No cabe duda de que la organización de unos Juegos Olímpicos genera grandes beneficios e ingresos, pero no es menos cierto que tan gran y lucrativo negocio no es para todo el mundo y ni siquiera para una gran mayoría, sino que del mismo solo se termina beneficiando la eterna minoría de siempre.
De momento, lo cierto es que si el Señor Alcalde de Madrid don Alberto Ruiz-Gallardón y la Señora Presidenta de la Comunidad Autónoma doña Esperanza Aguirre “tienen una corazonada” los ciudadanos madrileños tienen la certeza y la seguridad de que su Impuesto Sobre Bienes Inmuebles va a subir hasta un veinticinco por ciento y que este año van a tener que pagar por la reimplantada “Tasa de Basuras”. Es decir, aún no se ha concedido a Madrid la organización de juego alguno y los madrileños ven incrementados los impuestos que pagan al tiempo que el municipio se gasta un dinero, que si de tan solo un céntimo de euro se tratara ya resultaría excesivo atendiendo a los tiempos de crisis que padecemos, en promocionar la candidatura de Madrid ante el Comité Olímpico.
Si finalmente la organización de las Olimpiadas en el año 2016 se concede a Madrid, los madrileños no solo tendremos que sufrir las incomodidades que tal evento originaría en una ciudad que tiene ya de por sí un grave problema de tráfico debido al número de vehículos y a las innumerables obras y zanjas abiertas por todas las calles sino que además tendríamos que asumir el coste económico que la organización de tales juegos implican y que, a todas luces, hace que los inconvenientes de los mismos superen sus aparentes ventajas.
Efectivamente la organización de los Juegos Olímpicos generara puestos de trabajo pero solo por el corto tiempo que duren los mismos, asimismo implicara enormes inversiones públicas que finalmente los anónimos ciudadanos tendrán que pagar mediante impuestos, tasas y precios públicos. Las Olimpiadas generaran también importantes inversiones en sectores económicos como la hostelería y el comercio que durante el mes escaso que duren las mismas verán multiplicarse sus ganancias por el incremento de los precios y también por el aumento del número de visitantes y, por último, la organización de los Juegos favorecerá de nuevo la especulación inmobiliaria y veremos como se hacen hoteles que luego se reconvertirán en edificios de apartamentos de lujo y como se construye con dinero público y tal vez privado una “Villa Olímpica” que tras ser desocupada por el último deportista participante en la cuatrienal convocatoria se convertirá en una o varias urbanizaciones de pisos y apartamentos que serán ofertados y vendidos por alguna inmobiliaria privada. Por cierto, y esto debe subrayarse, la construcción de la “Villa Olímpica” tendrá lugar en la misma cuidad donde se ha tenido que paralizar recientemente por falta de financiación el proyecto de construcción de “La Ciudad de la Justicia”, que modernizaría la Administración de Justicia en la Comunidad Autónoma Madrileña.
En definitiva, si hoy por hoy los madrileños sufrimos las molestias de las obras, la subida de impuestos municipales y la creación de nuevas tasas, los problemas del tráfico habitual en la ciudad, el atasco en la Sanidad Pública Madrileña y, sobre todo, la carestía de la vida en general y de la vivienda en particular, en el caso de que el Comité Olímpico Internacional nos haga el flaco favor de concedernos la organización de los Juegos Olímpicos del año 2016, todos los ciudadanos madrileños tendrán que asumir tan desmesurado coste económico y tal rebaja en la calidad de vida que harán definitivamente de Madrid una ciudad para emigrar.