Ante
el debate acerca de la historia del carlismo que se ha suscitado en las páginas
de este periódico, como secretario general del Partido Carlista de Navarra me
veo obligado a intervenir. Después de cincuenta y cuatro años de militancia
social, sindical y política (antifranquista y antifascista), de haber sido
detenido (varias veces), multado y torturado, como miles de compañeros
carlistas, en lucha contra la dictadura y a favor de una auténtica democracia,
jamás pensé que unos hechos históricos pudieran llevar a semejante
enfrentamiento.
En
primer lugar, quiero dejar clara la postura de los carlistas (con toda la
humildad posible) ante el edificio de Navarra a sus muertos. Los carlistas
proponemos que el edificio sea un punto de encuentro para la historia y la
cultura de todos los comportamientos y conflictos de nuestra tierra.
Consideramos que este edificio en el corazón de Pamplona puede ser un buen
lugar de reflexión para no repetir más guerras, así como para albergar
conferencias y exposiciones relacionadas con Navarra. ¿Podría ser desde el
sometimiento del Reino de Navarra en 1512? Nuestra propuesta es dejar al margen
cualquier iniciativa que, disfrazada de pretensiones culturales, tenga como
objetivo sembrar la discordia y la provocación entre los ciudadanos.
En estas fechas se cumplen los
cuarenta años de la legalización de los partidos políticos y sindicatos. De
todos menos del Partido Carlista, curiosa democracia. El año anterior, en 1976,
se nos ametralló en Montejurra, con dos asesinados a sangre fría. La clase
política instalada actualmente debería mirarse al espejo y preguntarse: ¿Por
qué? ¿A cambio de qué, señores demócratas de PP, PSOE, PC, IU, PNV? ¿Por qué se
nos cerró el paso en 1976 y 1977, en las primeras elecciones en este aborto de
democracia?
También quiero dejar claro que, a
pesar de la intención de Francisco Franco, el Ateneo Lacort y otros de
convertir al carlismo en un refugio de románticos encerrados en un museo, no lo
van a conseguir. Los carlistas no estamos por la labor de traicionar nuestra
vocación de servir a la sociedad como hemos hecho siempre. Por respeto a
nuestros mayores y a nuestra historia con sus aciertos y errores, la lucha
continúa por una sociedad justa, humana, con derechos para todos y por la
defensa de la naturaleza.
Por último, quiero mostrar mi
agradecimiento a todas las personas que estos días han intervenido
respetuosamente en el debate creado de manera torticera, y con ánimo rencoroso,
por los miembros del Ateneo Lacort e IU. Esta sociedad está enferma, atraviesa
una crisis muy compleja que no se puede ni se debe resolver con posiciones de
odio y revancha. En este sentido, es ejemplar y necesaria cualquier
participación pública a través del debate respetuoso y sosegado, con
argumentos, sin manipulación de la historia. La historia del carlismo es muy
compleja, no es ningún problema social. El verdadero problema en estos momentos
son el paro, la corrupción y el no respetar los derechos de todos. No obstante,
bienvenidas sean todas esas cartas, que han demostrado que se pueden defender
opiniones sin humillar al diferente, estando en disposición de construir una
sociedad más humana y justa.
José Lázaro Ibañez
Secretario General del Partido Carlista en Nafarroa
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