absolutamente incomprensible, que en el mes de marzo
de 2020, se decretase un confinamiento total de la población en sus casas
cuando la incidencia acumulada el día 20 de marzo de 2020, cuatro días después
de acordarse dicho confinamiento, era de 62 casos por cada cien mil habitantes (fuente:
https://www.dsn.gob.es/es/actualidad/sala-prensa/coronavirus-covid-19-22-marzo-2020?fbclid=IwAR2AX9rxzSCh1pTQidHzPgCPlsymyB5SpHZZ_ZgsvneYYua5iMneJQEq7-M)
mientras que a fecha 31 de diciembre de 2020, dos meses más tarde de decretarse
el actual Estado de Alarma, la incidencia acumulada alcanzaba los 236 casos por cada cien mil
habitantes (fuente: https://es.statista.com/estadisticas/1104220/contagios-por-covid-19-por-cada-100000-habs-por-comunidad-de-espana-en-2020/?fbclid=IwAR39JQXyoiMGfbL70Vx8KmSqlNCKICmvQ3wsoJggElKXq1tBDlH7F4Peu4c),
llegando a ser la citada tasa acumulada el día 18 de enero de 2021 la de 689
casos por cada cien mil habitantes conforme recoge la actualización número 292
sobre el COVID19 que emite la Secretaría de Estado de Sanidad.
El confinamiento domiciliario es una
medida drástica, molesta y que hace poca o ninguna gracia a los ciudadanos; es
decir, es una medida impopular que evidentemente no quiere tomar el gobierno
por las consecuencias políticas que la misma podría generarle en unas futuras
elecciones por lo que ha desertado de su autoridad y de sus obligaciones traspasando
el problema a unas Comunidades Autónomas que solo pueden tomar medidas dentro
de los estrechos márgenes que marca el Real Decreto 926/202 de 25 de octubre,
que en ningún caso comprende el confinamiento total en domicilio y, de hecho,
ni siquiera pueden limitar la libre circulación de las personas fuera de los
márgenes horarios establecidos en el Real Decreto y que va de las 23.00 a las 7.00 horas.
El actual Estado de Alarma, tan solo obedece a una operación de ilusionismo político con la que se pretende hacer creer a la población que se está haciendo algo por salvar vidas cuando realmente no se está haciendo. Algunos podrán argumentar que lo que se está intentando hacer es salvar vidas sin perjudicar demasiado la economía, pero lo cierto es que la economía ya resultó dañada gravemente en el confinamiento de marzo a junio pasado y, en el caso de algunos importantes sectores económicos, continúa siendo gravemente perjudicada con las limitaciones horarias y de aforos por lo que solo se puede concluir que, dada la situación real, el actual Estado de Alarma está resultando ser inútil o que está ideado y gestionado por unos inútiles que, pretendiendo salvar vidas sin perjudicar a la economía, han conseguido destruir la economía sin salvar vidas.
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