A finales de la semana pasada
saltaba la noticia de que Su Excelencia el Jefe del Estado había decidido
"revocar" el título de "Duquesa de Palma" concedido en 1997
por el anterior Jefe del Estado a doña Cristina de Borbón y Grecia.
De forma prácticamente inmediata
empezó una presentación mediática del acontecimiento propia de unos palmeros de
"tablado flamenco" alabando tal "revocación" afirmando que
era la primera vez en la historia que se revocaba un título nobiliario y
señalando que se había realizado al amparo de un Real Decreto aprobado hace
veintiocho años.
En realidad, los medios de
comunicación, más interesados en presentar la acción como un ejemplo de los
nuevos tiempos políticos que se pretenden vivir, han pretendido ignorar un
hecho de gran importancia y que es una verdad objetiva: Su Excelencia el Jefe
del Estado a Título de Rey ha tardado algo más de un año en retirar a su
titular el que se había convertido en un título controvertido surgiendo la pregunta
de ¿Por qué ahora y no hace seis o nueve meses?.
En primer lugar los medios de
comunicación deberían cumplir cierta función formativa y educativa de la
población y explicar que la monarquía y la aristocracia son instituciones
pre-constitucionales que tienen un derecho propio que es el Derecho Nobiliario
y Premial de los Monarcas. En base a ese derecho un monarca que legítimamente
lo es, puede conceder un título a una persona por creerlo merecedora del mismo
y tiempo después retirárselo por haber incurrido en alguna causa de indignidad.
La retirada del título implica que el mismo revierte a la corona que puede
disponer de él libremente.
Que un título sea retirado no es una
cosa novedosa en nuestra historia pues es de recordar que la retirada de
títulos nobiliarios más famosa de la historia española fue la que se produjo en
1875 teniendo por protagonistas a S.M.C. Don Carlos VII y a Ramón Cabrera
cuando el primero retiro todos los títulos y honores concedidos al segundo por
Don Carlos V y Don Carlos VI a causa de la traición que supuso el
reconocimiento de la dinastía usurpadora en la persona del hijo de Isabel
conocida como la segunda.
Por otra parte, los medios de comunicación
han querido destacar o dar a entender el compromiso del actual Jefe del Estado
con la lucha contra la corrupción aunque sigue sin entenderse el por qué no se
ha realizado tal revocación a los pocos días (o meses) de haber accedido a la
Jefatura del Estado.
En realidad, y a pesar de como lo
quieran presentar, no se puede negar que estamos ante un mero gesto estético
del Jefe del Estado que pretende desentenderse y romper con lo que no puede
romper ni desentenderse que son los últimos cuarenta años de la historia
política de las Españas (y por ende de los otros cuarenta anteriores). Hoy un Jefe del Estado Español tarda más de
un año en desposeer a su hermana de un título nobiliario a fin de hacer un
guiño de complicidad en la lucha contra la corrupción al igual que hace
cuarenta años otro Jefe del Estado Español tardaba cuatro días (el 26 de
Noviembre de 1975) en conceder otro título (Señorío de Meirás) haciendo un
guiño de complicidad a los sectores más duros del franquismo.
Aquella concesión hace cuarenta años
del título de Señora de Meriás con Grandeza de España a la viuda del dictador
Francisco Franco empezó una primera transición que nos ha conducido a la
situación presente. La revocación del título de Duquesa de Palma ¿No será una
maniobra palaciega (nunca mejor dicho) que inicie una segunda transición tan
lampedusiana como la primera?.
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