Aproximadamente
desde el mes de abril del presente año 2018 se vienen colocando en espacios
públicos de diversas ciudades y poblaciones de nuestra geografía varios modelos
de pegatinas informativas sobre el Carlismo y sus propuestas políticas, así
como reivindicativas ante la situación social que padece nuestro país.
Los voluntariosos y esforzados militantes
que se dedican a tal actividad corren el riesgo de ser increpados, e incluso
atacados, por intolerantes que desean imponer sus formas, sus ideas y sus modos
y también se arriesgan a ser identificados y multados por agentes de la policía
en aplicación de la llamada Ley Mordaza, pudiéndose afirmar que ya uno de ellosfue multado hace unos años al pago de trescientos euros de multa aunque graciasa la interposición de un hábil recurso quedó exonerado de tal sanción.
Por ello, las instrucciones que se
reciben son claras: ser precavidos, no caer en provocaciones, no entablar
discusión alguna y si la policía solicita la identificación, proceder a
identificarse y dar cuenta de inmediato a la asesoría jurídica con la que
cuentan a fin de que se recurra la sanción que se les pretenda imponer por unas
autoridades cada vez más ilegítimas y arbitrarias.
La tarea de hacer lo que en el mundo
de la publicidad se llama "propaganda directa", es muy ingrata pues
se sabe y se asume que las pegatinas, y también los carteles, tienen siempre un
periodo breve de durabilidad, aunque en el caso concreto al que ahora nos
referimos parece ser que las pegatinas que se están distribuyendo se tardan más
en pegar que en desaparecer.
La desaparición de un medio de "propaganda
directa" como es la pegatina puede deberse a varios motivos pero todos
ellos se pueden identificar. Puede ocurrir que un coleccionista la vea y desee
añadirla a su colección, en ese caso intentará despegar la pegatina cuidadosamente
tirando de una esquina y abandonando tal acción en cuanto se rasgue lo más
mínimo quedando la misma mínimamente dañada pero reconocible y legible. También
puede pasar que los servicios municipales de limpieza en el desarrollo de sus
loables labores limpien la zona en cuyo caso la pegatina desaparecerá por
completo señalando la zona como ideal para reponerla de pegatinas ya que los
servicios de limpieza no volverán a dicha zona durante un tiempo suficiente
para que la "propaganda directa" cumpla la función que tenga que
cumplir. Finalmente, existe el motivo exclusivo del odio de los intolerantes o
de los que solo son tolerantes consigo mismos, en ese caso la pegatina queda
ilegible y es dañada de tal modo que parece un cuerpo desgarrado tras un ataque
de grandes mamíferos rabiosos; el autor, es evidente, desea dejar clara su
intencionalidad.
Pues
bien, hemos sabido que, desde que empezó la campaña de colocación de las pegatinas
en abril, las mismas son atacadas con una fiereza que a más de uno de nuestros
militantes le ha resultado, como poco, alucinante. Atendiendo al estado en que quedan las
pegatinas al poco de ser colocadas, tal agresividad solo se puede achacar al
más puro y radical odio que siempre suele ser fruto de la peor de las
ignorancias que no es aquella del que no sabe sino aquella que procede de aquel
que no tiene interés por informarse y conocer y que permanece fiel a sus
prejuicios. Como se puede observar, ya que se adjuntan al presente artículo,
las pegatinas en cuestión no atacan a nadie, sino que simplemente plantean la
existencia de ciertos prejuicios y denuncian una situación social que es más
que posible que se produzca percibiéndose realmente de unos años a esta parte
como es un retroceso en la situación social que va a hacer que las futuras
generaciones vivan peor que las presentes por lo que no creo que ningún
ciudadano de a pie pueda sentirse ofendido por el contenido de dichas pegatinas.
No importa si se colocan en los barrios
más modestos de tradición "izquierdista" o en los barrios altos de
gran componente "conservador" pues parece ser que a todos ofenden
despertando gran fiereza destructiva, lo cual indica que si a el discurso que
contiene no gustan ni a las denominadas "derechas" ni a las llamadas "izquierdas"
es que el discurso que contienen debe dar en el clavo y ser el correcto.
Esto que venimos padeciendo desde el
mes de abril es, evidentemente en mucho menor escala, similar o incluso
idéntico a lo que pasa en Cataluña (1) con el tema de los lazos amarillos y los
lazos bicolores: reflejo de una bipolarización y radicalización político-social
que hace vislumbrar en la próxima lejanía una tragedia de no reconducirse la
situación por los caminos de la cordura y el sentido común.
(1) Donde, al parecer, más se
respetan las pegatinas que se vienen colocando desde abril es en Cataluña, tal
vez porque estén demasiado ocupados en el tema de los lazos, y en Euskalherria.