La
primera vez que oí hablar de Boris Viktorovich Sávinkov fue en una excelente
serie de la BBC titulada “Reilly, As de Espías” emitida por Televisión Española
a principios de los años ochenta en la que se narraba las aventuras de un
agente británico en la Europa previa a la I Guerra Mundial y concretamente en
la Rusia revolucionaria de 1917. Junto al protagonista, Sidney Reilly, aparecían
multitud de personajes como el capitán Cromie, el espía Bruce Lockhart y el
propio Sávinkov. Aunque “Reilly, As de Espías” era una serie histórica su
contenido me pareció tan fantástico que no creí en la existencia ni de tales
hechos ni de tales personajes por lo que me puse a buscar en una enciclopedia a
las personas citadas en la misma descubriendo, con gran sorpresa, que habían
sido reales y que habían protagonizado las aventuras que la serie refería
descubriendo, además que Bruce Lockhart había escrito un libro (en el que se
basaba la serie) titulado “Memorias de Un Agente Secreto” y que Sávinkov había
vivido largos periodos en Francia donde había escrito dos novelas tituladas
“Cheval Palé” (El Caballo Amarillo) y
“Cheval Noir” (El Caballo Negro). Extremadamente interesado me puse a buscar
infructuosamente el primer libro mientras que las novelas de Sávinkov al no ser
mencionadas en castellano por la enciclopedia supuse que jamás habían sido
traducidas a nuestro idioma y que, por
tanto, eran imposibles de conseguir.
Aceptando, desde ya hace muchos
años, que jamás leería la obra de Lockhart ni las novelas de Sávinkov “El Caballo
Amarillo” y “El Caballo Negro”, gracias a la editorial Impedimenta he
conseguido leer estas últimas al haber sido publicadas recientemente por dicha
editorial siendo ambas obras extremadamente curiosas y originales desde el
punto de vista psicológico e histórico.
“El Caballo Amarillo”, escrita por
Sávinkov en Francia en 1909 bajo la forma de diario anuncia la que sería más tarde
su obra más famosa publicada en 1917 y titulada “Memorias de un Terrorista”. En
“El Caballo Amarillo”, su autor describe perfectamente la evolución mental y el
estado anímico que presenta un terrorista encargado de organizar y ejecutar un
atentado contra un alto cargo de la administración imperial rusa, estando
presente a lo largo de esta atípica novela, la constante atención a todo lo que
le rodea y que puede resultarle peligroso, la constante desconfianza de todo y
de todos y el permanente temor de ser traicionado no por los miembros de la
célula terrorista reclutados por el protagonista, George O´Brien (alter ego del
propio Sávinkov), sino por los propios dirigentes políticos que ordenan los
actos terroristas. Es precisamente, en las escenas narrativas de las relaciones
entre la dirección política de un supuesto movimiento revolucionario y el
protagonista de la novela donde surgen unas interesantes reflexiones sobre el
terrorismo que tiende a convertirse en algo puramente independiente de todo
objetivo político para terminar siendo un fin en sí mismo que solo sirve de
justificación existencial a la persona que se dedica a él. “El Caballo
Amarillo” es una muy actual reflexión sobre el terrorismo desde el punto de
vista del terrorista del que presenta su “iter críminis” y sus pretendidas justificaciones
morales.
Por su parte “El Caballo Negro” escrita
en 1923, si bien retoma la forma narrativa de un diario al igual que en “El Cabalo
Amarillo”, constituye la curiosa narración de una evolución, o más bien una
involución, del protagonista que anuncia el propio cambio de posición del autor
que le llevará, pocos meses después de la publicación de esta obra, a regresar
a la Unión Soviética bastante cansado de sus actividades antibolcheviques y a
morir en el Palacio de la Lubianka de Moscú presuntamente asesinado por agentes
de la Cheka.
Dividido en tres partes “El Caballo
Negro” se inicia con una escena de la guerra civil rusa donde el coronel Yuri
Nicolaiévich (nuevamente alter ego de Sávinkov) dirige un regimiento del
ejército antibolchevique (1) acantonado en Polonia, posteriormente, en la
segunda parte, el regimiento, por avatares bélicos que la novela no menciona,
se ha convertido en poco más de una veintena de guerrilleros que desarrollan
una cruenta guerra por su cuenta contra las autoridades comunistas para
terminar viéndose reducidos, en la tercera parte de la obra, a una mera célula
de saboteadores integrada por menos de cinco personas. En “El Caballo Negro”
esta presente la crisis existencial y la progresiva pérdida de voluntad
combativa que llevaron a los ejércitos antibolcheviques al colapso además de
servir de reflexión sobre el destino de cualquier ejército que combate sin
saber por qué lo hace y que es incapaz de poner fin a una guerra con una
victoria. A este respecto “El Caballo Negro” viene a indicar que en esos casos
todo ejército degenera moralmente hasta terminar reducido a poco más que un
grupo de delincuentes.
Sávinkov, aunque calificado por
Lenín como “un burgués con una bomba en
el bolsillo” y conocido entre la intelectualidad vanguardista del Paris de 1900
como “nuestro amigo el asesino”, fue
un personaje peculiar, un hombre que hizo de la acción no solo una forma de
vida sino la justificación de su propia existencia y una refinada expresión de
arte bohemio.
Se dice que cuando fue detenido en
Moscú en 1924, Pilliar, el chequista encargado de interrogarle, le pregunto:
“¿Ha
escrito recientemente una novela titulada “El Caballo Negro” y antes “El
Caballo Amarillo?”,
“Sí,
toda una caballería, ¿Verdad?”
–contestó Sávinkov,
“y
ahora escribirá El último Caballo”, terminó burlándose el chequista.
Y es que efectivamente, atendiendo a
los títulos de estas novelas de Sávinkov no sería de extrañar que de haber
tenido tiempo hubiera continuado con “El Caballo Blanco” y “El Caballo Rojo”
para completar una tetralogía dedicada a la caballería del Apocalipsis (2).
(1)
Utilizamos al expresión “ejército antibolchevique” y no la genérica de
“Ejército Blanco” porque en la Guerra Civil Rusa (1918-1922) el que luchaba
contra el “Ejercito Rojo” (bolcheviques) no solo era el “Ejército Blanco”
(Monárquicos) sino también el “Ejército Negro” (Anarquistas) y el llamado
“Ejército Verde”, conglomerado de las más dispares voluntades políticas que
abarcaba desde nacionalistas ucranianos de Petliura a campesinos pobres
descontentos con el no reparto de tierras, pasando por aventureros y
oportunistas como Grigoriev. En “El Caballo Negro”, Sávinkov se considera
miembro del “Ejército Verde” aunque ello no le impidió ser partidario de
Kornilov y estar próximo al Gobierno de Siberia
presidido por el Almirante kolchak, ambos dirigentes blancos.
(2)
Los caballos que montan los Jinetes del Apocalipsis son un Caballo Negro que
representa el hambre, un Caballo Rojo que representa la Guerra, un Caballo
Amarillo que representa la muerte y un Caballo Blanco que representa la Victoria
del Evangelio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario