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martes, 24 de noviembre de 2015

EL-MIZZIAN O LOS COMPLEJOS ESPAÑOLES (Y POR ENDE EUROPEOS)



General El-Mizzian, el amigo de Franco

Allá por los años cincuenta del pasado siglo un pensador marxista, sin duda guiado por un puro utilitarismo, afirmó que "La Historia o es Propaganda o un mero entretenimiento para los ociosos", en cambio no tengo duda alguna de que fue nuestro genial Miguel de Cervantes quien acertó de pleno cuando dijo que  "La Historia es émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo del pasado, ejemplo y aviso del presente y advertencia de lo por venir", y, precisamente por eso; el conocimiento de la historia resulta útil aunque siempre haya que ponerlo en duda y limpiarlo de "propaganda" prestando especial atención a los detalles porque estudiar historia es como contemplar un cuadro donde lo verdaderamente importante no son las imágenes centrales sino las figuras periféricas que en conjunto dan sentido a la totalidad de la obra.

            Actualmente cuando la Historia reciente de España se somete a una revisión casi microscópica en la que, entre otras cosas, se critica la intervención Alemana e Italiana en favor del bando llamado "nacional" durante la Guerra Civil, parece tratarse el apoyo de las fuerzas marroquíes en apoyo de ese mismo bando con mayor benevolencia ignorando intencionadamente los detalles periféricos que fundamentalmente hacen que la participación de tropas marroquíes en dicha contienda fratricida a favor de Franco sea igual de reprobable si no más que la participación germano-italiana, aunque solo sea porque la presencia marroquí en defensa del régimen se prolongara dos décadas después de finalizada la actividad bélica.

            Ciertos sectores, han pretendido disculpar la intervención de las tropas Marroquíes a favor de Franco diferenciándola de la intervención germano-italiana en base a que los "Marroquíes eran gente pobre, de extracción campesina y carente de cultura"  ignorándose el hecho objetivo de que no pocos italianos vinieron a la guerra de España engañados en la creencia de que iban a colonizar Abisinia. Ciertamente existen diferencias entre los alemanes e italianos que vinieron a España y las tropas Marroquíes que cruzaron el estrecho siendo la fundamental que los primeros vinieron organizados en unidades militares regulares que se desplegaron en España siguiendo órdenes de sus respectivos gobiernos reconocidos internacionalmente estando sometidas a los Códigos de Justicia Militar de sus respectivos estados mientras que las tropas marroquíes estaban integradas por voluntarios reclutados en el entonces protectorado español de Marruecos y encuadrados en unidades militares regulares españolas atraídos por una paga generosa y por la permisividad de sus mandos a la hora de obtener botín de guerra resultante del saqueo de los españoles que se encontraban en el bando republicano o que luchaban en él. Así pues, en este sentido las tropas marroquíes, además de ser puramente una fuerza mercenaria, fueron más crueles con los españoles que los germano-italianos máxime si tenemos en consideración que el mando sobre tales tropas estaba a cargo de oficiales españoles que, muchas veces, les dejaban cometer desafueros contra la población civil y los prisioneros republicanos.

            Señalada la anterior contradicción en la que incurren los actuales revisionistas de nuestra historia y en conexión con la misma, pasemos al objeto central del presente artículo. Mientras que se clama para que de nuestros callejeros desaparezcan las calles dedicadas a los generales sublevados el 18 de Julio de 1936, existe un personaje pernicioso que sin haber dado jamás su nombre a una calle, es obviado por los críticos del bando sublevado, poco o nada mencionado por ellos y, a pesar de poseer un historial criminal acreditado, resulta en ocasiones objeto de homenajes incluso por las autoridades del anterior gobierno socialista, de ese mismo gobierno que aprobó la "Ley de Memoria Histórica", simple y llanamente por su condición de "ignorante y pobre campesino marroquí" que fue traído a España "mediante engaños" y todo ello a pesar de que era un militar diplomado en la Academia Militar de Toledo. Me estoy refiriendo al General Mohammed ben Mizzian.

            Mohammed ben Mizzian era hijo de Mohamed Ameziane líder rifeño conocido por los españoles como El-Mizzian que fue el primero en encabezar la revuelta contra los españoles en 1908 atacando la línea ferroviaria próxima a Melilla, lo que originó la "Guerra de Marruecos" (1908-1925). Ameziane lidero a los rebeldes rifeños hasta la aparición de Abd El-Krim, quién le desbancó de la jefatura de la revuelta produciéndole tal agravio que le llevo a mudar de lealtades y pasarse a los españoles.

            Cuenta la leyenda que en cierta ocasión, visitando Alfonso (llamado el XIII) la zona del protectorado  entró en una escuela en la que se encontraba el hijo de Mohamed Ameziane al que preguntó qué es lo que quería ser cuando dejara de estudiar y este le contestó que "Capitán", lo que hizo que el entonces Jefe del Estado prometiera al padre de El-Mizzian apadrinar su ingreso en la Academia Militar. Mohammed ben Mizzian ingresa en la Academia de Infantería de Toledo en 1913 licenciándose como Alférez en 1916 siendo destinado al Ejército de África donde destaca en los combates contra Abd El-Krim, el ofensor de su padre, ascendiendo por méritos de guerra hasta el grado de Comandante. Es durante este período en el que se forja la amistad entre El-Mizzian y Francisco Franco.

            En la Primavera de 1936 El-Mizzian se une a la conspiración contra la república y el 17 de Julio de ese mismo año se subleva como Comandante al mando del II Tabor de Regulares Nº. 5 con sede en Segangan, a 20 kilómetros de Melilla. Triunfante la sublevación en Marruecos en Agosto de 1936 se traslada con sus regulares a la España peninsular donde sus tropas participan en la liberación del Alcázar de Toledo y en la masacre de los heridos republicanos que estaban siendo tratados en el hospital militar de dicha ciudad. Posteriormente participa en el avance hacia Madrid y en la batalla de la Ciudad Universitaria tras la cual las tropas marroquíes que comanda se retiran a descansar a Navalcarnero donde se produce un hecho escalofriante a instancias del propio El-Mizzian y que es narrado por el periodista norteamericano Jonh T. Whitaker (1906-1946) quien dice textualmente:

            "Me encontraba con este militar moro en el cruce de carreteras cerca de Navalcarnero en el otoño de 1936, cuando dos muchachas españolas, que parecían aún no haber cumplido los 20 años, fueron conducidas ante él. A una se le encontró un carné sindical; la otra, de Valencia, afirmó no tener convicciones políticas. Mizzian las llevó a un pequeño edificio que había sido la escuela del pueblo donde descansaban unos 40 moros. (...) Se escuchó un ululante grito salido de las gargantas de la tropa. Asistí a la escena horrorizado e inútilmente indignado. Mizzian sonrió afectadamente cuando le protesté, diciéndome: ¡Oh, no vivirán más de cuatro horas!".

Protegiendo a Franco en el Pardo

            Terminada la Guerra Civil con el grado de Coronel, Franco nombró a El-Mizzian Comandante General de Ceuta ascendiéndole a Teniente General en 1953 y dándole el mando de la Capitanía General de la VIII Región Militar (Galicia) donde cada 25 de Julio y a pesar de su condición de musulmán no tenía reparos en ser respetuoso con la religión católica y hacer la ofrenda anual al Apóstol Santiago en nombre del Jefe del Estado. Finalmente El-Mizzian fue ascendido a Capitán General en 1955 siendo nombrado Capitán General de Canarias, su último destino en el Ejército Español.

            Hasta aquí la historia de Mohammed ben Mizzian, del General El-Mizzian, la cual podría considerarse un ejemplo de integración de un emigrante que, venido de lejos y estudiando, llegó en España a lo más alto que se podía llegar, porque, no nos engañemos, habiendo llegado a ser Capitán General del Ejército Español no podía haber llegado más lejos a no ser que su meta fuera la Jefatura del Estado. Y efectivamente sería un ejemplo de éxito de la integración de no ser por lo que sigue.

            El General El-Mizzian, contrajo matrimonio en 1925 con Fadela Amor, fruto de dicho matrimonio nacieron siete hijos, seis niñas y un varón que tras cursar estudios en la Academia Militar de Artillería de Segovia falleció en accidente. El Mizzian debía guardar profundos rencores internos hacia los españoles y su forma de vida como prueba lo anteriormente narrado sobre lo sucedido en Navalcarnero en 1936 y porque años después, ya siendo general una de sus hijas se enamoro de un oficial del ejército español con el que se caso en secreto provocando en El-Mizzian las iras más encendidas ya que, musulmán convencido, no aceptaba que su hija se hubiera convertido al catolicismo. El-Mizzian  suspendió toda relación con su hija y su marido que se fueron a vivir a Valladolid hasta que tras la independencia de Marruecos pidió la baja en el ejército español  incorporándose al ejército marroquí en 1957 como general, puesto de responsabilidad desde el que, además de aplastar despiadadamente la rebelión del Rif de 1957 a 1958, planeo el secuestro de su hija que se produjo del siguiente modo: fingiendo un deseo de reconciliación convenció a la pareja para que viajara a Tetuán a hacer las paces, no obstante, en el mismo aeropuerto un oficial, siguiendo instrucciones suyas, retuvo a la hija y expulsó al marido. Este incidente fue de un enorme significado porque el marido de la hija de El-Mizzian no solo era un oficial del ejército español sino también sobrino del entonces Ministro de Asuntos Exteriores de España, Alberto Martín Artajo. Ante semejante desafuero tanto el humillado marido como varios mandos militares solicitaron por escrito la intervención del Jefe del Estado, Francisco Franco, el cual simplemente hizo oídos  sordos.

            Poco tiempo después de estos acontecimientos "familiares" y tras la Guerra del Ifni, el General El-Mizzian no dudó en violar los acuerdos hispano-marroquíes de 1958 que establecían la forma de entrega a Marruecos del Sidi-Ifni y de proceder a la retrocesión de Cabo Juby (o Franja de Tarfaya) presentándose en las posiciones aun guarnecidas por tropas españolas antes de los días convenidos en dichos acuerdos  a fin de que las mismas le fueran entregadas personalmente a él, en lo que sin duda constituía una forma de ofender y agraviar a sus ex colegas militares. Esta conducta hizo que el Consejo Supremo del Ejército propusiera que le fuera retirada la paga española que El-Mizzian seguía percibiendo tras pasar a las órdenes de Mohamed V. En este caso el Jefe del Estado no hizo oídos sordos e intervino activa y contundentemente para que El-Mizzian... ¡¡¡Siguiera percibiendo su paga española!!!. y además para que, tiempo después, fuera tratado médicamente en el Hospital General del Aire de Madrid donde fallecería el 1 de Mayo de 1975.

            Cada uno puede y debe sacar sus propias conclusiones, pero desde mi modesto punto de vista en la historia de El-Mizzian se plantean dos cuestiones fundamentales: la primera, el problema de la integración de unas personas que, a pesar de ser enormemente favorecidas por la sociedad en la que viven, tienen tan arraigadas sus raíces y convicciones religiosas que no quieren ni tienen voluntad de integrarse; y la segunda, la benévola interpretación que los españoles hacen de la participación  de las tropas marroquíes en nuestra última guerra civil en contraste con la que hacen de la participación de las tropas germano-italianas, así como la diferente consideración que los actuales españoles hacen de los generales españoles sublevados en Julio de 1936 y del General El-Mizzian el cual, si bien es cierto que es un completo desconocido para muchos, no genera el rechazo que genera, por ejemplo, un General Mola o un General Sanjurjo; tal diferente consideración puede no solo deberse a la ignorancia sino, lo que es más preocupante, a algún tipo de complejo adquirido por los españoles y que dimana de la procedencia cultural del susodicho General.   

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