En el momento en que la popularidad
y aceptación de Su Excelencia el Jefe del Estado a Título de Rey alcanza sus
cotas más bajas, algún asesor de entre los de su entorno ha tenido la “feliz”,
aunque no muy afortunada (esto según se mire), idea de innovar y para ello nada
mejor que modificar la estampa del Jefe del Estado mientras pronunciaba su
tradicional mensaje navideño y el conceder una entrevista en exclusiva con
motivo, esto es excusa, de su setenta y cinco cumpleaños.
En cuanto al tradicional mensaje
navideño y olvidando la “ruptura” innovadora ya practicada en las Navidades de
1975 y consistente en cambiar la fecha del mismo pasándolo del 31 al 24 de
Diciembre, la novedad ha consistido en que Su Excelencia el Jefe del Estado ha aparecido ante el pueblo
español de cuerpo entero, sentado, más que apoyado, en la mesa del despacho
(una pieza de maderas finas y bronce dorado, estilo neoclásico, del segundo
tercio del siglo XX), sin duda deseando dar una juvenil y moderna imagen aunque
eso sí, más propia de un protagonista de película musical de los años setenta
(“Fiebre del Sábado Noche” o “Grease”) que de un Jefe de un Estado con más de cinco
millones de parados. En este sentido es de indicar que, decididos a presentar
un Jefe del Estado más próximo a los ciudadanos, se podría haber sido más
coherente y atrevido y ya puestos a presentarle en publico con la pose de un “Tony
Manero” haber incorporado un vasito de Whisky “JB” con hielo en algún lugar de
la mesa y como acompañamiento musical al final del institucional mensaje algo
de música disco o incluso, haciendo un guiño a los puristas, la misma “Marcha
de Granaderos” pero con un ritmo más discotequero, todo ello, por supuesto,
junto con un gran juego de luces multicolores.
Aparte de la aparición de Su
Excelencia de cuerpo entero, sentado sobre la mesa, pocas innovaciones presenta
el tradicional mensaje navideño: El contenido del mismo se mantiene como
siempre vaporoso y etéreo y se conserva la presencia de cierto número de
fotografías que recogen distintos momentos familiares aunque eso sí con un extremado
cuidado en que no aparezcan las imágenes de los yernos, como si no fuera ya una
costumbre asumida, de mala gana pero siempre con humor malévolo, por los
españoles que los Jefes de Estado tuvieran problemas con los yernos porque, a fin
de cuentas señores, que otra cosa sino costumbre, mala, pero costumbre, es que
en lo últimos ochenta años, España haya tenido dos Jefes de Estado y los dos
hayan tenido problemas con sus respectivos yernos.
Lo que sí supone otra presunta innovación
en la puesta en escena del mensaje navideño de Su Excelencia El Jefe del Estado
el pasado 24 de Diciembre es la introducción en la decoración del despacho de
un retrato que puede verse a su espalda y que procede de la colección del
“Museo de el Prado”, lo que implica que ha sido llevado allí para la ocasión
con el coste que ello haya podido implicar y que a todas luces ignoramos que
pinta pues se trata del retrato juvenil del infante Felipe de Borbón pintado
por Jean Ranc (1674-1745) y desde luego de todos los retratos y de todos los
retratistas no se pudo hacer peor elección.
En primer lugar, el infante Felipe
fue el cuarto hijo (el tercero varón) del matrimonio de Felipe V con su segunda
esposa Isabel de Farnesio, Duque de Parma y fundador de la dinastía Borbón
Parma, todo lo cual le hace un familiar lejano, demasiado lejano, como para que
su retrato figure en el despacho de Su Excelencia existiendo, como existen, retratos
de familiares mucho más próximos. Resultando lógico que entre esos numerosos
retratos para escoger no se hubiera elegido el de Felipe V por estar en algunos
lugares de España expuesto bocabajo, ni el de Luis I por su brevedad en el
trono (tan solo 229 días), ni el de Isabel, llamada segunda; o Alfonso, llamado
el trece, por haber sido ambos expulsados del país a causa de su baja
popularidad; no es menos cierto que existen otros que bien pudieran haberse utilizado
como un retrato del “Almirante” don Juan de Borbón y Battemberg, padre de Su
Excelencia, o incluso, si es que se siente especial predilección por Jean Ranc
una apropiada alegoría como bien pudiera haber sido “Diana, la cazadora”. En todo
caso, cualquier retrato hubiera sido más apropiado que el del Infante don
Felipe de Borbón, Felipe I de Parma, salvo que además del mensaje navideño
expresado hubiera otro más subliminal pues la dinastía Borbón Parma forma parte
inseparable de la historia reciente de las Españas por su implicación en la lucha
por las libertades y sobre la misma recaen derechos indiscutibles que han hecho
que, algún periodista, la haya calificado, con justicia, como “La Familia Rival”.
Por último, tampoco resulta afortunada
la elección del retratista pues Jean Ranc podría considerarse una persona poco
apropiada para las fechas navideñas al haber sido en su habitación donde se
inició, precisamente en las Navidades de 1734, el incendio que destruyó por
completo el Alcazar de Madrid sobre cuyas ruinas se levanta hoy el Palacio Real.
Finalmente, la entrevista concedida
al veterano periodista Jesús Hermida y emitida por televisión el 5 de Enero
pasado y en la que entrevistador y entrevistado aparecen sentados en sendas
sillas, que no mesas o taburetes, en el mismo escenario utilizado para el
mensaje navideño tampoco ha servido para que la imagen de Su Excelencia
recupere puntos en el ranking de popularidad porque la entrevista no fue para
nada realista y se mantuvo en extremo alejada de los problemas concretos que
afectan a los españoles y a las Españas siendo más bien la conversación de dos
amigos de una misma generación que recuerdan los viejos tiempos ya pasados de
su juventud, es decir, que se cuentan las batallitas del abuelo y recuerdan
como eran las cosas antes y como volverán a ser con una total desconexión de lo
que está pasando. En esta entrevista Su Excelencia dio la imagen de alguien que,
si siempre fue la de alguien que tenía poco que decir, ya no tiene nada que
decir.
En definitiva y para terminar,
considerando la desesperada lucha por remontar en popularidad que parecen tener
los asesores de Su Excelencia el Jefe del Estado y la gran inteligencia de la
que hacen gala no sería de extrañar que a finales de año hubiera nuevas
innovaciones que bien pudieran concretarse en un largometraje para los cines y
la televisión que tuviera por título “Juan Carlos, Ese Hombre” y una
condecoración dedicada “A los treinta y cinco años en la Jefatura del Estado”.
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