“Carta a Un Soldado de la Quinta del
Sesenta” es un curioso folleto que, junto con los poemas de Fresnes, escribió Robert
Brasillach a finales de 1944 antes de ser ejecutado por colaboracionista.
Bajo la forma de epístola dirigida a
su sobrino que en 1944 tenía cuatro años de edad y que cumpliría los veinte en
1960, año en que entraría en quintas para cumplir el servicio militar, “Carta a
Un Soldado de la Quinta del Sesenta” es un breve pero revelador texto político
en el que Robert Brasillach pretende argumentar y justificar su colaboración
con los nazis alemanes durante la ocupación de Francia.
En
“Carta a Un Soldado de la Quinta del Sesenta” Robert Brasillach pretende
argumentar que la política exterior francesa desarrollada tras la I Guerra
Mundial fue un total y completo error, para seguir dando los eternos argumentos
vertidos por los colaboracionistas franceses a fin de justificar su particular
postura ante la ocupación alemana de Francia. No obstante, y he aquí la
originalidad de “Carta a Un Soldado de la Quinta del Sesenta”, Brasillach se muestra contrario
a las tesis defendidas por la extrema derecha francesa en los años
inmediatamente posteriores a la firma del Tratado de Versalles que pretendían
la división de Alemania en multitud de pequeños estados (1) para afirmar que
Alemania y Francia debían haber iniciado en 1918 el camino de la
reconciliación, el entendimiento y la cooperación (o colaboración) en el marco
de la política europea.
En “Carta a Un Soldado de la Quinta del
Sesenta”, Brasillach afirma no arrepentirse del papel político y social que
desarrolló durante la guerra, reafirma su adhesión al fascismo (o más
propiamente al nacionalsocialismo) y su antisemitismo aunque niega que supiera
que las deportaciones de judíos tuvieran por finalidad el asesinato en masa y
admite algunos excesos cometidos por los alemanes durante la ocupación aunque
los compara con las atrocidades cometidas por los franceses en Indochina con motivo
de las revueltas acaecidas en 1925 (lo cual viene a significar una burda
justificación).
No obstante, lo más relevante de
“Carta a Un Soldado de la Quinta del Sesenta” es la insistencia por parte de
Brasillach en que las relaciones franco-alemanas, a pesar de la guerra y de la
ocupación, seguirán mejorando inevitablemente porque a Francia no le queda más
remedio que superar el trauma de las dos guerras mundiales y aliarse con
Alemania si no quiere quedar marginada por completo de la historia y de la
política europea y mundial. Esta afirmación que, vertida en 1944 cuando aun se
combatía por expulsar a los alemanes de parte del territorio francés, parecía
la locura de un fanático retoma total actualidad y se convierte en profética
cuando ya en los años noventa del pasado siglo se empieza a hablar del “Eje París-Berlín”
y a girar toda la política de la Unión Europea en torno a las disposiciones que,
bilateralmente acordadas entre Alemania y Francia, se imponen como un diktat a
los demás países europeos.
En “Carta a Un Soldado de la Quinta
del Sesenta” pueden leerse párrafos referentes a Alemania y a las relaciones
franco-alemanes como los siguientes:
- “Sean cuales haya sido los errores de Alemania (y no he hablado de los
errores de Francia), continúa siendo un gran país en el centro de Europa, cuyas
cualidades eminentes nos han sido definitivamente reveladas, junto a sus
defectos”.
- “Esta ruptura entre Francia y Alemania, que era un hecho innegable en
la primavera de 1944, no deseaba, pese a todo, considerarla como definitiva.
Otros reemprenderán –tal vez bajo diferentes formas- la tarea de esta
reconciliación que ha sido el sueño de tantos espíritus dispares, y recuerdo
que incluso el General De Gaulle escribía, en 1934, es decir, en tiempos de Hitler,
que “soñaba en las grandes cosas que nuestros dos pueblos podrían hacer
juntos”” (2).
- “En todo caso, y más que nunca, me parece que el futuro dará la razón a
los que piensan que es preciso tener consigo a ese pueblo sorprendente
(Brasillach se refiere a Alemania). Si
nosotros (los franceses) no lo
comprendemos, Inglaterra o Rusia lo comprenderán”.
Hoy, casi sesenta años después de
que Brasillach escribiera “Carta a Un Soldado de la Quinta del Sesenta”, cabe
preguntarse si aquellos colaboracionistas franceses afines al nazismo y
agrupados entorno al periódico “Je Suis Partout” (“Estoy en Todas Partes”)
fueron precursores de la actual y tan controvertida política europea o, incluso,
si la misma Unión Europea no es más que la materialización de la victoria de
aquel colaboracionismo.
(1) Charles Maurras fue durante los años veinte y parte de
los treinta del siglo pasado la cabeza mas significativa de este movimiento
ultraconservador partidario de la división de Alemania en pequeños estados
independientes y un fuerte opositor al Tratado de Versalles por considerarlo
demasiado benévolo para con Alemania. Esta germanofobia lleva a que en las
ediciones posteriores a la I Guerra Mundial de la obra política fundamental de
Maurras, “Encuesta sobre la Monarquía”, se dedique casi la mitad de sus páginas
a criticar, muy fundamentadamente, el Tratado de Versalles y a reclamar la
división de Alemania.
(2) Fue el
general De Gaulle quien, a partir de su vuelta al poder en 1958, dio un giro a
la política exterior francesa alejándose de Estados Unidos, saliéndose de las
estructuras militares de la OTAN y acercándose a Alemania. Kissinger en su obra
“Diplomacia” recuerda que ante la salida de Francia de la OTAN el Departamento
de Estado de los Estados Unidos intentó disuadir a De Gaulle haciéndole ver que
la Alianza Atlántica era la garantía de la paz entre Francia y Alemania y al
preguntarle como pensaba Francia parar a Alemania si ésta iniciaba de nuevo una
política hegemónica en Europa parece ser que De Gaulle contestó: “Peur la
Guerre” (“con la amenaza de guerra”), aunque seguramente el general galo ya
tenía en mente otros medios más “colaboracionistas”.
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