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miércoles, 9 de enero de 2013

CON ANIMUS JOCANDI: POLÉMICAS TELEVISIVAS DE SU EXCELENCIA




            En el momento en que la popularidad y aceptación de Su Excelencia el Jefe del Estado a Título de Rey alcanza sus cotas más bajas, algún asesor de entre los de su entorno ha tenido la “feliz”, aunque no muy afortunada (esto según se mire), idea de innovar y para ello nada mejor que modificar la estampa del Jefe del Estado mientras pronunciaba su tradicional mensaje navideño y el conceder una entrevista en exclusiva con motivo, esto es excusa, de su setenta y cinco cumpleaños.

            En cuanto al tradicional mensaje navideño y olvidando la “ruptura” innovadora ya practicada en las Navidades de 1975 y consistente en cambiar la fecha del mismo pasándolo del 31 al 24 de Diciembre, la novedad ha consistido en que Su Excelencia el  Jefe del Estado ha aparecido ante el pueblo español de cuerpo entero, sentado, más que apoyado, en la mesa del despacho (una pieza de maderas finas y bronce dorado, estilo neoclásico, del segundo tercio del siglo XX), sin duda deseando dar una juvenil y moderna imagen aunque eso sí, más propia de un protagonista de película musical de los años setenta (“Fiebre del Sábado Noche” o “Grease”) que de un Jefe de un Estado con más de cinco millones de parados. En este sentido es de indicar que, decididos a presentar un Jefe del Estado más próximo a los ciudadanos, se podría haber sido más coherente y atrevido y ya puestos a presentarle en publico con la pose de un “Tony Manero” haber incorporado un vasito de Whisky “JB” con hielo en algún lugar de la mesa y como acompañamiento musical al final del institucional mensaje algo de música disco o incluso, haciendo un guiño a los puristas, la misma “Marcha de Granaderos” pero con un ritmo más discotequero, todo ello, por supuesto, junto con un gran juego de luces multicolores.

            Aparte de la aparición de Su Excelencia de cuerpo entero, sentado sobre la mesa, pocas innovaciones presenta el tradicional mensaje navideño: El contenido del mismo se mantiene como siempre vaporoso y etéreo y se conserva la presencia de cierto número de fotografías que recogen distintos momentos familiares aunque eso sí con un extremado cuidado en que no aparezcan las imágenes de los yernos, como si no fuera ya una costumbre asumida, de mala gana pero siempre con humor malévolo, por los españoles que los Jefes de Estado tuvieran problemas con los yernos porque, a fin de cuentas señores, que otra cosa sino costumbre, mala, pero costumbre, es que en lo últimos ochenta años, España haya tenido dos Jefes de Estado y los dos hayan tenido problemas con sus respectivos yernos.

            Lo que sí supone otra presunta innovación en la puesta en escena del mensaje navideño de Su Excelencia El Jefe del Estado el pasado 24 de Diciembre es la introducción en la decoración del despacho de un retrato que puede verse a su espalda y que procede de la colección del “Museo de el Prado”, lo que implica que ha sido llevado allí para la ocasión con el coste que ello haya podido implicar y que a todas luces ignoramos que pinta pues se trata del retrato juvenil del infante Felipe de Borbón pintado por Jean Ranc (1674-1745) y desde luego de todos los retratos y de todos los retratistas no se pudo hacer peor elección.

            En primer lugar, el infante Felipe fue el cuarto hijo (el tercero varón) del matrimonio de Felipe V con su segunda esposa Isabel de Farnesio, Duque de Parma y fundador de la dinastía Borbón Parma, todo lo cual le hace un familiar lejano, demasiado lejano, como para que su retrato figure en el despacho de Su Excelencia existiendo, como existen, retratos de familiares mucho más próximos. Resultando lógico que entre esos numerosos retratos para escoger no se hubiera elegido el de Felipe V por estar en algunos lugares de España expuesto bocabajo, ni el de Luis I por su brevedad en el trono (tan solo 229 días), ni el de Isabel, llamada segunda; o Alfonso, llamado el trece, por haber sido ambos expulsados del país a causa de su baja popularidad; no es menos cierto que existen otros que bien pudieran haberse utilizado como un retrato del “Almirante” don Juan de Borbón y Battemberg, padre de Su Excelencia, o incluso, si es que se siente especial predilección por Jean Ranc una apropiada alegoría como bien pudiera haber sido “Diana, la cazadora”. En todo caso, cualquier retrato hubiera sido más apropiado que el del Infante don Felipe de Borbón, Felipe I de Parma, salvo que además del mensaje navideño expresado hubiera otro más subliminal pues la dinastía Borbón Parma forma parte inseparable de la historia reciente de las Españas por su implicación en la lucha por las libertades y sobre la misma recaen derechos indiscutibles que han hecho que, algún periodista, la haya calificado, con justicia, como “La Familia Rival”.

            Por último, tampoco resulta afortunada la elección del retratista pues Jean Ranc podría considerarse una persona poco apropiada para las fechas navideñas al haber sido en su habitación donde se inició, precisamente en las Navidades de 1734, el incendio que destruyó por completo el Alcazar de Madrid sobre cuyas ruinas se levanta hoy el Palacio Real.

            Finalmente, la entrevista concedida al veterano periodista Jesús Hermida y emitida por televisión el 5 de Enero pasado y en la que entrevistador y entrevistado aparecen sentados en sendas sillas, que no mesas o taburetes, en el mismo escenario utilizado para el mensaje navideño tampoco ha servido para que la imagen de Su Excelencia recupere puntos en el ranking de popularidad porque la entrevista no fue para nada realista y se mantuvo en extremo alejada de los problemas concretos que afectan a los españoles y a las Españas siendo más bien la conversación de dos amigos de una misma generación que recuerdan los viejos tiempos ya pasados de su juventud, es decir, que se cuentan las batallitas del abuelo y recuerdan como eran las cosas antes y como volverán a ser con una total desconexión de lo que está pasando. En esta entrevista Su Excelencia dio la imagen de alguien que, si siempre fue la de alguien que tenía poco que decir, ya no tiene nada que decir.

            En definitiva y para terminar, considerando la desesperada lucha por remontar en popularidad que parecen tener los asesores de Su Excelencia el Jefe del Estado y la gran inteligencia de la que hacen gala no sería de extrañar que a finales de año hubiera nuevas innovaciones que bien pudieran concretarse en un largometraje para los cines y la televisión que tuviera por título “Juan Carlos, Ese Hombre” y una condecoración dedicada “A los treinta y cinco años en la Jefatura del Estado”.

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