Tras
las elecciones autonómicas andaluzas del pasado 2 de diciembre de 2018, se
habían planteado numerosas dudas sobre la posibilidad de que el Partido Popular
y "Ciudadanos" llegasen a algún tipo de acuerdo con el emergente
partido VOX para formar gobierno, así como que éste, que se presentó a las
elecciones con un pretendido discurso de querer cambiar las cosas (a mejor o a
peor, no es el tema de discusión), quisiera llegar a un acuerdo con los
partidos que representan buena parte de lo que debe cambiar en el país.
Pues bien, el tiempo ha despejado la
incógnita y el acuerdo ha llegado la semana pasada con lo que VOX, al igual que
PODEMOS en su momento cuando decidió pactar con uno de los "partidos de la casta", ha descubierto su juego que no es
otro que el moverse por el puro poder, por la pura ambición de poder, y no para
transformar ni cambiar nada.
VOX se presentó a las elecciones
andaluzas con un claro, rotundo y radical programa del que ahora, en su pacto
con el Partido Popular en Andalucía, ha claudicado utilizando el tradicional "ahí donde dije digo, ahora digo
Diego", porque a pesar de lo que están informando los medios de
comunicación, a los que tanto debe VOX en su despegue electoral, el acuerdo suscrito
entre el Partido Popular y VOX se basa en 37 puntos de los cuales, salvo los
relativos a cierta tendencia privatizadora de servicios púbicos como la
educación y la sanidad (puntos 11, 15 y 24 del acuerdo) y la reducción
impositiva (punto 5) que parece ser que es lo que fundamentalmente les importa
a unos y a otros, son un puro brindis al sol cuando no una hilarante
manifestación de folklore elemental.
Y es que entre los 37 puntos del
acuerdo figuran cosas tan brillantes y originales como que "el objetivo prioritario de la Junta de Andalucía será la creación
de empleo de calidad" (punto 1 del acuerdo), una intencionalidad de "luchar contra la corrupción" (punto 2) o un "compromiso con la estabilidad
económica, la eficacia, la eficiencia y la suficiencia financiera como
principios rectores de la programación presupuestaria y la gestión económica de
los recursos públicos" (punto 4), lo cual nos hace preguntarnos,
dejando aparte el hecho de que el Partido Popular con el que se ha suscrito
este acuerdo ha sido el corresponsable, junto con el PSOE de Felipe González,
de la precariedad laboral que sufre el trabajador español actualmente, si
alguien conoce a algún grupo político que tenga como bases públicas y
manifiestas de gobierno el fomento del desempleo, el favorecimiento de la
corrupción o el ejercicio de la prodigalidad y del despilfarro.
Por
otra parte, es de lamentar que entre los puntos del acuerdo no figure alguno que
haga referencia a una especial protección del consumo de fino y manzanilla pues considerando el punto 34
(apoyar por ley la tauromaquia), el punto 35 (apoyar el flamenco) así como el
punto 36 (reconocer la importancia de la actividad cinegética) parece ser que
en el fondo, y no muy en el fondo, lo que se pretende defender es la figura del
señorito andaluz la cual queda incompleta sin el vino de manzanilla o el fino.
En este sentido es de indicar que el video electoral de VOX durante la campaña
andaluza en el que se veía al presidente del Partido, Santiago Abascal,
cabalgando en brioso corcel de estampa jerezana ya fue claramente premonitorio
no de "el retorno del rey" sino de "la vuelta del
señorito".
Finalmente existe entre los 37
puntos del acuerdo, uno que es revelador de lo falsarios que resultan ser tanto
el Partido Popular como VOX; tal punto
es el 35 que reza así: "Apoyar y promover las expresiones
culturales y populares andaluzas como el flamenco o la Semana Santa".
De la mera lectura de este punto se desprende nítidamente que para estos
políticos Voxeros y Populares, la Semana Santa es simple y llanamente una
expresión cultural y popular andaluza ignorando el hecho de que
fundamentalmente es una expresión de religiosidad que además no es exclusiva de
Andalucía porque, sin ir más lejos, la Semana Santa de Valladolid o de Logroño
también tienen su atractivo, fama y notoriedad. Este punto 35 del acuerdo tiene
a bien poner al mismo nivel al flamenco y a la religión católica por lo que los
firmantes de dicho acuerdo o bien están elevando el baile y el cante jondo a
condición de religión o están degradando el catolicismo a nivel de folklore
danzarín y cantante (1) por lo que no es descabellado el pensar que, en sus
futuras visitas a Andalucía, el Santo Padre tenga que pronunciar sus homilías
en traje de faralaes haciendo bailar la cola.
Así pues, que los medios de
comunicación y el gobierno del Partido Socialista y sus socios parlamentarios
no se asusten ni asusten al personal exagerando sobre un acuerdo en el que poco
o nada hay de lo tan vociferado por VOX durante la campaña y precampaña
electoral ya que tal acuerdo no es más que un puro formulismo retórico vacio de
toda sustancia y contenido que hace presagiar que el partido de Santiago
Abascal bien pudiera volver, constituyéndose como corriente interna, al seno
materno que fue el Partido Popular. Y por otro lado, por el lado de
"Ciudadanos", formación política liderada por Albert Rivera, que
tampoco intenten engañar a nadie presentándose como ajenos a este acuerdo en
Andalucía porque lo cierto y muy cierto es que, de momento, presiden la Mesa
del Parlamento andaluz gracias a los votos de VOX y si en el futuro gobiernan
Andalucía junto con el Partido Popular lo harán, igualmente, gracias a los
apoyos de los doce diputados autonómicos de VOX.
(1)
Tomen nota de este hecho los señores representantes de los abogados cristianos
que tanto les gusta querellarse y defender la Fe en los Tribunales que, al fin
y al cabo, por una cosa similar resultó condenado por la Iglesia Católica las
obras de Charles Maurras y su Acción Francesa el 29 de diciembre de 1926.