Estamos
en el mes de Mayo de 2018 y, como era previsible, en nuestro país se está
conmemorando el medio siglo del llamado "Mayo del 68" o "Mayo
Francés" a los máximos niveles culturales, editoriales, periodísticos y
sociales dando a dicha conmemoración una oficialidad que contrasta con la que se
dio (o, mejor dicho, no se dio) al centenario de la Revolución Bolchevique de
1917, lo que resulta comprensible ya que los lógicos herederos de aquella Revolución
Rusa, tras la caída del muro de Berlín, prácticamente reniegan de ella,
mientras que los "revolucionarios" del Mayo francés o de 1968 son los
burgueses que han ayudado a construir el justo y hermoso mundo de hoy, sea esto
dicho con cierta ironía.
En 1968 sucedieron muchas cosas en
el mundo pero los hispánicos "revolucionarios de mayo del 68" solo
recordarán esa revolución primaveral francesa que en España apenas tuvo
repercusión. Mientras en el mundo se
producían acontecimientos como la "ofensiva del Tet" durante la
Guerra del Vietnam, la multiplicación de los ensayos nucleares por parte de
Estados Unidos y la Primavera de Praga que culminaría con la invasión soviética
de Checoslovaquia la cual abriría una enorme crisis entre el Partido Comunista
de la Unión Soviética (PCUS) y el resto de los Partidos Comunistas de
Occidente, hasta entonces de férrea obediencia soviética; en nuestra especial
España, aún bajo la exitosa estela de la campaña propagandística de los
veinticinco años de paz, la Biblioteca Nacional descubría un volumen de
setecientas páginas con textos y dibujos de Leonardo Da Vinci, se descubría en
Palencia una villa romana, ETA mataba al primer Guardia Civil, José Pardines,
se reconocía la independencia de Guinea Ecuatorial y, sobre todo, Massiel
ganaba el concurso de Eurovisión con la famosa canción "La, la, la".
No dudo que los españoles que se
apuntaron al mayo francés desde las cafeterías de las facultades universitarias
y que su mayor actividad subversiva fue la adquisición de alguno de los muchos
libros prohibidos, que una conocida librería madrileña importaba del extranjero
"bajo cuerda", para leerlo a escondidas de los padres en la
clandestinidad familiar deseen rejuvenecerse recordando un Mayo de 1968 en el
que no participaron sino como lejanos espectadores. Al fin y al cabo han pasado
cincuenta años, han demostrado hasta donde llegaba su compromiso "con el
cambio de estructuras", fueron actores de la llamada
"transición", padres fecundos de lo que hoy padecemos en las Españas
y, evidentemente, alguna batallita tienen que contar a los nietos y a todos
aquellos que quieran oírlos.
No obstante, y a pesar de la
historiografía y cronología oficial imperante en Las Españas, aquel año 1968
ocurrieron otras muchas cosas en nuestro país de las que nadie o muy pocos han oído
hablar porque la historia se escribe desde el poder o, simple y llanamente, desde
la conveniencia.
En
1968, el entonces director del diario "El Pensamiento Navarro", don
Javier María Pascual, defendía a machamartillo el Concierto Económico Navarro y
Alavés exigiendo la reintegración del mismo a Vizcaya y Guipúzcoa frente a un
excelentemente planificado ataque fijado por el Régimen Franquista que pretendía
su desaparición, como ahora pretende "Ciudadanos" que ocurra con el
concierto vasco-navarro, y que se manifestó en diversos artículos publicados
por el vocero falangista del régimen, Ernesto Giménez Caballero, que fueron
magistralmente refutados por don Javier María, lo cual hizo que el Régimen
considerase subversivo al "Pensamiento Navarro", tomara medidas
administrativas contra el diario y sancionara a su director con cuarenta y seis días de extrañamiento
(destierro interior) en la localidad segoviana de Riaza.
Ese mismo año 1968, las recientemente
formadas Compañías de Reserva General (CRG)
de la Policía Armada, que eran las unidades antidisturbios de la policía
franquista precursoras de la actual Unidad de Intervención Policial, se
estrenaban, a pesar de que no serían creadas oficialmente hasta el año
siguiente, con total dureza repartiendo porrazos en la Plaza de los Fueros de
Estella, donde cinco mil jóvenes carlistas quemaron un gran retrato del
dictador Francisco Franco al mismo tiempo que proferían gritos contra el
Régimen. El resultado fueron varios heridos, cientos de detenidos, imposición
de multas de hasta medio millón de pesetas y el cierre de varios círculos
carlistas.
Durante
el año 1968, además de la conocidísima Guerra de Vietnam continuaba un sangriento
conflicto, hoy olvidado, en la actual Nigeria. En 1967, ante la persecución de
la etnia igbo, la zona sudeste de Nigeria proclama su independencia unilateral creando la República de Biafra e iniciándose
una violenta guerra entre el ejército nigeriano y las fuerzas biafreñas que
duraría hasta principios de 1970. Un año después del inicio del conflicto, la
guerra de Biafra había ocasionado que los dos millones de desplazados que
existían antes del conflicto se convirtieran en cuatro millones y medio lo que provocó
una situación de hambruna tal que el lenguaje coloquial ha consagrado la
expresión "parecer un niño de Biafra" como sinónimo de estar
completamente consumido y esquelético. En ese cruel contexto bélico, en el que
las potencias internacionales movieron sus respectivas piezas para sacar
provecho, el Partido Carlista fletó dos aviones con ayuda alimenticia y médica
así como con personal médico y voluntario, entre el cual se encontraba S.A.R.
Doña Cecilia de Borbón Parma la cual permaneció varios meses en la efímera
republica africana pilotando aviones de transporte con diverso material
humanitario y actuando como enfermera. Como otra curiosidad es de señalar que
fue la Guerra de Biafra la que daría lugar, en 1971, a la creación de
"Médicos sin Fronteras" por varios médicos franceses.
Finalmente, y como no puede ser de
otro modo, el año de 1968 llega a su fin con un acontecimiento hoy tan
mayoritariamente desconocido como la Guerra de Biafra: la expulsión de la Familia Borbón Parma por
el Régimen franquista. El 15 de diciembre de 1968 tuvo lugar un nutrido acto
carlista en el Monasterio riojano de Valvanera que contó con la asistencia de
la Junta rectora del Carlismo y de S.A.R. Doña María Teresa de Borbón Parma,
durante el mismo se pronunciaron discursos contrarios a la dictadura franquista
por parte de don Santiago Coello y don Elías Querejeta y se leyó un decreto de
Don Javier I en el que se reconocía a La Rioja "la personalidad de región
propia". Ante esto, la reacción gubernativa no se hizo esperar y tan solo
cinco días más tarde, el 20 de diciembre de 1968, el gobierno ordenaba la
expulsión de España de la Dinastía Borbón Parma en aplicación de la Ley de
Extranjería de entonces (a pesar de que los Borbón Parma gozaban de antiguo y
de nacimiento la nacionalidad española) por haberse entrometido en la política
española y "haber favorecido el secesionismo de una parte del
territorio". La expulsión fue ejecutada el 26 de diciembre desde un
aeropuerto de Madrid-Barajas rodeado por un cordón de la fuerza pública que
dificultaba el acceso a la zona de embarque a numerosos carlistas que habían
acudido a despedirse lealmente de Don Javier de Borbón Parma y del resto de la
familia, todo ello mientras que el que iba a suceder al dictador Francisco
Franco esperaba en su palaciega casa de La Zarzuela que éste hiciera público y
oficial su nombramiento como sucesor, cosa que sucedería siete meses más tarde,
en Julio de 1969.
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