Pasados algo más de quince días desde que entrará en vigor la última ley antitabaco que prohíbe fumar en locales públicos tales como bares y cafeterías además de en lugares aledaños a colegios, hospitales y parques infantiles puede hacerse ya una valoración de la efectividad y consecuencias de esta norma cuyo objetivo real puede ir más allá de lo que públicamente pretende.
El objetivo de esta ley antitabaco, públicamente reconocido por el legislador, es favorecer que los ciudadanos adictos al tabaco dejen de serlo y que los trabajadores de bares, discotecas y demás centros cerrados de ocio y diversión disfruten de un ambiente laboral saludable libres de humos insalubres. No obstante la propia ley prevé algunas excepciones al consumo de tabaco en lugares cerrados como son los centros penitenciarios y las residencias de la tercera edad, así pues nos encontramos, en principio; ante una norma ilógica cuando no claramente discriminatoria porque no reconoce los derechos a un ambiente laboral libre de humos ni a los trabajadores geriátricos ni a los funcionarios de prisiones, los cuales parece ser que, en virtud de no sé que principio intangible, tienen pulmones menos sensibles al humo que los trabajadores de hostelería.
Por otro lado, la justificación de esta ley en el pretendido objetivo de “desenganchar” a la población fumadora de una adicción que durante décadas ha sido favorecida por todos los gobiernos que no han dudado en beneficiarse con los impuestos que gravan el tabaco resulta más que dudosa, porque se podrían haber tomado otras medidas no prohibitivas y más eficaces como la instauración de la “cajetilla de precio único” consistente en incrementar linealmente en varios euros el precio de todas las cajetillas de tabaco poniendo el mismo precio a todas así como limitar la venta de tabaco exclusivamente a los estancos porque el simple hecho de tener una máquina expendedora de tabaco en un local, en el que además esta prohibido fumar, constituye por sí mismo un acto de publicidad, máxime cuando a dichos locales no se prohíbe la entrada a menores de edad, siendo común ver a niños de corta edad acompañar a sus padres a “tomar el aperitivo” los Domingos al mediodía.
Es de señalar que medidas radicales como las que algunos indican consistentes en que no se venda tabaco serían gravemente contraproducentes porque conllevarían la aparición del tráfico ilícito y, lo que es peor, la extensión y el reforzamiento del crimen organizado tal y como ocurrió en los Estados Unidos con la “Ley Seca”.
Visto ya que la “Ley Antitabaco” presenta pocos y dudosos beneficios toca ahora estudiar si genera algún perjuicio.
En primer lugar, no es necesario escuchar a los representantes del sector hostelero que afirman que han descendido sus ingresos en importantes porcentajes porque basta con pasearse por algunas calles de Madrid para darse cuenta que los bares y cafeterías presentan menos público que hace tan solo un mes. Así mismo muchos locales han tenido que hacer inversiones en comprar mantas y calefacciones para acondicionar unas terrazas en las que sus parroquianos fumadores puedan sentarse en pleno invierno.
Curiosamente, el hecho de que al ciudadano fumador se le obligue a sentarse en una terraza para poder fumar conlleva como consecuencia que sus consumiciones se verán incrementadas en el precio por el “servicio de terraza” con lo que consumirá menos y que el hostelero de turno tendrá que acondicionar dichas terrazas con calentadores de gas o eléctricos nada más ni nada menos que para calentar las calles en pleno invierno (¡!) lo que supone un incremento general del consumo de energía propiciado por una legislación dictada por un estado que se gasta millones de euros en propaganda institucional para decirnos que no hay que sobreexplotar el planeta, que hay que reciclar y que hay que usar racionalmente la energía no excediendo, por ejemplo, en veintiún grados la temperatura de nuestras casas. Así pues, si el pretender innecesariamente calentar la calle en pleno invierno cuando se registran temperaturas ínfimas o, incluso, bajo cero no constituye un consumo irracional de energía en un país que además tiene déficit energético, ¡¡¡Que venga Dios y lo vea!!! Porque tal cosa es equivalente a poner la calefacción en nuestras casas manteniendo las ventanas abiertas.
Eso sí, esta “Ley antitabaco” será beneficiosa para las arcas públicas municipales que verán como se incrementan sus ingresos al cobrar el pertinente impuesto de uso de terrenos de dominio público al extenderse el periodo de las terrazas a todo el año y no solo a los cuatro meses de verano como hasta ahora se venía haciendo e igualmente serán beneficiosa para las grandes compañías del sector energético que verán como se incrementa el consumo de energía, no solo facturando por ello, sino también justificando el incremento del precio de la electricidad y el gas.
En definitiva, la llamada “Ley Antitabaco” es una legislación que obliga a situaciones absurdas, discriminatorias y, sobretodo, gravemente perjudiciales para el medio ambiente y para la economía general así como para la particular por lo que debería derogarse de forma inmediata y sin paliativos. No obstante si consideramos que el verdadero objeto de esta ley es conseguir distraer al ciudadano para que hable y discuta sobre los beneficios o perjuicios del tabaco en vez de que se organice y hable de la crisis económica, de la supresión de la ayuda familiar a los parados y de la generalizada pérdida de derechos sociales que viene padeciendo, no podemos negar que esta norma no solo es oportuna sino también muy eficaz siendo muy lamentablemente significativo que el ciudadano español esté presto a la desobediencia civil por esta absurda ley y no a movilizarse ni contra la reducción de los salarios ni contra la reforma de las pensiones.
5 comentarios:
Lo justo, por eso que llaman libertad, sería que cada establecimiento decidiese si es para fumadores o no fumadores y cada uno entra en el que quiere.
El problema es que con la anterior ley, que permitía libertad a los bares de menos de 100 metros, pensaron que sería suficiente y que muchos bares se pasarían al "no fumador", pero la realidad fue que los que optaron por "no fumadores" perdieron clientela respecto a "los fumadores" y dieron marcha atrás.
Con la "libertad de elección" no consiguieron sus propósitos, entonces optan por la prohibición total.
Parece que la salud es un deber y la libertad un lujo que se puede dejar al españolito de a pie.
Un saludo
LLevo decadas deseando poder entrar a tomarme un pincho de tortilla en un bar, lo puedo hacer desde el dos de enero. Los fumadores no sois más que una panda de drogadictos, con la unica diferencia que el precio de lo que os fumais es asequible. Lo siento mucho por vosotros, pero la ley antitabaco me ha hecho feliz y la hosteleria me ha ganado como cliente.
Tengo que decirle, estimado anónimo que yo no fumo y que en dos o tres ocasiones he tenido que salirme de un bar a consecuencia del humo.
No obstante no creo que las prohiciones sean el camino correcto para combatir el grave problema del tabaquismo.
Salud y Amistad
En fin, que voy a tener que dejar de fumar por real decreto. Pienso que nadie tiene pq tragarse mis malos humos pero tb pienso q las cosas se pueden hacer de otra forma mejor a como se han hecho.
Muchas gracias por tu visita a mi blog y por tus palabras. La verdad es q tienes un blog muy interesante, felicidades!!
Saludos
Desde luego, ¡cuánta razón tienes! es una ley totalmente incongruente y anti-libertad. No sé a dónde vamos a llegar en este país, primero la construcción, luego la banca, ahora la hostelería... y para remediarlo, PROHIBICIONES a tope! Espera que ahora también prohiben a los coches circular a más de 30 Km/h en las ciudades, lo siguiente será decirnos directamente que vayamos a patita... o mejor aún , toque de queda y que no salga ni Dios!
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