Como parte de esa modernización para
"los nuevos tiempos"; a
comienzos del pasado mes de febrero, se hizo público que la hija mayor del
actual Jefe del Estado a Título de Rey, Leonor de Borbón, se iba a trasladar el
próximo curso, y por dos años, al Reino Unido de la Gran Bretaña para estudiar
Bachillerato Internacional en un prestigioso colegio privado cuyo coste ronda
los 76.500.- Euros, 38.250.- Euros por curso, y que estéticamente se asemeja a
la fantástica escuela de Howgarts donde estudiaba el que seguro es uno de los
ídolos de la Princesa de España, Harry Potter. Tal desplazamiento no tardó en
justificarse por los medios de comunicación, que tal vez dentro de cuarenta
años ataquen inmisericordemente al jubilado padre de la criatura, afirmando
que, debido a las altas responsabilidades que Leonor de Borbón va a tener que ir
asumiendo progresivamente en el futuro es fundamental que reciba la adecuada
formación en un centro de las características del elegido por sus progenitores ya
que proporciona una educación cosmopolita acogiendo en sus aulas a alumnos
procedentes de todas las clases sociales... de todas las clases sociales, claro está, que puedan pagar treinta y ocho mil euros
anuales para que su hijo o hija pueda estudiar bachillerato.
Lo curioso es que si los medios de
comunicación y algunos políticos justifican en unas importantes responsabilidades
a desempeñar en el futuro el hecho de que Leonor de Borbón asista a un colegio
privado de las características que posee el centro educativo elegido, todos los
ciudadanos españoles debemos considerarnos extremadamente agraciados de que las
cosas en nuestro país no vayan peor de lo que van cuando a nuestros gobernantes
y a los que hacen las leyes no les exigimos, no ya que hayan recibido una
educación tan selecta como la que va a recibir la hija de Su Excelencia, sino
que, ni siquiera, posean un título universitario expedido por alguna
Universidad Pública Española (y eso que hay alguna que parece ser que los
concede con cierta manga ancha) para poder forma parte del Poder Legislativo o
Ejecutivo.
En consonancia con el objetivo de
modernizar la institución y conducirla hacia "los nuevos tiempos", debe
entenderse también la reciente noticia publicada ayer, 3 de marzo de 2021, en la
prensa española por la que nos enterábamos de que las hijas del anterior Jefe
del Estado y hermanas del actual, Cristina y Elena de Borbón, aprovechando un
viaje a los Emiratos Árabes para visitar a su querido padre, se habían vacunado
contra el COVID19, con lo cual se vuelve a reiterar la gran confianza que tiene
la familia de Su Excelencia el Jefe del Estado a Título de Rey en la sanidad que ofrece el estado al que representan y del
que viven. De hecho es comprensible, considerando el ritmo de vacunación, la
falta de vacunas y la lista de espera que existe para ser vacunado en nuestro
país, que si cualquier ciudadano español tiene la oportunidad de viajar al
extranjero, preferiblemente con un pasaporte diplomático, y encontrarse en el aeropuerto o en el hall del hotel con una
persona que sostiene en sus manos un
cartelito que dice en varios idiomas "¿Desea usted vacunarse contra el
COVID?. ¡¡Sígame!!" pues siga a esa persona y se inmunice contra el
pérfido virus, sobre todo cuando los españoles y sus políticos podrán
escandalizarse, indignarse, clamar por la justicia, pero jamás exigir una
adecuada depuración de responsabilidades.
Dos méritos no se le pueden negar al actual Jefe del Estado, Felipe de Borbón. El primero de ellos es haber demostrado aquello de lo que su antecesor hablaba mucho pero explicaba muy poco que era la "ejemplaridad de la institución". Dicha "ejemplaridad" queda hoy pedagógica y nítidamente explicada con los hechos realizados por los que ya sabemos que dicha "ejemplaridad" consiste en marcharse a residir a un país extranjero sin dar explicación alguna, en enviar a la primogénita a estudiar a un selecto colegio privado extranjero con una total falta de confianza en la educación que se proporciona en España y en no esperar turno para ser vacunado... ¡¡¡En eso parece consistir la ejemplaridad de la Jefatura del Estado!!!. El segundo de los innegables meritos mencionados consiste en que, si al principio del presente artículo ignorábamos que había que entender por "los nuevos tiempos", ya comprendemos en qué consiste la realización práctica de tal expresión que no es otra cosa que el conservar los aristocráticos (que no monárquicos) privilegios de los tiempos rancios y disfrutar de las ventajas que los modernos tiempos otorgan a los adinerados burgueses.
Y todo esto hace surgir una muy
pertinente e inevitable pregunta: ¿Se puede continuar siendo Jefe de un Estado
cuando se demuestra con hechos que no se tiene mucha confianza en ese estado y,
en cierto modo, se desprecia al común de sus ciudadanos?.
En fin... ¡Ahí lo dejamos!; en julio próximo hablaremos del precio de la carne de gallina.
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