Las pasadas elecciones
europeas del 25 de Mayo abrieron en nuestro país, aunque la inmensa mayoría aún
no sea consciente de ello, un tiempo político nuevo, ni mejor ni peor, pero sin
precedentes en el régimen surgido de la transición y de la Constitución de 1978. La irrupción con la fuerza de un millón
doscientos mil votos y cinco eurodiputados de PODEMOS, un partido recién nacido
que acudía por primera vez a unos comicios electorales demuestra, como poco, un
cambio en los anhelos, expectativas y tendencias del cuerpo electoral que ha
hecho que los grandes partidos (Partido Popular, Partido Socialista e Izquierda
Unida), hasta ahora monopolizadores de la vida política española, hayan
comenzado, con mayor o menor éxito, unos movimientos similares a los que se
realizan durante una partida de ajedrez con la intención de mantener o
recuperar sus posiciones hegemónicas en las instituciones políticas del país.
Descartando por clásico el movimiento de Izquierda Unida
consistente en buscar casi a cualquier precio una alianza electoral con la
emergente formación PODEMOS y descartando asimismo por reiterativamente
fracasado el movimiento efectuado por el Partido Socialista consistente en
cambiar de formas manteniendo las substancias, sobresalen notoriamente, hasta
el momento, las estrategias desarrolladas por el Partido Popular y por la
propia formación que dirige el profesor numerario de la Universidad Complutense
de Madrid, Pablo Iglesias.
El Partido Popular, atendiendo sobre todo a los
resultados de los comicios europeos en los que perdió casi dos millones seiscientos
mil votos, ha movido ficha para intentar acabar con esa sangría de sufragios
desistiendo de aprobar la Ley del Aborto promovida por el Ministro de Justicia
Ruíz Gallardón, lo que ha provocado la dimisión de este ministro. Con este
"meter en el cajón" la Ley del Aborto que, a diferencia de los
recortes sociales, formaba parte de su programa electoral del 2011 el gobierno
y el Partido Popular intentarán recuperar el "centro político" así
como un importante número de votantes que huyendo de ciertas tendencias
consideradas "radicales" se ha refugiado en la abstención o en otras
opciones políticas como "Ciudadanos" o "UPyD".
En teoría, el desistimiento de aprobar la Ley del Aborto
debería producir una importante fuga de votos entre los numerosos votantes de
extrema derecha que tiene el Partido Popular, pero tal riesgo está totalmente
controlado por los técnicos electorales populares que saben que en el año y medio que falta para las próximas
elecciones generales podrán recuperar a ese votante "ultra"
explotando "el miedo al comunismo" que pudiera representar el ascenso
electoral de Izquierda Unida y de PODEMOS y utilizando el tema de la
"unidad nacional". Por otra parte, es seguro que los dirigentes
populares ya han valorado el hecho de que la irrupción de PODEMOS en los
próximos comicios generales fraccionará el voto de la izquierda frenando el
ascenso de Izquierda Unida y restando numerosos votos al Partido Socialista lo
que podrá provocar que la representación parlamentaria de las tres formaciones
de izquierda (PODEMOS, Izquierda Unida y PSOE) sea menor que la actual suma de
parlamentarios del PSOE e Izquierda Unida, lo que reforzará las posiciones
parlamentarias del Partido Popular.
Por último es de indicar que el voto de los
antiabortistas será recuperado en gran medida por el Partido Popular al
tratarse de votantes que sociológicamente son más bien apolíticos, monotemáticos
y que obedecen dócil y acríticamente las directrices de una Conferencia
Episcopal que, si bien se ha posicionado contra determinados partidos de
izquierda por sus posiciones proabortistas, jamás se ha posicionado contra el
Partido Popular por el mismo tema viendo en él, como poco, el máximo
representante de la teoría del "mal menor".
Por lo que respecta a la formación política "PODEMOS", su estrategia es, a la
vez, bastante conservadora e inteligente y consiste en no desgastarse en lo
pequeño para redoblar esfuerzos en lo grande. Para tal fin su líder ya ha
anunciado que, dejando libertad de acción a sus "círculos" para
concurrir o no a las elecciones municipales, no es partidario de presentar candidaturas
en todos los municipios limitándose a dar su apoyo expreso a determinadas
candidaturas. Con esta medida su dirigente, Pablo Iglesias Turrión, persigue un
cuádruple objetivo: 1º. Evitará fracasos en aquellos municipios pequeños donde
la gente vota más a las personas, vecinos conocidos personalmente por el
elector, que a los partidos en liza y donde su partido muy posiblemente no
alcanzase representación municipal, 2º. Se mantendrá inmaculado de pactos
políticos municipales con fuerzas de la denostada "casta política",
3º. Evitará el desgaste político que le pudieran provocar los posibles errores
en la gestión de aquellos municipios en los que gobernase y 4º. mantendrá el
control central de los círculos periféricos que por lejanía geográfica de la
dirección del partido pudieran obrar libremente de manera contraria a lo
dispuesto por dicha dirección. De esta forma "PODEMOS" podría
concurrir a las elecciones generales con el halo de fuerza política nueva,
novedosa y rompedora de lo existente todo lo cual constituye su mayor activo.
A esta estrategia solo se le puede
criticar una cosa que es que al recomendar el voto o al apoyar a determinadas
candidaturas en cierto modo se hace responsable de la gestión política que
éstas puedan realizar lo que podría terminar por suponer también cierto
desgaste político sin llegar a tener un poder real siendo, tal vez, más
aconsejable el dejar plena libertad de voto a sus militantes y simpatizantes
para que voten en las municipales a quienes les plazca.
En cualquier caso, y respecto a las
próximas elecciones generales del año que viene es de prever una subida
significativa de Izquierda Unida, un desplome muy grave del Partido Socialista
y la aparición significativa de "PODEMOS" en el Congreso de los
Diputados lo que supondrá un grave fraccionamiento de la izquierda
parlamentaria que muy probablemente haga posible la repetición de un gobierno del
Partido Popular durante una segunda legislatura consecutiva.
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