Discurso de Jesús María Aragón (Secretario
General Federal del Partido Carlista)
Buenos días,
compañeros/as, egun on, bon día, bos días, bones díes:
Además de en los
bares, normalmente se aprovechan estas ocasiones en las que se reúne un grupo
más o menos numeroso de gente, para criticar, en este caso, las acciones y decisiones
políticas que afectan a la organización social y política de la sociedad,
tomadas por otros grupos sociales y políticos.
Hacer crítica no
es negativo “per se”; criticar es examinar lo hecho por uno mismo, o por otro,
y ver si predominan los efectos positivos, o los negativos. Este acto público
lo organiza el Partido Carlista que es un grupo de personas libre y
voluntariamente organizadas en el mismo para influir en la orientación de las
decisiones que afecten al funcionamiento de la sociedad en la que estamos
inmersos y en la que se desarrolla nuestra vida, incluido el ambiente físico;
nosotros decimos que esas decisiones deben ir orientadas a la consecución del
Bien Común, por encima del particular. Necesitaríamos mucho tiempo para
criticar lo mucho que ha hecho mal el actual Gobierno central y centralista del
PP en estos 6 últimos años, y por eso no vamos a entrar en detalles
particulares. De todas formas, también voy a decir un par de cosas positivas de
las que los carlistas podemos legítimamente estar orgullosos porque hemos
contribuido con nuestro granito de arena en su consecución.
Estamos viviendo
en lo que hoy es España y el modo de organización social, político, económico,
cultural, y territorial vigente, nos parece que es muy perfectible, y por eso
hacemos nuestras aportaciones en todos esos aspectos en los que se desenvuelve
la vida de las personas que compartimos este territorio, esta parte de Europa,
este lugar en el mundo. Y empezando por el nombre, preferimos hablar de las
Españas, en plural, lo cual es ya toda una declaración de intenciones; y
añadimos que todas y cada una de ellas deben basar sus relaciones en el
principio de la igualdad, con el objetivo de perfeccionarla mediante el
ejercicio de la libertad y de la Justicia Social. Por eso proponemos el
Federalismo como la forma más idónea de organización social y territorial; la
forma en que se concrete ese Federalismo será la escogida por la sociedad,
mediante la oportuna y expresa votación directa y pública.
El Partido
Carlista, en sus Estatutos, propone la Confederación. Federalismo es unir en
libertad; es una forma de superar el aislamiento y la debilidad frente al que
es más fuerte en el modelo social que padecemos, impuesto violentamente, a
sangre y fuego, por el Liberalismo, que busca el beneficio particular por
encima del beneficio social; en este modelo liberal el más fuerte y poderoso es
el que organiza, ordena y manda; y no organiza la convivencia social sino la
sumisión y la dependencia de la mayoría social respecto de una minoría poderosa
y privilegiada económicamente.
El Federalismo
es un modo de organización social que posibilita la unión para la defensa de
los no tan fuertes, de los débiles socialmente; “la unión hace la fuerza”, se
decía antes; unirse libremente, y en plan de igualdad, empezando desde abajo, y
siguiendo por los niveles que los que constituimos la base social consideremos
más convenientes para salvaguardar el principio de subsidiariedad y defender el
común que aún tenemos y que entre todos mantenemos con nuestro esfuerzo y
contribución económica, a través de los impuestos, y tratando de ampliarlo a
otros aspectos en los que se desenvuelve la vida del ser humano, hombre y
mujer, en la medida que vayamos pudiendo mantenerlo en beneficio de la mayoría
social, que es la sostenedora de la sociedad.
El Federalismo,
al basarse en pactos de igualdad personal y jurídica, busca y defiende la
autonomía personal y de los diferentes grupos que componen y dinamizan la
sociedad, así como de los diferentes territorios.
Hoy día este
debate de modelo de organización social ya está más normalizado, y hay que
decir que no es porque el Gobierno central y centralista del PP haya
contribuido positivamente a ello; al contrario, podríamos decir que con su
interpretación sesgada y partidista de la Constitución está contribuyendo a su
desprestigio a nivel internacional. En cambio, para nosotros, los carlistas, es
un motivo de satisfaccción porque es algo que podríamos decir que venimos
propiciando desde siempre porque de la defensa de los Fueros hemos hecho
nuestra insignia, divisa y bandera. Añadamos el penúltimo caso de corrupción en
sus filas (PP), el master fantasma de la ya ex-Presidente de la Comunidad de
Madrid, Cristina Cifuentes, que ha arrastrado por los suelos el prestigio de la
Universidad española a nivel internacional (no hay ninguna entre las 150
primeras del mundo), y por extensión, el valor de los títulos de la educación
española, desde la infantil a la universitaria; es sangrante que estos
individuos se atrevan a hablarnos del valor del esfuerzo personal en cualquier
campo, no sólo en la educación. ¡Qué sarcasmo!; los mismos que administran y
gestionan mal lo público para desprestigiarlo y malvenderlo luego a sus amigos,
o a sus amos, para quedarse con su rentabilidad, erigieron una Universidad
pública, y la llamaron URJC I, un pesebre, para dotar sus curriculums de
títulos académicos concedidos sin esfuerzo personal, ni físico ni intelectual,
y pagados con los impuestos de todos. El nombre de dicha Universidad ya indica el
nivel de esos títulos: cero, chanchullo (en su lista de “Doctor honoris causa”
figuraba Rodrigo Rato).
Para retomar el
rumbo de la reorganización social política, económica y territorial habría que
modificar la actual Constitución de 1978 para liberarla de la interpretación
sesgada que de ella hacen los dos partidos mayoritarios que la elaboraron a su
conveniencia, claro está, de bipartidismo y alternancia en el Gobierno central,
PP y PSOE, a los que se ha unido Ciudadanos.
Lo más correcto
sería empezar de nuevo, volver a la casilla de salida, e iniciar un proceso
constituyente por el cual las actuales Cortes elaborasen una ley y calendario
de transición que dé igualdad de oportunidades a todos los grupos sociales que
quieran participar en la elaboración de una nueva Constitución basada en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, y comprometida activamente en la
defensa de los mismos. Podríamos decir que ya hay un ejemplo: las Cortes
franquistas, así se dijo, se hicieron el hara-kiri, y pasaron “de la ley a la
ley”, de la dictadura a la Democracia, tan rica y sencillamente. A las actuales
Cortes les reconozco un sentido democrático mayor que a las franquistas, y
sería estupendo que lo demostrasen renunciando a los escandalosos privilegios
de los que disfrutan sus miembros, diputados y senadores, con relación a la
mayoría de la gente normal y corriente que es la que pagamos los sueldos de los
parlamentarios.
Una Constitución
que posibilita leyes atentatorias a los derechos básicos de información veraz,
libertad de expresión, reunión, manifestación, difusión y publicación, a través
de leyes-mordaza, necesita ser revisada.
Una Constitución
que permita ser manipulada, retorcida, y reinterpretada por gente y grupos de
presión que en todas las esquinas, en un corte de carreteras, en una pelea de
madrugada, en una viñeta, en un tuit, en una representación teatral, en una
canción, en una desobediencia civil, cívica y civilizada…, ven delitos de
sedición, rebelión y terrorismo y se valen de tribunales especiales para hacer
literatura de la mala, en sus “autos”, en lugar de limitarse a una exposición
de hechos, necesita ser revisada porque su preocupación es la defensa de un
estatus concreto, de un grupo social concreto. (Afortunadamente, aún hay,
también entre los jueces, quien tiene dos dedos de frente y trata de apaciguar
los ánimos, en lugar de soliviantarlos).
Una Constitución
que posibilita violar impunemente su artículo 25, impidiendo de hecho toda
posibilidad de reeducación y de reinserción social del condenado judicialmente,
necesita ser revisada.
Una Constitución
que permite ser desfigurada en sus aspectos más sociales (vivienda, educación,
salud, cultura, libertad de expresión…) y resaltada en sus aspectos más
coercitivos y represores (art. 135, que antepone la satisfacción de los ricos
al bienestar de los ciudadanos, ley mordaza, art.155 de intervención de
Autonomías,…) necesita ser revisada.
Una Constitución
que permite que la cúpula de la organización social y política, la llamada
Jefatura del Estado, esté configurada según la voluntad del dictador Francisco
Franco Bahamonde, es inválida de raíz para la organización democrática de la
sociedad, y merece ser derogada y cambiada.
Una oposición
parlamentaria que no es capaz de parar estas interpretaciones sesgadas y
partidistas que de la Constitución hace el Gobierno central y centralista del
PP, necesita repensarse para centrarse en lo esencial, la organización
democrática de la vida ciudadana, y para superar sus diferencias, pequeñas y
mayores.
El 2º motivo por
el que legítimamente podemos alegrarnos los carlistas es por el anuncio de la
disolución de ETA; también en ello hemos puesto nuestro granito de arena, a
través del Manifiesto por la Paz, de 1996, y de nuestra pública postura de
apoyo a la búsqueda de soluciones políticas, o sea, dialogadas, desechando las
basadas en la fuerza, en la violencia física. Y para esto, el Gobierno central
y centralista del PP tampoco ha contribuido positivamente.
Termino haciendo
una referencia a Europa cuyo día celebraremos la próxima semana; no es la
solución mágica a los problemas que se generan en la convivencia social del día
a día, pero al menos hay pluralidad y es obligatorio tenerla en cuenta. Esta
Europa de los mercaderes, explotadora de países más débiles, rica, y limosnera
para no ejercitar la solidaridad, no es la Europa que queremos los Carlistas.
Nosotros queremos una Europa al modo de las Españas en la que todos y cada uno
de sus miembros, personas y países, contribuyamos en la medida de nuestras
posibilidades, para poder recibir, todos y cada uno, personas y países, en la
medida de nuestras necesidades siguiendo la estela del Bien Común y de la
Justicia Social.
Discurso de José Lázaro Ibañez (Secretario
General de Euskalherriko Karlista Alberdia)
Egun on, buenos
días
Nunca esta
sociedad, tantos medios económicos, de cultura y de altas tecnologías para
afrontar soluciones favorables para los más débiles.
Jamás se ha dado
tanta desigualdad, paro corrupción, egoísmo e inseguridad y por tanto
insolidaridad entre la personas y sus pueblos, guerras promovidas y financiadas
por los países que nos tenemos por civilizados y muy demócratas.
La democracia,
la libertad, la participación están bajo mínimos, lo mismo la derecha que la
izquierda, cuando tienen ocasión de imponer sus criterios, lo hacen sin ningún
miramiento, no son consecuentes ni respetuosos con lo que dicen pensar y
defender, prostituyen la democracia, tienen miedo a una verdadera participación
del pueblo que dicen representar, el respeto a las minorías, a los más débiles
es falso, se avanza hacía una sociedad sin valores, materialista, muy deshumanizada,
sin principios.
Esta sociedad esta enferma. No nos sentimos representados, el camino que se lleva es equivocado, la violencia de los más fuertes y su egoísmo no tienen límites, se están asentando unas diferencias y desengaño que son muy preocupantes, vamos a la deriva, la autodestrucción del planeta, con sus malditas guerras, hay países que es más fácil encontrar un tanque o un fusil, que un libro, o un tractor.
La naturaleza,
la estamos convirtiendo en un inmenso cubo de basura, estamos contaminando
todo, montes, ríos y mares, el maltrato a la naturaleza lo van a pagar nuestros
hijos y nietos, ¿Qué futuro les vamos a dejar? ¿Qué estamos haciendo?. BASTA YA.
Hace falta un cambio radical con una clase política con otros principios de humanidad y solidaridad, capaz de regenerar esta situación, antes de que sea tarde.
Debemos hacer un
esfuerzo personal y como Partido para avanzar hacia una sociedad con otros
valores, por respeto a nuestros mayores y a nuestra historia de casi 200 años.
Desde esta falda
de Montejurra, Montaña de la Libertad, debemos salir más comprometidos a seguir
en la lucha, con más intensidad, contra viento y marea, teniendo muy claro que
nadie nos va a regalar ni facilitar nada.
Los cambios en la sociedad a lo largo de la historia siembre han sido promovidos por los grupos minoritarios, por esto mismo somos necesarios.
En estas fechas
compañeros, no podemos olvidar la primavera del 68, que la vivimos intensamente
enfrentándonos al franquismo desde el primer minuto, a pesar de la continua
manipulación que se hace desde la llamada izquierda democrática.
A estos falsos demócratas, les recordamos, que en esa época nos detenían por centenares, nos torturaban, nos multaban, nos cerraban círculos, los medios de comunicación, Esfuerzo Común, la revista Montejurra, el Pensamiento Navarro, desterraban a nuestros dirigentes, a Portugal, Riaza, Almería, Zaragoza.
A estos falsos demócratas, les recordamos, que en esa época nos detenían por centenares, nos torturaban, nos multaban, nos cerraban círculos, los medios de comunicación, Esfuerzo Común, la revista Montejurra, el Pensamiento Navarro, desterraban a nuestros dirigentes, a Portugal, Riaza, Almería, Zaragoza.
A nuestro viejo
Rey, D. Javier, sus hijos D. Carlos Hugo, Mª Teresa, los expulsaban
continuamente de España, todo esto, era consecuencia de la lucha frontal contra
la dictadura, en la lucha por las libertades y por una España Federal para
todos.
Para acabar,
quiero que tengamos claro, que el estado español, no es ejemplo de justicia y libertad,
más bien todo lo contrario, se mueve en el fango y en las más oscuras
actuaciones del terrorismo de estado, ejemplos claros los tenemos muy cerca.
Vitoria,
Montejurra 76 – 77, San Fermín 78, atocha, los Gal, el 23 F, con una justicia
deshumanizada y al servicio de los poderosos, es una vergüenza nacional, los
hechos de Alsasua y la Manada, son síntomas muy graves que demuestran que esta
sociedad esta enferma, en descomposición, no son actuaciones aisladas, son
fruto y consecuencia de una clase política sin escrúpulos, corrupta y de una
sociedad degradada y vacía de valores.
La manada es
este sistema, que produce y facilita estos comportamientos.
Debemos decir
una vez más ¡BASTA YA!, y que la lucha continua, por una regeneración
democrática
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