Cuando el 21 de Marzo entró la estación primaveral, todos pensábamos que iba a ser una primavera más, con sus lluvias, sus locos días de intenso frío y de calor abrasador y, por supuesto, sus alergias. Lo que no nos imaginábamos es que esta Primavera iba a ser especial, porque iba a emular a otras primaveras que han pasado a la historia como la Primavera de Praga o el Mayo Francés y que las principales reacciones alérgicas se iban a detectar entre la clase política.
Todo empezó el pasado día 15 de Mayo cuando una importante multitud de ciudadanos abarrotó las calles madrileñas en pacífica y legítima manifestación para reclamar una Democracia Real y mostrar su malestar contra una casta política que tiene secuestrada las libertades y que gobierna en beneficio de unos intereses poco claros haciéndonos cada día más pobres y menos libres.
Esta “Primavera Española” ha conseguido reunir a miles de personas de la más diversa procedencia generacional y de un amplio espectro ideológico que hasta hace cuatro años votaban, con mayor o menor ilusión, a unas opciones políticas que les han defraudado de forma continuada y constante permitiéndolas comprobar en sus propias carnes que este régimen de representación delegada no funciona, que se les reclama una vez cada cuatro años para elegir a un representante que una vez electo se olvida de ellos y no les vuelve a hacer caso hasta que les tenga que volver a solicitar el voto.
El 15-M ha significado un despertar de personas que no quieren ser súbditos ni consumidores sino ciudadanos libres en un régimen político de representación y participación directa y ha tenido tanta fuerza que ha conseguido por primera vez en treinta años preocupar gravemente a la casta política que nos mal gobierna, la cual ha empezado una campaña de desprestigio afirmando que se trata de jóvenes radicales antisistema que posee un importante componente lúdico-festivo, es decir, acudiendo casi a los mismos argumentos que han utilizado muchos de los tiranos que están siendo arroyados en el Norte de África por las protestas populares (recordemos aquello de “borrachos y drogadictos” de Gadafi).
Este movimiento ciertamente no es espontáneo sino que se ha ido gestando durante los años y años en los que la casta política ha realizado una política social y económica de Trágala, pero ahora, la ciudadanía ya no “traga” más y “lo quiere todo y ahora” porque ya lleva muchos años esperando con esperanza defraudada cual Vladimir y Estragón, los personajes de la obra de Samuel Beckett “Esperando a Godot”.
Durante muchas décadas, la casta política española, más aún ibérica; ha ido creando un régimen pervertido de falseamiento constitucional en el que, sobre el papel, se reconocían unos derechos que se negaban en la realidad, nos han hecho creer que participábamos en la gestión de la Res Pública por el simple hecho de acudir a las urnas cada cuatro años teniéndonos en cuenta en todo momento, pero ahora, tras años de sospechas, hemos comprobado que a nuestros políticos no les importamos, que han conducido a la ruina a miles de familias y que han vaciado unas arcas públicas que, ahora, nos tocara volver a llenar con nuestro sacrificio. Nos han demostrado incesantemente que cuando hay tiempos de “vacas gordas” los beneficios son para unos pocos y cuando vienen las “vacas flacas” a todos nos toca sacrificarnos generosamente para salir a flote.
Así pues, a todo este régimen de imposturas se le ha caído la máscara y la buena gente reclama otro sistema político y económico donde, para empezar, exista una democracia real para continuar reclamando un sistema económico más acorde con el planeta limitado en el que vivimos y con las justas exigencias de prosperidad, desarrollo y justicia de los más desfavorecidos. La sociedad española ha dado un primer paso en un largo y hermoso viaje que solo puede terminar cuando se llegue al destino deseado, no obstante, siendo de esperar que el régimen se defienda; hay que advertir que hay que continuar ampliando base y que jamás hay que caer en provocaciones, pues de lo poco que puede hacer retroceder a los que ya son nuevos Argonautas, es la irrupción de la violencia.
En definitiva, esta “Primavera Española” aparece como el principio del fin de un régimen político solo sustentado por intereses creados y supone la hermosa floración del deseo de vivir, no solo de sobrevivir, en unas personas que entre otras cosas no entienden, porque nadie puede entender, que se haya eliminado en la declaración de la renta la desgravación por vivienda habitual mientras se sigue manteniendo la desgravación por cuotas satisfechas a sindicatos y partidos políticos cuando lo primero es una necesidad mientras lo segundo es un simple acto de voluntarismo.
Todo empezó el pasado día 15 de Mayo cuando una importante multitud de ciudadanos abarrotó las calles madrileñas en pacífica y legítima manifestación para reclamar una Democracia Real y mostrar su malestar contra una casta política que tiene secuestrada las libertades y que gobierna en beneficio de unos intereses poco claros haciéndonos cada día más pobres y menos libres.
Esta “Primavera Española” ha conseguido reunir a miles de personas de la más diversa procedencia generacional y de un amplio espectro ideológico que hasta hace cuatro años votaban, con mayor o menor ilusión, a unas opciones políticas que les han defraudado de forma continuada y constante permitiéndolas comprobar en sus propias carnes que este régimen de representación delegada no funciona, que se les reclama una vez cada cuatro años para elegir a un representante que una vez electo se olvida de ellos y no les vuelve a hacer caso hasta que les tenga que volver a solicitar el voto.
El 15-M ha significado un despertar de personas que no quieren ser súbditos ni consumidores sino ciudadanos libres en un régimen político de representación y participación directa y ha tenido tanta fuerza que ha conseguido por primera vez en treinta años preocupar gravemente a la casta política que nos mal gobierna, la cual ha empezado una campaña de desprestigio afirmando que se trata de jóvenes radicales antisistema que posee un importante componente lúdico-festivo, es decir, acudiendo casi a los mismos argumentos que han utilizado muchos de los tiranos que están siendo arroyados en el Norte de África por las protestas populares (recordemos aquello de “borrachos y drogadictos” de Gadafi).
Este movimiento ciertamente no es espontáneo sino que se ha ido gestando durante los años y años en los que la casta política ha realizado una política social y económica de Trágala, pero ahora, la ciudadanía ya no “traga” más y “lo quiere todo y ahora” porque ya lleva muchos años esperando con esperanza defraudada cual Vladimir y Estragón, los personajes de la obra de Samuel Beckett “Esperando a Godot”.
Durante muchas décadas, la casta política española, más aún ibérica; ha ido creando un régimen pervertido de falseamiento constitucional en el que, sobre el papel, se reconocían unos derechos que se negaban en la realidad, nos han hecho creer que participábamos en la gestión de la Res Pública por el simple hecho de acudir a las urnas cada cuatro años teniéndonos en cuenta en todo momento, pero ahora, tras años de sospechas, hemos comprobado que a nuestros políticos no les importamos, que han conducido a la ruina a miles de familias y que han vaciado unas arcas públicas que, ahora, nos tocara volver a llenar con nuestro sacrificio. Nos han demostrado incesantemente que cuando hay tiempos de “vacas gordas” los beneficios son para unos pocos y cuando vienen las “vacas flacas” a todos nos toca sacrificarnos generosamente para salir a flote.
Así pues, a todo este régimen de imposturas se le ha caído la máscara y la buena gente reclama otro sistema político y económico donde, para empezar, exista una democracia real para continuar reclamando un sistema económico más acorde con el planeta limitado en el que vivimos y con las justas exigencias de prosperidad, desarrollo y justicia de los más desfavorecidos. La sociedad española ha dado un primer paso en un largo y hermoso viaje que solo puede terminar cuando se llegue al destino deseado, no obstante, siendo de esperar que el régimen se defienda; hay que advertir que hay que continuar ampliando base y que jamás hay que caer en provocaciones, pues de lo poco que puede hacer retroceder a los que ya son nuevos Argonautas, es la irrupción de la violencia.
En definitiva, esta “Primavera Española” aparece como el principio del fin de un régimen político solo sustentado por intereses creados y supone la hermosa floración del deseo de vivir, no solo de sobrevivir, en unas personas que entre otras cosas no entienden, porque nadie puede entender, que se haya eliminado en la declaración de la renta la desgravación por vivienda habitual mientras se sigue manteniendo la desgravación por cuotas satisfechas a sindicatos y partidos políticos cuando lo primero es una necesidad mientras lo segundo es un simple acto de voluntarismo.
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