El
pasado fin de semana tuvo lugar en el centro de Madrid la gran "Marcha del
Orgullo" a la que asistieron, según los medios de comunicación, unas
cuatrocientas mil personas y con la que se puso fin a la semana de exaltación del
colectivo LGTBI dedicada este año a homenajear a los militantes históricos del
movimiento.
Desde hace varias décadas, el
colectivo LGTBI madrileño se ha ido concentrando en el céntrico Barrio de
Chueca, situado detrás de la Gran Vía de Madrid, y gracias a ello se ha
revertido la situación de deterioro y degradación que padecía dicho barrio. Los
cuchitriles e infraviviendas donde se trapicheaba con droga han desaparecido
junto con la prostitución callejera que se ha desplazado a otras calles. Se han
rehabilitando fincas urbanas reconvirtiéndolas en hoteles de diseño con
terrazas muy de moda en la noche madrileña o en edificios de apartamentos y
viviendas de "alto standing" a la vez que viejos y deteriorados
locales que tan solo servían de lúgubres almacenes y que permanecían cerrados
con ciegos cierres metálicos han abierto al público en forma de luminosos y
elegantes restaurantes y cafeterías que han hecho que Chueca pasara de ser un
barrio muerto a partir de las nueve de la noche a ser un barrio vivo las
veinticuatro horas del día.
Si el madrileño Barrio de Chueca
tuvo a finales de los años ochenta y principios de los noventa del pasado siglo
un claro tinte reivindicativo de derechos, hoy rivaliza con el barrio de
Salamanca en cuanto a precios y elitismo dando lugar a lo que, el que fuera un
muy conocido activista LGTBI y que hoy parece haber caído en el olvido, Shangay Lily, denominó el "gay-capitalismo"
o "la marca gay". Shangay
Lily, pseudónimo de don Enrique Hinojosa Vázquez, fue un artista y activista del
movimiento feminista y LGTBI que se dio a conocer los últimos años de "la
Movida Madrileña" por introducir en nuestro país el concepto
anglosajón de fiestas temáticas en diferentes locales y que, lamentablemente, falleció en 2016 tras una larga enfermedad dejándonos
un último libro titulado "Adiós, chueca: memorias del
gaypitalismo y la creación de la marca gay", en el que denunciaba la transformación del Barrio de Chueca en un puro
y simple negocio de explotación mercantil de todo aquello que representa la
bandera del Arco Iris, la cual se ha convertido prácticamente en el logo de una
marca comercial. Tal vez ese sea el motivo por el que pocos son los que
recuerdan actualmente a don Enrique
Hinojosa Vázquez, Shangay Lily, a tan solo tres años de su fallecimiento y no
disponga en el Barrio de Chueca de calle, plaza, travesía o callejón que le
recuerde, lo que contrasta con la Plaza dedicada a Pedro Zerolo tan solo un mes
después de su fallecimiento, en Junio de 2015, y que supuso el cambio de nombre
de la "Plaza de Vázquez de
Mella" por el de "Plaza de Pedro Zerolo".
El cambio de nombre de la "Plaza de Vázquez de
Mella" por el de "Plaza de Pedro Zerolo" aprobado por el Consistorio
de Madrid en Julio de 2015, levantó cierta polémica fruto más de la ignorancia
y del analfabetismo en que suelen incurrir los dirigentes políticos españoles
que de cualquier otra cosa. El cambio de denominación de la plaza, se pretendió
hacer al amparo de la llamada "Ley de Memoria Histórica" sin caer en
la cuenta de que don Juan Vázquez de Mella, falleció en 1928, es decir, tres
años antes de la proclamación de la II República y ocho años antes del
estallido de la Guerra Civil de 1936-1939 por lo que no puede calificársele en ningún
caso de franquista. La nueva plaza
dedicada al que fuera diputado socialista o, mejor dicho, las placas metálicas
con la nueva denominación, fueron inauguradas el 14 de mayo de 2016 por la
entonces Alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en presencia de varios
dirigentes socialistas y del mudo busto del viejo político carlista don Juan
Vázquez de Mella que corona el monumento levantado en piedra y bronce a instancias
de la Junta del Homenaje constituida a tal efecto en los años treinta del siglo
pasado, aunque dicho monumento no fue inaugurado hasta 1946.
El monumento a Don Juan Vázquez de Mella, consiste
en un busto bien perfilado del político carlista, obra del escultor
ovetense Víctor Hevia Granda, que
descansa sobre un pilar cuadrado de unos dos metros de alto, ornamentado a cada
lado de su base con dos angelitos de bronce
que descansan en sendos salientes del pilar y sostienen una concha
bautismal sobre la que debería caer un chorro de agua que a su vez se
desbordaría sobre la base de lo que es una fuente ornamental. En la parte
frontal del pilar cuadrado y sobre el león que adorna el caño de agua puede leerse en letras de bronce el texto
"A Don Juan Vázquez de Mella", mientras que en el lado izquierdo del
pilar figura la fecha de nacimiento del político (8 de junio de 1861) y en el
lado derecho la fecha de su
fallecimiento (26 de febrero de 1928) estando en la parte trasera del
mencionado pilar un texto más amplio explicativo del personaje a quién
homenajea y que reza así: "PENSADOR
ORADOR ELOCUENTISIMO VAZQUEZ MELLA FUE INSIGNE APOLOGISTA DE LA RELIGION
CATOLICA. CANTOR EMINENTE DE LAS GLORIAS NACIONALES AL VERBO DE LA TRADICION DE
ESPAÑA. EN SU MEMORIA LA JUNTA DE HOMENAJE VAZQUEZ DE MELLA”. Las últimas tres palabras han desaparecido fruto del pillaje que, en su
día, propició el alto precio que alcanzo el bronce.
Algunos intransigentes de un lado
protestaron por el cambio de nombre de la plaza mientras que los intransigentes
del otro seguramente se sentirán muy ofendidos con la pétrea presencia del
"orador elocuentísimo y apologista de la religión católica", pero no deja de ser una curiosa paradoja que
la plaza en la que se levanta el monumento a don Juan Vázquez de Mella y que
ahora se llama "Plaza de Pedro Zerolo" sea escenario de numerosos
actos de las jornadas de "El Orgullo", porque estoy seguro que,
alejado ya de cualquier polémica y estando ya por encima de cualquier bien o
mal que pudiera alcanzarle, el viejo político carlista sonríe sintiéndose
confirmado en su manifiesta, y hoy desconocida, opinión expresada con aquellas palabras
pronunciadas en el Congreso de los Diputados, que no estaría mal que figurasen para
perpetuo recordatorio en la cara frontal del pilar que sostiene su busto, y que
no fueron otras que esas de: "Señores, Señores, ¡Por
favor!. De cintura para abajo, todos somos liberales".
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