La
semana pasada, "La Otra Crónica" del diario "El Mundo"publicaba bajo el título de "El Primer Reto Carlista de Felipe VI" una
curiosísima noticia según la cual, el 27 de Febrero del presente año, el
Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba la solicitud efectuada por un magnate navarro de
reconocimiento de un título carlista concedido por don Carlos VII en 1875 a un
general de sus Reales Ejércitos.
Que un señor desee adornar su
tarjeta de visita inscribiendo en la misma el texto de "fulanito de
tal.... Marqués de cual" es una cosa totalmente irrelevante pero tanto la
noticia en sí como el tratamiento que de la misma efectúa "El Mundo"
requiere algunas matizaciones para el público conocimiento de la ciudadanía
soberana de este peculiar país que todavía es el nuestro.
Para empezar, hay que decir que en nuestra
castiza España quien no tiene un título nobiliario es porque o no quiere o no
tiene dinero para pagarlo pues para ello solo hace falta que un experto en
genealogía, Cronista de Armas creo que se denomina técnicamente, busque en los
archivos nobiliarios uno de los innumerables títulos vacantes que existen en
nuestro país, realice un profundo estudio genealógico, propio de un patricio
romano, del aspirante al título que le vincule al último poseedor del mismo y finalmente
que dicho aspirante inicie un procedimiento judicial en el que, a falta de otra
persona que pruebe mejor derecho, le será reconocido la utilización del título previo
pago de los correspondientes derechos de sucesión al mismo.
Junto con los antiquísimos títulos nobiliarios españoles
que tienen su origen en la época de la Reconquista existe un número importante
de títulos nobiliarios que fueron otorgados bien por el Archiduque Carlos de
Habsburgo (Carlos III para los Austrancistas) en la primea década del Siglo
XVIII durante la Guerra de Sucesión Española o por los distintos representantes
de la legitimidad, esto es, por los distintos Reyes Carlistas junto con otros
concedidos por José I Bonaparte o Amadeo I de Saboya. Salvo contadas
excepciones (1) estos títulos carecían de validez y de reconocimiento legal por
el estado al haber sido reconocidos por monarcas que o bien renunciaron al
trono o bien fueron derrotados y condenados al exilio. Así pues, estos títulos se encontraban en un
"limbo" legal hasta que la Ley de 4 de Mayo de 1948 promulgada por el
dictador Francisco Franco además de restablecer la legislación nobiliaria
anterior a la proclamación de la II República permitía en cierta manera el
reconocimiento de los títulos nobiliarios austrancistas y carlistas al
establecer en su artículo 3º que "Los
títulos otorgados por Reyes Españoles en territorios que pertenecieron a la
Corona de España podrán, asimismo, rehabilitarse mediante la revisión y
tramitación correspondiente" (2).
Se calcula que los legítimos Reyes Carlistas concedieron
entre 120 y 150 títulos de nobleza de los cuales solo unos treinta, entre ellos
el de Vizconde de Barrionuevo (¿A alguien le suena el apellido?), se acogieron
a la legalidad franquista para su reconocimiento lo cual dice mucho a favor de aquellos que no
suplicaron al general en superlativo reconocimiento alguno porque evidentemente
un título nobiliario solo puede ser concedido o reconocido por la persona de un
Rey que lo es de forma legítima y no por un general que llega a dictador.
Ningún Rey ni Emperador puede hacer nobles porque en
puridad jurídica y moral a todos los ciudadanos se les presume nobleza por lo que
en todo caso un Emperador o un Rey solo puede reconocer esa nobleza pero jamás
concederla porque la nobleza es innata al ser humano y se tiene o no se tiene.
Numerosas formas tienen los Reyes (y también los presidentes de República) de
reconocer esa nobleza siendo una de ellas la de conceder títulos nobiliarios
como premio por algún servicio.
Don Carlos Javier de Borbón Parma, único Jefe de la Dinastía Carlista |
Si los Reyes Carlistas concedían algún título lo
concedían fundamentalmente como muestra de gratitud y reconocimiento a la
lealtad que les demostraban aquellos que sostenían sus legítimos derechos frente
a la usurpación triunfante y que, en muchos casos, sufrieron la persecución y
el exilio junto a los monarcas. El hecho de que ahora alguien solicite, a
través del Ministerio de Justicia, el reconocimiento oficial de un título
carlista al actual Jefe del Estado al amparo de una legislación franquista dice
mucho tanto del estado que lo reconoce como de la persona que lo solicita con
la cual parece no regir la más básica norma de nobleza que es "honrarás a
tu padre y a tu madre" o, lo que es lo mismo, a tus ancestros porque,
evidentemente, no resulta lógico que un título nobiliario concedido por
defender los derechos de la legitimidad vaya a ser reconocido por alguien que
desciende de aquellos que persiguieron y proscribieron esa legitimidad, a los
representantes de la misma y a sus defensores. Pero bueno ya sabemos eso de
"¡cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras!".
Habla el artículo de "La Otra Crónica del
Mundo", que el reconocimiento del título en cuestión será una victoria del
Carlismo y nada más lejos de la realidad porque el Carlismo ni gana ni pierde
nada con ello y en todo caso lo que sí supone es una victoria, y una victoria
aplastante, del Franquismo que demuestra su vitalidad a través de la vigencia
de una parte de su legislación que prueba la continuidad y pervivencia en la
actualidad de ese régimen al que se opusieron los carlistas con Don Javier I y
Don Carlos Hugo de Borbón Parma al frente.
Por último, y en consonancia con lo anterior, no deja de
ser curiosa la manifestación de un portavoz de la Diputación de la Grandeza que
recoge el artículo de "La Otra Crónica del Mundo" y que dice que "la tendencia ha sido no aceptar estas
solicitudes. Salvo en dos casos. Lo correcto sería, como hacen los sucesores de
otras mercedes nobiliarias, tramitar la carta de sucesión ante don Sixto y
luego decidir si se va a tramitar o no el uso legal de la misma"
porque dicha manifestación ignora, tal vez maliciosamente, que el actual Jefe
de la Dinastía Carlista es Don Carlos Javier de Borbón Parma por lo que la mención
a don Sixto, conocido ultraderechista implicado en los trágicos sucesos de
Montejurra 76 y aliado del franquista Blas Piñar en 1979, está de más salvo que
se trate de algún reconocimiento tácito de algo por parte de alguien o una muestra significativa
de comunión de ideales.
(1) Dentro de estas
excepciones podemos y debemos mencionar los títulos de Conde de Morella y
Marqués del Ter concedidos por Carlos V y Carlos VI al General Ramón Cabrera y
reconocidos a éste por Alfonso XII tras su cambio de bando en la III Guerra
Carlista.
(2) A falta de
"Cronistas de Armas", que permitieran llevar a efecto esta ley con un
mínimo de garantías, el General Franco no dudo en nombrar en 1952
"Cronista de Armas" a un falangista que había sido nombrado "Rey
de Armas" por Carlos de Habsburgo, llamado Carlos VIII, conocido
subsidiado del "El Movimiento", con lo que el dictador daba el mismo
valor a la firma de Carlos de Habsburgo que a la de Alfonso (XIII) en lo que
era un reconocimiento tácito de realeza.
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