La editorial Ariel acaba de publicar el último libro del periodista e historiador norteamericano Erik Larson titulado "Esplendor y Vileza" dedicado a la historia familiar de Winston Churchill durante los primeros doce meses en los que ejerció como Primer Ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña, meses éstos que posiblemente coinciden con los más críticos de toda la II Guerra Mundial.
"Esplendor y Vileza", va
más allá, mucho más allá de ser una mera historia anecdótica de la vida de la
familia Churchill, tal y como anuncia el editor. Entre sus líneas se deja
entrever una interesante conjetura histórica que no es otra que la que Winston
Churchill condicionó toda la estrategia militar y política de la Gran Bretaña
exclusivamente a la entrada de los Estados Unidos en la guerra, lo que
constituía una apuesta muy arriesgada considerando la nula beligerancia que
mostraba la población norteamericana en ese momento y la oposición del Congreso
estadounidense a involucrarse en el conflicto. A este respecto, el autor retoma
la teoría que ya sostuvo en una anterior obra titulada "Lusitania",
recientemente reeditada también por la editorial Ariel, según la cual el Secretario
de Marina de Estados Unidos (Franklin Delano Roosevelt) y el Primer Lord del
Almirantazgo británico (Winston Churchill) pudieron evitar el hundimiento del
Lusitania en 1915 y, simplemente, no lo hicieron.
Que un gobernante de un país que
lucha desesperadamente por su propia existencia e independencia apueste todo a una
única posibilidad que, además, no depende de sí mismo sino de terceros es una
apuesta demasiado arriesgada como para creerse que no existía algún tipo de
seguridad al respecto de que tal posibilidad se verificaría. Así surgen grandes
preguntas: ¿Tenía Churchill alguna garantía de que Estados Unidos entraría en
guerra cuando pronunció su famoso discurso de "Lucharemos en las
playas" el 4 de junio de 1940?; es curioso pero en el mencionado discurso,
pronunciado más de año y medio antes de que Estados Unidos entrase en guerra,
no solo declaraba la voluntad de la Gran Bretaña de resistir indefinidamente sino
que aseguraba, con una certeza casi profética, que "el Nuevo Mundo (América),
con todo su poder y su fuerza avanzaría al rescate y a la liberación del Viejo".
Por su parte, ya es un hecho histórico irrefutable que Roosevelt fue
involucrando progresivamente a Estados Unidos en la guerra y dosificando la
ayuda que prestaba a la Gran Bretaña permitiéndola resistir los ataques
alemanes durante casi dos años; ahora bien esa dosificación de la ayuda ¿Se
debía a la posición contraria a la
guerra que mantenía la opinión pública norteamericana y a las trabas que ponía
el Congreso de Estados Unidos o a un deseo deliberado de desgastar a la Gran
Bretaña para que pasara a ser una potencia de segundo orden en el mundo de
postguerra?. Hoy también se sabe que
cuando Japón atacó Pearl Harbour, el 7 de diciembre de 1941, Roosevelt solicitó
informes sobre si habían participado aviones alemanes en el ataque con la
finalidad de declarar la guerra a Alemania y al no verificarse tal extremo, se
sintió bastante preocupado y angustiado por no tener justificación para
declarar la guerra a Alemania hasta que finalmente, el 11 de diciembre de 1941,
ésta declaró la guerra a Estados Unidos (1).
El
libro de Erik Larson no da respuesta a estas preguntas pero ya el solo
hecho de plantearlas entre líneas supone una novedad en la historiografía de la
II Guerra Mundial sobre la cual ya se ha escrito prácticamente todo por lo
que "Esplendor y Vileza"
resulta un libro muy interesante además de ameno y entretenido para estas fechas de asueto estival.
(1)
Alemania declaró la guerra a Estados Unidos, el 11 de diciembre de 1941,
basándose no tanto en su alianza con Japón como en el hecho de que consideraba
que ya estaba de facto en guerra con ellos, basándose en el hecho de que buques
norteamericanos escoltaban a los convoyes británicos, informaban de la posición
en que se encontraban los submarinos alemanes e incluso participaban activa y
directamente en su hundimiento. No podemos saber qué habría pasado si Alemania
no hubiera declarado la guerra a Estados Unidos pero muy posiblemente, éstos
habrían retirado numerosos destructores y varios buques mas del Atlántico para
destinarlos al pacífico debilitando a la
Royal Navy y tal vez habría salido a la luz que la flota del pacífico sufrió el
ataque japonés porque había quedado, en gran medida, desguarnecida por el envío
de unidades de vigilancia naval al Atlántico lo que habría supuesto un
escándalo que sin duda influiría en las elecciones presidenciales de 1944.
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