En el transcurso de una conferencia
titulada "Cataluña en la Unión Europea del siglo
XXI" impartida ante un
auditorio de unos sesenta estudiantes de
la Universidad Autónoma de Madrid; el ex-presidente de la Generalitat, Artur
Mas, manifestaba que entre el independentismo y la situación actual "puede
existir una tercera posibilidad pero que la tiene que proponer el estado, no el
gobierno".
Tal manifestación ha levantado
grandes expectativas en el mundo informativo y también en el gobierno que
preside el señor Rajoy el cual, según ha difundido tanto la televisión pública
como Radio Nacional de España, tiene un total de cuarenta y cinco propuestas
para realizar a Cataluña que permitan reconducir el proceso independentista
hacia la legalidad vigente.
Esta información objetiva plantea
ciertas cuestiones no insignificantes que merecen un mínimo análisis.
En primer lugar, surge la cuestión
de quienes pueden ser los interlocutores válidos para mantener unas
conversaciones entre Cataluña y el Estado central que desbloquee la actual situación.
Si en el caso del Estado central está claro quiénes pueden ser esos
interlocutores que podría ser cualquier enviado especial designado por el
Gobierno apoyado en último extremo en la legalidad vigente, en el caso de la
Generalitat de Cataluña no está claro quién podría ser ese interlocutor porque
siendo el más lógico el actual presidente de la Generalitat , Carles
Puigdemont, es de tener muy en cuenta que ocupa el cargo con el apoyo de varias
fuerzas políticas (ERC, CUP) precisamente para pilotar el proceso independentista,
no para desmontar el mismo por lo que el precitado interlocutor carece completamente
de cualquier capacidad negociadora real que no sea la de acordar con el Estado
la celebración de un referéndum o un reconocimiento de independencia pudiendo
ocurrir que si tratase cualquier otra cuestión se enfrentase a una moción de
censura del parlamento catalán que le depusiese de la Presidencia con lo que
Cataluña se quedaría sin representante en la negociación.
En segundo lugar se plantea la
cuestión de fondo que es sobre lo que se va a negociar. Aquí hay que tener muy
claro que el parlamento catalán ha sido elegido en unas elecciones democráticas
tras una campaña electoral en que los partidos que han obtenido el apoyo
mayoritario de los ciudadanos catalanes pedían y prometían la independencia
configurándose de este modo una mayoría parlamentaria partidaria de la secesión
y que ya ha dado pasos legislativos en ese sentido. Así pues surge la pregunta
de ¿A qué tipo de acuerdo se puede llegar?.
Las
respuestas a esta pregunta pueden ser dos y las marca la pura lógica. La
primera respuesta es que ambas partes negociadoras se pongan de acuerdo en un
punto medio en la forma y en los tiempos de proceder a la independencia, lo que
implicaría que el estado aceptaría, de una u otra forma, la ruptura
constitucional después de haber santificado la Constitución de 1978 hasta el segundo
antes de su ruptura y la segunda respuesta implica que ambas partes se pongan
de acuerdo en un punto medio en el que el estado aceptaría una reforma
constitucional para otorgar mayor peso político y mayor autonomía a Cataluña en España hasta el extremo de llegar
a una especie de "poder dual" similar al existente en el Imperio
Austro-Húngaro mientras que, por su parte, Cataluña renunciaría a ir más lejos,
es decir, renunciaría a la independencia.
Estando fuera del ámbito del
presente artículo el analizar el por qué no es lógico que el actual gobierno
pacte el modo y los tiempos de la independencia de una parte del territorio y
el por qué resulta prácticamente imposible constituir un estado dual "Madrid-Barcelona"
similar al "Viena-Budapest" existente en el imperio Austro-Húngaro,
queda por poner de manifiesto dos importantes cuestiones que las posibles
respuestas a estas dos preguntas hacen aflorar.
Primeramente resulta muy difícil, si
no imposible, negociar con una parte que cada vez que llega a un acuerdo
siempre lo considera provisional en virtud del principio "Rebus Sic
Stantibus" y un simple medio para conseguir ir más allá unos años más
tarde, es decir, estando la situación política y, sobre todo, sociológica en
Cataluña como está actualmente nada implica que el acuerdo al que se pudiera
llegar fuera definitivo y dentro de un tiempo prudencial no volviera a surgir
de nuevo la cuestión de la independencia. Por último, y probablemente lo más
grave por marcar definitiva tendencia,
es que curiosamente en este país donde todo el mundo clama con vehemencia por
la transparencia, la democracia y la participación ciudadana resulta que es
posible que el gobierno de la nación y los políticos catalanes estén dispuestos
a transigir en sus respectivas posiciones irrenunciables, que son las que
precisamente les han granjeado el apoyo electoral manifestado en unas
elecciones democráticas, en unas supuestas negociaciones que se estarían
llevando a cabo de espaldas a los ciudadanos y a los pueblos de Las Españas.
Desde "El Chouan Ibérico"
no nos cansaremos de repetir que en este país no existe un "problema catalán"
en España sino un "problema español" que es existencial y que
entronca con la visión de Las Españas como un ideal permanentemente
traicionado. El problema es muy grave pero no irresoluble y la solución al
mismo parte de reconocer los fracasos e iniciar un pleno y nuevo proceso constituyente que mostrando una clara voluntad integradora de todos y cada uno
de los pueblos que integran Las Españas en un estado común permita a los
catalanes expresarse libremente si desean o no participar en ese nuevo proceso
constituyente y formar parte de ese estado común que pudiera surgir del mismo.
6 comentarios:
Confundir Estado con Gobierno es algo frecuente, cuendo la cultura politica es escasa o pobre.
En España, so lo hay un estado. No hay ningún Estado Central ni periférico y, las distintas comunidades autónomas forman parte de ese estado único. Por tanto un Estado no puede negociar consigo mismo.
Por lo tanto ruego que a partir de esta premisa se redacte el alrticulo de forma correcta políticamente.
Estimado anónimo:
Cuando Artur Mas hablaba de Estado ademas diferenciándolo del Gobierno sin ninguna duda se refería a lo que los nacionalistas periféricos llaman "El Estado Español" que no es otra cosa que el "Estadoo Central".
Ademas habilmente Artur Mas incide en la diferencia entre Estado y Gobierno porque el Estado son todas las instituciones que lo forman y todos los ciudadanos mientras que el gobierno solo es un gestor de ese estado.
No es lógico que un estado negocie consigo mismo, salvo en este nuestro país donde el estado llega al absurdo de, por ejemplo, exigir el pago de un IVA que él mismo tiene que pagar primero, pero en este caso concreto hay que indicar que desde la lógica nacionalista independentista, ellos no son el estado o se han situado fuera del estado por lo que la redacción del artículo responde a la lógica de donde unos y otros han reducido al país y a la realidad actual donde claramente el Estado está roto.
Un saludo
Estoy básicamente de acuerdo con usted en todo, saltándome, cosa importante, que no haya un interlocutor válido en Catalunya, però yo introduciría un tema, que para mí es de suma importancia, mire, la Biblia, el libro de los libros ya habla que en el principio fue el verbo, y se hizo carne y habitó entre los hombres, le pongo esta cita para hacerle ver la importancia que el tema lingüístico tiene para una nación o en este caso para Catalunya i Las Españas.
(sigue)
Vicent Adsuara i Rollan
"Lalengua", es decir la lengua materna es la que hace hablar a los hablantes de una forma acorde y en armonía con ellos mismos, pero cuando la lengua materna deviene la paterna, es decir el imperativo paterno lingüístico, y es mi caso, por esto estoy dividido entre "lalengua" y el imperativo paterno, desde esta óptica, y no suelen coincidir en los territorios, nacionalidades españolas, que ambas, "lalengua" y el imperativo lingüístico paterno coincidan en un gran número de hablantes, sí en el caso de los castellaoparlantes, cuando esto pasa, que el imperativo paterno lingüístico, moral o superego lingüístico vence al materno, a la lengua materna se crea una nación, sí, una nación, que no lo es, al menos ahora, València, pese a tener el estatus de nacionalidad según la Constitución del 78 y sí Catalunya o Euskadi, por este imperativo paterno lingúístico o moral que ha vencido a "lalengua" como forma de estabilidad emocional lingüística.
Cosa que hace que dialécticamente o deconstructivamente se vaya hacia el deseo de este pueblo, que no es otro que su independencia, pero yo opino que al ser lingüístico, básicamente el problema, habría que hacer un aeque principaliter, como el de los Austria, pero en el tema lingüístico, el sentido común es sagrado y una lengua, salvando los relativismos, enraizada en un territorio tiene más derecho a la que llega luego, pero no quisiera hablar de este tema tan controvertido, el caso es que la dialéctica o deconstrucción hacia siempre querer más, podría solucionarse, y más hoy con la red de Internet que prima a las lenguas mayoritarias, por motivos obvios, haciendo este aeque principaliter lingüístico, es decir, plena inmersión lingüística en los territorios con lengua propia a parte de la castellana, lengua amada por mí y de mi madre, y así nunca se llegaría a la plena valencianización o catalanización de Catalunya, sino que sería este tema por el que "infinitamente" se lucharía o lucharían los nacionalistas catalanes o valencianos, aunque a mí no me gusta emplear el término "lucha" para referirme a un sentimiento humano, pues resulta un término muy marxista y no apto para la paz.
Es simplemente un ideal querer castellanizar València o tanto da valencianizar la comarca de los Serranos valenciana, tanto cuanto tenemos el sentido común, que podríamos hacer valer de lengua histórica y propia, y es hoy cuando la red de Internet nos ofrece con Trump la posibilidad de desglobalizar el planeta, en una desglobalización atomizada, no es que lo pretenda para territorios tan afrancesados como Occitania o la Provenza, pero sí para nuestras regiones, que habrían de convivir en una España una, pero también en Las Españas, como usted muy bien indica.
En fin, mi intención no es solo la de que perviva la lengua de mi padre en una imposición de idealismos,sino que va mucho más allá, si usted ha leído algún artículo de mi obra, pretendo evitar la guerra social que podría desencadenar la ascensión de partidos fascistas en Europa, si estos no respetan las personalidades, llamémosles, así, lingüísticas, y piense que el poder del yin es tan fuerte como el del yang, masculino y de las fuerzas factibles, por lo que la guerra mundial o el Apocalipsis podría no ser simplemente una parte de la Biblia sino una realidad tangible, pese a que sobre esto hay otra obra para dialogar.
Por tanto el tema en el que básicamente podrían llegar a un acuerdo sería esta inmersión lingüística en todos los niveles y ámbitos, ¿que podríamos fastidiar y fastidiarnos los castellanoparlantes? claro, pero no podemos dejar sin conexión o comunicación a un hablante de una lengua minoritaria en su propia tierra, pero este tema también cansó en la València de la Batalla, sin llegar a puerto alguno.
¿Es un problema español? Sí claro, ¿o qué creen que hay? Desde 1789 (Revolución Francesa), desde que la burguesía se hizo con el poder de la antigua aristocracia no hace sino copar más poder. El catalán no quiere independencia: quiere más cotas de poder, más dinero que gestionar. Nada más. Cataluña le importa una higa (o veinte). El nacionalismo no es más que un pretexto gratuito para engañar al pueblo y mantener las prebendas A ESPALDAS DE LOS CIUDADANOS. Los ciudadanos son los grandes perdedores aunque aún no se hayan dado cuenta.
¿Es un problema español? Sí claro, ¿o qué creen que hay? Desde 1789 (Revolución Francesa), desde que la burguesía se hizo con el poder de la antigua aristocracia no hace sino copar más poder. El catalán no quiere independencia: quiere más cotas de poder, más dinero que gestionar. Nada más. Cataluña le importa una higa (o veinte). El nacionalismo no es más que un pretexto gratuito para engañar al pueblo y mantener las prebendas A ESPALDAS DE LOS CIUDADANOS. Los ciudadanos son los grandes perdedores aunque aún no se hayan dado cuenta.
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