Un año más, dentro de una era que ya
supera con creces los dos milenios, la humanidad vuelve a vivir este breve
periodo de tiempo en que se celebra el nacimiento del Niño-Dios y en el que
afloran los mejores deseos y sentimientos.
Que todos los años por estas fechas
vengamos a desear lo mismo que el año anterior no deja de ser sintomático para
una mente mínimamente reflexiva. Si todos los años por estas fechas nos
deseamos lo mismo es porque, en puridad lógica, el año que termina no ha culminado nuestros
deseos siendo nuestras inquietudes y problemas los mismos que los del año
anterior.
Y es que, por muy buena voluntad que
se tenga, de nada sirve desearse lo mejor si no se analizan los problemas y se
hace un sincero propósito de enmienda. Si el año 2015 se abría a la esperanza
por las numerosas convocatorias electorales que posibilitarían cambios
importantes y decisivos y el inicio del año 2016 que ahora termina podría
confirmar cambios de tendencia en los numerosos aspectos y parámetros negativos
que presenta nuestro país, ahora nos encontramos con que poco o nada han
cambiado las cosas.
Nuevas caras, nuevos discursos y
nuevas poses no son más que nuevas formas que pueden no suponer cambios en las
substancias. En el mundo del marketing es sabido que es más fácil hacer
aceptable al público un producto viejo presentado con una nueva imagen que un
producto nuevo con una imagen vieja, no obstante, lo substancial, lo que
verdaderamente importa es el producto en sí mismo.
Los problemas que hoy nos afectan
como colectividad son exactamente los mismos que los del año pasado y los mismos
que nos afectaban el otro anterior lo que indica que en estos dos años no hemos
progresado nada. Debemos reflexionar sobre el por qué de esto, debemos sacar conclusiones y debemos reflexionar sobre
lo que somos y sobre donde queremos ir, debemos ser conscientes que los
problemas que nos amenazan son substanciales y no se van a solucionar con
cambios formales. Si siempre hacemos lo
mismo, si siempre confiamos en los
mismos y si siempre nos conformamos con los cambios formales jamás tendremos
resultados diferentes. Debemos reflexionar y hacer un serio propósito de
enmienda en nuestra mala costumbre de confundir las formas con las substancias.
En la esperanza de que se saquen
conclusiones y exista un propósito de enmienda, "El Chouan Ibérico" quiere
concluir este escrito, teniendo muy presente el verdadero, original y único
significado de este tiempo festivo, deseando a todos sus amigos y lectores.
¡¡¡Una Muy Feliz Navidad!!!
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