Risto, por favor tome nota: ¿Tal vez sugería un Chester? |
No, no me refiero al estreno de la
película "The Interview" producida por Sony la cual ha provocado un
ataque de nervios en Corea del Norte. Me estoy refiriendo al mensaje televisivo
de Su Excelencia el Jefe del Estado a Título de Rey, que fue anunciado y
acogido por la prensa como si de una gran superproducción cinematográfica se
tratara aunque no estuviera dirigida ni por Cecil B. Demille ni por Ridley
Scott, ni por James Cameron.
El Jefe del Estado menciona en su
mensaje, tres temas de viva actualidad cuales son la corrupción, la crisis
económica y la cuestión de Cataluña porque obviarlos y no dedicarlos ni un
minuto en su comparecencia televisiva hubiera sido semejante a ese gesto torero
de "ponerse el mundo por montera".
En materia de corrupción y crisis
económica, Su Excelencia se limita a lamentar, no llegando a condenar, la
situación creada y que padecen cientos de miles de familias españolas favoreciendo
el recuerdo de aquellos mensajes radiofónicos de una conocida consejera
femenina de mediados de los años setenta que, ante las muy dramáticas
situaciones familiares que le exponían las radioyentes, siempre aconsejaba por
todo remedio "la paciencia y la confianza". En todo caso hubiera sido
más realista exigir responsabilidad y honestidad a los hombres y mujeres que
encarnan las instituciones y cuyo mal hacer ha llevado a la desesperación a
miles de seres humanos en nuestro país y no diluir la culpabilidad entre todos
los ciudadanos.
Su Excelencia el Jefe del Estado
habla de hacer un esfuerzo de toda la sociedad por reconstruir un orden moral
en la política, pero llama curiosamente la atención que el llamamiento lo
dirija a todos los ciudadanos en vez de concretizarlo en aquellos que llevan
años quebrantando todo principio ético en la administración de lo público y que
son los responsables y causantes del derrumbe moral del Estado que se
manifiesta en la constante legislación que recorta derechos sociales y aumenta
las cargas impositivas fundamentalmente sobre los económicamente menos
pudientes.
Curiosamente, en el mensaje del Jefe
del Estado no se menciona ni de pasada el caso de corrupción que más próximo
tiene, desaprovechando la oportunidad de mostrar ejemplaridad desposeyendo a
quien proceda de algún que otro título nobiliario, aunque claro.... tal acción,
propia de un Rey, excede en mucho las funciones de un simple Jefe de Estado.
Finalmente, la mención hecha por
primera vez en un mensaje navideño de Su Excelencia el Jefe del Estado a Título
de Rey a la cuestión suscitada en Cataluña y a la que dedicó en exclusiva tanto
tiempo como a los temas de la corrupción y de la crisis juntos, lejos de
apaciguar y generar la confianza que en otras partes del mismo mensaje se
reclama, pone de manifiesto la enorme magnitud del problema sin sugerir, ni
siquiera apuntar, solución alguna por lo que falta a la coherencia dialéctica
que exige que, planteado un problema, se haga alusión a su posible solución.
En definitiva, el estreno navideño
de Su Excelencia el Jefe del Estado a Título de Rey ha consistido en un
discurso repleto de obviedades y vaguedades no llegando a ser decepcionante
porque solo se puede decepcionar a aquel que tiene ilusión o se mantiene
expectante ante alguna cosa y no creo que el excelentísimo mensaje de Noche
Buena ilusione a nadie desde hace muchas décadas.