Esta conmemoración institucional del
23-F, ha sido ampliamente precedida por alguna que otra polémica y, sobre
todo, por la publicación de numerosos
libros sobre el tema que esperemos que generen esplendorosos beneficios a sus
autores y editores porque lo cierto es que no arrojan nada más que nuevas e
inquietantes interrogantes y oscuridades sobre los acontecimientos de aquel
día.
Uno de esos libros incide en la llamada
"trama civil", la cual se extendería más allá del único paisano
condenado por los hechos del 23-F, Juan García Carrés, y que abarcaría a
periodistas de renombre, conocidos políticos e influyentes empresarios
partidarios del llamado "Golpe de Timón" o "Solución
Armada", la cual se inspiraría, a
su vez, en la "Operación Resurrección"; nombre clave de la operación
que llevo a Charles de Gaulle a la jefatura del gobierno francés en 1958. Tal
teoría, que resulta totalmente factible, no hace nada más que dejar en
evidencia a los generales participantes en el 23-F porque demuestra que tenían
tan alto concepto de sí mismos como escasos conocimientos de la ciencia de su
arte.
Para empezar ninguno de los
generales que participaron el 23-F tiene una trayectoria comparable con la del
General de Gaulle. Charles de Gaulle como capitán del ejército francés obtuvo
una enorme fama protagonizando diversos intentos de fuga de un campo de
prisioneros alemán durante la Primera Guerra Mundial (todos ellos fracasados a
causa de su gran estatura), en el periodo de entreguerras elaboró una teoría
estratégica que, basada en la movilidad, se oponía a la doctrina oficial del
Estado Mayor Francés consistente en la creación de líneas estáticas defensivas y
que se concretaría en la construcción de la Línea Maginot; durante la ofensiva
alemana de Mayo a Junio de 1940, como General de División, fue el único oficial
francés que inició con éxito una contraofensiva parcial contra el invasor.
Siendo Subsecretario de Guerra del Primer Gobierno del Mariscal Petain y viendo
que el gobierno no pretendía seguir la lucha sino rendirse a los alemanes se
marchó a la Gran Bretaña desde donde continuó la lucha contra el ocupante
llegando a convertirse en Presidente del Gobierno Provisional al inicio de la
liberación de Francia en junio de 1944 y hasta 1946. Compárese este curriculum
con los de los Generales Milans del Bosch o Alfonso Armada y, ya a simple
vista, se verá que lo único que tenían que aportar es su participación en una
guerra civil y en una aventura en la lejana URSS con una división que fue
repatriada inmediatamente después de sufrir un excesivo y desproporcionado
número de bajas a manos de los soviéticos en la batalla de Krasny Bor en
febrero de 1943.
En primer lugar, la situación
político-social de Francia en 1958 era muy diferente a la que se vivía en
España en 1981 ya que la Francia de 1958 hacía cuatro años que había perdido
Indochina, el ejército francés libraba una dura lucha en Argelia al mismo
tiempo que en la metrópoli era objeto de ataques por una parte de los políticos
y existía una situación social que hacía que un porcentaje elevadísimo de la
sociedad francesa fuera proclive a aceptar un golpe de fuerza que pusiera fin a
lo que consideraba, no muy desacertadamente, como un desastre político,
económico, social y moral. Es decir, en la Francia de 1958 existía una
predisposición de una gran parte, incluso mayoritaria, de la sociedad a acepar
un golpe de estado, cosa que no existía en la España de 1981 porque la
situación, aunque pudiera ser muy grave, distaba mucho de estar próxima a descontrolarse.
En segundo lugar, el golpe de estado
de 1958 en Francia se planificó en tres fases, cada una de las cuales suponía
un incremento paulatino de la presión sobre el Presidente de la República
Francesa, René Coty, para que llamase al General De Gaulle a la Presidencia del
Consejo de Ministros. La primera fase comienza con la ocupación de la Sede del
Gobierno General en Argel, el 13 de mayo de 1958, por un enorme grupo de
civiles contrarios a la independencia de Argelia que invitan a los Generales
Jacques Massu y Raoul Salan a dirigirse a las masas congregadas en los
alrededores a las que prometen la total integración de Argelia y Francia en un
único estado con iguales derechos para todos sus ciudadanos. Dos días después,
el 15 de mayo, se constituye un "Comité de Salud Pública" y el
General Massu advierte clara y públicamente que si el General De Gaulle no es
llamado al presidir el Consejo de Ministros, el ejército se sublevará, ante lo
cual De Gaulle responde que aunque está listo para asumir los poderes de la
República, solo los aceptará del poder de las autoridades legítimas y no
romperá el orden constitucional, lo que ya supone una manifestación de sus
intenciones y un cierto programa de gobierno básico que hace sospechar al
gobierno francés que puede estar, de algún modo, detrás del golpe, por lo que
se ordena la detención de varios conocidos y colaboradores del general.
La segunda fase de la operación
consiste en la ocupación de Córcega, la cual se verifica el 24 de mayo de 1958,
cuando el 12º Batallón Paracaidista, procedente de Argelia, se lanza sobre
Ajaccio y ocupa la isla sin derramamiento de sangre; constituyendo otro
"Comité de Salud Pública".
Ante esta situación, y bajo la
amenaza cierta de la intervención militar y de una posible guerra civil, el Presidente
de la República, René Coty, llama al General De Gaulle para conferenciar y
discutir los pasos necesarios para formar un gobierno de salvación nacional y
emprender sustanciales reformas de las instituciones francesas; De Gaulle pone
la condición de la elaboración de una nueva constitución y el 1 de junio de
1958 es nombrado Primer Ministro por la Asamblea Nacional, con 329 votos contra
224 y 37 abstenciones, obteniendo plenos poderes por seis meses y el mandato de
preparar una nueva constitución. La formación del nuevo gobierno seis días
después de la ocupación de Córcega evita que se ponga en marcha la tercera fase
del golpe que preveía la ocupación de
Paris por una brigada blindada al mando de un llamado "Coronel Gribius"
y la toma, por dos regimientos paracaidistas procedentes de Argelia, de los aeropuertos de Le Bourget y Villacoublay a los que llegarían los generales
Massu y Salan para ponerse al frente de unas operaciones militares que ya
preveían detenciones de posibles opositores, enfrentamientos armados y
derramamiento de sangre.
23-F; El Imitador de De Gaulle a la izquierda y el De Gaulle Original a la derecha
Otra notable diferencia entre el
23-F y la "Operación Resurrección" es que el General de Gaulle, sabía
perfectamente que si era nombrado Presidente del Consejo de Ministros iba a
constituir un gobierno de concentración nacional para iniciar un proceso
constituyente del que surgiría una nueva Constitución, en cambio, ninguno de
los generales protagonista de la bufonada del 23 de febrero de 1981 había expresado
más intención que la de dar un "Golpe de Timón" (1), pero ¿Hacia
dónde? ¿Cómo? ¿Con quién?. De hecho De Gaulle, antes de los acontecimientos de
mayo de 1958, ya tenía una amplia lista de colaboradores civiles muchos de los
cuales formarían parte de su primer gobierno, ¡No los buscó a última hora y sin
previo conocimiento de éstos!. Por otra parte, los generales Jacques Massu y
Raoul Salan, los iniciadores de la "Operación Resurrección", tenían
una acreditada trayectoria en la lucha contra el III Reich en las filas de las
Fuerzas de la Francia Libre (FFL), en cambio, se debe ser muy necio o tener muy
corta inteligencia para pretender obtener el apoyo de una parte importante del
Congreso de los Diputados cuando el oficial al que se le encomienda la misión
de ocuparlo, Antonio Tejero Molina, tenía, en aquel entonces, un pasado
notoriamente vinculado al régimen franquista, a la extrema derecha del momento
y a una operación golpista de carácter involucionista (la "Operación
Galaxia") que tenía por objeto impedir la celebración del referéndum
constitucional del 6 de diciembre de 1978.
Por último, ignoramos que hubiera pasado si se hubiera tenido que poner en marcha la tercera fase de la "Operación Resurrección", pero está claro que ya no hubiera sido un golpe de estado tan incruento como el que resulto ser y que hubiera habido un notorio derramamiento de sangre, detenciones y, posiblemente, represión; pero lo que está muy claro es que los militares franceses sabían lo que habían iniciado el 13 de mayo de 1958 y que estaban dispuestos a asumir todas las consecuencias; en cambio, los actores del sainete del 23-F parecían no saber ni lo que querían ni como planificar la operación militar para alcanzar su abstracto objetivo demostrando únicamente su enorme estupidez y notable incompetencia.
(1) Parece que ningún marinero miembro de la Armada participó en el espectáculo del 23-F porque hasta el más inexperto grumete sabe que si a un buque que esta navegando en medio del mar y que lleva cierta velocidad se le hace virar, hacia babor o estribor, con un "golpe de timón", lo más probable es que el buque se escore peligrosamente y termine naufragando.
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