Pues bien, como la realidad suele
superar la ficción no se puede menos que encontrar ciertas similitudes entre
este subgénero literario-cinematográfico de muy dudoso gusto y la actividad
política que en no pocos casos se desarrolla en nuestro país desde el poder y
desde la oposición y que empieza a ser digna de ser analizada por psiquiatras y
psicólogos pues denota ciertos traumas no superados que, ocultos en el
inconsciente, se manifiestan en el mundo consciente en una forma de ilógica parafilia
necrófila o necrófoba.
Va a hacer justamente un año que el
gobierno del PSOE presidido por Pedro Sánchez ordenó sacar el cuerpo de
Francisco Franco del Valle de los Caídos y trasladarlo a un cementerio público
situado en el Municipio de El Pardo justificando tal decisión como una
reparación a las víctimas de un periodo concreto de la Historia de España, el
Franquismo, como si otros periodos no menos concretos de esa misma historia no
tuvieran también sus víctimas a las que reparar. Por otra parte, hace unas semanas, el grupo parlamentario
de VOX en el Ayuntamiento de Madrid se congratulaba de haber logrado que el
consistorio madrileño hubiera acordado retirar varias calles y monumentos dedicadas
a los difuntos políticos socialistas Largo Caballero e Indalecio Prieto a los
que el Secretario General de VOX, Javier Ortega Smith, calificó como "unos
auténticos criminales" (desconocemos la diferencia entre un criminal y un
auténtico criminal). Hoy, cuando nuestro país afronta decenas de miles de
muertos por una epidemia y una crisis económica de difícil comparación con
cualquier otra crisis anterior, resulta que, ignoramos si alguien habrá caído
en la cuenta, Franco, Largo Caballero, Indalecio Prieto, Millán Astray, Alonso
Vega, Santiago Carrillo y otros muchos tienen una cosa en común: que están
muertos, enterrados y sus víctimas, tanto las gravemente ofendidas como las
levemente ofendidas, se han extinguido por pura acción de la inexorable ley
biológica.
¿Cual es la razón por la que más de ochenta años después de finalizada la guerra civil de 1936 a 1939 y más de cuarenta años después de fallecido el dictador por causas naturales, los personajes de aquella contienda y de aquel régimen estén tan presentes en la actual actividad política?. Es de suponer que Freud tendría mucho que decir al respecto, pues parece no existir ni haber existido jamás mayores y mejores ejemplos de la "Pulsiones" del Eros y del Tanatos que forman un nítido modelo psicosexual donde el secreto deseo del incesto descubierto en el ser humano por el neurólogo austriaco es sustituido, en el caso colectivo español, por una fobia a los muertos o por una parafilia necrófila.
"Francisco
Franco fue un asesino", dice la izquierda; "Largo Caballero e Indalecio Prieto fueron unos auténticos
criminales", dice la derecha. Pues bien... Nosotros retamos al
mismísimo Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias para que presenten una prueba de que
Francisco Franco personalmente puso una pistola en la nuca de alguien y apretó
el gatillo, e igualmente, retamos a Javier Ortega Smith, a Santiago Abascal y a
Pablo Casado para que presenten alguna prueba de que Largo Caballero e
Indalecio Prieto personalmente hicieron eso mismo. Evidentemente, ni unos ni otros
pueden presentar tal prueba por el simple hecho que, a determinadas escalas, el
crimen siempre se hace a través de personas o grupos interpuestos.
Si Franco, Largo Caballero o Indalecio Prieto
fueron unos asesinos, no lo fueron porque ellos mismos ejecutasen la acción
criminal sino porque ordenaron o sugirieron a otros, clara o veladamente, que
tal acción criminal se llevase a efecto sirviéndose para ello de instituciones
u organizaciones que, con nombres concretos, existen y gozan de muy buena salud
en nuestro país.
Si Largo Caballero o Indalecio
Prieto cometieron crímenes lo hicieron sirviéndose de una organización política
aun existente y llamada Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y si Franco
asesino a muchos o a pocos lo hizo a través de unas instituciones y
organizaciones que todavía existen en nuestro país como son la Guardia Civil y
el Ejército Español, único ejército del mundo mundial que tiene el dudoso honor
de haber traído a la metrópoli tropas mercenarias coloniales para matar y
maltratar a sus propios ciudadanos, ya que si el Ejército Francés desplego
tropas coloniales en el territorio metropolitano fue para maltratar a los
alemanes durante la ocupación de la cuenca del Ruhr en 1923 (no mencionaremos
la I Guerra Mundial) y a los españoles internados en los campos de
concentración franceses en 1939.
En puridad lógica, si se desea
resarcir a las víctimas de la Guerra Civil y del Franquismo, se debería actuar
contra lo vivo que queda de aquel periodo y no contra lo muerto, que ya no daña
a nadie. Así, podríamos sugerir al gobierno que preside Pedro Sánchez que para
resarcir moralmente a las víctimas de ese periodo histórico, disolviera la
Guardia Civil en vez de celebrar el centenario de la fundación de la Legión por
Millán Astray y, ¿Por qué no?, hiciera públicos los nombres de los confidentes
de la Brigada Político Social; e igualmente sugerimos al señor Ortega Smith
que, además de celebrar el derribo de las placas de las calles Largo
Caballero e Indalecio Prieto, presente
en la Audiencia Nacional una querella contra el PSOE por presunta organización
criminal utilizando para ello los numerosos hechos objetivos recopilados en la
llamada "Causa General" depositada en la Fiscalía General del Estado
(si es que no la han hecho desaparecer) y en la que, por cierto, aparece el
nombre de un muy conocido policía durante los primeros años de la Transición
relacionado con la detención de las llamas "Trece Rosas". Pero claro, en el primer caso unos tienen escopetas y en
el segundo supuesto tal vez le supusiera una meliflua bofetada al caballista de
perfilada barba.
En el fondo, y no muy en el fondo, la constante presencia de la Guerra Civil de 1936 a 1939 y del Franquismo en la política actual no busca reparar a nadie, sino que es el recurso desesperado de una casta política que nada tiene que decir ni que aportar y que, siendo incapaz de hacer frente con alguna inteligencia a los graves problemas que afectan al país, prefiere hacer una política de zombies reviviendo a los muertos en vez de desarrollar una política que tenga por objeto a los vivos para evitar que mueran.
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